El pastor al que pasas el brazo por encima del hombro te mira con simpatía. Es joven y pequeño, y parece contento. - El consejo de Mestas nos fazenos llamar para que acompañemos a aquestos conjuradores a las montañas de Ucero et volviemos corriendo acaso espantaren los lobos. Hemos de saver si fuera prudente subir con los rebaños que vuelven de Cáceres a las montañas, como faciese todos los veranos.-
El pastor de al lado no está tan contento. Es un canijo, pero un poco más mayor. Y parece de mal humor. -Tendrían que haber esperado a Sancho El Fuerte.. Seguro que llegare.-
- ¿Et la paga?- Dice el tercero - Muchos dineros son..
Sacaste la tirada.
Según Nuño sale de la estancia en busca del ventero, se oyen unos fuertes golpes en la puerta.
- ¡Abrid!, ¡Monseñor llama a saludadores, ensalmadores et conjuradores a la prueba de fe!-
Nuño está al lado de la puerta. Ni rastro del ventero.
Perdonad por las negritas..
Te ha parecido que Pere está mucho menos apenado que sus compañeros. Casi aliviado.
Máster, de la conversación con los pastores no saqué en claro lo que preguntó Diego. ¿No saben nada de los vascones, entonces?
Viendo que los hermanos me ignoran salgo de la habitación, me parece que Pere no esta tan preocupado como el resto y por ello no participa en la discusión, como si lo ocurrido le quitara un peso de encima. Quizás debiera preguntarle a él que ocurría.
No veo al ventero por ningún lado, parece que tendré que buscar otro sitio donde desayunar.
Justo entonces llaman a la puerta preguntando por ensalmadores, han venido a buscar a mis compañeros de viaje. Así que me doy la vuelta y les hablo, sin estar seguro de si me prestaran atención o seguirán centrados en su discusión.
- Parez que el señor obispo vos reclama frateres - y me dirigí a abrir la puerta ya que no veo nadie más allí
Nunca había visto tanta gente en las afueras de la villa. Hasta un noble había aparecio por aquí hoy. ¿Qué estaría pasando?
—Buenos días, buen hombre —saludé al pastor que se acercó curioso a preguntar—. Pues no tengo mucha idea, yo soy un simple mozo de cuadras que cumple órdenes. Algo he oído sobre un acto de fé y unos lobos.
—¿Cómo se ha levantado el día por el campo?
No parecen saber de que les hablas.
Meséme la barba al oír al mozo fablar de autos de fe et lobos. -Dixen que los pastos de Bosquejo son adesora asolados por una plaga de lobos. Habra de ser tal el motivo de aquesta algarabía. -respondíle.
-Et que ciertamente asunto mu malo est.
Poco más parecía poderse fazer más salvo esperar que se solventara aquel asunto que bloqueada a Burgo de Osma tenía la entrada...
Bosquejo es el antiguo nombre del ahora llamado condado de Ucero.
"Bueno", pensó contrariado Diego, "estos parece que no los han visto. Y son gente que ha de hacerse ver por cojones. Puede que no estén en el monte. Igual han ido al mercado a encontrar comprador para las bestias..."
El mercenario despidió sonriente a los pastores, dando una palmada amistosa en el hombro del más joven, antes de dirigirse de nuevo a Orosia.
- No parecen saber nada, doña Orosia - suspiró con aire apesadumbrado, aunque lo sonrisa se mantuvo perenne en sus labios-. Puede que me haya equivocado y no estén echando monte, sinó buscando venta en el mercado. ¿No sabréis vos un buen lugar donde unos granujas hideputas pudieran venderse cuatro caballos de buena casta, tal vez? Nos viene de camino echar un vistazo en la plaza antes de echarnos de nuevo al monte...
¿No sabréis vos un buen lugar donde unos granujas hideputas pudieran venderse cuatro caballos de buena casta, tal vez?
No, Diego. Justo anoche llegué a esta villa y poco se yo de las gentes villanas. No conozco mercado alguno, mas que el del pueblo que estaba alao de mi casa en el monte en donde yo vendía lo que se me permitía cazar. Gustariame de conoscer el mercado de esta villa, que grand et importante pareciera ser. Quiza allí encontraremos algo sobre aquestos omnes que vos busca. Acaso estos hombres, pastores de la zona no sabrian donde podrian venderse unos caballos como los que vos decis?- le digo haciendo referencia a los pastores con los que estamos departiendo
El consejo de Mestas nos fazenos llamar para que acompañemos a aquestos conjuradores a las montañas de Ucero et volviemos corriendo acaso espantaren los lobos
Quédome pensando en lo que han dicho el pastor acerca de los lobos -Perdone que le pregunte- digo dirigiéndome al pastor que lo ha comentado- Es que hay algún problema con los lobos en esta comarca?. Acaso han atacado en demasía a los rebaños et por eso anda por aquí estos monjes?. Parece que vienen a buscarles!. Diego, veamos quien les viene a buscar, quizá vayan a la plaza et seguro que habrá muchas gentes expectantes. Seguro que allí algo encontramos de esos caballos tuyos
—Me vais a perdonar, pero...¿qué es un auto de fé? ¿Acaso van a combatir los lobos estos hombres? —pregunté medio asustado por ver la empresa en la que me había metido mi señor.
Mientras tanto, no quedaba otra que esperar a que las personas a las que íbamos a recoger hiciesen acto de presencia tras aquella puerta.
-Non pudiere yo responder tal cuestión con claridad et sapiencia, pues sode omne de campo et non cultura en demasía. -dije rascándome la cabeza. Fizo entonces, como imitando a su amo, lo mesmo mi fiel Duque, que levantando la pata trasera rascó con ahínco su pulgoso costillar. -He oído que en tales autos se da castigo et escarmiento a pecadores irredentos.
Luego añadí: -Quién sabe si aquesta plaga de lobos que asola los rebaños est por magia et bruxería causado. Et quién sabe, también, si acusan como culpable de tal afrenta al Altísimo a quien en aquesta morada vive...
- Vayamos pues, Doña Orosia -responde afable el mercenario, dirigiéndose a la puerta siguiendo a su acompañante, algo desapegado de la conversación de los páteres y Nuño-. ¡El tiempo apremia, no quisiera que esos tunantes hideputas se me escapasen entre los dedos!
—Vaya —le respondo escuetamente cada vez más preocupado. Pecadores, lobos, magia, brujería... esas cosas no suenan muy bien. Yo que solo me conformo con vivir tranquilo en la villa haciendo mis quehaceres de todos los días y no yéndome de aventuras con gentes raras y desconocidas que pretenden ponerse en peligro delante de los lobos.
Un sudor frío y un leve tembleque empiezan a recorrerme todo el cuerpo a pesar de que el sol ya empieza a calentar el día. Trago saliva varias veces. No puede ser todo tan negro, Don Matías no me pondría en estos aprietos. Poco a poco me tranquilizo de nuevo desechando la idea de tales peligros.
—Bueno, a mí me tocará llevarlos a donde vayan y supongo que ahí terminará mi tarea y podré volverme —añado con una tímida sonrisa, intentando autoconvencerme.
Levanté los hombros, non sabiendo que resplicar al mozo carretero. Luego crucéme de brazos et limitéme a esperar lo que allí fabría de acontesçer...
Nuño:
Los golpes en la puerta se paran cuando la empiezas a desbloquear. Y al abrirla, ves una figura con postura severa frente a ella. Lleva un bacinete y detrás ves otros cinco. Luz y ruido de la calle te ciegan, y tras un instante percibes una multitud detrás. Un montón de gente ruge de satisfacción al ver la puerta abierta. Detrás, ves un carro, y te parece también oir ladridos de perro y algún balido de oveja. El guardia entra por la puerta empujando con fuerza la puerta, y a tí de paso, y antes de que te des cuenta, seis soldados con coracina han entrado en la venta y han atravesado el zaguán hacia el dormitorio.
Diego y Orosia:
El primero en entrar, que parece dar órdenes barre la estancia con su mirada. Mira a los pastores, a los preocupados amigos de Nuño, a vosotros, y después vuelve a mirar a los ensalmadores.
- ¡Dice monseñor que todo aquel saludador, conjurador o ensalmador que hubiere en esta venta ha de venir amb nosotros a la plaza de la Catedral!-
Diego acerca con disimulo sus labios al oído de Orosia:
- ¿Esto es lo habitual por aquí, Doña Orosia? -inquiere, intentando susurrar pero con una voz suficientemente alta para que todos se percaten de que está hablando, debido a su sordera- ¡Bien pareciera que estos menguados quieren hacernos presos!
Me encojo de hombros antes la pregunta de Diego. -Es mi primer dia aqui Diego. Nada se. Mas non credo que sean las formas habituales de dar la bienvenida. Paresce que vienen a por los mojes. Dejemosles hacer y vayamos tras ellos que grande intriga se me parece a mi todo esto
Los cuatro ensalmadores, que discutían ya a viva voz se quedan en silencio. Una lividez se muestra en los rostros de Fray Tomás, que mira pensativo el solado, y de Froilán el Bueno, que fija su mirada en Nuño.
Godesteo, sin embargo parece curioso y nada temeroso, y es el primero en obedecer sonriente.
Pero el cambio más profundo, que llama la atención y es visible, se ha producido en Pere, de la tranquilidad ha pasado a la descomposición, y además de blanco como sus dos compañeros, tiembla incontrolablemente. Antes de que podáis hacer nada, el guardia que habló, que parece un aguacil, pasa el brazo por el hombro del fraile y le conduce a la salida, mientras otros tres guardias empujan levemente a los religiosos.
Los tres pastores salen antes de los soldados.
Nuño, doy por hecho que has seguido a los soldados hacía el interior después de que entraran.