Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo III

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20/07/2009, 16:58
Patrick Collins

Patrick regresaba cuando vió que Susanne se incorporaba de nuevo.

Se acercó entonces con mayor celeridad, llegando a la altura de sus hermanas. Su mirada era de preocupación, pero no exenta de cierto alivio. Ella había despertado, pero... ¿Volvería a recaer? Él no era médico, ni sabía de esas cosas. Solo le quedaba rezar por que ella sanara, y hacer todo cuanto estuviera en su mano. Escuchó su pregunta, aunque bajito.

-Una cuarentena, por orden de la corona, señorita Cornwell. Nos van a encerrar tres días en esta Iglesia.

Miró luego a su hermana Anabel.

-El padre Thomas me ha dicho que hay habitaciones en la nave de la iglesia que hay tras el altar, y una biblioteca. La señorita Susanne puede... y creo que debe usar una de ellas.

Dicho lo cual, se acercó a ella, e hizo un amago de cogerla en brazos. Pero con sus hermanas presentes, le dió vergüenza hacerlo.

-Con su permiso... -dijo.

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22/07/2009, 05:34
Susanne Cornwell

-¿Cuarentena? -preguntó extrañada- ¿¡Tres días!? -parpadeó sorprendida por lo que acababan de informarle-... Es... ¿es por la enfermedad?

Pero la pregunta estaba de más, Anabel ya lo había dicho, la cuarentena era por la enfermedad, enfermedad de la cual ella era portadora, enfermedad que había matado a su madre y si antes quiso huír de la iglesia por temor a contagiar a alguien ahora lo deseaba todavía más.

-Tres días... -musitó y miró a Patrick que ahora estaba junto a ella y por lo que éste dejó entrever en sus palabras, mejor dicho por lo que dijo claramente, pretendía llevársela a una de las habitaciones que había en la nave de la iglesia, sin embargo cuando hizo amago de tomarla otra vez en brazos ella negó con la cabeza y sujetó su mano para ponerse de pie- No es necesario, puedo caminar, aunque preferiría permanecer junto a mis hermanas.

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24/07/2009, 07:20
Claire Windsor-Hancock

Al parecer no había mucho que pudiéramos hacer. Además, si la señorita Cornwell y mi hermana, tenían lo mismo, ya habíamos estados todos expuestos. Me senté en un rincón, dejando a cada quien en lo suyo y mentalmente comencé a pensar que si hubiera escrito la carta a mi padre a tiempo, seguramente no estaríamos allí; si hubiéramos ido a ver a aquella familia que veíamos cada vez que nos encontrábamos allí, en lugar de ir a esa maldita fiesta, las cosas serían muy distintas pero no había nada que pudiéramos hacer al respecto. Observé con atención la importancia que el señor Collins daba al estado de la señorita Cornwell y me pareció tierno. Luego miré a Anabel, tan pendiente de su hermana, sin duda la tragedia había unido a aquellas muchachas y aquello tenía su cuota de maravilloso y de amoroso. Respiré profundo y cerré los ojos, estaba algo cansada y mi pie punzaba cada vez más, todo era demasiado para mí, tanto lo bueno como lo malo. Sólo quería abrir los ojos y ver que todo era una amarga pesadilla pero sabía que no sería así.

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24/07/2009, 10:02
Mary Ann Windsor-Hancock

Vi como Claire estaba tan abatida y arrinconada que fui prestamente a abrazarla, al menos estábamos juntas, era el único consuelo que tenía, aunque en realidad hubiera dado cualquier cosa por que ella estuviera fuera y solo yo estuviera presa de aquella horrible pesadilla. Ya estaba enferma y nada podría salvarme, pero... deseaba que Claire no tuviera que pasar por todo aquello, era mi hermana pequeña y quería salvarla como fuera.

- Tranquila, todo irá bien. acerté a susurrarle mientras me sentaba junto a ella y la abrazaba con dulzura. Mi debilidad ahora no importaba, mi salud tampoco, solo ella era importante, tenía que cuidar de ella hasta que todo este horror pasara.

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24/07/2009, 12:50
Elizabeth Cornwell

Elizabeth se sentía algo ida.
Había escuchado al doctor decir casi las mismas palabras que ella antes había susurrado...

"Así que... No me equivocaba... Ese hombre con delirios de grandeza podría estar en el mismo barco que todos nosotros..."

No sabía por qué, pero eso le provocaba una, posiblemente, malvada satisfacción. Sabía que no debía pensar así... Pero casi le resultaba imposible, siendo lo que estaba pasando entonces...

Cuando Sue abrió los ojos, Liz sonrió, algo más esperanzada...

"Menos mal que aún sigue aquí..."

Apenas murmuró hermana en un susurro poco audible, sabía que si hablaba demasiado toda su templanza se iría lejos...
Así es que... Cuando la joven volvió en sí, la besó levemente en la frente, y luego se apartó un poco: el Sr. Collins rondaba por ahí, y lo mejor era que, si querían, estuviesen juntos...

Miró a Anabel, tan preocupada por todo...

Se sentó en uno de los bancos de la iglesia y aguardó a que la necesitaran... De momento, deseaba dejar sus pensamientos en claro...

"Tantas cosas y en un sólo día..."

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24/07/2009, 15:16
Alexander Varsatof

Alexander aun permanecía sentado en el mismo banco desde que Elizabeth se aparto de el, estiro sus largos brazos sobre el respaldo del banco y llevo su cabeza para atrás, mirando la cúpula de la iglesia ángeles vengadores y mártires religiosos. Pega un suspiro que hace eco en las vacías paredes de la iglesia y se levanta.
Se pone a explorar la iglesia, metiendo la cabeza tras todas las puertas o entradas que puede encontrar, tal vez encuentre algo interesante o tal vez no, pero hay que hacer algo para distraer la atencion del momento tenso.
 

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26/07/2009, 02:22

La ama de llaves deja entrar a una mujer que aparenta unos cuarenta y tantos, de aspecto regordete, con ojos tristes pero mirada firme. Ella se presenta con una leve inclinación de cabeza, toma un respiro y empieza a hablar:

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26/07/2009, 02:24
Louisa

-Señor, primero déjeme presentarme, soy Louisa Glentt. Trabajo en una mansión adyacente a la vuestra, Wortham Manor, y creáme que si no fuera porque ya he agotado todas mis posibilidades no habría venido hasta aquí a molestarle. Soy una de las chaperonas de las hermanas Hancock, dueñas de la mansión. Las jóvenes en cuestión son Claire y Mary Ann y, como deber de toda chaperona, debo cuidar de ellas. Mi señor, desde esta tarde, cuando fueron a presenciar el funeral de una conocida de Windfield no han vuelto. He, he tratado de ir a la Iglesia pero no se me permite entrar. ¡Hay soldados, señor! ¡Soldados diciendo que nadie puede entrar o salir de la Iglesia!

He ido hasta otra mansión, la del señor Avon, amigo de la familia pero ha sido inútil, no he podido ubicarle. Mi señorita Mary Ann está enferma y Claire tiene mal el tobillo, apenas si puede caminar. He ido a la policía del pueblo pero...

Las lágrimas asoman, primero una a una, luego en un torrente sólo comparable a la lluvia de afuera.

-Nadie me escucha... temo por mis... son como mis hijas señor. Son todo lo que tengo. No sé a quién más acudir...

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26/07/2009, 02:33

Patrick espera a que el doctor odiado por todos se vaya para tomar a Susanne en brazos y llevarla, junto con el padre Thomas a una habitación en donde pueda descansar mejor. Susanne prefiere caminar pero el joven teme que se debilte demasiado y, pidiendo nuevamente su permiso, se atreve a alzarla con gentileza. Cuando Vinthevill se aleja, con el permiso de la jovencita, toma a la chica suavemente y se dirige hacia el lugar indicado por el sacerdote, detrás del altar. Antes de eso les avisa tanto a Anabel como a Elizabeth de sus intenciones.

El padre Thomas también les dice a las jovencitas que hay, además, una biblioteca pequeña en donde pueden pasar un rato leyendo algo. El hombre se ve cansado, demasiadas cosas y en su lugar santo. Sin embargo, Patrick no quiere perder tiempo, se lleva a la joven a la habitación, en donde podrá descansar en una modesta cama.

Anabel y Elizabeth ven al resto de los presentes, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Robins, se ha quedado en la puerta, mirando a los soldados como esperando, quizá esperaba un poco de humanidad en esos hombres, quizá no, simplemente se ha quedado mirándolos, a menos de medio metro de sus armas. Ninguno hace ademán de disparar, pero sus tensos gestos muestan enojo y una obligación que van a preservar.

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26/07/2009, 03:42

Alexander se pone a explorar la Iglesia, en algo tiene que mantener su ocupación. Encuentra la puerta al confesionario, vacío. Halla dos puertas detrás del altar principal. Por una de ellas ve pasar a Patrick Collins llevando a Susanne en brazos. La otra permanece cerrada, cuando el ruso la intenta abrir, aparece el padre Thomas por atrás y le dice:

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26/07/2009, 03:45
Padre Thomas

-Disculpe, no quería sobresaltarlo. Esa puerta conduce a mi pequeña biblioteca personal. No hay muchos volúmenes pero es un lugar que puede ayudarle a matar el tiempo. La otra da a las habitaciones del sacerdocio, el señor Collins ha llevado a la señorita Cornwell allí para que pueda descansar un poco. Bueno, viendo que el doctor Vinthervill ya nos ha dejado pero ha dado la orden a esos soldados suyos de quedarse vigilándonos, sepa que haré todo lo posible para que todos se sientan como en su casa. Aunque, claro está, esto dista mucho de una situación de hospitalidad.

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26/07/2009, 03:48

Mary y Claire se abrazan. Esta situación es tan diferente a la que habían imaginado cuando llegaron al pueblo: presas de una loca enfermedad a manos de un loco doctor. Aunque también estaba ese otro hombre, el doctor Robins, quien ahora se ha quedado en la puerta, mirando a los soldados como esperando, quizá un poco de humanidad en esos hombres, quizá no, simplemente se ha quedado mirándolos, a menos de medio metro de sus armas. Ninguno hace ademán de disparar, pero sus tensos gestos muestan enojo y una obligación que van a preservar.

Respecto a los demás, Alexander está hablando con el padre Thomas, casi detrás del altar; Collins se ha llevado a la señorita Cornwell, a Susanne, en andas hasta una de las dos puertas que se ve en este sector de la Iglesia (la tercera da a un pequeño confesionario). Avon y Jean están conversando, en voz muy baja, en un costado y miran de tanto en tanto la situación. Los ojos de Avon, ahora con un dejo de ira, miran sin cesar a los soldados que se han quedado en las puertas de la Iglesia haciendo la vigilancia que Vinthervill les ha ordenado. El doctor loco, por su parte, ya se ha marchado dejándolos a todos con un terrible sabor de boca. Lo único bueno de la velada es que los colores de Mary parecen volver a aparecer en sus tiernas mejillas.

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26/07/2009, 03:55

Susanne quiso protestar una vez más, sobre el hecho de que podía caminar, pero Patrick simplemente la depositó sobre la cama y se alejó unos pasos, como para dar a entender que simplemente se preocupaba más que nada por su salud. La habitación era acogedora, y estaba, como era de esperar, llena de símbolos sagrados. Pinturas enmarcadas cubrían las paredes, una representaba a la virgen María con su niño y otra era una imagen de la crucifixión. No había mucho orden pero era un lugar mejor que la dura superficie de uno de los bancos. Susanne, aunque a regañadientes, tenía que admitir que se sentía un poco mejor. Anabel los había acompañado, dejando a Lizzy un poco en el otro recinto, era simplemente para asegurarse de que todo estuviera bien.

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26/07/2009, 04:22
Lady Esme

-Señores, permitanme presentarme... Soy Lady Esme, vivo hace muchos años en Windfield junto con mi esposo Charles. Siempre fue un lugar tan apacible.

La mujer toma un poco de té, y se seca un poco las lágrimas que caen por sus mejillas:

-Es terrible, hace unos días una enfermedad ha azotado al pueblo. En realidad es como una especie de gripe y sólo han habido dos víctimas, pero una de ellas es la madre de las señoritas Cronwell. Oh, lo siento, vosotros no las conocéis. Son unas jóvenes muy dulces y trabajadoras, ellas era su único pariente, su padre hace tiempo no está con ellas, ha pasado a mejor vida.

La mujer toma otro sorbo y pide un vaso de agua que una camarera le trae en un santiamén.

-Y ahora ha venido un doctor de Londres. Un despiadado hombre... ¿podrá creer que los ha encerrado a todos en la Iglesia? ¡En pleno funeral de la madre de las chicas! ¡Ha encerrado al menos a treinta personas allí con soldados que custodian las puertas.

La mujer se tapa la cara y comienza a sollozar.

-Ese hombre es un demonio, creedme. No logrará nada así más que hacer que mucha gente sufra. Hay afectos míos dentro de esa Iglesia... y ahora... han quedado encerrados como simples villanos.

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26/07/2009, 04:29

Lizzie ha quedado sola en la sala, al menos respecto a su familia. Anabel ha acompañado a Collins y Susanne, pidiendo a su hermana que se quede para ver que pasaba y por respeto a su querida madre quién aún descansa en ese ataúd, ignorante de todo lo que sucede a su alrededor. La chica mira todo, mientras se encuentra a un costado de su madre, quien aún muerta es hermosa y la extraña más que nunca, pero siendo fuerte como es, se obliga a concentrarse en lo que está sucediendo en la Iglesia.

El doctor Vinthervill ya ha partido, dejando a sus soldados en la puerta, con sus armas y sus miradas siniestras. Sin embargo, el doctor Robins parece no tener miedo, o estar demasiado molesto con las medidas ya que se ha quedado en la puerta, mirando a los soldados como esperando, quizá un poco de humanidad en esos hombres, quizá no, simplemente se ha quedado mirándolos, a menos de medio metro de sus armas. Ninguno hace ademán de disparar, pero sus tensos gestos muestan enojo y una obligación que van a preservar.

Respecto a los demás, las hermanas Hancock están abrazadas en un rincón, se las ve muy solas. Alexander, por su parte, está hablando con el padre Thomas, casi detrás del altar.

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26/07/2009, 04:36

En medio de la conversación, o mejor dicho, de la explicación de Lady Esme, entra Beth y se sienta, dirige sus palabras hacia Damien, pero tanto la señora como el otro hombre las escuchan, la joven no tiene ganas de bajar su voz:

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26/07/2009, 04:38
Beth

- ¡Las señoritas... las señoritas Hancock están encerradas en la Iglesia y Mary Ann está mal de salud! Lo siento por la tardanza, pero he ido hasta allí y me han hechado, no me dejan verlas. Es una locura. Claire también necesita de mi ayuda, está lastimada de un tobillo, no sé cómo ayudarlas... nunca me he sentido tan inútil... Maldita gripe extraña... maldito doctor Vinthervill, serpiente astuta de la reina...

Beth se queda callada y mira la luz de una de las velas. Lady Esme apoya suavemente una mano en su hombro.

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26/07/2009, 05:00
Damien Louis de Murvile

- Llevadme ante ese matasanos... - digo golpeando la mesa mientras me levanto y echo a andar hacia el exterior - Las señoritas pasaran la noche en su casa... ¡Como que me llamo Damien! - gruño saliendo de alli dirección a la iglesia.

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26/07/2009, 12:24
Anabel Cornwell

Una vez llegados a la habitación y Susanne depositada en la cama, Anabel se acerca a la susodicha dejando atrás a Collins. Ya la había traído hasta aquí pero no había motivo para que se mantuviera en esa habitación... no al menos hasta que contrajeran matrimonio, suficientes acciones fuera de lugar y descaradas había cometido ya.
Quitó con cuidado los zapatos de los pies de Sue, así cómo su capa, cubriéndola con la sábana y terminando con un beso cariñoso en la frente.

-Qué bueno ha sido el párroco, ¿verdad? Ahora sólo tienes que descansar y seguro que se te pasará el tiempo volando- se dirigió a una esquina donde se encontraba la palangana de cerámica con algo de agua propia del aseo personal y la depositó en una mesa cercana a la cama, sentándose en uno de los laterales para limpiar la cara algo sudorosa de Sue con la ayuda de una toalla.

Vinthevill había dejado clara su hipocresía al marcharse sin más, pero ahora no les quedaba más remedio que resignarse, no pensaba intentar nada peligroso ni arriesgado con su hermana en ese estado.

Notas de juego

Sue, cúrate ya leñe xDDDD

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26/07/2009, 16:10
Patrick Collins

Patrick dejó a Susanne en la cama, y se apartó cuando la señorita Anabel se acercó a brindarle sus cuidados. Observó la escena durante un momento, pensativo. Los gestos de su hermana le dejaban ver el poco buen concepto que tenía de él. No la culpaba por ello, pues había jugado sin querer con sus propios sentimientos. De repente, se sintió un extraño allí, e inservible.

Sintió el deseo de escapar, de cabalgar por las verdes praderas y bañarse en el río para ordenar sus propios pensamientos. Pero no podía. Entonces, fue verdaderamente consciente del via crucis por el que debían pasar: estaban allí atrapados, muchos de ellos con personas con las que no se llevaban bien. Sin embargo, esta podría ser una excelente ocasión para demostrar que era una persona honorable y de fiar, y ganarse un poco más su respeto. Morir o no, era un mero azar en esos momentos.

-Si puedo hacer algo por ustedes, no duden en avisarme - dijo.

Inclinó el rostro brevemente, e hizo ademán de irse. Dejó no obstante, algo de tiempo, por si deseaban solicitarle algo. Si no lo hacían, iría de nuevo hasta la nave principal de la iglesia. Allí estaba su señor y, quisiera o no, se debía a él.