Partida Rol por web

Te encuentras en Saburunda, la capital del reino. Tu misión consiste en eliminar a tus tres objetivos. El clan te había enviado para matar a los miembros del Equilibrio que se encontraban en la ciudad. Está oportunidad era única, tus tres objetivos iban a encontrarse en un mismo lugar. Todo iba a pedir de boca... solo tenias que eliminarlos antes de que se encontraran...

Por desgracia has subestimado a tu primer objetivo Iza Retzaras...

Iza Retzaras, una joven perteneciente a tu mismo reino. Ese era el objetivo más fácil. Sus rasgos eran fáciles de reconocer entre la gente de Saburunda. Ella era como tu, una extranjera en un reino extraño. Por desgracia la habías subestimado...

Erïum Dûin un elfo de los reinos del este, que al igual que la joven, seria fácil de encontrar en una ciudad humana. Este según tu ultimo informe estaba de camino a Saburunda y todavía no había llegado a la ciudad. Acompañado por una comitiva de los de su misma raza, llegarían pronto. Este objetivo seria más dificil...

Por último, tu ultimo objetivo era Mariscal Zeion Siffrinmundo, miembro de la nobleza del reino de Saburunda. La información sobre este era muy extensa. Conocías a sus contactos y sus últimos movimientos los habías podido seguir de cerca desde hacia varios días. Por desgracia este último estaba muy controlado y quedarse a solas con el seria muy difícil...

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Tu encuentro con Iza había sido un fracaso...

La seguiste desde que la habías visto por el barrio de mercaderes. Parecía perdida y desamparada. Esperaste a que se hiciera de noche y la acechaste. La seguiste hasta una posada y le preparaste una ingeniosa trampa. Ella no parecía tener con que pagar la comida, así que dejaste tu bolsa de monedas disimuladamente a su alcance. Simplemente tuviste que esperar a que picara el anzuelo...

Todo iba como habías planeado. El objetivo cogió la bolsa de monedas expresamente descuidada sobre una silla. Salió de la posada y mientras intentaba descubrir la cuantía de su repentina suerte la atacaste.

Ella iba desarmada por lo que tras forcejear un poco conseguiste apuñalarla en el costado. Pero en un descuido ella te empuja y escapa corriendo. Tras correr por las calles de la ciudad finalmente le das alcance cerca de un puente. Ese era su final...

Por desgracia la habías subestimado. La joven aparentemente indefensa, tumbada en el suelo, a tu merced, te lanzó un conjuro de fuego. Las llamas destrozaron tu coraza de las sombras que te había mantenido oculto hasta el momento. La ira te cegó y eso te impidió darte cuenta de que unos jinetes se acercaban hasta que estaban a la altura del otro extremo del puente.

Tuviste que abortar la misión. Lanzándote al agua pudiste escapar de los jinetes que estuvieron apunto de descubrirte. Tu objetivo estaba herida pero sobreviviría. No podías volver a subestimar a esa bruja...

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Esta noche seria difícil de olvidar. Tras lanzarte al rió la corriente te arrastra hacia los barrios bajos. Una vez allí te abrían perdido la pista. Vuelves a tu guarida, una casa abandonada que nadie utilizaba desde hacia tiempo. Allí nadie te buscaría por el momento.

A la mañana siguiente te enteras por lo que dice la gente que buscan a un asesino que anda suelto. Eso te hace estar alerta a partir de ahora. ¿Debías pedir ayuda al clan?

De regreso a tu guarida te preguntas si debes informar al clan acerca de tu fracaso... si debías pedir refuerzos, a alguien más que para darte apoyo en tu misión.     

Guarida en los barrios bajos

Deambulo por la Casa Segura, no muy consciente de todo lo que está pasando en el exterior. Casi puedo imaginar los comentarios cínicos de mi maestro acerca de mi fracaso. Mi innata habilidad para la estupidez y el impulsivo regodeo que me envuelve una vez CREO tener las cosas bajo control es lo que me ha llevado al fracaso, cosa que él habría aprovechado para atormentarme día sí, día también. Como si le oyera: "¿En qué absurdo momento creíste ser lo suficientemente inteligente como para atrapar a una bruja con ése plan?". ¡Pero SÍ habría funcionado! De no ser por... mi arrogancia. Mierda.

No tengo muy claro cuánto tiempo podré pasar en el Reino, mi anonimato ha sido destrozado y desgarrado por completo, así que a partir de ahora tendré que ir con mucha más cautela. La Casa Segura, llegará un momento que dejará de serlo. Tal y como Maestro me enseñó, en el momento en que dejas de confiar en que tu Casa Segura es, como su nombre indica, segura, ya no es una Casa Segura. Tendré que buscarme otra... pronto. Por el momento, dedico unos preciosos minutos en colocar ciertas trampas caseras para averiguar si alguien entra: un pelo, en equilibrio, en pleno centro de paso. El simple hecho de pasar alguien por delante haría que cayera, aunque como la experiencia me ha enseñado, no es una trampa demasiado fiable: puede ser que caiga a mi entrada, que alguien lo recoloque e, incluso, que una ráfaga de viento se cuele por algún agujero y lo vuelque.

Volveré a intentarlo. Y no pienso pedir ayuda al Clan. Por mi honor y...

Vestido con mi coraza y con mis armas, me calo al cuerpo una túnica de vagabundo desgastada y roída en ciertos lugares (maravillosamente ubicadas para no delatarme) como disfraz, la experiencia y -de nuevo- mi Maestro me han enseñado que la gente tiende a esforzarse por no ver a los que son inferiores a ellos, a los apestados y los pobres. Incluso enmascaro mi olor con un leve pero intenso hedor, lo suficientemente insoportable para que nadie se acercase a menos de diez pasos. De un frasco extraigo algo de polvo, que no dudo en aplicarlo por mi rostro, pelo y partes de mi anatomía que queda a la vista.

Me miro en un espejo y a mis ojos, estoy perfecto. Un perfecto deshecho. Bien.

Salgo al exterior, dispuesto a acabar lo que ya empecé. La bruja había sido la única que había podido verme, por mucho que fuese fugazmente y con el sobreacogedor momento de la muerte, incluso aunque no hubiese visto mi rostro a la perfección, era la única que había visto al "asesino que deambula por el Reino". Debe ser la primera en morir.

Olvidas por completo la idea de pedir ayuda al los miembros del clan. El tropiezo que habías sufrido no sería un inconveniente para ti. Habías estado esperando mucho para esta oportunidad y poder demostrar lo que valías. Esta ocasión no la podías desperdiciar...

No reportarías nada por el momento, quizás hasta que no acabaras con al menos alguno de los objetivos. Pero debías darte prisa en hacer tu trabajo. Si tardaras mucho en dar noticias sobre tus avances enviarían a alguien y ese podía ser tu fin.

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La noche daba paso a un nuevo día. Te las arreglas para ataviarte como un mendigo más. Tu olor era lamentable pero eso no era nada comparable con tu aspecto enfermizo. Nadie se acercaría a ti por miedo de contagiarse o algo peor. Para todo eso te tomas tu tiempo...

A media mañana sales a la calle. Los barrios bajos eran bastante peligrosos para la gente normal de la ciudad. Pocos de ellos se atrevían a pasar por allí a no ser que fuese necesario. Incluso los guardias que tenían como misión patrullar aquellas zonas temían por su seguridad.

Según las habladurías que habías oído en los días anteriores los barrios bajos estaban gobernados con mano de hierro por un hombre terrible. Este tenia seguidores por todas partes, maleantes y rateros que ofrecían sus servicios a cambio de favores varios.

Puede que los métodos de esa gente no te gustaran, pero posiblemente era el momento de hacerles una visita. Ahora mismo no tenias más información acerca de tus objetivos. Quizás la gente de los suburbios supiera más cosas...

Tambien podías intentar enfrentarte a tus otros dos objetivos, pero uno por ahora parecía inalcanzable y el otro no se encontraba en la ciudad.

Disfrazarse es, en mi opinión, una habilidad indispensable para todo asesino que se precie. En la Orden, la gran mayoría prefiere fiarse de sus hechizos o del sigilo, pero... ¿a caso es mentira que a veces es más difícil ver lo que tienes delante? En especial cuando te esfuerzas por no verlo. Además, me encanta.

Ligeramente encorvado y arrastrando con destreza el pie izquierdo, me arrastro calle abajo con la torpeza suficiente como para que cualquier Rata rechace la idea de atacarme por migajas: ¿qué podía tener de valor un vagabundo cojo? Lo más probable es que el cabecilla de éstos deplorables delincuentes por necesidad viva cerca de los suyos, pero saltará a la vista su refugio porque será el que en mejor estado está.

"También espero un par de vigilantes" pienso, concentrado ante cualquier posible ataque que desbaratase mi disfraz.

La mañana clara y fresca se vuelve algo más sombría con las nubes que empiezan a tapar el cielo. Deambulas por las calles en busca de algo que te indique donde se encontraban esos tipos. Durante varias horas te paseas sin mucho resultado hasta que te topas con dos hombres. Los dos portaban grandes cuchillos y se dirigían calle abajo.

Decides seguirles, pues no tenias más opción. Los hombres tras caminar un largo trecho se detienen frente a una casa. Esta no presentaba un aspecto mucho mejor que el de tu "casa segura". El techo estaba medio en ruinas y por el color negruzco de la madera deduces que había sufrido un incendio.

El cielo empezó a oscurecerse. Pronto habría tormenta...

Los dos tipos miran a un lado y a otro de la calle. Parece que traman algo por lo que disimulas apoyado en una pared. Ellos no parecen ni percatarse de tu presencia, que a la distancia apenas se aprecia.

Finalmente se deciden a entrar. La puerta no les supone un gran impedimento, pues no tardan en forzarla. De nuevo miran alrededor para asegurarse de que nadie avise a la guardia. La calle estaba casi desierta así que se cuelan en la casa...

Sigo arrastrándome, mucho rato después de haber salido de la Casa Segura y voltear por las calles, sorprendido de no haber visto a ninguna Rata por el camino. Ahora, bajo los nubarrones, sigo a dos que no paran de mirar a izquierda y derecha. Suelto un suspiro por lo bajo. Es como si llevasen un cartel de "Oh, miradme, voy disimulando. Seguidme". Por suerte, el hecho de que el Sol se ha ocultado, me ofrece una ventaja: será más sencillo utilizar el hechizo para fundirme en las sombras.

Detrás de una pequeña edificación, espero hasta que les veo entrar y entonces me dirijo a la puerta. Me sorprende el estado del edificio, si en realidad es el refugio de su cabecilla, éso significa que no tienen mucho dinero. Lo cual, a su vez, significa que las probabilidades de un soborno se elevan. Hmm, perfecto, más fácil.

Me detengo junto a la puerta a escuchar, para entrar con cuidado cuando no oiga absolutamente nada.

Te acercas cuidadosamente a la casa en ruinas. Al acercarte ves como la puerta forzada no va a suponerte ningún impedimento en caso de querer entrar, ya que había quedado entreabierta. Intentando escuchar lo que sucede dentro, te apoyas en el marco de la puerta. Tras esperar unos segundos oyes ruidos en el interior.

Es el ruido de una pelea o algo similar. Muebles cayendo al suelo, cristales rotos y golpes sobre la madera. Eso te hace pensar que esos dos han entrado a buscar algo o a alguien "por las malas." Sus métodos no parecían ser precisamente sutiles. 

También oyes voces aunque desde ahí no puedes escuchar lo que están diciendo. Con suerte, en caso de querer entrar, no te oirán con todo el jaleo que están montando.

Primero abro la puerta, a un lado de ésta, escondido por la pared. Después, asomo la cabeza para ver si hay alguien en las inmediaciones. Al no ver a nadie, me deslizo al interior aún disfrazado de vagabundo.

El inconfundible sonido de una pelea me lleva a la decisión de detenerme. Debo tomar la decisión de actuar ahora o esperar a ver qué pasa, podría ser que los dos que han entrado me solucionasen el trabajo sin yo hacer nada... de alguna manera. Sin embargo, al dar un par de pasos, no vigilo lo suficiente el suelo y piso fragmentos rotos de cristales que crujen. Maldigo entredientes.

Salgo del medio del paso, pero no trato de ocultarme. Comienzo a recitar en susurros, ahora mismo creo que habrá que dar utilidad a la Coraza de las Sombras. Ha llegado el momento de pelear.

Te imbuyes en tu coraza de las sombras, preparado para lo que pueda suceder. Avanzas unos pasos dispuesto a luchar cuando te das cuenta de lo que esta sucediendo.

En una de las esquinas hay un hombre tirado en el suelo. Esta sangrando y parece aterrorizado. Entre el y tu están los dos rufianes que habías visto entrar. Le habían dado una paliza tremenda y le amenazaban con unos cuchillos.

Al darse la vuelta ambos te ven... 

- ¿Quien eres y que haces aquí? pero al darse cuenta de tu conjuro se ponen más alerta...

- Da igual. -dice el otro. - Ya nos hemos encargado de este despojo. - Mirando al tipo que han dejado hecho una pena en el suelo. - El jefe ha dicho que no podemos matarle... Pero no ha dicho nada de este otro... así que..

Preparan los cuchillos y aguardan a que ataques primero.

Cambio la pierna de soporte, exagerando una mueca de "¿En serio?" bien visible. Es increíble cómo ha degenerado la vida de los simples ladrones, ya trabajan de gratis.

- Así que... -Continúo yo su frase, obviamente dejo de actuar -que no del conjunto- como un vagabundo y desenvaino ambas dagas. No les tengo miedo, incluso creo que puedo con ésto, pero hay unas prioridades marcadas... y no pasan por un combate porque sí. Me acerco un par de pasos con tranquilidad- vamos a meternos en una pelea gratuita en la que alguien sale perdiendo y otro gana poco, ¿qué tal si nos lo ahorramos y entramos en un posible negocio que nos beneficie a todos? 

Ayudado por el polvo de la cara, mantengo una expresión neutra, aunque a segundos comienzo a posicionarme para la defensa. ...a las malas...

Mientras te acercas al centro de la ruinosa casa ellos te rodean lentamente por si acaso. De esta manera te tenían mejor vigilado y vulnerable.

- Ves... le dice uno al otro. - Este es un tipo listo. Pero que puedes tener tú que nosotros queramos. Insinúa con una sonrisa socarrona dibujada en la cara.

- Danos el dinero que llevas encima y veremos si con eso costeas tu integridad. ¡Jajaja! dice el otro tipejo...

Ficha maleantes

Vida: 13/13

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Ataque: 2(DES)+2(Combate)+0(Daga)= 4

Defensa: 2(DES)+2(Combate)= 4

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FORtaleza: 2

DEStreza: 2

INTeligencia: 1

PERcepción: 1

Respondo a su movimiento con un pausado y tranquilo par de pasos hacia atrás, tratando de tener en todo momento a ambos a la vista. Deslizo la mirada de uno a otro, atento a sus movimientos y a cualquier amenaza en sus gestos. Lo cierto es que tal vez sería más sencillo matarlos y punto, éstos bandidos parecen unos salvajes sin apenas control. Aguanto la mirada al tipo que exige dinero, esbozando una salvaje sonrisa.

- Necesito información para un... encargo... -Respondo, tras un par de segundos en silencio para poner en orden mis ideas- y vuestro jefe podría proporcionármela. El trabajo bien hecho proporcionaría una buena cantidad de dinero, lo suficiente como para irse de putas y beber durante una década y no tendría problemas en repartir... por simplemente llevarme a vuestro líder y mantener vuestra ansia de sangre bajo control.

Al ver que das un paso hacia atrás, uno de ellos te sigue lentamente mientras el otro corre por tu izquierda rápidamente para bloquear la salida.

Tenias dos opciones ahora que estabas rodeado. Intentar escapar antes de enzarzarte en la pelea o bien atacar al que se dirige a taparte la salida ahora que está con la defensa baja.

Parece que no tienen mucho interés en el dinero... bien, entonces tendremos que hablar en otro idioma, el universal que todo el mundo entiende. Con un rápido cambio de ritmo mientras uno de ellos se desplaza, me sitúo a un lado de uno de los dos rateros y aprovechando el impulso del movimiento, lanzo un tajo al cuello abarcando un fuerte movimiento con el brazo, con la clara idea de cercenar la cabeza del enemigo o, cuanto menos, rajarle la nuca.

Te giras rápidamente para no dejar que tu enemigo que gane la espalda. Pero con tan mala fortuna que en el giro pierdes un poco el equilibrio y fallas en el ataque que es esquivado sin muchos problemas.

Tras tu ataque, tu adversario intenta devolverte la puñalada. Pero gracias a tu primer ataque, este no tiene la posición bien tomada y lanza la puñalada al aire haciéndolo silbar.

Por otra parte el otro maleante se cierne sobre ti, dispuesto a atacarte por la espalda cuando menos te lo esperes.

El ataque falla y, gracias tal vez al movimiento del combate, soy capaz de ver cómo la "navaja" del tipo pasa no demasiado cerca de mí. Por el rabillo del ojo capto el movimiento del otro rival, pero no lo veo como una amenaza seria... de momento. Así que, aprovechando el ataque fallido del bandido, me cuelo por debajo de su brazo para situarme a un lateral suyo y lanzar una puñalada a su costado.