Partida Rol por web

-Ya, ya, ya, eres tú la que siempre increpa mi tamaño y luego dices que los demás no dan la talla -contestó Sörr siguiendo a la chica de camino hacia la salida del pueblo donde, una vez alejados lo suficiente como para que se acabaran destrozando las cosas, el chico soltó las cosas que había estado comprando, pieles y productos manufacturados de metal, principalmente.

-Bueno, la que se cree una Walkyr y que puede juzgarnos a todos, ¿vas a pelear o va a seguir refunfuñando e insultando como si fueras una vieja desdentada que no ha hecho nada en su vida? -esperaba que con eso la tocara la "fibra sensible", si no tendría que empezar él.

Por uno u otro motivo todos sois conocedores de que el jarl Horik ha convocado un "thing" extraordinario dentro de un par de días, hay muy poco tiempo para las granjas más alejadas de Hjelmeland. Y durante estos días la gente estará más atareada de lo normal, por norma general la mayoría de los thing congregan a gran parte de las familias que forman el clan, es por ello por lo que todas las casas deben adelantar sus labores si no quieren perdérselo.

Me acerqué a la plaza por la mañana, mi madre me había encargado buscar frutos del bosque y miel para suavizar mi garganta, aunque hacía meses que me sentía mejor con mis problemas de salud y respiraba con total normalidad, me gustaba preparar infusiones calientes, y cómo de costumbre, con un poco de miel, definitivamente aquel era el mejor remedio que conocía, sus resultados eran excelentes, mi cuerpo lo agradecía con rapidez.

Caminé por la plaza, buscando a alguien apropiado para negociar con las dos piezas de pescado que había capturado con la red de pesca mi madre la tarde anterior, no era demasiado ni gran cosa, mi buena madre posiblemente confiaba demasiado en mí, creyendo que sería capaz de hacer un buen trueque.

Miré algo cabizbaja y reflexiva el genero que ofertaban algunos comerciantes allí reunidos, sin prestar demasiada atención, más bien estaba entretenida pensando en mis cosas, ni siquiera era consciente de que las gotas que se escurrían de las dos piezas de pescado estaban manchando los bajos de mi capa. Me preocupaba mi madre, hacía un par de días que había dejado de recoger su pelo en un moño, empezaba a pensar que había dejado atrás la esperanza de volver a ver a mi padre con aquel gesto, y no la culpaba, muchos años sin noticias de él, suponía que ella merecía rehacer su vida con otro hombre, aún así me preocupaba, necesitaba hacer un buen trato en la plaza para levantar su ánimo.

Tras un par de minutos ojeando por la plaza vi la melena roja e inconfundible de Ifrit, parecía que estaba vendiendo una gran variedad de productos y estaba acompañada de otra mujer que no había visto nunca. No pude evitar sonreír al ver a la pelirroja cuando aún no me había visto, aquella mujer me caía bien, sin contar a mi madre y al hijo del herrero ella era la persona que me caía más en gracia de la comunidad y no dudé en acercarme para saludarla.

- ¡Ifrit!, hola buena amiga, ¿Cómo te va?... Veo que esta semana has traído muchas cosas, me alegro de verte - dije de buena gana, casi animosamente y con una sonrisa en mi rostro.

-¡Smilla! -la saludé con la mano al escuchar mi nombre.

Le di el hatillo de hierbas que acababa de preparar a Julie para que lo colocara en su sitio y me acerqué a darle un abrazo.

-¡Tengo algo para vosotras! Ten -me agaché y saqué de mi petate un tarro de miel, diferente del resto de los que vendía, algo más grande- hace tiempo que no os traigo -sonreí- volví anteayer del reconocimiento; Odd tenía razón, hay dos manadas de lobos merodeando por las montañas, nunca se cruzan pero pude distinguir los rastros de ambas perfectamente. 

En ese momento un graznido característico me alertó de la vuelta de Skad. Miré hacia arriba y, cuando lo localicé, silbé. El cuervo descendió planeando grácilmente hasta posarse en mi hombro, como siempre. 

-Skad, dile hola a Smilla -y el cuervo volvió a graznar; entonces sonreí- a veces creo que me entiende todo lo que le digo -le susurré a la joven; entonces me fijé en lo que llevaba en la mano- deberías cambiar rápidamente esos pescados o lo que tendrás que cambiar será tu capa... pero dime ¿cómo está tu madre? Hace tiempo que no viene ella...

Abracé con ganas y alegría a Ifrit y cogí el tarro de miel que ella me ofrecía con mucha ilusión – ¡Oh! Eres muy generosa – dije sin poder borrar la sonrisa de la cara, sintiéndome tan afortunada por aquel detalle.

Ifrit era una mujer muy considerada y amable, presté atención a sus palabras mientras colocaba y sostenía el tarro de miel bajo mi brazo. Nunca dejaba de sorprenderme, la admiraba por ser una mujer tan curtida, incluso en alguna ocasión llegué a pensar que me gustaría parecerme un poco a ella, tan resuelta y autosuficiente. No me extrañó para nada que supiese diferenciar el rastro de los lobos, sabía que ella pasaba largas temporada en los bosques y se desenvolvía bien en ellos.

- Hola Skad – dije sencillamente tras el graznido del ave. Parecía un animal bien entrenado, me preguntaba como había conseguido domesticarlo.

-Mi madre está bien, está en casa de nuestra vecina ayudando a una cabra a dar a luz, apenas ha dormido nada, el animal se pasó la noche berreando de dolor, y mi madre tiene un sueño muy ligero. Esta mañana nos sorprendió que aún no hubiese parido y mientras ella ayuda a la cabra de la vecina me ha encargado hacer un trueque con estos pescados- dije respondiendo a la pelirroja y mostrando las piezas de pescado.

- Bueno, en realidad ya tengo lo que buscaba, ya sabes lo que me gusta la miel, ¿Que te parece si te quedas el pescado por la miel? O mejor... ¿Qué te parece si te pasas por mi casa esta noche y cenamos juntas? A mi madre le agradaría mucho verte... y podrías contarnos que has descubierto acerca de esos lobos esta noche - Dije en un tono alegre, intentando convencer a Ifrit para que aceptara mi proposición.

Sonreí.

-La miel es un regalo, no lo sería si aceptase algo a cambio, pero me puedes comprar con los pescados hierbas para los ungüentos e infusiones de tu madre, que seguro que necesita ¿no? -respondí- ¡oh, y acepto esa propuesta! Me halaga mucho que me invites a cenar, allí estaré. Puedo llevar algo de caza si quieres -ofrecí, correspondiendo a su invitación.

Asentí a la propuesta de Ifrit, siempre tan detallista. Con gusto le habría regalado las piezas de pescado para corresponderla, quizá estaba abusando de su generosidad pero le acerqué las piezas de pescado a la mujer que la acompañaba.- Toma, muchas gracias – dije con buen humor y una agradecida sonrisa.

- ¿Quien es ella Ifrit? ¿Es tu ayudante?... Nunca la había visto por aquí – dije dejándome llevar por una espontánea curiosidad a la pelirroja mientras analizaba con la mirada a aquella mujer.

Pretendía conocer un poco mejor a Ifrit y me interesaba conocer sus compañías, además siendo "amiga" de Ifrit también sería bienvenida a mi humilde casa para cenar. Esperé expectante la respuesta de la pelirroja.

... Helha "Hija del Mar", todos en Hjelmeland enmudecieron al verla personarse en el thing, una mujer que hizo leyenda hace decenas de años y conservaba aun sus rasgos de juventud ... es una "mujer" temida y adorada por partes iguales. Pero en este caso se presentó como aliada de Holik, pues a pesar de que los elegidos por los dioses de Hjelmeland son versados en la lectura de runas, los métodos y resultados de la adivinación de Helha no tienen competencia en el mundo conocido ... Nadie recuerda cómo ni en que momento llegó a Hjelmeland, simplemente apareció de la nada cuando Holik tomo a bien presentarla a todo el pueblo ... , aunque muchos sobre todos aquellos que vienen de ciudades o poblaciones más grandes ya habían escuchado a más de un scalda narrar historias sobre la "hija del mar", hay quien afirma que tiene sangre de sirena ... la mayoría con una imaginación mayor directamente dicen que la sangre de Njord corre por sus venas.

Después de dictar diferentes castigos a los pendientes de juicio del thing anterior, Holik después de haber presentado a una invitada muy especial (Helha), trata el tema principal por el que se ha requerido la presencia de no solo las familias de Hjelmeland sino también de aliados del clan o miembros importantes de las granjas vecinas.

... el principal motivo de invitar a Helha a nuestro thing, no ha sido otro sino el de consultar a las nornas y nos lea el futuro que nos deparará a mí y aquellos que decidan seguirme en un viaje a tierras del sur de Ribe. Un murmullo creciente y varias voces intrigantes causan una interrupción en la exposición de Horik, pero éste con la ayuda de su hijo y un hirdman que instan a la calma consiguen recuperar la palabra par el jarl.
Se de sobras que no somos un clan lo suficientemente grande como para hacer incursiones tan al sur, y más a tierras en confrontación continua, pero puedo garantizaros que el viaje será un éxito y que aquellos que me acompañen serán recompensados y sus actos serán recordados por los scaldas ...

En mi ultimo viaje a Jasberg conocí a Helha , y como regalo de su jarl consulto mi futuro con las nornas, un futuro pleno de aventuras que deben transcurrir en torno al viaje que debemos hacer ... Sigue durante unos minutos explicando como semejante talento no podía estar equivocado, y que el debía seguir su destino y afrontarlo con energía y los brazos bien abiertos.

Continua explicando como debería ser el viaje.

... antes que la ruta a tomar Gizur, deberíamos decidir quienes debemos partir ... dentro de los que se ofrezca n voluntarios deberíamos tener en cuenta que criterios usaremos para llenar las plazas que hay en las embarcaciones que saldrán hacia nuestro destino. ¿Alguna sugerencia? Pregunta abiertamente a los presentes ...

Ribe... Al escuchar ese nombre me dio un vuelco el corazón. Diez años llevaba sin volver a pensar, ni por un momento, en ese lugar... Quizá aquello fuese un presagio del destino, quizá no fuese por casualidad que la hija del mar estuviese allí en aquel día. Un escalofrío había recorrido mi espina dorsal al escuchar de los planes del jarl y, en aquellos momentos, una extraña sensación me embargaba, una que no había sentido nunca, un cosquilleo de excitación se despertó en mi estómago; ¿sería miedo? ¿nostalgia? Quizás...
No sé qué me pasó por la cabeza en aquellos momentos, pero me adelanté tan rápido que el pobre Skad casi se cayó de mi hombro y alzó el vuelo con un granizo de reprobación.
-Mi señor -pedí la palabra- si queréis viajar tan lejos, necesitaréis alguien que conozca bien el terreno, que sepa guiaros a través de esos paisajes inhóspitos. Bien sabéis que soy mujer de mundo y da la casualidad de que precisamente conozco esos lugares mejor incluso que conozco estos del norte, mejor que la palma de mi mano. Quizá haya querido el destino que vuelva a ellos después de tanto tiempo... Además -sonreí- ¿Quién iba a reparar si no los barcos? Me ofrezco voluntaria para acompañaros en este viaje por todo ello, mi señor -terminé, sin siquiera darme cuenta de lo que mis labios estaban pronunciando.

Un viaje a tierras lejanas e inexploradas por su clan. Un lugar en confrontación constate. Peligros. Incierta probabilidad de éxito. Ribe. El corazón de Ilfern estaba a punto de salirse de su pecho de la emoción. Era la ocasión perfecta para demostrarles a todos los frutos de su entrenamiento, para demostrase a sí mismo y a los demás hasta dónde era capaz de llegar si su voluntad lo impulsaba con fuerza. Aquellas noticias se antojaban el comienzo de una gran aventura y seguramente en ella acontecieran sucesos dignos de la atención de los dioses y de los scaldas. Por nada del mundo quería perderse aquella oportunidad.

-Jarl Horik, mi señor -comenzó a hablar, adelantándose un poco entre los presentes y disponiendo su enorme hacha a dos manos en señal de respeto- para mí sería un honor poder poner a Svalandir a vuestra disposición. Si me lo permitís, gustoso acompañaré a la expedición a las tierras al sur de Ribe. Que Odín guíe nuestros pasos y Thor dé fuerza a nuestros brazos.

Sin más, pues Ilfern era hombre de pocas palabras, volvió a colocar a Svalandir a su espalda, junto a su escudo, y volvió a situarse junto a los demás, expectante ante la respuesta de su señor.

El joven scalda se levantó de sus sitio y con paso pausado, se adelantó un poco.

Sé que puedo parecer joven, que no soy un miembro de la aldea. Pero las grandes gestas necesitan a alguien que las vea para contarlas y por eso es necesario siempre un scalda viajero. Además, mis habilidades con el arco son bastante buenas. Mi maestro me preparó bien para las aventuras.

Cojo mi arco y lo coloco cruzado ante el jarl, le hago una profunda reverencia tanto a Horik como a Helha.

Contad conmigo, por favor.

Al ver a Ifrit ofrecerse para viaje que mencionaba Horik me invadieron las ganas de ofrecerme para acompañarla, aquella mujer había captado mi atención por su generosidad, la autosuficiencia que desprendía obnubilaba mi pensamiento y me sumergía en unas fantasías aventureras que no tenían demasiado sentido si me paraba a analizarlas. Tenía claro que por mucho que lo intentase no sería tan brillante cómo ella, yo no tenía madera para ser una mujer tan resuelta y fuerte. Siempre quise aprender a manejar un arma, pero ni siquiera era capaz de portar un escudo de madera sin perder el aliento al cabo del tiempo.

Miré a mi madre en silencio mientras estábamos entre la multitud, pensé en qué pensaría mi madre si yo misma me ofrecía para el viaje, estaba casi segura de que diría que aquello no era para mi, que era demasiado peligroso y que me necesitaba a su lado. Plantearme aquello y comprobar todos los inconvenientes hizo sentirme impotente, mientras, miraba a mi madre de reojo y cabizbaja por unos instantes.

Quizá estaba siendo demasiado pesimista, recordé las palabras de mi madre en el pasado, ella siempre me decía que debía confiar en mí misma, que no me rindiese a la desesperanza y que buscara la mejor forma para ayudar a la comunidad. Aquel recuerdo infundió en mí unas tremendas ganas de superarme a mi misma. Si partía en el viaje podría darle una vida mejor a mi madre, ya no solo por la recompensa sino por mejorar el estatus familiar, estaba segura de que si me esforzaba podría hacer que el día de mañana mi madre estuviera más orgullosa de mí.

Yo no era una buena guerrera digna de portar a mi espalda la piel de un oso, tampoco era una brillante exploradora como la loba que busca a su presa y mucho menos tenía la astucia de un zorro de las nieves, pero, había algo que se me daba muy bien, sabía sanar a los enfermos y los heridos, no sabía a qué habría que enfrentarse en ese tentador viaje, pero si surgiese algún contratiempo yo podría sanar heridas gracias a los conocimientos en los que me instruyó mi madre desde bien pequeña.

Miré a mi madre con una sonrisa y con las energías renovadas, la abracé con todas mis fuerzas ignorando su desconcierto por mi espontánea actitud, acto seguido, me dirigí junto a Ifrit deslizándome entre la multitud e ignorando a mi madre cuando me pedía que volviese junto a ella.

-Hoy decido abrir mi corazón en un acto de generosidad, en un ejercicio de honestidad con los dioses, deseosa de dar lo mejor de mi en ese viaje por el bien de nuestra comunidad.- Dije ofreciéndome ante el Jarl Horik con cierta timidez.

Sonreí al escuchar a los tres que hablaron tras de mí. Los conocía a los tres y me parecían una compañía magnífica para aquel viaje si el Jarl tenía a bien permitir que lo acompañáramos. La verdad era que esperaba que Ivar y Wisna también se ofrecieran...

Se incorporó apoyando ambas manos en la madera de la mesa en la que se encontraba sentada. De lo poco que se apreciaba del rostro de Wisna la mayor parte estaba cubierto por una mancha amarillenta que se extendía por parte de la mandíbula aunque no era de extrañar que apareciese con alguna muestra de pelea relativamente reciente.

-Que el Padre de Todos sea testigo con su ojo de que no me amedrentaré ante la oportunidad-dijo con sequedad como si sus palabras fuesen un desafío velado a enfrentarse a ella,una guerrera consagrada a Odín, o una crítica para aquellos que aún titubeaban sopesando si realmente querían partir con el jarl o no. A su lado, su padre asintió en silencio a su decisión con aire solemne.

Una decena de hombres de confianza del jarl dan un paso al frente y también se ofrecen voluntarios, la mayoría son de edades similares a la de Horik, este al verles les sonríe , al igual que a todos a los que se han levantado para ofrecer su valía una vez más al servicio del jarl, aunque algunos será su primera no por ello Horik muestra menos gratitud.

Sörr, que parecía ocupar un buen trozo de la estancia, sonreía y miraba hacia todos los presentes. Estaba en silencio y observando como varios de los que estaban allí se ofrecían voluntarios con ciertas ansias, y el enorme joven no iba a ser menos.

-Yo también iré, el honor de mi familia no exige menos -dijo haciendo referencia a su padre, que era un Hirdman del Jarl. Mientras decía esto, se puso en pie y en ese momento se pudieron ver marcas de pelea reciente. Una ceja partida y lo que parecía un pequeño chichón en la frente, pero en un lado del cuello tenía las marcas de un mordisco, de un color amoratado bastante feo, pero no parecía molestarle- Es una oportunidad para demostrar lo que puedo ofrecer a esta aldea y a su Jarl.

Cuando vi a esos dos llenos de marcas de pelea recientes, no pude evitar sonreírme; parecía que en esos días que Odd me había mandado a buscar los rastros de los lobos, aquí no habían perdido el tiempo. En voz muy baja y sin que nadie más me oyera, pregunté a Wisna:
- ¿Ya os habéis vuelto a pelear? ¿O es que habéis estado entrenando?

-¿Pelear? No, esto fue un intercambio de opiniones, el cachorro rubio decía que mi padre se acostaba con osas y que yo era como una abuela desdentada y... ¿ves lo del cuello? Es mío-dijo sonriendo con una mezcla de orgullo y salvajismo-tenía un día de perros así que me vino bien el cuerpo a cuerpo. 

Estiró la mano hacia Ifrit dándole un toque suave en el dorso de la mano.

-Menos mal que iremos juntas - Ladeó la cabeza hacia Smilla, asintiendo ligeramente como forma de demostrar su alegría sin interrumpir el thing.

Tuve que taparme la boca con la mano para no provocar una interrupción; siempre me gustaba la forma en que Wisna trataba los asuntos. Asentí y sonreí ante sus palabras. Tenía ganas de volver a viajar y aquello sería una gran aventura...