Partida Rol por web

Habéis estado siguiendo las indicaciones desde hace horas, explorando lo que se os antoja una sucesión interminable de túneles, y aún seguís sin ver rastro alguno de los problemas que indicaban los guardias imperiales. Pero bien es cierto que habéis hallado muchas cosas inusuales y sugerentes por el camino: sospechosos charcos de sangre, inquietantes arañazos y otras cosas similares. Y todo ello no hace sino confirmar que vais en la dirección correcta.

Finalmente, el corredor de acceso que habéis estado recorriendo termina en una vieja compuerta oxidada, marcada con el indicativo XII, pero cubierta con pintadas rojas que la anuncian como la entrada a la Escombrera. Haciendo honor a su sobrenombre, alcanzáis a ver escombros y rocas desprendidas alrededor de la entrada; una sustancia viscosa y líquida de color grisáceo gotea de diversas grietas en la pared y se acumula formando charcos en la base de los muros. La compuerta está sucia y mugrienta, y dispone de un burdo volante como mecanismo de apertura.

Zachariah observa con interés y desconfianza todo lo que acaban de encontrar: la puerta, el mecanismo y la sustancia extraña.

Mientras sus compañeros miran todo, él saca el escáner y comienza a hacer lectura de todo lo que hay (o pudiera haber) en la zona...

Llego al destino el último, ya que cada x, en las esquinas voy marcando el camino por le que llegamos, y observo el entorno, el cual no parece mejorar ni deparar nada mejor de lo que esperábamos.

Vuelvo a escuchar el Beep del auspex, mientras observo la palanca redonda de apertura de la escombrera. Mientras doy patadas a alguna de las piedras del suelo

-Parece que el camino empieza aquí de verdad.

Sin bajar la guardia, espero que decidamos la mejor forma de actuar, ya que aun estamos a la espera de la información de Zachariah, y en cuanto nos de las nuevas, sabremos la mejor forma de entrar, si podemos...

La sustancia gris viscosa es orgánica humana, probablemente procede del cerebro de un ser humano adulto.

Aparte de que el líquido viscoso podría provenir del interior de la cabeza de algún infeliz no detecto nada más...

Octus arqueó la ceja del ojo sano bajo el casco. No sabía muy bien como encajar la información que daba el tecnosacerdote, pero estaba claro que ahí parados no iban a esclarecer nada. Con mucho cuidado y evitando pisar los charcos de líquido viscoso, el ex-arbites se acerca a la puerta.

Pues no hemos llegado hasta aquí para darnos la vuelta, habrá que abrir esa puerta.

Colgándose el rifle al hombro, agarra el volante y trata de girarlo.

Octus se prepara para abrir la puerta pero el volante parece un poco oxidado.

El volante parece resistirse. Octus saca su recio garrote policial y lo mete entre los radios del volante para hacer palanca, colgando su peso del garrote para hacer más fuerza. Poco a poco el oxidado volante comienza a girar con un chirrido lastimero, hasta que un golpe sordo avisa que la puerta se ha liberado. Antes de abrirla, se asegura de que sus compañeros estén cubriendo la entrada.

Clavo una rodilla en el suelo esperando a unos tres metros de la puerta, con el fusil apoyado en el hombro, y apuntando al centro, esperando a que se habra.

-Si alguien se pone de pie detrás mio para dar apoyo, mejor. -Comento al resto del grupo- los demás, si buscais un punto en las diagonales, igual nos ahorramos alguna sorpresa.

Con una gota de sudor resbalando por mi sien, espero a que se habra la maldita puerta.

Me recuerda a las puertas del infierno.

-Octus, no la habras de golpe, hazlo despacio por si hay que cerrarla otra vez.

Recibido, cubriendo. Comento en voz baja mientras me situó en posición de cobertura para darles apoyo a mis compañeros. Rodilla en tierra y rifle alzado sin dejar de barrer la zona con mirada suspicaz, espero a que los compañeros abran aquella escotilla y poder ver que nos depara la puerta numero uno. ¿Serán los 10.000 yogures caducados? Realmente esperaba que no fuera eso, pero sería mejor que una panda de herejes cabreados y bien armados. Rápidamente le doy un toque en el hombro a Arcturus para indicarle que está cubierto.

Victus se puso la mano en la frente, y con la mano derecha apuntaba hacia la puerta con su pistola dede un punto diagonal.

Vamos abre!!!

Octus se desliza a un lado todo lo posible y agachado va abriendo la puerta poco a poco.

Al otro lado de la puerta contempláis una macabra escena. Un corredor de dos metros de ancho se extiende a cierta distancia frente a vosotros. La titilante luz generada por los faroles verdes encajados en los soportes lo baña todo con un fulgor enfermizo. El suelo está cubierto de sangre, lo que sugiere que aquí tuvo lugar una terrible masacre. Los trozos de carne y órganos húmedos confirman vuestras sospechas. Dispersos por todo el lugar hay uniformes mojados de la Guardia Imperial, algunos de los cuales todavía visten partes de la carne de sus antiguos propietarios. Hay una compuerta en la pared del oeste, pocos metros más adelante, y dos amplios corredores se abren a izquierda y derecha en este corredor.

Emm... ¿Sabéis qué? Pregunto en voz baja al ver la macabra escena. Tajantemente afirmo que NO quiero acabar como estos desgraciados. Parece que la cosa ha sido seria en aquel lugar, y con cuidado busco marcas en las paredes que me indiquen que sucedió ahí. En primer lugar presto atención a marcas laser o de proyectiles en las paredes, pues espero encontrarlas en buen numero y ver algo que me indique hasta qué punto los guardias imperiales intentaron defenderse, o si simplemente murieron quietos, por el horror, un embrujamiento, o lo que fuera. En segundo lugar busco marcas de arañazos, para poder ver qué fue lo que los destrozó de esa manera, si fueron instrumentos de minería, o fue alguna otra cosa menos... común.

La oscuridad era bastante opresiva en aquella zona y no podía ver bien, pero de todas formas yo intentaba buscar aquellos indicios que pudieran arrojar algo de luz sobre la cuestión de cómo la tropa preparada y entrenada había acabado en ese estado que bien podría ser picadillo para servir en la cantina.

Cuidadosamente me levanto del suelo, sacudiéndome el polvo del pantalón, mientras digo en voz baja:

-Esto es una puta mierda, empieza a ser mosqueante. Parece que estén jugando con nosotros.

No encuentro ninguna pista de qué o quién puede haber hecho esto, y eso me preocupaba aun mas.

Mientras camino por la carnicería, me fijo en los cuerpos a ver si veo que aun tengan el armamento.

A Tarkov no le cuesta mucho trabajo encontrar marcas de balazos o quemaduras de láser sin embargo algunas de las heridas no le cuadran.

Octus tenía esa sensación en la boca del estómago, como un nudo que no deja pasar nada qu8e en la boca provoca un regusto a bilis, si no fuera por el repirador el arbites hubiera escupido a un lado.

Esta gente no tuvo ninguna oportunidad... probablemente los emboscaron.

Luego se acuerda de la puerta, cerrada a cal y canto y tan fuerte que le había costado girar el volante.

Tenemos que bloquear la puerta, si nos emboscan es nuestra única opción de retirada y si la cierran por el otro lado como puede que les pasara a estos Guardias, estaremos atrapados como ratas.