Fase 9

Los quehaceres del servicio de la Hacienda se ven abruptamente interrumpidos cuando suena el sonido de la alarma de servicio.

¡Alguien les ha convocado a todos en el Comedor!

Todos dejan lo que estaban haciendo inmediatamente para reunirse allí y, al llegar, comprueban dos cosas.

La primera es que todos siguen con vida.

La segunda es que el que les ha hecho llamar a todos no es otro que Arne Windsbraut.

Elisabeth fue de las primeras en llegar, pues estaba cerca del comedor cuando sonó la campana del peligro. Al pasar, se frotó las manos con el delantal, limpiando algún rastro de suciedad que pudiera quedar. Cuando vio al herrero en el centro del comedor se alegró de que siguiese en pie, aunque no entendía por qué había llamado a todos. No había ningún muerto sobre la mesa.

—¿Sí? Señor Windsbraut, ¿qué sucede? —Le preguntó, esperando que la interrupción de sus quehaceres hubiese valido la pena.

Arne estaba cabizbajo, con los brazos cruzados y parecía pensativo, pues no sabia que pensar al respecto, por eso decidió declarar una asamblea y comentarlos con el resto.

-Hmmmm... Muchos saben que no soy persona de muchas palabras. Pero estando en la situación actual de asedio creo que es necesario que comparta lo que he visto con todos. -Busco con la mirada a la culpable de que el llamara al resto.

-La razón de la reunión es que hará escasos momentos antes, mientras caminaba por el pasillo que comparte ventana con el comedor (Pasillo I), a través del mismo he visto como Mery Reilly atravesaba un hueco en la pared del comedor. Un pasadizo que personalmente nunca había visto antes. Y sabiendo que los hombres del enemigo del señor están atentando contra nosotros. Creí necesario compartirlo y de paso pedirle una explicación a la propia mujer. -Clavo entonces la mirada en su acusada, en busca de respuestas.

No tardo en llegar a la reunión pues, quiso el destino que la alarma me sorprendiera cerca del lugar.

Al escuchar lo dicho por el señor Windsbraut, mi faz denota preocupación y cierto alivio, pues, aparentemente estuve bastante cerca de convertirme en otra víctima de nuestros enemigos.

Vaya lamentablemente situación, pues, puedo dar fe que no hace pude avistar a la señorita Reilly en el comedor mientras me dirigía a cumplir mis labores.

Y eso fue apenas unos pocos segundos antes de toparme de frente con la señorita De Gaulle y el propio señor Windsbraut, quien pudo a ver avistado las actividades dela señorita Reilly a través de la misma ventana por la cual yo la vi segundos antes.

Mucho me temo que las aseveraciones del Sr. Windsbraut cuentan con una base sólida. - digo con bastante seriedad.

La señora Patamás entró en el Comedor gruñendo. Nadie se sorprendió.

- ¿Pero qué diantres pasa ahora? ¿Es que no tienen ustedes nada que hacer para interrumpirnos a los que estamos trabajando? -

Panda de vagos... - pensaba a la vez que se sentaba dejando caer sonoramente su culo en una silla y una cesta llena de velas sobre la mesa. Cuando recobró el aliento se centró en escuchar lo que tenía que decir Arne.

- Mary Reilly... algo tendrás que decir, muchacha. ¿Desde cuándo conoces esos huequecitos? - Antes de dejarle responder miró al resto - No corramos a sacar conclusiones tan pronto. Dejémosle explicarse que aún no ha pasado nada. Que alguien le haga de sombra si hace falta. Recordad que todos llevamos en este castillo más años que la tana y no sería raro que simplemente hubiera aprendido esos escondrijos cuando andaba escurriéndose por los rincones a cuatro patas...

Bermejo estaba algo molesto por tener que volver al Comedor, en su cabeza había todo un plan de acción que se vio roto y desquebrajado por culpa de este aviso bastante inoportuno. Pero al menos el motivo era algo digno de comentar, si es que este era cierto.

-¿Dices que la viste atravesar paredes?. -El bardo autodidacta dio un salto en su sitio y trató de escudarse detrás de la robusta cocinera, pensando que quizás pudiera defenderle con una larga cuchara de madera de aquella amenaza señalada- ¡Es entonces una bruja!. ¡Un Fantasma!. ¡El Fantasma de una Bruja!. ¡Hay miles de historias y canciones que hablan de ellas!. Ahora mismo no se me ocurre ninguna, pero cuando se me ocurra os la canto o la cuento...

-¡Por un hueco haragán! Un pasadizo que cerro tras su paso. -Se molesto con el bufon. -Nada de traspasar paredes, que aquí aun todos somos de carne y hueso.

Mary acude a la señal de reunión, y de pronto no solo todos se la quedan mirando, ¡sino que la acusan de ser incluso un fantasma!

-¿Pero qué tonterías son esas? ¡No soy fantasma alguno! Lo que estaba haciendo es mi cometido. Se me dieron tareas para hacer, como es debido. Este caserón es antiguo, como todos sabrán, y tiene pasadizos. Mi predecesora en el cargo me contó el secreto de los pasadizos, que he usado de vez en cuando para adelantar mis tareas, lo confieso, pero ese es mi único pecado. Prueba es que no haya más fallecidos. Lord Windsbraut me vio intentando acortar camino para hacer mis quehaceres lo antes posible. Sé que a todos os gusta que las cosas estén arregladas y en su punto, y quizás no penséis en el tiempo que nos lleva a los demás lograr todo eso... He de desplazarme a varios puntos de este caserón, y para eso no es la primera vez qud adelanto así el camino. Eso sí, hoy temí hacerlo por quien pudiese encontrarme allí, pero tenía que llegar a una alcoba lejana para acomodarla.

Su conciencia estaba muy tranquila, así que dejó que hablasen los demás, por si querían añadir algo.

Claire se santiguó repetidas veces al escuchar al bardo. ¡Una fantasma! ¡Una bruja! ¡Una asesina! La sirvienta miró de arriba a abajo a la señorita Reilly... No tenía pinta de nada de eso. Aunque sí de furcia.

- No por mucho madrugar, amanece más temprano. Y vísteme despacio, que tengo prisa. - Claire recitó, con gesto serio, los dos refranes que pensó mejor se ajustaban a la situación. Eran su fuente de sabiduría.

- Así que hagán sus tareas bien, sin prisas y sin escabullirse. Así no habrán más sustos en la hacienda. - Volvió a santiguarse al pensar en el recién fallecido senescal.

No saquemos conclusiones precipitadamente, señores - dije, animándome a intervenir - yo lo hice antes, precipitarme, y bien merecida que tuve la reprimenda por parte de la señora Patamás... por cierto, le reitero mis disculpas, mi buena señora.

Bien, como decía, no nos precipitemos. De todos es sabido que la hacienda tiene muchos y muy variados pasajes secretos, o no tan secretos, visto lo visto. Solo una cosa, señorita Reilly, ¿qué alcoba tan lejana, concretamente, fue usted a arreglar con tanta presteza? No me dijo nada sobre ello cuando nos vimos en el claustro, solo que tenía deberes allí. Sin duda es usted una joven muy ocupada.

Armand llega al Comedor con la respiración acelerada, debido a tener que atravesar toda la Hacienda para atender la llamada. Por supuesto, está molesto por haber tenido que dejar su tarea a medias. ¿Y qué va a hacer, sino agachar la cabeza y callarse?

Parecen que están de acuerdo en que Mary Reilly no es un fantasma, pero para el esclavo eso aún no ha quedado demostrado y la mira con cierto temor, alejándose de ella para que no le lance una maldición. Aún resuena en sus oídos las palabras del bardo "¡Bruja!", "¡Fantasma!", "¡FANTASMA DE BRUJA!".

¿No deberían estar quemándola para asegurarse que no es una bruja?

Armand mira a los presentes, preguntándose por qué nadie está cogiendo las horcas y antorchas.

-Cierto es, Angus. Allí desatasqué la fuente, cosa que podrán comprobar quienes quieran, y la alcoba a la que me dirigía es la del clérigo. Está ciertamente lejos, y llegar así de un extremo a otro facilita mucho los quehaceres. Se me suministró una lista, y pasé también un tiempo pensando a dónde iba primero y qué era lo más urgente. Por supuesto, también tengo en cuenta mi seguridad, y no daré más datos. Comprenderán que hay gente que está dispuesta a todo, y no quisiera acabar como el pobre envenenado. Si revelase hacia dónde voy en cada momento, estaría en peligro... Incluso de que se me inculpase en alguna posible muerte ocurrida en algún lugar al que tuviese que ir yo. Sé que ocultar lo de los pasadizos no estuvo bien, pero me ha ayudado mucho hasta ahora a cumplir mis labores. Si sigo mereciendo la confianza de los presentes, podrán comprobar que hago mis quehaceres con presteza y eficacia, cosa que siempre se me alabó. Ahora conocen mi truco, lo admito. Pero tengan en cuenta que entre los presentes hay culpables de asesinato, y ellos ahora también lo conocen. Mi única esperanza es que me crean, y mi prueba es la ausencia de víctimas aún habiendo estado yo en uno de los pasadizos. Sé que no es mucho, pero es bastante. Puedo comprometerme a no usarlos, pero estoy segura de que los conspiradores sí los usarán. Tengan en cuenta lo que yo puedo saber, y cual será mi destino a partir de ahora. Queda en vuestras manos, si ha de ser así.

Deliberadamente Bermejo Russus ignoraba todos aquellos comentarios que negaban la capacidad de atravesar paredes de la acusada, sino que simplemente había usado un pasaje oculto para todos cuando nadie la podía haber visto para simplemente ir a resolver tareas mundanas y cotidianas.

-Es un fantasma... una bruja... un fantasma bruja... una bruja fantasma... una brujasma... fantasburja... -Comentaba por lo bajo, susurrando para sí mismo, aunque también haciendole cosquillas en la nuca de la cocinera, a la cual seguía usando de escudo humano.

- Bueno bueno bueno, que hay mucho que hacer. - dijo la señora Patamás levantándose ruidosamente de la silla - No vamos a ajusticiar a la chiquilla que no ha hecho nada, ¿verdad?. Pues a trabajar. Ea.

Se sacudió el mandil y se levantó una nube de harina a su alrededor que provocó no pocas toses. Cogió la cesta con tanta fuerza que algunas de las velas se salieron y cayeron rodando sobre la mesa. Mientras las recogía terminó.

- Como decía mi abuelo Iñigo Patamás: "Lo que no hay que ser es tonto, eso es importante". No por darle un voto de confianza nos olvidemos de que estamos en peligro y aún así podemos hacer algo que nos asegure que Mary es de fiar. Alguien ocioso, alguien de esos que se pasan el tiempo mirando el trabajo de los demás y criticándolo, que sea la sombra de la chiquilla.

La última vela que recogió casualmente estaba delante de Rudeus Greyrat.

- Señor Rudeus, a usted que le gusta tanto supervisar el trabajo ajeno no le importará pasar el resto del día acompañando a la pequeña Mary supongo. Tiene mucho que aprender de su buen hacer seguro.

Sólo tengo una duda, como todos sabemos, nuestro buen senescal era un hombre bastante peolijo y organizado, por lo que me gustaría saber algo,

¿A alguien más se le asignó la tarea de Hacer las camas? Pues dudo que siendo tantos, el señor Trevor haya asignado la misma tarea a más de uno. - comento con evidente curiosidad.

—¿Así que ese era su secreto para acabar las tareas tan rápido durante todos esos años? —refunfuñó—. Pensé que erais de las que dejaban los quehaceres a medias y por eso se nos asignaban tarea doble para un mismo asunto. Ya veo que no. Mucha prisa os disteis al utilizar los escondrijos en la mañana, aunque bien agradecido, pues los traidores no se atreverían. Debe ser la heredera de los secretos, única de su clase, codicia de muchos. Si hubiesen dos herederos sospecharía de alguno, pero viendo que se trata de una sola, la deliberación es riesgosa. 

Abandonó el centro de la habitación para dirigirse a la puerta que daba al pasillo J, allí agarró el pomo con intención de regresar a su trabajo.

Resultaba extraño que alguien hubiese hecho sonar la campana de servicio con tal prontitud, habida cuenta de que hacía escaso tiempo desde que todos los vasallos de Lord Amoins Gueuse se pusieran manos a la obra con las labores encomendadas. El Consejero de la Moneda intuía que algo extraño habría sucedido y así se confirmaron sus sospechas al acceder al salón comedor y escuchar las palabras del siempre confiable y trabajador Windsbraut.

Al parecer había descubierto "in fraganti" a la joven Mary Reilly metiéndose en uno de los pasadizos secretos del castillo, información que ni el mismísimo Lord Gueuse o el senescal le habían transmitido a su persona, pero de la cual tenía constancia del propio lord que había transmitido a uno de sus sirvientes de confianza.

- Realmente curioso lo sucedido, vaya que sí... - sonrió divertido mirando a los ojos a la susodicha, tratando de atisbar el mínimo atisbo de culpabilidad - De lo que no hay duda alguna es que existen dos únicas posibilidades... - y levantando su dedo índice en alto - Uno. Mary Really es la sirviente en la que Lord Gueuse depositó su confianza para moverse libremente por los pasadizos ocultos del castillo, entiendo que porque en su momento le hizo memorizar el plano... - y levantando un segundo dedo para acompañar al primero, en este caso el medio - o dos. Es una impostora, una traidora de nuestro señor y aliada del vil lord Impostuh, que robó dichos planos y ahora usa la información para cometer asesinatos ocultándose del resto. ¿Cuál de ambas opciones será? - y en la sonrisa siniestra del consejero se atisbó cierta crueldad en la mirada, lo cual indicaba que no dudaría en segarle el cuello de advertir que buscaba traicionarles a todos. 

- Ejem, este asunto verdaderamente se puede resolver bastante rápido... ¿Alguien de los presentes puede contradecir las palabras de la señorita Reilly, afirmando que él o ella es el verdadero favorecido de nuestro buen Lord Amoins Gueuse, a quién en confianza le brindó tal información secreta? -  preguntó echando la vista al resto de los presentes, para ver si cualquiera de ellos daba un paso al frente contradiciendo las palabras de la joven. ¿Nadie?

Según lo que sucediese, sin duda alguna sería de vital importancia para la supervivencia de los vasallos inocentes de la hacienda, cercando y delimitando los movimientos de los impostores. ¿Alguno daría un paso al frente en aquel momento de necesidad?

Madame Bavard apareció en el Comedor respirando de forma ligeramente agitada, pues había tenido que subir un tramo de escaleras algo más rápido de lo que le habría gustado.

Al ver que estaban todos presentes, colocó los brazos en jarras, con un mazo en una de las manos. Válgame Dios, es que ya no se cortan ni un pelo en demostrar que quieren escaquearse de las tareas.

Lo que Windsbraut reveló, le cogió por sorpresa. Sabía que había alguien que conocía los pasadizos secretos, pero en ningún momento había pensado que pudiese tratarse justamente de la joven Mary Reilly. Bastante injusto a su juicio.

- Bien -comenzó tras las palabras de Greyrat-. Si nadie sale a reclamar como suyo el conocimiento que Mary Reilly dice tener, entonces la próxima vez que se vea a alguien usar un pasadizo podremos dar por hecho que esa persona es un impostor.

Miró entonces a la señora Patamás para mostrar su apoyo ante la sugerencia que esta había hecho.

- Aunque no estaría de más que, igualmente, le acompañase el señor Greyrat. Solo por si acaso.

Arne estaba en silencio y escuchando, un par de los presentes había dicho cosas a tener en cuenta y eran mas que importantes recalcarlas como tal.

-Sí, es justo pensar que si nadie reclama el favor del señor de la casa como suyo ademas de Mary, entonces el resto que sea encontrado traspasando huecos ocultos, se le considere culpable. -Asintió ligeramente, las palabras de la asistenta.

-Ahora, Mary Reilly ¿Desde la muerte del senescal es la primera vez que usa el pasadizo? -El Herrero realmente apenas pasaba la mitad de tiempo en la hacienda y veía lógico que otros conocieran caminos que el ni necesitara conocer, pero llegados a ese punto, supuso que toda información era útil.

-Sí, desde que eso ocurrió no usé pasadizo alguno hasta mi intención de desplazarme lejos y acortar camino. Como dije, mi conciencia está tranquila. Sé que ahora estoy en el punto de mira de todos, pero también hay que pensar que alguien de entre los presentes pretenden hacer daño. No me opongo a que se me siga, pero también quiero tener la seguridad de que quien me sigue no me hará mal alguno. Dadas las circunstancias, he revelado información importante, que como bien han dicho, limita muchas opciones a los malvados. Mi vida corre peligro, lo sé y lo asumo. Que sea lo que Dios quiera... Yo solo quería trabajar.