Partida Rol por web

Algunos valientes parecen haberse ofrecido para salir en busca de ayuda, pero los gritos y lo que suceden en la parte delantera del autobús, evitan que salgan. En ese momento, podéis ver como en la parte trasera se encuentran un grupo de personas abundante junto a los ancianos: la mujer parece tener graves problemas para respirar y necesita ayuda de inmediato.

En el centro del autobús, la madre del niño que estaba jugando con la consola parece haberse despertado. Su marido está poniéndole al crío y a ella sus abrigos para salir de allí. La mujer que les estaba ayudando se dirige hacia atrás, junto a los ancianos. 

En la parte delantera... Todo el mundo observa o intenta no observar lo que ocurre en el capó. La imagen parece haber congelado la escena tanto como la nieve que cae, deteniendo los pasos de todo el mundo. Hay algo grotesco a la vista de todos.

Pobre... ups, se me olvidó hacer el post... Sorry!

- Creo... ¡Creo que deberíamos irnos todos! - dice Felipe, mirando al cielo, encaramado sobre un asiento.

Baja de un salto. Tiene unas ganas de vomitar terribles. Que puto día.

- Eh... Está cayendo una brutal. No van a venir coches aquí ni de coña, y como nos quedemos vamos a estar encerrados. Se ve un edificio no muy lejos. 

- ¿Cómo vamos a ir todos? - pregunta incrédulo Alfonso.

Hay ancianos, niños... Gente herida. Si van todos hacia allá va a ser un caos absoluto. 

- Va a venir gente seguro, joder, que es una nacional - dice -. Vayamos rápido, llamemos a emergencias y luego vengamos a ayudar a la gente y evacuarla de una vez.

Edu había estado ayudando a la mujer. El golpe la había dejado aturdida, pero ahora que está bien, aprovecha para observar alrededor.

- Escuchen... Caminar entre una nevada así puede ser peligroso. Y aquí dentro es cierto que ahora mismo estamos más o menos resguardados, pero los cristales están rotos... La nieve va a caer aquí igual que fuera, y está cayendo una como no vi desde que subí al Matterhorn... Si sube por encima del metro no vamos a poder movernos y entonces si que tendremos un problema.

Da un paso adelante, intentando que le oigan. Nota la mirada del tipo de gafas, Alfonso, pero no le hace caso.

- Propongo que nos organicemos. Los que estamos mejor podemos ayudar en parejas a los heridos, mientras uno de nosotros va abriendo paso en la nieve. Si la distancia es la que parece serán solo diez minutos expuestos y estaremos seguros.

Ana escucha a lo que dicen los de adelante, y aunque no le hace ninguna gracia, señala lo obvio.

- El tipo que está herido en el capó no podemos trasladarlo. 

Paloma llega junto al grupo de atrás, y se acerca a la anciana tendida en el suelo. 

- Déjenme por favor, soy enfermera.

Está visiblemente aturdida. Tras observar unos instantes a la señora, no parece tenerlo nada claro. Es evidente que la anciana está en muy mal estado, pero...

- Si la trasladamos el frío de fuera podría... Pero es evidente que necesita ayuda... No sé...

Se lleva las manos a la cabeza, dubitativa, mientras piensa que hacer.

Respira unos instantes. "Dios, respira" dice mientras los gritos del hombre le dejan más y más cansado. Tras él la gente discute que hacer, pero Josemi solo nota sus manos cubiertas de sangre y la absurda banalidad de aquello. Ese tipo... Ese tipo debería estar muerto. Pero por desgracia para él no va a ser una muerte rápida. Y sin embargo, no hay forma humana de que puedan ayudarle, no sin un equipo médico completo, sangre por un tubo para hacer una transfusión...

Se aparta un instante, pasándose su mano ensangrentada por el rostro. La chica que ha venido a ayudarle (y que no le ha ayudado en nada, pero al menos agradece el gesto) se queda junto al herido, sujetándole la mano y tratando de que se calme.

Josemi se vuelve hacia los demás.

- Este hombre está... Muy grave. No sobrevivirá a un traslado - "no sobrevivirá a secas" piensa -. La nieve es una incógnita, podría parar o dejar de nevar tan fuerte, pero esto es una certeza.

Quizás debería añadir que en tal caso él se quedará, pero hay más heridos y sabe que debería dejarle. "Trata a quienes puedas salvar". Y sin embargo... Quizás...

Viendo que André no parece necesitar nada más...

-Bien, machote. -Me acerco al anciano y le hablo, mirándole a los ojos con la mayor calidez posible. -Señor. Vamos a sacar a su mujer de aquí y a llevarla a ese sitio que dicen que hay. Tenga claro que aquí no podrá sobrevivir, pero fuera tampoco va a ser fácil. ¿Lo comprende? -Le pongo una mano en el brazo. -No sé cuales son los designios de Dios, pero rezaré por ella para que se recupere. 

Me dirijo ahora a los demás que están ahí detrás, incluído André. -Tenéis que sacarla de aquí. Aun hay gente que necesita la labor de un sacerdote aquí dentro. Iré a ayudar en cuanto pueda. Como bien ha dicho éste hombre, lo mejor sería por ahí. -Señalo la ventana trasera del bus. -Que Dios os ayude. -Hago la señal de la cruz en el aire y me dirijo rápidamente al hombre canoso de barba. 

-Usted parece un experto. ¿Puede ser usted el que despeje la nieve?. Yo puedo ayudarle en lo que sea, pero primero tengo que ver a ese hombre que grita. 

Independientemente de lo que me responda, me acerco al hombre del capó. No sé muy bien cómo está la cosa delante. El hombre que grita es lo que más llama la atención desde detrás. Pero hay sozollos, voces, ruido de pisar cristales... Caos en un sitio tan estrecho. Me voy abriendo camino como puedo. Pisando cristales y nieve, entre la gente. Intentando dar ánimos a quien veo. Hasta que llego al herido...

Sandra intentaba aislarse, sin demasiado éxito, de los gritos del joven empotrado en el capó, de los sollozos, las recriminaciones, los miedos y los nervios que invadían a todo el mundo, al igual que le sucedía a ella, pero la anciana estaba mal y quizás porque le recordaba a su abuela era incapaz de dejarla sola.

Sacarla, a pesar de los riesgos que conllevaba, parecía la mejor opción y por suerte no iba a tener que hacerlo ella sola pues el chico con acento portugués vino en su ayuda. Y después el cura intentó consolar y explicarle al anciano lo que tenían pensado hacer. Era una locura, fue el pensamiento de Sandra, pero tampoco podían quedarse allí encerrados y parecía que alguien había visto refugio en medio de la oscuridad de la tormenta, seguramente el parador o alguna de las casas adyacentes. Tenían que intentarlo, no les quedaba más remedio, sobre todo después de que la enfermera no parecía tener ni idea de lo que debían hacer con la mujer.

En un acto reflejo Sandra se colgó su bolso en bandolera consciente de que el último cigarro que le quedaba se había mojado y roto cuando la nieve entró tras el accidente e intentaba no pensar en las ganas que tenía de dar por lo menos un par de caladas para tranquilizarla.

—Vamos a intentar sacarla —le dijo al portugués mientras hacía una seña hacia el exterior que se veía tras la luna rota trasera. Cogió un brazo de la anciana y lo pasó por encima de sus hombros dudando que ella tuviera la fuerza suficiente, sobre todo viendo a André, para conseguir pasarla por la ventana—. ¿Alguien más nos puede ayudar?

Al pasar un rato de haber visto la grotesca escena de la parte delantera del autobús, Alejandro no podía mover ni un músculo de su cuerpo. Estaba apartado en un lado sin decir palabra, mirando a la nada. 

Después de pensar una y otra vez en la misma imagen que no podía quitar de su cabeza comenzó a sentir algo. Era frío, se estaba congelando. No podían permanecer en el autobús, eso era lo único que había sacado en claro de toda esa situación. Se incorporó e intentó ayudar como buenamente podía al resto de personas.

-Yo puedo intentarlo...- le contestó a Sandra. -Pero no creo que sea de mucha ayuda, me cuesta mover mi propio cuerpo.- Mira a un lado, avergonzado.

Como podía ser que en una situación como esta no podía ni siquiera ayudar a una señora.

Por fin llego hasta Julián. Al ver esa escena, miro al cielo un instante y me santiguo. -Por Dios, cómo está éste hombre. No se va a recuperar como parecía. -Mi primer impulso es quitarme la chaqueta para cubrir ese desastre. Pero me lo pienso mejor. Demasiado frío.

Proteger, avisar y socorrer. Eso dictan los primeros auxilios. No va a ser el caso. Protegerme yo mismo para poder atender y que no seamos dos en desgracia. Avisar... ¿A quién? Y socorrer... Espiritualmente. No de otra forma. -Que Jesús lo tenga en su gloria.

Me agacho como puedo, sobre él -Ssshhh... Todo va a ir bien, hijo mío. -Sonrío mirando su cara, intentando no mirar su cuerpo. -Sé que es difícil, pero tienes que calmarte un poco y todo será mejor. -Le cojo una mano entre las mías y la aprieto con calidez. -Estás siendo fuerte. Sigue así. Sigue siendo fuerte. Tú puedes aplacar éste dolor. ¿Cómo te llamas?. 

En vista de que todo el mundo se iba a trasladar al refugio, el chico empezó a buscar en el autobús cosas que fueran fáciles de transportar y fueran de utilidad, como ropa de abrigo. Tendríamos que llevar la mayor cantidad de ropa de abrigo posible. No sabemos cuanto tiempo vamos a tener que esperar en el refugio.

También hecho un vistazo por la ventana en dirección a la carretera para ver si pasaban coches.

Sus tripas. Nieve. Sus... Tripas. Ni siquiera duele, excepto cuando se mueve, entonces el horror desaparece y solo queda puro sufrimiento.

Se muere. Está claro que se muere. A eso no sobrevive nadie. No.

Y entonces se le acerca... Un cura.

- Esto es un sueño, ¿no? - pregunta, incrédulo -. Un puto sueño. Es un sueño. ¡¡CURA DE MIERDA HIJO DE TU PUTA MADRE MARICÓN!! Un sueño. Un sueño. ¡NO ES REAL! ¡NO! ¡AAAAHHH! ¡AAHH! NO. ¡NO! ¡NOOO! - grita, y sigue gritando sin parar. 

Se muere. No quiere morir. Pero... Se muere.

Camina hacia la parte trasera del tren, y ve a Sandra preparándose para coger a la anciana. 

- Espera un segundo. Saldré fuera y abriré camino. Quizás deberían abrigar a la señora.

Luego cruza la luna trasera y desaparece de vuestra vista en el exterior.

Una vez el tipo de barba sale (no le entiende muy bien, pero parece haberle indicado que esperen), tras cubrir a la anciana con su abrigo, coge a la señora con toda la delicadeza que puede y con la ayuda de Sandra la levanta, y se prepara para seguir a Edu.

- Venha - dice, agarrando las piernas de la señora de espaldas para poder ver hacia donde camina y cargando la mayoría del peso sin dificultad alguna.