Partida Rol por web

Svein abrió la boca dispuesto a encararse con el sargento por sus palabras ofensivas y dejarle las cosas claras, pero el tal Vret y el arbitrador Gant se le adelantaron. La verdad, es que después de lo dicho por sus compañeros su intervención habría sido innecesaria, así que se limitó a intentar permanecer serio y rebajar un poco la tensión del momento. En el fondo, aquel sargento malhumorado casi le daba lastima y todo...

   - Caballeros, les recuerdo que mientras discutimos el mal se retuerce regodeante en esas minas y cuando se trata de la herejía, todo segundo cuenta.- Intervino con voz calmada pero firme.- Cuanto antes comencemos antes acabaremos y todo esto acabará para el recuerdo. Así que sargento Raynard, como bien a dicho mi compañero...- Señaló con la cabeza hacia el psíquico.- Haga el favor de llevarnos ante aquel que este al mando de la operación, para que podamos informarnos de los pormenores de esta debacle.-

Me quede observando a ese tal Jurtz, parece que podríamos aprovecharnos de él… no tiene pinta de tener muchas luces… hmmm será interesante hacerle una visita luego…

El resto del grupo parecía bastante ocupado contestándole al sargento… ese imperial no sabía el efecto de sus palabras… mejor será que nos indique rápidamente… antes de que estos se le tiren al cuello… permanecí callado esperando que el sargento no hiciera ninguna estupidez… lo que falta es que se forme una pelea nada más llegar…

El sargento Raynard se mantiene recio ante vuestras palabras, estoico ante vuestras amenazas como si de una inquietante estatua se tratase, como si ni una tempestad fuera a alterarlo lo más mínimo. Se os queda mirando fijamente un rato incluso cuando os quedáis en silencio, y finalmente sonríe de forma ladina como si hubiese quedado lejanamente satisfecho, algo que os descoloca bastante tanto por la sonrisa en sí como por comprobar un cambio en su cuerpo. Tras eso, vuelve a hablar, volviendo a su recia seriedad: -Ya veo. Entonces el inquisidor no piensa venir...Supongo que debería informar al comisario de su presencia...caballeros. -una vez dicho esto se dispone a marcharse, pero justo al darse la vuelta su tosco brazo cibernético empieza a sacudirse mientras los accesorios giran, chasquean y cortan el aire, produciendo un terrible estrépito. Raynard profiere una maldición, recorre la barra de metal con la mano, musita una plegaria y pulsa un botón. El artefacto se detiene de inmediato. A continuación, emprende el camino hacia el bloque de viviendas. Mientras lo veis empezar a caminar, alcanzáis a oír risas nerviosas procedentes de una tienda de lona cercana.

En cuanto veo el problema del sargento con su prótesis mecánica me acerco a Screw y le susurro al oido. - Creo que una revisión de ese brazo junto con unas plegarias al Dios Máquina harán del sargento Raynard una persona mucho más amable y colaboradora. ¿No te parece?

Después de eso, descuidadamente, como si estuviese dando un simple paseo, me dirigí hacia la tienda de donde habían salido las risas nerviosas.

Enseguida uno de nosotros contesto al sargento de la misma manera que quizás yo lo hubiera hecho, seguidamente se calmaron las cosas cuando el sargento fue a llamar al comisario. Pude ver como su brazo chirriaba y aquellos raros movimientos, mi gesto se tornó con una mueca no muy agradable pues esas cosas no me gustaban demasiado. Tras el comentario del sargento unas risas se escuchaban cerca de nosotros y Solomon las escucho igual que yo. Le seguí de cerca para ver donde se dirigía y saber de dónde venían aquellas risas, también así ver el motivo de estas, por ello entre a la tienda para ver que se cocía allí dentro.

Parecía que había funcionado o al menos terminó por hacer lo que queríamos que hiciera. Entrecerré los ojos ante el escandaloso malfuncionamiento de su brazo. Daba grima, desde luego. Sigamosle ¿no? Dije antes de ponerme en camino trás el sargento sin hacer caso a las risitas o así que parecían escucharse; sin duda alguien se alegraba de que le hubésemos plantado cara.

Cuando el sargento se fue a buscar al comisario y su prótesis empezó a quejarse, me quede sorprendido y enfadado ante aquella reacción… ¿qué trato le habrá dado ese insensato? Sin duda no se la merece… 01100011 01100001 01100010 01110010 11000011 10110011 01101110… murmuro

Salomon se acercó a mi pidiéndome que le repara el brazo… este se cree que soy un servidor… Por el emperador… esto seguro que le gusta escucharlo al sacerdote… que si me acerco a esa tecnología será para liberarla de ese desgraciado… digo seria y mecánicamente…

No presté atención a las risas… por lo que veo a mi alrededor… deberían estar haciendo su trabajo y no perder el tiempo así…  cuando empezaban a moverse todos dije… Creo que sería interesante visitar a Jurzt… Parecía muy dispuesto…

   - Después ya habrá tiempo para ello.- Le respondió a Screw.- Primero sigamos al sargento y hablemos con los oficiales para descubrir los pormenores de la situación. Luego ya dispondremos los interrogatorios a las tropas...-

Vio que el arbitres Gant y la joven asesina se desviaron hacia la tienda de campaña de donde provenían las risas, pero él por su parte, no estaba interesado de momento en aquel tipo de cosas. Probablemente se tratase de algún soldado haciendo alguna chanza con sus otros compañeros, o tal vez, dado el ambiente sombrío que se respiraba en el campamento, fuese algo mas sombrío, como un soldado cuya mente no hubiese superado el trauma de lo vivido en las últimas horas. ¿Quien sabía? De todas maneras, como había dicho a su compañero tecnosacerdote, ahora era prioritario hablar con quien fuese que estaba al mando.

Caminando tras los pasos del hosco sargento y de su compañero acólito Vret, se preguntó que corruptas criaturas habían tenido la capacidad de vencer a las entrenadas fuerzas de la guardia imperial...

Al asomaros a la tienda de campaña militar de color verdoso veis un joven de mirada enloquecida y grasientos cabellos castaños, inmovilizado con una camisa de fuerza y sujeto a un poste clavado en el suelo en el centro. Los dos os fijáis en que está escrito el nombre del sujeto, cabo Schmendt, en una chaqueta arrugada que hay tirada en el suelo, a su lado. En la tienda no hay nada más que os resulte de relevancia. El individuo continúa profiriendo ligeras y nerviosas risillas mientras dice: -¡El ojo de mi mente se abre! y todo lo que veo es sangre...

Cuando entro en aquella tienda me quedo extrañada mirando a aquel que había sujeto como si se tratara de un loco, que era lo que parecía. Había una chaqueta tirada en el suelo con un nombre y la cojo para ver que nombre ponía, después la dejo caer de nuevo y miro a Solomon.-Es el cabo Schmendt-. Pero tras las palabras del chico me quede mirándole con una extraña sensación.-O al menos lo era-.

Siguiendo al sargento llegáis al cuartel general, éste ha sido instalado en un bloque habitable, una estructura prefabricada depositada sobre la superficie del planeta. Construido con aleaciones metálicas y pintado con un práctico color rojo, el bloque ha sido marcado con el número del Batallón y decorado con el águila imperial. Una única escotilla de acceso situada en la parte frontal de la estructura franquea el paso al interior. Una vez dentro, veis que el lugar tiene una decoración espartana, y tan sólo cuenta con un escritorio para el ordenanza y otro para el comisario.

Nihilius, el comisario, (leeis su nombre en su placa) tiene casi cuarenta años, un cabello negro como el carbón, ojos del mismo color y un rostro huraño. Viste un uniforme negro decorado con los galones propios de su rango y algunas medallas de condecoración. Su gorra de comisario descansa sobre una percha situada tras su escritorio, encima de su largo abrigo de cuero negro. El comisario os invita a tomar asiento y luego hace otro tanto, cruzando los dedos al tiempo que os examina detenidamente. Al poco se decide a hablar:

-Bien, supongo que han sido enviados por la Inquisición, ¿no es así? Me dijeron que pronto acudirían en nuestra ayuda, pero he de admitir que nunca dejo de sorprenderme al ver el tipo de agentes de que disponen. -entonces interrumpe el sargento: -No están aquí todos los que son, un par de ellos están por el campamento. -y vuelve a hablar el comisario: -¿Están interrogando a mis hombres? En fin...¿empezamos o se supone que hay que esperarles? -os pregunta el comisario con impaciencia y seriedad.

Asentí las palabras de mi compañera, aquel debía ser el cabo Schmendt. Algo había destrozado su mente, mi instinto me decía que ese algo era el mótivo de nuestra visita al planeta. Así que, hablando con él, igual descubríamos más datos que del propio comisario.

-Cabo,- le dije situándome a la altura de sus ojos- Ya está usted a salvo. De vuelta en el campamento. ¿Como se encuentra?

Dejando su rifle láser apoyado en la mesa del comisario Svein se sentó en una de las sillas con un gruñido. 

La verdad es que sabía que no eran los mejores agentes de la inquisición, o como mínimo, no los mas experimentados, pero aquellos comentarios al respecto del "tipo de agentes" que eran, le estaba comenzando a cansar. Pero por supuesto no dejaría que aquello se reflejase en su comportamiento. 

Estudiando la habitación y analizando al comisario durante unos segundos, le respondió con completa calma.

   - Así es.- Confirmó con una sonrisa.- Somos los acólitos enviados por el inquisidor Marcus Toth, soy el hermano Svein y mis compañeros son el tecnosacerdote Screw y Vret Cooper. Mis otros dos compañeros, están investigando en el campamento y se reunirán mas tarde con nosotros. No será necesario esperarles, pues ya les comunicaremos después todo aquello que resulte de interés para resolver las pesquisas que nos han traído aquí. Ahora, díganos, ¿En que punto se encuentra la neutralización de la insurrección de las minas?-

Aceté el asiento tratando de mostrar tranquilidad, pues la presencia de un comisario era un cargo realmente importante a mis ojos. Parecía que todo el mundo eseraba a otros, pero no dejaban de insutarnos pese a que nos jugábamos la vida por ellos mientras loriqueaban en sus madrigeras.

En definitiva tanto menosprecio quería salir a la luz con gritos y aspaviento pero Svein se me adelantó acertadamente y expuso las primeras preguntas sobre nuestro objetivo. Respiré hondo para calmarme y esuiché atentamente.

El cabo se ríe sonoramente y de forma inquietante, tras lo cual murmura con ojos desorbitados: -A salvo...a salvo ya no existe...se marchó...y no va a volver... -y de nuevo profiere una inquietante risita, deteniéndose de nuevo para murmurar: -Los tentáculos...ellos hicieron que "a salvo" se fuera... -y otra estridente risilla de ojos desorbitados.

Miré a Itzia para que me confirmara mis sospechas de que el cabo Schmendt había perdido completamente la razón. Luego seguí con nuestro atípico interrogatorio.

Muy bien cabo. Lo está haciendo muy bien. - le mentí para animarlo. - ¿Donde están los tentáculos que se llevarón " a salvo? ¿Lo recuerda?¿Dónde los vió por última vez?

Me quedo de pie esperando al ver que mis compañeros habían acaparado las sillas… que gentiles… el comisario volvió a menospreciarnos como parecía que era la costumbre en este planeta… ¿el tipo de agentes de que disponen? Si no fueras tan inculto podrías llegar a comprenderlo…

Svein hizo las presentaciones y comenzó a dirigir la conversación, Vret por su parte me pareció  algo alterado… a este muchacho le afectan los comentarios… habrá que tenerlo en cuenta… me quedé callado tomando notas en mi placa de datos sobre lo que el comisario nos tenía que contar…

Aquel hombre había perdido por completo la cabeza y parecía no estar del todo consciente de lo que estaba pasando a su alrededor. Dejé que Solomon le hablara ya que si le podíamos sacar algo de lo que estaba hablando quizás podríamos saber que nos esperaba.

-Muy bien... -empieza de nuevo el comisario con cara de desaprobación. -Como puede que ya sepan, este planeta es esencial para los intereses comerciales del sector, y todo lo que ponga en peligro a este mundo supone una amenaza para la comunidad galáctica. Por eso, cuando las actividades de los renegados de este planeta provocaron la destrucción de instalaciones valiosísimas y, en opinión de ciertos individuos, irreemplazables, se juzgó necesaria una exhibición de fuerza y la erradicación de todos los insurgentes de la mina Gorgónida y sus inmediaciones. –al decir esto, describe un amplio gesto a su alrededor con el brazo. –Como era de esperar, encargarnos de un puñado de rebeldes fue tarea fácil; esos granujas carecían de agallas, liderazgo y entrega a su causa. En cuestión de horas ya habíamos asegurado el lugar, capturado a algunos prisioneros y preparado nuestro regreso. Pero en una de mis inspecciones del terreno reparé en algo curioso. Uno de los rebeldes llevaba consigo un fajo de documentos. Los examiné por encima y me parecieron bastante extraños, seguramente copias de originales, pero el caso es que en ellos se describían actos inenarrables. Era evidente que aquellos rebeldes no eran más que soldados de infantería de una fuerza mucho peor. Conozco bien mi deber, así que envié a una docena de mis hombres a la mina. Muchos de nuestros enemigos habían huido de una muerte segura ante nuestra superior potencia de fuego y se habían resguardado en las galerías de la mina. Todo fue tal y como me temía. Los guardias imperiales descendieron a las entrañas del lugar, y regresaron al cabo de tres cuartos de hora con numerosas bajas y la moral por los suelos. Me informaron de la presencia de mutantes deformes, demonios y seres aún peores, por lo que decidí cerrar la mina y aguardar la llegada de refuerzos y ayuda capacitada. Está claro que el inquisidor no comparte mi preocupación...sin ánimo de ofender. Es sólo que esperaba un grupo más...numeroso para encargarse de esta situación. Pero en fin, ¿quién soy yo para cuestionar los métodos del Ordo, no? Eso decía. Aquí tienen un mapa. Si siguen las indicaciones, les llevará a través de los niveles superiores de la mina Gorgónida. Mis hombres no encontraron nada de interés en ellos, pero cuando entraron en la zona conocida como la Escombrera, -dice señalando una zona del mapa. -fue cuando todo empezó a ir mal. He de advertirles de que se requiere mucho tiempo y esfuerzo para levantar el sello. Huelga decir que les dejaremos salir cuando terminen, pero tardaremos un buen rato, así que procuren no venir con prisa. Supongo que irán armados, ¿no? La verdad es que no parecen llevar encima gran cosa. Es una lástima. Vayan a ver a nuestro furriel, él se encargará de equiparles convenientemente. Reúnanse conmigo en el sello dentro de una hora; pueden verlo desde la puerta. Hay una media hora de caminata hasta él, así que más vale que no se entretengan. -el comisario se os queda mirando con cara de esperar que os reunáis con el redto y empecéis a emprender camino.