Partida Rol por web

Los dos leones de piedra custodiaban la sala ceremonial. Docenas de personas corrían debajo de ellos atareadas con los preparativos de la celebración.

La sala era una gran construcción. Obra de los mejores arquitectos que se habían esmerado en la creación de algo digno de las mas grandes ovaciones.

El techo era como el interior invertido de un gran barco, con un entramado de refuerzos que se entrelazaban a lo largo de su curvada superficie.

Tan alto que podría caminar un gigante entre ellas.

A lo largo de las paredes, grandes columnas servían mas de decoración que de soporte. Intrinsicamente decoradas y de colores vivos y estridentes en los que predominaban el verde, el rojo y el oro.

Al final de la sala un enorme portal permanecía inmóvil. Con dos leones de piedra esculpidos e su parte superior, con sus colas enrolladas en el marco, fauces abiertas y garras preparadas ... quizá eran guardianes, quizá eran demonios.

Eran sin duda la parte mas impresionante de la sala. La cabeza de los leones debía medir 2 metros, pero estaba tan cargada de detalle y expresión, que parecía estar a punto de cobrar vida.

¡Seng-Pai! - Grito un joven de unos 20 años a traves de la sala. Su voz retumbo por entre las columnas adquiriendo un tinte cavernoso, a cada paso parecía que las letras se distorsionaran y terminara diciendo algo oscuro, tenebroso. Las palabras enmudecieron en su boca.

La gente del recinto le dio una mirada de reprobación, luego continuaron con los preparativos de limpieza y decoración.

Un Anciano levantó la mano desde cerca del portal, un grupo de personaje encorvados y mas viejos que la propia tierra se movieron impacientes a su alrededor.

El joven avanzó hasta el anciano y ahora, mas bajo, volvió a repetir su nombre.

Seng-Pai, ¡ha llegado! - El anciano enarcó las cejas entre sorprendido y alegrado.

¿Tan pronto? - Musito después pensativo. - ¿Lo has visto?

El joven asintió sin poder reprimir una sonrisa en el rostro. El grupo de consejeros que rodeaban a la pareja vestida en sedosas túnicas murmuró extrañas palabras en voz baja. Seng-Pai hizo una señal con la mano y los decrépitos hombres se apartaron en silencio.

¿Como era? - La voz del anciana sonaba baja, cautelosa.

El joven miró a su alrededor. Era solo la descripción de algo, pero por un momento parecía que tuviera que conjurar un demonio con sus palabras. Se acercó mas al anciano.

Era un cofre dorado. De brillante oro lleno de decoraciones y relieves. Tan brillante que parecía ensombrecer al sol. - A sus palabras el anciano acercaba cada vez mas sus oídos. - Dos barras de pulida madera permitían a sus porteadores transportarlo con comodidad. En su parte superior dos formas aladas estaban inclinadas con las alas extendidas hacia adelante como adorando a una esfera, una vasija o ... no se, no pude apreciar el detalle.

El anciano se relamió los labios. La emoción estaba secando su boca.

Parecía vivo Seng-Pai, había un extraño zumbido a su alrededor. Como si tuviera un gran poder rezumante.

El anciano se puso erguido.

El poder de un dios. - Asintió para si. - El poder de un dios.

Por fin había llegado el día. Habían pasado aproximadamente 20 años desde que descubrieran el templo oculto de la ciudad de Aksum en Etiopía. Nadie sabia exactamente que habían descubierto, pero de ese templo se sacaron grandes conocimientos místicos que han servido de fundamento para el estudio de las runas mágicas.

O como también lo llaman. Las palabras de dios.

En esos 20 años se habían descubierto mas puntos ocultos a lo largo del mundo. Una carrera oculta a la sociedad había estallado para ver quien encontraba mas reliquias.

Finalmente, la antigua España (como otros países) construyó un enorme artefacto, una especie de portal dimensional que permitía a unos pocos, hombres de fe, acceder al paraíso.

La abundancia y riquezas que allí se encontraron, encrudecieron mas la carrera por la dominación de ese nuevo poder. Mientras el mundo se debatía en cruzadas, espadas y fango ... los exploradores del paraíso surcaban las nubes con armas rúnicas y poderosos cañones.

Vosotros formáis parte de la segunda oleada. 5 años después de que se mandaran los primeros exploradores os mandan a vosotros para servir de refuerzos.

Hasta el momento os han enseñado el uso de armas rúnicas y las particularidades del "paraíso". Hoy es el día en el que cruzareis el portal por primera vez ... y hoy es el día en que conocéis al primer nativo que os servirá de guía.

Directo del paraíso Shoak ha cruzado el portal para ayudaros en vuestras próxima aventuras.

Una catedral. A los artificieros no se les ocurrió mejor lugar para construir el portal que en una catedral ... para que la luz del señor pudiera guiar su suerte.

Os encontráis rodeados de monjes, candelabros y ese extraño olor a incienso que habita en las instituciones religiosas. Entre vosotros hay gente de todo tipo ... marineros de mala calaña y ricos de grandes ambiciones. Todos sentados en los bancos de la catedral mientras el obispo celebra una misa para bendecir vuestra misión.

La ceremonia es larga y tediosa, los coros no mejoran mucho la situación. Hay quien empieza a aprovechar para conocer a sus nuevos acompañantes, hablando en voz baja para que no se note mucho.

El que se lleva todas las miradas y cuchicheos es Shoak, el guía del otro mundo.

Un hombre con una fea cicatriz en la cara suelta el comentario. - Dicen que es medio bestia, que puede devorar a un hombre ... como se atreva a mirarme mal le voy a sacar los dientes con un cuchillo. - Dice con voz de macarra, el típico fanfarrón de puerto.

Boltar es un chico joven embutido en un cuerpo de hombre que le hace parecer mayor de lo que realmente es.
Debido a sus orígenes norteños, tiene una complexión es mas parecida a los muleros del muelle que a la de un caballero, explorador u cualquier otro de los personajes de estos que aparecen en los fantásticos relatos de los juglares. Boltar es coruplento y con uno brazos tan gordos como la pierna de un hombre, y sus manos siguen el juego. Blandiendo 10 gruesos dedos cubiertos de una piel dura como el cuero.
Sin embargo su caracter parece el de un niño demasiado joven. Vividor, desbordante de energía y siempre dispuesto a usarla en tareas no muy provechosas. Quizás por eso la etérna espera durante la ceremonia resulta para mi una agónia.
Con el paso del rato, voy soltando cada vez mas bufidos de aburrimiento y cambiando esporádicamente mi peso de pierna. Intento distraerme como puedo examinando el techo por enésima vez o buscando que mujer de las presentes tiene los pechos mas grandes.

De repente un comentario llega a mis oídos y la replica sale de mi boca antes de que ni siquiera pueda comprobar quien la ha dicho.- Puede devorrar un hombrre ... Clarro - Asiento pensativo como si hubiese desentramado un complejo acertijo - Si los rrumores dijesen "puede devorrar a una chiquija", segurro que le tendrrías mas miedo.

¿ Verdad prresiosa ?

A pesar del acento delatador de mis orígenes extranjeros, el comentario es deliberadamente jocoso Vuelvo a mirar al frente como si nunca hubiese roto un plato, mientras aprieto con fuerza los dientes por contener la pequeña carcajada que intenta escapar de mis pulmones.

     Aburrido... muy aburrido... los temas religiosos son como un veneno que me aletarga... que me duerme... Henry da un respingo. Por un momento ha estado a punto de quedarse dormido de pie. Una cabezada le despierta a tiempo de quedar en ridículo delante de todo el mundo. Se da un par de palmadas en la cara para despejarse un poco. Parece que esto no va a acabar nunca. Escucha los comentarios de un individuo y la respuesta de otro de los presentes. Consigue ahogar una risita. Vaya, parece que no soy el único harto de todo esto. 

    Henry es un tipo alto y algo delgado pero de cuerpo fibroso. Moreno y de ojos oscuros, muchas mujeres le considerarían guapo de un modo canalla. Va vestido con ropajes al mas puro estilo corsario y lleva unas protecciones ligeras de cuero semi-rigido cubriendo partes clave, el pelo largo recogido con un pañuelo, así como varios colgantes y amuletos (reminiscencias supersticiosas de su vida en alta mar).

Shoak estaba entre una cultura y un mundo que no eran el suyo. Algunos de aquellos seres creían que al invadir su mundo habían causado tan fuerte impresión en el aborigen que lo habían sometido, pero Shoak no era de los que se dejaba intimidar con facilidad. La razón que lo empujaba a hacer de guía era algo que se guardaba para él, confiando en aprovecharse de los medios que los humanos usarian para desplazarse de isla en isla y poder seguir con una ancestral búsqueda que se habia propuesto.

El hombre lobo (como lo denominaban aquellos seres), era hombre de pocas palabras, no hablaba más de la cuenta si un gesto le bastaba para hacerse entender. Aunque Shoak había aprendido el dialecto de los humanos y lo hablaba con un marcado acento no acostumbraba conversar.

Al igual que todos, Shoak estaba inquieto, pero no a causa del aburrimiento, sino por la falta de costumbre para tratar con otros por culpa de estár acostumbrado a una vida de ermitaño, la que se había acostumbrado a llevar y preferia. Había vivido apartado de la sociedad durante años, incluso de los de su propia especie para encontrarse a sí mismo. Así y todo se mantuvo en su sitio con una muy bien fingida serenidad y dignidad, deseando que aquella reunión terminara cuanto antes para poder regresar a su patria y arroparse entre las sombras del bosque.
 

Assisi Auditore un hombre que derrochaba porte y clase, su vestimenta destacaba por la buena artesanía que pocos poden permitirse, las mangas bombachas disimulaban sus fuertes brazos, aunque no es un hombre alto las botas que lleva alzan y estilizan su figura, pero sobre todo eso llamaba la atención sus dos espadas de un tamaño demasiado grandes como para blandirlas a una mano y bellas como una joven y dulce mujer.
Dos jóvenes mujeres comentan al ver a Assisi en la sala:
-Ese de ahí es Asís Auditore, el duelista italiano, mi hermana lo conoció en Madrid y me dijo que era atractivo pero no pensé que sería tanto –cuando la mujer termina la otra añade
-Es verdad, mi padre le vio en un duelo en Florencia contra el duque de Berona y me comento que no muchos hombres son tan duchos con las dos espadas y sus movimientos eran tan gráciles que parecía que no le costaba moverse.. –justo en ese momento Assisi se da cuenta de los comentarios y miradas de las mujeres y las dedica una sonrisa, estas a su vez se ruborizan por el atrevimiento de aquel hombre.
Assisi como todos los italianos era un hombre religioso, pero que se saltaba con frecuencia los dictámenes de la iglesia. Al oír las palabras del hombre interrumpiendo la misa clavo la mirada en esta, una fría mirada que podría congelas el mismo infierno, no toleraba que se fuese irrespetuoso en una misa y menos una que se celebraba en el honor de esos exploradores, entre los cuales se encontraba

Oramus te Domine, per merita Sanctorum tuorum quorum reliquiae hic sunt, et ómnium Sanctorum…

Las palabras eran pronunciadas de forma casi inaudible por un viejo hombre que se encontraba entre las filas de los expedicionarios, repitiendo para sí mismo la misa que el Cardenal estaba ofreciendo desde el altar.

…ut indulgere digneris omnia peccata mea. Amen.

Al finalizar esas palabras, el viejo se puso de pie al unísono de todo aquel que era conocedor de los actos de una ceremonia como aquella, esperando sin prisa a que su eminencia continuase con la celebración:

Gloria in excelsis Deo – anunció con vigor el Cardenal.

Et in terra pax hominibus bonae voluntatis – le respondió el hombre junto con la gran mayoría de los que se encontraban en el interior de la Catedral – Laudamus te. Benedicimus te. Adoramus te. Glorificamus…

El viejo hombre interrumpió su cantico y se giró para otear en las filas de bancos que se encontraban a sus espaldas – ¡¿Pero quién…?! – Unas impertinentes conversaciones habían irrumpido en los alrededores disturbando su atención e impidiendo que pudiera concentrarse en el acto.

¡Hagan el favor de hacer silencio, por favor! – les espetó sin alzar mucho la voz una vez los hubo localizado - ¡Nos encontramos en la casa de Dios! ¡Compórtense!

Elisa estaba impaciente y eso hacía que no prestase toda su atención a la misa, como sería su costumbre en condiciones normales, solo de pensar en el nuevo mundo hacía volar su mente por las infinitas posibilidades.

De pelo castaño recogido en una coleta y unos ojos verdes de mirada astuta, Elisa no era la mujer más bella de mundo pero tenía un algo que la hacía destacar por encima del montón, al menos cuando no estaba sucia o cubierta de grasa o vestida con su acostumbrado mono de trabajo reforzado.

Llevaba una capa que no dejaba entrever nada de la vestimenta que portaba, mejor, así nadie de mi familia podrá ve que, debajo, llevo mi ropa de faena parecía una recatada dama, tal y como correspondía a una hija de la distinguida familia Torres. Que menos que dar una pequeña satisfacción a su madre y padre, bastante chasco se llevaron cuando les dijo que quería ser artificiera y cuando les anunció que viajaría al nuevo mundo. Su madre casi se desmaya y su padre intentó por todos los medios que su hija no viajase, pero ella se habia adelantado a las maniobras de su padre y solo se lo habia comunicado cuando no había marcha atrás posible.

Mirarlos pensaba mientras miraba a sus progenitores, fingen orgullo por su hija cuando lo que realmente querrían es que estuviese encerrada en casa, casada y con un par de chiquillos... No entienden que mi amor es por la ciencia

Algo la saco de su ensimismamiento y no fue la ceremonia sino alguien que estaba parloteando. Parece que hay gente que no sabe respetar la casa del Señor.

La misa continua con su curso, a su lento y ceremonioso ritmo. 2 horas mas tarde, los cánticos y oraciones terminan y los curas se retiran mientras nuevos hombres no muy distinto entran en la iglesia.

Sus ropajes son los de un hombre de la iglesia. Túnicas, cruces, telas blancas mezcladas con algún elemento rojo y bordados dorados. En su mano todos y cada uno llevan un cetro de oro con filigranas cristianas.

Se detienen en los escalones que hay antes de subir al altar de dios y empiezan una extraña letanía de palabras en algún lenguaje desconocido y arcano mientras trazan letras luminosas en el aire y el suelo.

La gente reunida en la catedral empieza a ponerse nerviosa, pues es la primera vez que ven obrar a artificieros, y las miradas fugaces y sudores se van extendiendo.

Finalmente hay una extraña explosión donde están los hombres de dios y un portal - una forma ovoide de mercurio que se mantiene en pie sin soporte - queda abierto ante todo el mundo.

La gente contiene la respiración.

De los primeros bancos se levanta un noble y su sequito. El que será el líder de esta expedición. Con presteza sus hombres empiezan a formar grupos de seis personas mientras el noble lo supervisa todo en su posado principesco y lleno de arrogancia castellana.

Uno de los grupos es donde recae el extraño hombre lobo, formado por Assisi, Boltar, Elisa, Henry, Rodrigo y Shoak.

Los grupos se ponen unos detrás de otro, parece que la gente entre en packs de 6 en el portal. El proceso es bastante lento ... un grupo de personas se acerca y el mercurio los engulle, pero estas personas permanecen allí, cubiertas por la plata liquida, durante largos segundos hasta que la plata cae al suelo como si nada la sosteniera y se reúne de nuevo con el portal.

3 grupos van antes que vosotros.

La sensación de impaciencia y nervios os invade. Casi empujados por los hombres del noble, avanzáis hacia el portal. Su contacto es frio. Muy frio.

Quedáis al otro lado. Cubiertos de la extraña sustancia, viendo el mundo que os rodea con un tinte azulado ... uno de los artificieros chilla de repente.

¡No! ¡Esta todo mal! - Los voces estallan en la catedral mientras el grupo de hombres santos corre hacia vosotros para sacaros del portal.

Demasiado tarde. Ya no estáis allí.

Os rodea la jungla. Arboles grandes como los que no habíais visto nunca, en la lejanía, entre sus hojas, lo que parece un cielo nublado. La vegetación a ras de suelo es tan densa que os podríais perder al realizar 3 pasos.

Estáis completamente solos, sin rastro de los tres grupos enviados antes que vosotros.

Al ver el portal y las "palabras de Dios" flotando en el aire, sonrío para ocultar que realmente me impone mas de lo que me quiero admitir. - Joderr ... esto da mas grrima que rrelamerrle los testiculos a un elefante marrino. - Bromeo con el que se encuentra a mi derecha sin ni siquiera prestar atención en quien es. Después me rio un poco para mi mismo. Para aligerar la tensión que esta entumeciendo mis dedos. Preguntándome si realmente fue buena idea apuntarme a esa lista de voluntarios.

El contacto con el liquido me estremece. los pelos de la nuca se me ponen de punta y me quedo casi inmóvil, con miedo de que algún movimiento brusco vayase a joderlo todo. Sin embargo parece que la cosa de jode de todas formas.

...

Ningún estallido, ni sangre, ni gritos ... Solo hay la densa vegetación. Inmediatamente palpo mi cara, los huevos y posteriormente chequeo si todo esta en su sitio. - ¡ Yo no me he movido ! ¡ Lo jurro por las tetas de las valkirrias !. - Inmediatamente me excuso hacia mis compañeros, como si ya fuese culpable de ello.

De momento estoy mas pendiente de excusarme y comprobar si los demás estén bien, que no de vigilar lo que pueda haber a mi alrededor.

Shoak se avanzó un par de pasos alejándose un poco del confuso grupo, como quien se acerca a saludar a un conocido, solo que este no era una persona sino el bosque y no hacía falta intercambiar palabras vanas para que este supiera que lo había echado en falta.

El licántropo dejó que sus sentidos sintieran otra vez el bosque y que reconocieran su patria. Pare él era lo más parecido a un amante que lo abrazaba, el cual al aproximarse podía oler su perfume. El aborigen no solía sonreír, pero en sus labios casi se pudo ver como la línea de sus labios se curvaban.

Shoak se puso de cuclillas y acarició con la llena de los dedos la tupida manta de hierba que estaban pisando mientras sus ojos intentaban mirar mas allá de lo que tenía delante y sus oídos se alejaban de la conversación para escuchar al bosque.

-Hacéis demasiado ruido… -hablo al fin el aborigen, con una voz que parecía más la de un animal que hubiera conseguido por casualidad un sonido parecido a una palabra.

     La sensación extraña que invade su cuerpo le deja sin respiración. Nada mas llegar al otro lado aferra sus colgantes de la suerte hasta que los nudillos se le ponen blancos. Al poco, se da cuenta de lo absurdo de su superstición, se mira la mano y suelta los amuletos como avergonzado. Malditos marinos. Todo se contagia menos la hermosura... escucha a su izquierda al chicarrón germano y le dedica una media sonrisa. - Eso debe dar grima si, incluso diría que mas que esto. Y ya es decir, porque... Parece que están todos un poco nerviosos, salvo quizás la criatura lupina, que parece como en casa.

    Poco a poco se va recomponiendo y empieza a otear los alrededores. Parece que no está claro ni donde están, y eso no es bueno. Solo faltaría que alguien nos atacase precisamente ahora, o cayésemos a un pozo o... yo que se, cualquier cosa se puede esperar de un lugar extraño como este.

El momento más importante de su vida, cruzar al nuevo mundo. Elisa no podía estar más nerviosa he impaciente pero, en el ultimo momento, notó que algo iba mal y escuchó una voz de alerta distorsionada por los efectos del túnel de viaje.

La sensación del viaje... algo a la vez maravilloso y escalofriante. Solo de pensar en el portento que significaba poder hacer un viaje como esos... las energías, las palabras de dios necesarias, pero también el espacio recorrido, el miedo a un nuevo mundo del que todavía no sabían lo necesario y unas criaturas extrañas que no comprendían su misión allí.

No aparecieron donde estaba previsto, al menos estaba segura de que el punto de destino no era una jungla y, además, tampoco se veía ni rastro de los grupos que les habían precedido. Definitivamente algo ha salido mal, y eso era algo que la preocupaba sobremanera, se suponía que nada podía fallar.

Ligeramente aturdida, estaba perdida en sus pensamientos intentando analizar la situación.

Estar allí, rodeados por la magnificencia de la catedral, siendo protagonistas de la ceremonia que se estaba dando y a pocos pasos de entrar en contacto con ese misterioso portal, provocaba en don Rodrigo que aflorara un sentimiento de encomendamiento divino para la misión que estaban a punto de iniciar. El canoso hombre hincó la rodilla y se santiguó delante de Nuestro Señor en la cruz, esperó a la bendición del sacerdote y se acercó con determinación hacia la zona indicada.

Todos listos… Que empiece el juego...

Poco después de que todo diera comienzo, los gritos y el caos aparecieron por doquier de forma improvista. Los infortunados que se encontraban en el portal se miraron entre ellos y a su alrededor nerviosos sin comprender nada de lo que estaba ocurriendo. Antes de que pudieran reaccionar y abortar el viaje, se desvanecieron dentro del espeso líquido de color metálico.

...

Rodrigo apareció en medio de la selva con la pistola desenfundada y la espada en la otra mano. Intentando cubrir el máximo de ángulo posible, giraba su cabeza a lado y lado esperando que algo peligroso o feroz apareciera de repente. Sus compañeros de viaje también estaban allí y parecían estar bien, aunque no había rastro de los grupos que les habían precedido.

Alerta señores, no bajen la guardia en ningún momento.

La espesura les cubría y se perdía en lo alto sin dejar pasar el sol a través de ella. A lo lejos se escuchaban sonidos distorsionados que bien podrían ser de animales o de cualquier otra cosa. Todo eso le recordaba los años que pasó hacía mucho tiempo en la isla Juana.

A no ser que nuestro guía nos expliqué dónde nos encontramos y hacia donde debemos ir, lo primero que deberíamos hacer es orientarnos. Necesitamos subir a un sitio alto que esté por encima del follaje. ¿Hay alguien que sea bueno trepando? – preguntó a la espera de que el hombre lobo diera su respuesta.

     Henry sale de su ensimismamiento con las palabras del hombre canoso - A mi no se me da mal, aunque no soy buen vigía... mi padre siempre decía que yo veía como si tuviese un parche en ambos ojos, Jajajaja. Se le escapa una leve risa como si se acordase del chiste. Seguramente por aliviar la tensión del momento. - La verdad es que no me importaría echar un vistazo. Eso es mejor que no hacer nada...

Al ver a sus compañeros moverse con celeridad y cautela, reacciono de forma mas apropiada a la situación. - ¡ Oh ! Si, clarro. Sierrto sierrto. Prrimero en guarrdia, después charrlarr.

Con mi mano derecha busco a mi espalda para encontrar el escudo pero este se balancea con mi giro, como si el estúpido escudo quisiera jugar conmigo. No lo alcanzo y maldigo entre dientes. Después pruebo con la otra mano y girando sobre mi mismo en sentido contrario, esta vez soy mas rápido y lo cojo.
Blando mi escudo en el brazo derecho y ... ya esta. No hago gesto de intentar buscar ninguna otra arma para ocupar mi mano libre. Mano que solo permanece cubierta por un guantelete armado que cubre mi grueso brazo desde los dedos hasta el hombro.

- Oye. Psss ... tu. Esto ... Rrrrodrrigo. - Pronuncio su nombre casi frustrado, ¿ no podría tener un nombre mas fácil de pronunciar ? - Yo vigilo porr aquí, ¿ bien, o no ?. - Pregunto casi como esperando una confirmación de si estoy haciendo lo correcto. En realidad se aprecia con facilidad que tengo mucha mas pasión que no experiencia.
 

Aún ligeramente desorientados por el abrupto viaje planario cada uno de vosotros intenta a su manera localizar donde estáis. Shoak determina que no hay ningún depredador cercano ni observa rastros en las cercanías. Boltar y Rodrigo se ponen en guardia por si acaso y Henry decide encaramarse a un árbol ... que sube bastantes metros arriba, para poder ver donde estáis.

Desde su posición elevada os puede hablar de que ... hay mucha selva a vuestra alrededor y que el paisaje parece bastante escarpado. No obstante le parece ver algún tipo de construcción hacia una dirección ... algo ... abandonada.

No es capaz de otear nada mas de interés.

Bueno si, que tenéis una montaña flotando encima de vuestras cabezas que pasa se mueve a un ritmo lento como si de una nube se tratara.

El templo que observas parece antiguo y no atisbas ningún tipo de movimiento en el. Aparte de algunos pájaros y quizá la pequeña forma de un mono corriendo por entre las paredes y techos.

A su alrededor no atisbas nada, pues la jungla parece estar ganando tierra a la vieja piedra y lo está engullendo sin piedad. Incluso eres capaz de ver como algún árbol ha puesto raíces encimas de las paredes como si no tuviera ni un respeto.

Tampoco puedes deducir que tipo de construcción es ... si es un templo de oración un una extraña viviendo.