Partida Rol por web

Heinrich consigue abrir la puerta con ayuda de un compañero, más al abrirse del todo, un hedor demasiado fuerte entra por sus fosas nasales, mareándolo en el acto. No obstante, sigue adelante con su idea, salir del montacargas y rifle en mano estar preparado para cualquier eventualidad.

Pese a estarlo pasando realmente mal por el olor, la papilla humana que hay esparcida por toda la zona le hace procurar mantenerse centrado, no quiere llegar a formar parte de ella.

Tras retener varias arcadas, escucha las palabras de Hierónymus y asiente:

Cubramos sectores

- Vamos, quedarnos aqui sólo empeorará las cosas - Hieronymus lamentaba el estado de sus compañeros pero no se permitió concederles un descanso, cuanto más tiempo estuvieran allí parados, más tiempo tendrían sus enemigos para avalanzarse sobre ellos o para prepararles trampas.

Dando ejemplo, empezó a avanzar por el túnel con paso lento, intentando evitar hacer mucho ruido ni tocar la herética sustancia que fluía - mantengamos un grupo compacto.

Barriendo el pasillo con la linterna y ojo avizor iba buscando trampas o ruidos que delataran las posiciones de sus enemigos.

Estira el pulgar de la mano que tiene empuñada la pistola (No lo hace con el de la espasa, que pesa más) y se rasca tras la oreja. - Hemanos, recordadme porqué estamod aquí y que buscamos. Mi memoria falla y no quiero desviarme.

Miro a Stig mientras hago muecas para tratar de quitarme el mal olor de la cabeza.

-Guardia imperial muerta, extrañas circunstancias. Hay que bajar y comprobar. Si es necesario, matar mucho y bien.- Me sorprendía que no supiera lo que haciamos aquí abajo. Me puse cerca de Hieronimuy y desenvainé mi espada de monofilamento.- Hay que andarse con ojo...

Heinrich puso su mano izquierda en el hombro izquierdo de Hieronymus y agarró firmemente, agarrando el fusil con la mano derecha por la empuñadura y apoyando el guardamanos del mismo en el codo izquierdo cubrió el sector izquiero. Recordando las enseñanzas del Schola Progenium:

-Si tu te ocupas del frente, yo me ocupo de tu flanco izquiero. Chicos, imitadme intercambiando los lados. Y el último que vigile la retaguardia de vez en cuando. Es la mejor formación para espacios cerrados. Agarrad bien fuerte el hombro de vuestro compañero, así sabréis cuando parar y cuando y hacia donde moveros sin necesidad de hablar. Y entre todos nos cubriremos todos los flancos mientras nos movemos.

Dicho esto, esperó a que Hierónymus empezara a avanzar.

Al avanzar lentamente unos primeros pasos por el corredor no os encontrásteis ningún peligro. La extraña iluminación verdosa invadía aquella zona por completo y os permitía ver que el camino principal se perdía en la distancia, así como casi todo lo que os rodeaba, pero solo a la luz de las linternas podíais verlo en detalle. Al acercaros a la compuerta de más adelante comprobásteis que su mecanismo de apertura era de nuevo un simple volante.

Intento agudizar el oido a ver si algo llega hasta ellos. Mi intención es seguir delante, abriendo brecha (no se si en las filas enemigas o en mi frente). Me acerco hasta la esquina y miro por el pasillo de la derecha, a ver que hay. (antes escuchar, porsiacaso)

Hieronymus sería la punta de la lanza, parecía justo, dado que era el más veterano de todos ellos, más lento y más viejo sin duda, pero también más curtido.

Continuó avanzando a paso lento por el túnel con sus compañeros muy cerca, hasta llegar a la boca de la intersección.

- Stig, cubre el túnel de la derecha, yo cubriré el frente - volvió la vista atrás un instante - Heinrich ¿cómo está Reshi? echadle un vistazo a la compuerta de la izquierda, pero no la abraís si no estaís seguros de que nada se oculta al otro lado o si alguien - y el arbites omitió decir "o algo" - se nos viene encima desde los túneles.

Por su mente pasa algo así como "joder, la justicia es la que manda", pero dice: - Si jefe. Y se dispone a hacer lo que ya estaba haciendo.

Hieronymus volvió la vista un instante sobre su hombro derecho al oir el comentario de Stig, no dejó de captar el tono de reproche de su voz. Aquel muchacho estaba deseando entrar en combate, ansioso, nervioso, en realidad quizás atemorizado. Su carrera a ciegas en la oscuridad en el piso superior parecía señalar esto último.

El veterano sabía que o bien se desfogaba rapidamente, o bien acabaría muerto, como tantos otros que Hieronymus había visto en sus años de patrulla. Ya habían perdido al adepto en la entrada de la mina, perder a uno más implicaría el fin del grupo.

Avanzaba como podía con la espada desenvainada y el cuchillo en el cinturón listo para cualquier cosa. 

-Creo que ya estoy mejor...- Dije mientras ahogaba otra arcada.- Contad conmigo...

Dios, como odiaba aquel sitio.

A la luz de la linterna de Hieronymus el camino principal parecía dividirse varios metros adelante en una intersección, aunque solo él, que iba a la cabeza, podía ver en detalle aquella zona.

Stig, a pesar de la luz de su propia linterna, apenas podía ver los corredores en que se dividía aquél túnel. Allí casi no había faroles que diesen iluminación.

Cuando pasáis junto a la puerta podéis escuchar un ruido sordo metálico al otro lado. Ha sido amortiguado por la puerta y las paredes cavernosas de la mina, pero no os cabe duda de lo que habéis oído.

No es fácil verlo, porque aún estás a unos metros de la intersección, y las luces verdosas de los faroles confunden a la vista, pero poco más adelante, en el suelo, hay una gran mancha de sangre parcialmente congelada.

Heinrich se para de golpe al llegar a la puerta. Al ir agarrando a Hierónymus, que iba en cabeza, también le obligó a frenarse. Una vez se aseguró de que todos estuvieran parados, soltó a Hierónimus e hizo un gesto con la mano, señalando su oído y luego hacia la puerta. Hecho lo cual, agarró el rifle y puso una mano en la puerta, pero sin abrirla, miró a sus compañeros de cola, y luego a Hierónimus, esperando una confirmación antes de abrir (o no ) la puerta.

Hieronymus sintió el toque de la mano de Heinrich en su hombro, aún sin volverse notó como éste contenía la respiración y entendió que esperaba una señal. Pero el arbites intentaba ver algo en el túnel más adelante. Notaba en las tripas que la batalla estaba apunto de cerrarse, que la trampa cerraría los dientes sobre ellos en cualquier momento. La puerta a su izquierda podía ser un lugar donde refugiarse o bien un punto de entrada para sus enemigos.

Se restregó los ojos con la mano libre - ojalá tuviera la vista de hace veinte años - murmuró para sí y miró el crono, que parecía haberse convertido en un amuleto desde que descendieron al planeta.

Susurró a Heinrich - cientoveinte segundos, si no ocurre nada, abridla - añadió - y que sea lo que el Emperador quiera. Imaginaba, que sus enemigos no se hubieran encerrado tras haber masacrado a los guardias y que si los últimos de estos hubieran conseguido encerrar a los "monstruos", no hubieran tenido que huir como lo hicieron... o quizás sí.

Hieronymus entrecerró los ojos intentando vislumbrar algo en el túnel más adelante.