Partida Rol por web

 Oropher se distrajo mirando las huellas de lo que se antojaban como criaturas terroríficas. No perdía de vista a sus compañeros, pero tampoco bajaba la guardia. Los soldados que estaban allí saldrían corriendo si había peligro, y si alguno decidía tomar riesgos lo abandonarían a su suerte. No gozaría siendo el primer grupo en desaparecer o morir en aquellas tierras. Tressa era fantástica, saber todo aquello con sólo mirar la huella que se presentaba ante ellos, decía mucho de su capacidad. Después Feanor reveló la presencia de los grifos, algo que había pasado por alto y dejaba en evidencia sus carencias. El cocinero no estaba hecho para aquella clase de expediciones, y tal vez había sido una mala idea llegar hasta allí.

 Observó el río, tratando de entender por donde crecía y si la tierra seguía mojada. No tentó a la suerte acercandose demasiado, creyendo que tal vez alguna criatura pudiese surgir de la corriente y ponerle en un apuro. No mostraba miedo, pero aquel no era, para nada su lugar. Buscó con la mirada a la elfa que acompañaba a Tressa, los bosques, la jungla y la naturaleza eran su lugar natural, y no había advertido peligro alguno. Debemos confiar. Se dijo, tratando de mantener la mente fría y el ánimo alto.

 - No podemos arrastrar a nuestros amigos hasta allí guiados por la promesa de riqueza. - aseveró - son criaturas nobles, y si son inteligentes, ¿no sería cruel robar esos huevos? - se preguntó ante las dudas morales de la mercader - por otra parte, quizás pueda aprovecharse su presencia de otros modos. - tal vez las plumas u otros recursos fueran algo menos codiciado pero igualmente lucrativo.

- No le diría que no a preparar algo para cenar con ellos - pensó en que algunos de esos huevos podrían aprovecharse de ese modo, sin generar un gran mal, pero no merecía el riesgo que tomarían. - y sólo se me ocurre que nos separemos para explorar las opciones.

 Algo que puede ser contraproducente. - negó, era evidente que no deseaba que nadie quedase atrás, o que algunos regresasen y otros empezasen a explotar por su cuenta.

 - Un grupo tan numeroso llamaría demasiado la atención. Y aunque distraigamos a los animales, si nos asocian con el hurto de los huevos, puede haber represalias en un futuro. No sólo podemos pensar en los beneficios, también en los riesgos para la colonia. - aunque era consciente de que quizás colocasen el asentamiento mucho más lejos, y aquella oportunidad no se volvería a presentar de una forma tan clara. No parecía frustrado por la duda, sino que se mostraba analítico con el problema, tratando de considerar las consecuencias de sus actos de la forma más eficiente posible. - y necesitaríamos una ruta de escape. - propuso, si llegaban a aquel extremo. - sin conocer el terreno, ni lo que acecha, una distracción no parece la mejor idea.

 Tal vez el sigilo pudiese ser nuestro aliado en este caso - sonaba como una propuesta, aunque quedaba anulada por ser un grupo tan numeroso. A menos que...

 - Creo que deberíamos reconocer el terreno con cuidado, identificar bien cual es la situación, y tener un plan por si todo sale mal.

 O siempre podemos no emprender una empresa tan codiciosa. - sonrió amablemente, casi parecía preocupado por aquellas majestuosas criaturas. 

 Miró hacia donde presupuso que se habrían ido las monstruosas criaturas que Tressa había detectado siguiendo las huellas.

- Si las criaturas se acercan a beber aquí, tal vez deberíamos considerar movernos un poco más. Propongo que busquemos un lugar en el que preparar algo para comer y pensemos en las posibilidades. - de nuevo, mostrándose seguro, lo que expresaba con sus palabras era preocupación por el grupo, a sus ojos, estaban en medio de un comedero. Y a el le gustaba cocinar, pero no le sentaría tan bien ser la comida de otro.

  Sonrió al grupo, dejando patente que el se adaptaría a los deseos de la mayoría por el momento.

¡Qué manía con hacer de carnada! Exclamó Tainiël. ¿Es que quieres correr delante de grifos? Sacudió la cabeza.

 Yo soy más corredora de fondo que velocista... Bromeó la enana. Pero estoy con tu amiga, no tengas tanta prisa por ponerte en peligro, jovencita.

 Lamento ser aguafiestas, pero... ¿Cómo vamos a cruzar el río para ir a por esos huevos? Preguntó, mirando el amplio río. No es lo que se dice un riachuelo, y muchos, muchos... llevamos metal como armadura. Miró a la montaña de los grifos, que estaba al otro lado del río. Si no encontramos un vado cerca, o Mystra nos lo regale, un puente hecho por los nativos, la única manera sería regresar y cruzarlo en barca por la bahía.

 Pues tiene razón... De momento como objetivo está bien, pero esa corriente tiene por lo menos treinta metros de ancho.

 La gnoma, Nyrae... se acercó a Tressa, con cara de haber tenido una idea de lo más pilla.

 Viendo que todo el mundo se paraba a charlar, la mujer encapuchada miró a Tifón hasta que éste la vio, y le hizo un gesto, conforme que iba a la espesura. Tifón asintió, y la mujer caminó hacia el verdor, adentrándose.

 Eh, dónde va? Preguntó tanto a la mujer, que no le hizo caso, como a Tifón, a quien había avisado

 A empolvarse la nariz, supongo. Respondió no sin un poco de cachondeo.

 A lo mejor quieres acompañarla...? Dijo ya con más cachondeo la orca.

 El soldado sacudió la cabeza, tratando de ignorar sobretodo a la orca.

 Bueno, si alguna dama la quiere acompañar, creo que todos nos quedaríamos más tranquilos... Aunque no sea una persona que se deje ver mucho... ni hable mucho... ni nada mucho. Hmmm... 

 Va, ya la acompaño yo... Que parece que vaya a comérsela el bosque o algo...

 Yo lo que sé es que hace un calor que no se puede aguantar... Se acercó al río a remojarse la cabeza. Puta armadura...

Nyrae se acercó a Tressa.

Oye Tress... Tainiël y tú tenéis buena mano con los animales... Y bueno, Aguas Profundas tiene una tropa de grifos... Aguas Nuevas necesitará una, no...? Seguro que a Cassalanter le suben los calores sólo de pensar en su ciudad con una tropa de jinetes de grifo blancos, jijijiji

Quiero decir... Podría ser muy lucrativo criar y entrenar grifos para la Colonia... Guiñó un ojo.

Unos días quizás era mucho decir. El tema de establecerse es bastante prioritario, aunque sacrificar tiempo de producción por una zona más propicia podía ser algo determinante, también se da la situación contraria. No obstante, ver tan elevados los ánimos de su gente la anima ligeramente, lanzando unas pocas sonrisas de aliento acá y allá.

Encontrarse con una sonriente Zedhira a su lado hace que Lilianna se sorprenda, aunque trata de no reflejarlo en sus gestos, simplemente correspondiendo a la sonrisa de la elfa. Ante sus preguntas, se encoge ligeramente de hombros.

- No me parece muy mal lugar, pero aún no lo tengo garantizado. Debo reunirme con el General Stormbreaker y el Almirante Silverius para conocer sus descubrimientos antes de fijar la localización, así como esperar a los grupos de exploración. Así que supongo que al menos una noche o dos estaremos. -concluye.

Tressa se apartó ligeramente del grupo para escuchar a Nyrae. Nunca subestimaba las ideas que podía tener su compañera, le habían salvado más de una vez de un aprieto. Era increíble y, como otras tantas veces, la respuesta de la gnoma hizo que Tressa abriese mucho los ojos. 

- Tienes razón, Nyrae - le respondió - ¡Qué buena idea! 

Sin embargo, la mercader recordó la negociación que había mantenido con la gobernadora y le susurró a Nyrae. 

- ¿tú crees que querrá comerciar con nosotros? O... ¿nos exigirá que se los "donemos"? Después de aquella reunión ya no sé qué pensar. Pero merece la pena intentarlo. Si al menos pudiéramos coger un huevo... aunque supongo que lo suyo es pillar varios y hacer... ¿criaderos? Bueno, ya sabes a lo que me refiero. A unas malas, siempre podemos tener grifos nosotros. 

La Justicar asintió complacida. Ma alegro de oír eso... Realmente disfrutaré esta temporada en tierra. Nunca había pasado tanto tiempo seguido en barco. Y se decía que tenía unos cuantos siglos a sus espaldas. 

El río parece una defensa natural excelente, salvo que haya algún problema en éste lado, el sitio parece bueno, o al menos de lo mejor que hemos encontrado hasta ahora...

En una de las barcas venía Senira, que de pie, a pesar de las indicaciones del barquero, saludaba con amplios aspavientos a Liliana, y con una gran sonrisa, ansiando pisar tierra de una vez.

Tressa miró con los ojos entornados a Tainiël. Ella no es que se hubiera ofrecido a hacer de carnada por nada. Esperaba que la elfa conociese cual era su forma de actuar, pero decidió no dar demasiadas explicaciones delante de tanta gente. Se sentía un poco extraña con la comitiva y con el último desencuentro con Liliana Cassalanter. La chica optó por negar con la cabeza para despejarla, aunque miró a Oropher a los ojos durante un momento antes de hablar.

- Disculpadme - dijo a todos - ahora que me fijo más. La subida del río es estacional. No creo que nos pille de sorpresa y el terreno desaparezca si nos retrasamos. Eso nos da algo de más tregua...

Quedó mirando a Aredhel cuando habló. Tenía razón, por supuesto, había que cruzar el río y parecía bastante peligroso además de caudaloso. Ella nadaba bastante bien, aunque era consciente de que podía ser rematadamente traicionero y tampoco quería poner a nadie en peligro. Miró a Feanor, Aredhel, Oropher, Umil, Tifón y Tainiël. 

- Vosotros sois los más ingeniosos aquí - afirmó la chica - ¿se os ocurre alguna forma de que podamos cruzar el río de forma segura? 

Clavó sus ojos en los de Feanor, preguntándose, dentro de su ignorancia, si el elfo podría preparar un hechizo o algo para cruzar el río. Se sentó en una piedra algo elevada en la zona donde se encontraba y pensó en sus posibilidades. Observó el río con atención... la corriente se veía poderosa pero la forma física de la chica también lo era. Estaba casi convencida de que podría cruzarlo nadando. 

En ese momento, un sonido de salpicadura, distrajo su atención. Observó al semiorco Kruth cómo hundía la cabeza en el agua y la sacaba ileso. Era como si la naturaleza le incitara a ser temeraria. 

- Tal vez si seguimos caminando encontremos una forma de cruzarlo de forma segura - concedió finalmente en contra de la idea de cruzarlo a nado. Era demasiado grande como para arriesgarse

Fijó su mirada en Lena, viendo cómo desaparecía en el bosque detrás de la muchacha encapuchada. Levantó una mano pero enseguida la bajó. Miró a los demás

- ¿Creéis que sería buena idea que fuera también con ellas? - La chica fijó su mirada en la de Oropher esta vez. Supuso que él conocería mejor a las dos muchachas. - Sinceramente, temo que se encuentren con los que han dejado estas huellas. Tal vez no anden lejos. 

Ir a por los huevos se había convertido en un deseo incipiente en el corazón de la joven, pero por encima de todo eso primaba la seguridad del grupo. Si las muchachas se encontraban con los seres que habían dejado aquellas huellas la situación podía tornarse fea. O incluso, con otro tipo de criatura agresiva. Tressa apartó sus ojos de los de Oropher y miró preocupada por donde las chicas se había escabullido hacia la espesura. 

 Oropher optó por hidratarse un poco, pero no bebió del agua del río, sino del agua que traía consigo. No dudó en tenderle el odre a Huru, por sí tenía cosas mejores que hacer que inclinarse frente a todos. No lo hacía por su edad, más avanzada, sino por respeto, uno profundo y más allá de la relación superficial que ningún elfo y una orca serían capaces de tener. No dijo nada, y rápidamente se centró en las palabras de Tressa. El hecho de que la encapuchada hubiese decidido irse no parecía preocuparle demasiado. Cuando hay necesidad... debió de pensar ante los comentarios de Tifón con una sonrisa, y contento de que Lena fuese tan dispuesta para todo, su primita no sólo cantaba grandes canciones, estaba ahí para ayudar a quien lo necesitase, por eso Oropher sentía orgullo, aunque sus formas pudiesen mejorar.

  - Seguro que no tardan demasiado. - quiso tranquilizar los ánimos. Observó a Kruth con cierta admiración por como disfrutaba de la naturaleza. Que malhablado. - Vamos, vamos, no es para tanto. Da gracias si hay pocos insectos. - porque todo podía ser peor.

 Inspeccionó el comportamiento de los soldados. No sabía si tendrían más órdenes de la Cassalanter. Si la conocía bien, sin duda, les habría dado más directrices, al menos a alguno de ellos, y sino, había perdido facultades con respecto a su infancia más tierna. - ¿Vais bien? - se preocupó, porque si Kruth lo pasaba mal, ellos también debían de estar sufriendo.

 Se acariciaba la cara con suavidad,, terminando en su cuadrado mentón para tratar de dar con alguna solución, pero tampoco entendía el problema, más allá de que unos civiles ansiaban tanto la tierra que se habían adentrado siguiendo el río hacia donde descansaba, tal vez, algo que se los merendaría sin contemplaciones.

 - Con cuerdas....y algo de ingenio, podríamos intentar algo. - se encogió de hombros, sin frustrarse, pero a sabiendas de que no era una gran propuesta - pero creo que deberíamos evitar mojar nuestro equipo. Además, si vamos a cruzarlo, más nos vale poder volverlo a cruzar más tarde. - reconoció alegremente. - y para eso necesitamos saber bien cual es nuestro objetivo.

 Aquellos huevos - señaló hacia dónde había visto los últimos grifos - o tratar de dar con algo más sencillo. - sus ojos brillaron cuando su sonrisa se volvió más aguda. Está claro que habéis venido a por todas. Se dijo, pensando que aquel paseo no era algo desinteresado para disfrutar del nuevo mundo, sino una forma temeraria y quizás desesperada de encontrar oro fácil o quizás una forma de impresionar a la gran advenediza.

 - Si queréis los huevos, yo votaría por buscar un paso más estrecho del río o una forma natural de cruzarlo, y establecer dos grupos. Uno que cubra la retaguardia y otro que se encargue, sigilosamente, de conseguirlos. Si podemos evitar que nos vean, huelan y oigan, tanto mejor. - sonrisilla feliz a parte, Oropher parecía aceptar con resignación que se considerase robar la vida de aquellas pobres criaturas - Hermano - llamó a Feanor, con una actitud bonachona - ¿cómo tendrías pensado cogerlos? - dijo con una voz melosa como la miel - los...huevos. Me refiero. - dijo, como si disfrutase de aquel momento, por alguna extraña razón.

 Mantenía contacto visual con todos, pero a Tressa le negó amablemente para que dejase de preocuparse. Confiaba plenamente en que aquellas dos volvieran como si tal cosa, o gritasen pidiendo ayuda si algo se torcía.

Feanor se mantuvo pensativo durante casi todo el tiempo, ignorando en cierta medida la desaparición de las compañeras. Decididamente era más que probable que alguna de ellas informase a la Cassalanter del hallazgo de los huevos, por lo que en el futuro debería ser más cuidadoso con lo que descubría. Sabía que en la mente de la gobernadora estaba acaparar cuanto pudiera y pasar por encima de quien hiciera falta para lograr sus objetivos, pero no iba a ponérselo fácil. O al menos intentaría no hacerlo. 

-Podemos derribar un árbol o dos sobre el río y que alguien más ágil los ate con cuerdas para formar algún tipo de puente. Tal como indica Oropher.-Sugirió a vuelapluma.-Puede que en los propios árboles haya algún tipo de liana que podamos usar a tal efecto. O bien podemos dirigirnos hacia los nidos mientras buscamos la forma de cruzar. Para coger los huevos, necesitaremos algún tipo de distracción o carnada. Algo que sea particularmente atractivo para estos seres. Lo haré levitar con un conjuro y, mientras asciende y llama su atención, los más sigilosos podéis acercaros a los nidos o puedo usar otro conjuro para atraer los huevos a mí directamente. En todo caso, habrá que ser cautos y ocultarlos rápidamente para que no sepan que los hemos cogido nosotros.

Otra de las cosas que podemos hacer es sencillamente señalar esta zona en el mapa y seguir explorando.-Añadió.-Puede que sea más fácil conseguir ese botín en otra ocasión, cuando hayamos preparado el viaje con algo más de tiempo. No conviene pecar de impaciencia. 

Era cierto que habían árboles muy altos, pero no tanto como para cubrir de orilla a orilla. Haría falta un esfuerzo enorme. El soldado asintió a Oropher mientras les oía discutir el tema.

A no ser que haya magia de por medio... Me parece demasiado ancho para lo que tenemos, la verdad.

Huru agradeció el agua... se veían extrañísimos una orca purasangre y un elfo... solar, nada menos, compartiendo agua. A quienes no conocían bien a Oropher y a Huru, les parecía una imagen de lo más... extravagante, completamente surrealista.

La curiosa imagen les distrajo, al menos hasta que se oyó un rugido animal, docenas de aves de vivos colores volaron, y como colofón al estruendo, se oyó un grito de Lena y de su acompañante. Los soldados se pusieron en guardia, se oía a Lena gritar 'corre, corre, corre!' cada vez más cerca, no tardarían en emerger de la vegetación. Los gritos de alarma se interrumpían constantemente por gruñidos agitados y el crujido de ramas y hojas.

La gobernadora compone una media sonrisa divertida.

- Ya somos dos, Justicar Zedhira. Tengo claro que ese enamoramiento poético por las olas y la sal no va a ser mío. -le responde con buen humor- A mí también me vendrá bien un tiempo en tierra. -responde la advenediza, de acuerdo con ella.

Ante su análisis del sitio, la Cassalanter responde con un ligero asentimiento y replica:

- Tiene varias ventajas, aunque los augurios declaran que también hay peligros... Aunque claro, no creo que haya zona de Maztica sin ningún peligro. -explica con tranquilidad- Igualmente, el río para mí es una de las mayores ventajas que podemos tener a medio plazo... Pero aún queda por ver. -concluye simplemente.

Lilianna ve a Senira acercándose en una de las barcas y le dedica un pequeño saludo y una sonrisa amistosa, aunque mientras llegan o no, sigue preguntando a la Justicar.

- Me alegro de contar con alguien de su experiencia entre nuestras filas. -le dice, aduladora- Ahora que lo pienso... Tyr es el Dios de la Justicia. Siento curiosidad por un asunto, ¿el regateo al comerciar es considerado algo injusto?¿El no querer pagar lo mismo por cada copia de algo comprando mil copias de un objeto que comprando solo uno? Sé que quizás sean preguntas de poco calado para exponerlas ante usted, pero me llamó la atención la reacción de alguien al respecto, y me planteaba si quizás estaba cayendo en unas exigencias demasiado... Tiránicas. -plantea a la mujer- Creo que no hay paso demasiado pequeño cuando se trata de acercarse al mal... -concluye, refiriéndose a que pequeños pasos podían perjudicar a cualquier alma.

Tressa observaba a ambos elfos hablar y tratar de aportar alguna idea ingeniosa con la que poder cruzar el río. Sin embargo, todas ellas parecían demasiado difíciles de llevarlas a cabo dada la anchura del río. Su mejor baza sería cruzarlo en barca, aunque tuviera que posponer su objetivo. Era eso o seguir adelante, en busca de un paso más sencillo. 

Sin embargo, sí que esbozó una sonrisa cuando Feanor sugirió que podría haber levitar algo que atrajera a los animales. Sin duda, sería más fácil eso que lo que la propia Tressa había pensado. 

- Bien pensado - respondió - y efectivamente, tal y como ambos indicáis, lo mejor sería el sigilo... Aunque temo, que no podamos cruzarlo de momento, quizá si seguimos caminando un poco... 

Sin embargo, algo la alertó. Como la quietud del bosque un segundo antes de que se desatase el caos. Dirigió su mirada por donde habían desaparecido Lena y la otra muchacha y escuchó sus gritos. Esto hizo que Tressa se levantase de golpe de la piedra en la que estaba y se pusiera en guardia. 

Y yo que tenía la esperanza de que fuera una expedición sencilla...

pensó amargamente mientras su mirada se dirigía hacia las enormes huellas de la orilla. Que los pájaros saliesen volando y que se formase tal barullo venía a indicar que lo que había alertado a Lena y a la muchacha debía ser extraordinariamente grande o excesivamente ruidoso. Tressa avanzó unos paso hacia el ruido, aunque de forma cautelosa, sin sobresalirse del grupo. 

- Cuidado - dijo a todos los que estaban allí, aunque tenía la impresión de que decir aquella palabra era algo bastante inútil. Tal vez, tan solo la dijo para sentirse ella mejor. 

Respiró hondo para templar sus nervios y llevó su mano al arco. No quería tener que usarlo. Tressa rezaba con todo su ser por que aquellas criaturas que habían aterrado a las dos chicas fueran seres racionales. Trató de escrutar el rostro de Lena, intentando ver un indicador de lo que venía, pero la tensión que había en el ambiente hacía imposible esa labor. Y una vez que las chicas pasaron, lanzó un hechizo detrás de ellas para que brotaran espinas. Tal vez eso les otorgase algo de tiempo para ver a lo que se enfrentaban. *

Echó una rápida mirada a los guardias. Lamentaba que Liliana Cassalanter tuviera razón al enviar a tantos con el numeroso grupo. Había agradecido la escolta, pero había mantenido la esperanza de que no los tuvieran que defender. Le echó una rápida mirada a Urza y miró de soslayo a Aredhel. En el fondo se alegraba de que el grupo de Oropher y el de Feanor estuviesen con el de ella.

- Mantengamos la calma - volvió a decir otra de aquellas frases posiblemente inútiles - podremos salir de esta y sino... correremos. 

Pero... ¿y si se daba el caso de tener que correr? ¿hacia dónde correrían? ¿hacia la espesura? ¿seguirían el curso del río? o... ¿volverían con el resto de civiles poniendo a la futura colonia en peligro? Los nudillos de Tressa estaban blancos de la tensión con la que estrujaba su arco. 

Bueno, Faerûn tampoco está completamente civilizado, el orden no ha alcanzado aún cada bosque y cordillera... cualquiera que quisiera asentarse en tierras no reclamadas en nuestro continente natal también encontraría peligros. Asintió, relajada. Supongo que eso no es una sorpresa... para eso nos preparamos, y por eso llevamos todas las armas que llevamos.

La pregunta de Cassalanter la hizo regresar a su formalismo habitual.

Mmm... Tyr es imparcial, y mientras un negocio sea justo para ambas partes, tiene su bendición. Evidentemente, se suelen hacer descuentos por grandes cantidades, pero no hay que caer en la avaricia o en aprovecharse de la posición de poder para obtener un beneficio excesivo, y tampoco ve con buenos ojos los monopolios. Ser justa significa tener en cuenta el esfuerzo del mercader con el que tratas... No sólo el esfuerzo propiamente dicho... Si no lo que se le exige en un espectro más amplio. 

Se giró hacia ella, yendo a explicárselo.

Si por ejemplo pretende pagar a un grupo de albañiles para que construyan cabañas para la colonia, o un armero para hacer armaduras, o barcas, o... Bueno, creo que casi cualquier cosa podría servir... Y pongamos que le hacen un descuento razonable según sus costes, no sólo están dejando de ganar a cambio de servir a la colonia, si no que el esfuerzo que realizan podría serles más rentable cobrando más a los adinerados que viajan con nosotros.

Y tampoco hay que olvidar que la posibilidad de negocio que tienen es muy limitada, mucho más que en la metrópoli, y que el gobierno es quien tiene más fuerza de negociación, al tener más necesidades y dinero con qué pagarlas que cualquier otro grupo en la flota. Hasta que otros vayan haciendo sus pequeñas fortunas, estoy segura de que tendrá muchas ofertas de negocio... Y los mercaderes no son gente que se esté quieta. Dos meses encerrados en unos barcos pagando sueldos les arden en sus bolsillos.

Las orejas del elfo se erizaron del susto y la sempiterna picazón que siempre lo acompañaba en los momentos de estrés se hizo presente. Feanor echó mano de la bolsa dónde almacenaba algunos de sus componentes de conjuro y se dispuso ofrecer resistencia a lo que saliera de aquella maldita jungla.

Tressa parecía compartir su opinión sobre la situación en la que se encontraban. Era posible o incluso probable que si salían de allí acabaron metidos en una situación como mínimo igual de mala y posiblemente peor todavía. Al darse cuenta de aquello el elfo dio un par de instrucciones concisas a los guardias que les acompañaban.

- Salga lo que salga de esa selva deberíamos hacerle frente. -Comenzó explicando. -  si se trata de una criatura de gran tamaño, fácilmente podemos encontrar más en nuestra huida, y eso solo agravaría la situación. Si la hacemos frente aquí tenemos una oportunidad. Formad en cuña a cierta distancia de la espesura. Los que poseemos magia os cubriremos desde detrás. No os preocupéis, os sacaré vivos de esta. Umil, Bendición. - Añadió a modo de orden a su compañera. 

Lena sale a toda prisa agarrando su instrumento, dando zancadas tan largas que parecía volar, y la mujer encapuchada corre detrás de ella agarrándose la capucha, a una velocidad similar.

¿Quién te manda acercarte!? ¿Es que no puedes dejar las manos quietas, abrazaárboles!?

 ¿Cómo iba a saber que era una cría!??? Se excusó la encapuchada. Inmediatamente, Tressa lanzó un hechizo que endurecía y afilaba la vegetación en la zona por la que venía el perseguidor, mientras Umil invocaba el poder de Mystra para ayudar a todo el mundo en el combate... Y el bramido llegó junto a una criatura bípeda que cargaba contra el grupo de gente, sin miedo, rabiosa. 

Unos cinco metros desde la coronilla a la punta de la cola, y unos dos de altura... Varias toneladas cargaron contra el primer tipo que se puso delante... Que resultó ser uno de los soldados. Con un grito de terror, puso el escudo enmedio, cubriéndose con él, pero el golpetazo fue tan salvaje que el ruido del metal aplastándose se entremezcló con el de los huesos crujiendo y un ahogado gemido de agonía, breve y definitivo. 

El soldado fue alzado del suelo, embistiendo a Huru. La orca, a pesar de su corpulencia, cayó al suelo, recibiendo un fuerte golpe en la cara con la espalda del soldado que le cayó encima. La orca estaba inconsciente en el suelo, pero gruñía, sin saber dónde estaba ni qué narices había pasado. El soldado no tenía tanta suerte, y sus articulaciones estaban en posturas imposibles.

 Oropher había deslizado las manos hacia algún recoveco de su cinturón y cuando volvieron a ser visibles tenía unos kukri entre los dedos, los manejaba con cierta soltura pero terminó por apretarlos con tanta fuerza que sus nudillos marcaron de forma evidente el hueso. Ver a Huru volando tan cerca, y aquel cadáver a unos metros, contorsionado y machacado, hicieron que una ola oscura e incontrolable arrasara sus adentros.

 Todos eran responsables de esa muerte. El elfo solar frunció el ceño. Ya no sonreía con socarronería, ni se admiraba por la belleza que había en aquella enorme criatura. No dejaría que le atrajese lo exótico de aquella postura en el soldado, la sangre brotando entre el hierro doblegado. Fuese una macabra poesía o no, aquella canción era de auténtica guerra, y merecía un baile acorde a la situación.

 Tomando la iniciativa, pasó como lo debe de hacer el viento, justo al lado de Tressa, sin mirarla, aunque ésta sin duda podría notar los cabellos del elfo contonearse con sus rápidos reflejos y su velocidad, quedando expuesto su tatuaje en el rostro, que ahora más que nunca, tomaban un sentido en aquella situación, como garras atravesándole la mejilla y parte de la sien. Sus ojos brillaban como lo hace el acero templado, como si enfrentar una amenaza exótica sólo fuese surcar una experiencia ya vivida. Se interpuso entre el soldado con una simple zancada, y avanzó hasta la criatura. Sentía su respiración, profunda, por la exigencia de la carrera y la amenaza del combate, la vida a borbotones en su interior, pugnando por salir. Golpear a aquel gigantesco vientre sería simplemente un deleite, haciendo que las vísceras se desparramasen a sus pies. Pero aunque práctico, resultaba ....impropio.

 Una cría. Mascó. Como si realmente le fuese a preocupar que fuese la madre de algo. Claro que, si lo había malinterpretado, podía ocurrir que algo más grande que aquello estuviera en camino.

 Dirigió sus filos hacia los tendones, visibles, de la pata, colocándose a su flanco con firmeza. Y cuando los kukris trataron de seccionarlo, se toparon con una dura coraza de piel y un tendón duro como una cuerda hechizada por algún potente conjuro. No era cosa de magia, era una espectacular criatura. Y él...un cocinero.

 - ¡Eh! - no buscaba valor dentro de sí mismo, pero necesitaba más voz. Su tono cantarín se mantenía en una amenaza muy seria, en el que entender o no las palabras era indiferente, pues el mensaje estaba implícito en como salían de su boca, en sus labios podía leerse algo oscuro, como una maldición. -¡¡¡EHHH!!! ¡FUERA! ¡IGNORANTE CRIATURA! - su ceño fruncido, atípico en su expresión, hacía que Oropher resultase especialmente intimidante, no por ser una gran amenaza, sino porque los que lo conocían no estaban acostumbrados en absoluto a aquella forma de comportarse, de encarar el problema. Tenía una fuerza interior que lo animaba a brillar, aunque ese brillo pudiese ser oscuro en este caso. - ¡MIRA LO QUE HAS HECHO!

 ¡VETE DE AQUÍ! - Lo acusó, sin más odio que el que debe tenerse por una criatura que actúa sólo por instinto, de forma caótica.

 El elfo solar no era tan idiota como para suponer que le iba a entender, pero sí que comprendería aquel tono, aquella energía desbordante que Oropher siempre llevaba consigo.

 - ¡O VEN A POR MÍ! - Aquellos soldados, perderlos, sería ponerse una diana en la frente contra Lilianna, y si se ganaba tal honor, estaba jodido. Pero más importante aún, era Huru, ahora indefensa, y Lena, que tan cerca del animal podría sufrir un mal golpe y morir allí mismo. ¡No lo permitiré!

 Sin mirarlo, ordenó: - ¡Kruuuth! - el sabría que debía defender al resto, y que si alguien debía ganarse la gloria de terminar con aquel animal, debía de ser él, por cierto motivos que quedaban entre ellos. Sus órdenes eran irrefutables, un solo nombre, una voz natural, incluso hermosa, pero dispuesta al asesinato, a mancharse las manos y manchar las de los demás, que chocaba de bruces con lo que decía. Estaba dispuesto a perdonarle la vida al animal...

 aunque eso...no depende de tí.

 Se dejó llevar por aquellas corrientes caóticas de las que le había hablado a Tressa. Quizás les diese una oportunidad a los demás.

 - ¡VAMOS! - Le intentó provocar.

 Oropher tenía a su espalda a Halia. Lo sabía, y por ello había elegido esa posición. Protegía a Lena con sus bramidos exigentes contra la criatura, tranquilos, pero llenos de fuerza. No necesitaba mirar a la que los demás conocían como la encapuchada como para que supiese que no quería que se mostrase, tal vez, si otras vidas fueran segadas...no tuviesen otra opción. 

 No es mancharse las manos de sangre.

 Se dijo, como si imaginase que estaba dialogando con su amiga y protegida. Era por un bien mayor. Era mejor así, simplemente. 

 Por otro lado, proteger a Lena era su responsabilidad. Su joven primita no tenía culpa de nada, aunque al elfo solar no le había gustado aquella forma en la que se dirigía a Halia, había pensado todo este tiempo que se llevaban bien, que aquel extraño grupo estaba unido, pero quedaba mucho por hacer. Halia era una disrupción, algo a lo que no estaban tan acostumbrados, y todos tenían la lengua muy suelta para algunas cosas, sobre todo para venirse arriba o para defender lo que les es propio o justo. Todos tenían una historia, más o menos dura, más o menos oscura. No eran refinados nobles que tomaban el té tomando el sol. Pero tal vez Lena pudiese llegar a ser mejor de lo que era.

 Es joven.

 Permítele que siga siéndolo.

 Se dijo a sí mismo, ganando valor. No era el indicado para ser el foco de la criatura, pero no le quedaba otra. Tal vez, si me hace algún rasguño, esa elfa está dispuesta a lavarme las heridas...

El asunto empezó feo, pero los presentes reaccionaron con rapidez.

 ¡Huru! Vaya con la cornada... o cabezazo ¡Apartad! La enana llegó junto a Huru, dándose cuenta de que estaba viva, y lanzó una pequeña curación para que pudiera al menos levantarse. Mirando al soldado se dio cuenta que por él ya no había nada que hacer.

 ¡VAYA! Dijo Aredhel sorprendida ¡No dejéis que escape! Hay que examinar esa criatura! Cogió su arco con fuerza y disparó, aunque rebotó de forma completamente inofensiva en el 'casco' de aquél ser.

 La mujer encapuchada se alejó de la criatura, procurando no ser una molestia para los combatientes.

 Huru gruñó un agradecimiento y se puso en pie, alejándose del combate tan rápido como podía... No estaba en condiciones de aguantar otra como ésa.

 ¡Maldito bicharraco! Kruth levantó su hacha y se lanzó a por él bramando, pero la criatura se movió lo bastante rápido como para evitar el golpe.

 Lena aprovechó para alejarse de la criatura y cogiendo su arco, disparó, aunque la flecha salió ligeramente desviada, al intentar no disparar cerca de nadie.

 ¡A por esa cosa!! ¡Matadla! Gritó el sargento, muy cabreado, al ver cómo uno de sus soldados moría de esa forma. El grupo de militares se tiró a por él, aunque una piedra suelta hizo que uno de ellos mordiese el suelo estúpidamente. Otro de los soldados, el cabo, y sobretodo el sargento, lograron herirlo de forma significativa. La criatura bramó sorprendida por semejantes tajos.

 Taniniël se movió para tener mejor ángulo de tiro, y apuntó con el arco al cuello del animal. Aunque acertó, no pareció haber causado el daño esperado. ¡Tsk!

 Tifón, también sorprendido por el ataque, reacciona lanzando u hechizo simple contra la criatura. Aunque no es un daño de gravedad, la rojiza esfera mágica, golpea sin posibilidad de error o fallo.

 El tío Iroh, con su espada en mano, se coloca en posición, pero un topetazo con el duro cráneo hace que el viejo soldado 'rebote' y caiga de culo.

 Umil, con más hechizos protectores que ofensivos, prepara su maza y carga contra la criatura, que a ésas alturas ya está muy rodeada.

 Para cuando Urza coge su gran hacha, todo el mundo se ha lanzado contra el ser. La mestiza de orco no encuentra sitio donde colarse. ¡Eh, dejadme sitio!! Se queja, mientras se desplaza. ¡Dejadme a mi tambien!! Cada vez más rabiosa, acaba al lado de Oropher, gritando y farfullando insultos en orco, y levantando el pesado hacha por encima de su cabeza. ¡¡MUERE, COSAAAAAAAAAAAAAAA!!!! El arma se clava un palmo en la dura piel, haciendo gritar de dolor a la criatura, y cuando la extrae, con la misma fuerza, un chorro de sangre salpica a la bárbara y al cocinero, para gran sonrisa de la orca. SIIIII!!! JAJAJAJA!!!

La advenediza asiente con tranquilidad, pensando de la misma manera que la elfa, si bien la distancia incrementa las dificultades.

Llegadas al punto del negocio, Lilianna asiente ante sus palabras, aunque, ¿cómo saber cuál es el esfuerzo realizado por la gente de Feanor? A fin de cuentas, tampoco se lo quiso responder, por las sospechas. En cualquier caso, la elfa sigue planteando supuestos durante unos momentos, con la gobernadora prestándole atención, hasta que finalmente asiente con lentitud en respuesta.

- Ya veo, gracias. -responde la gobernadora- Al final, existen demasiadas variables y la concepción de la justicia de cada uno puede diferir ligeramente... Deberé meditar al respecto de un negocio propuesto hace poco. -responde tranquilamente.

Se gira un instante a observar la aproximación de las barcas y responde:

- Por cierto, un tema que quizás puede estar relacionado... Nos acompaña gente de muchas religiones. Tengo pensado crear, entre las primeras estructuras de la Fe... Algo semejante a la Casa de las Manos Sagradas. Un templo dedicado a todos aquellos Dioses que nos acompañan con su guía en la expedición. ¿Está de acuerdo? -claramente, pregunta por tener en cuenta su opinión, más que pedir permiso en sí, pero si muchas religiones están en contra de esto, puede influirle.