Partida Rol por web

Freya vuelve a dudar. En su vida se habría planteado el hecho de tener que enfrentarse a la única persona que había estado siempre a su lado.

¿Por qué? ¿Porqué tienes que hacer esto?

Pregunta sin comprender. A pesar de que su posición sigue siendo defensiva y mantiene la espada en alto, su voz delata que no está tan tranquila como habría querido aparentar. Y es que en su interior, no estaba para NADA tranquila.

Tener que enfrentarse a alguien a quien había querido tanto... tener a otra persona a quien... casi amaba, jugándose la vida fuera de aquellas murallas por ella... y que ella ahora se viera incapaz de cumplir su misión... Nunca se había venido abajo ante nada... pero aquello estaba a punto de sobrepasarla.

¿Porqué no ignoras al malnacido de Galbatorix y vuelves a mi lado?

En ese momento, viste como Robert sonreía.

Sonreía y comenzó a carcajearse de una manera que parecía completamente loco.

Poco a poco, su cuerpo fue cambiando hasta transformarse en alguien también conocido, aunque de diferente manera.

- Si ya sabía yo que eras débil. Tan debil como para no atacar cuando tenías la oportunidad. - Dijo Durza aún sonriendo y sin dejar de hacerlo, descarga un golpe sobre tu pecho con la espada que hasta hace un momento, estaba en la mano de Robert.

- Débil. Muere. -

Aquel golpe la había cogido totalmente desprevenida. ¿Para qué iba el Durza a dejarse atacar primero? Su lógica había ayudado a que Freya creyera en aquella ilusión, y ahora iba a pagar por ello...

Mantiene su espada en alto, intentando bloquear el ataque del Sombra, aunque no con demasiado éxito. Sin embargo, dentro de ella, la rabia empezaba a levantar cabeza. Él se había reído de ella... de su debilidad. Era cierto. Había sido débil. Se había dejado engañar. Y ahora su misión estaba en peligro.

Viviendo en la taberna había conocido gente que había tocado fondo. Mucha gente. Y toda esa gente, un día u otro, volvía a levantarse. Comprendió que aquella característica los hacía humanos. Aquella fuerza para remontar. Ella se había levantado una y mil veces... y aquella sólo era una más. No era débil. Freya es fuerte... tan fuerte como para volver a ponerse en pie, limpiar el polvo de sus ropas y plantarle cara a su enemigo, ahora, sin ningún tipo de duda.

El golpe del Sombra penetra la armadura y la protección de Freya, haciendole un gran tajo sobre su brazo izquiedo, desde el hombro hasta casi el codo. Aunque es un tajo enorme y complicado, los encantamientos y la resistencia de la Jinete evita que sangre como debería sangrar en un simple humano.

En realidad, un humano estaría muerto con ese tajo.

El Sombra comienza a sonreír cuando se ha dado cuenta que puede herirte sin problemas.

Freya se mira la herida del brazo, dejando escapar un gemido. Pero el dolor que recorría su miembro ayuda a despertar sus sentidos y tomar consciencia de lo que pasa a su alrededor.

¿Esto es lo mejor que sabes hacer? -Pregunta con prepotencia y una sonrisa de medio lado después de comprobar que el corte no era tan profundo.

El Sombra la había herido, sí. Ahora la tocaba a ella.

No tienes ni idea de lo que es la debilidad, ¿verdad?

Mordiéndose el labio hasta hacerlo sangrar para reprimir el dolor del brazo con el que va a alzar la espada, coge impulso y se lanza a la carrera hacia el sombra sin decir una palabra más.

Tu golpe tiene el mismo efecto que el suyo, con la sutil diferencia que cuando le abres un tajo en el brazo a él, la herida comienza a supurar un icor negruzco que huele fatal. De la misma herida, salen como unos gusanos oscuros y verdosos, del tamaño de un dedo pulgar, que comienzan a reparar el daño que le acabas de producir.

Aun así, el rostro del Sombra no cambia ni un ápice, aunque lo has herido bastante.

- Vale, veo que no te andas con rodeos. Esto está bien, Veamos que sabes hacer. - Dice tu enemigo mientras alza la espada y la vuelve a descargar contra ti con todas sus fuerzas.

Freya frunce el ceño al ver como aquellos asquerosos gusanos sanaban la vida de su enemigo. ¿Acaso había algo más que el maldito Sombra supiera hacer?

Intenta bloquear el ataque de su enemigo, pero el brazo herido se resiente...

La espada del Sombra atravieza un costado de Freya, haciéndole un grave corte bajo las costillas, mientras se coloca nuevamente en posición para realizar un nuevo ataque, claro que ahora le toca a la Jinete del Dragón, sin embargo trastabilla un poco hacia atrás, sangrando profusamente por la herida mientras el Sombra comienza a reir.

En ese momento, el cuerno de guerra suena en alguna parte de la llanura.

Suena cuatro veces, señal que la batalla ha terminado, sin embargo, desde donde estás no puedes saber quién ha sido el bando ganador.

En ese momento, cierras los ojos por el dolor y tu mente parece volar de ese sitio hacia un paraje desertico y desolado...

Ahora te encuentras frente a un monolito de piedra, en el cual una runa desgastada brilla... no sabes muy bien qué es, pero sabes que debes tocarla y así lo haces...

Cuando la tocas, una luz impresionante te ilumina por completo y te hace regresar a la realidad...

- ¿Estás pensando en Roran? Lamento decirte que ha muerto. - Dice el Sombra con una sonrisa.

Pero tú no estás pensando en eso ahora... ahora estás pensando en que eres como una roca... como una montaña...

Estando en aquel extraño trance, aquella notícia no pareció afectarle tanto. Total, había muy pocas probabilidades de que aquella mala bestia dijera la verdad por una sóla vez. Ya había flaqueado una vez ante uno de sus trucos y había salido mal parada... no iba a volver a caer. Si a Roran le hubiera pasado algo... Kirah lo sabría. Y se lo habría dicho.

Lo importante ahora era librarse de Durza. Y a poder ser, que sufriera como un jabato. Que sufriera como se merecía. Y para ello tenía que concentrarse. Tenía que hacer algo para darle la vuelta a las tornas, o acabaría perdiendo contra él. Y eso, Freya, no podía permitirlo.

Yo nunca pierdo...

Se dice para sí misma, intentando averiguar qué era aquella sensación que sentía. Notaba la esencia recorrer su cuerpo, pero no sabía dónde iría a parar ni qué efectos tendría...

Pero tampoco podía esperar más. Tenía que cerrarle esa sucia bocaza para que dejara de sonreír. Tenía que acabar con él de una vez por todas.

Sin pensarlo demasiado, vuelve a lanzarse contra él, ignorando el dolor del brazo y el costado.

Cuando vas a golpear, su espada se coloca delante de la tuya, haciendo que salten chispas hacia todos lados mientras ambas se rozan por sus filos.

Sin embargo, algo ha pasado, por que aunque no lo has tocado con tu espada, un haz de luz sale de ella y le hace un corte en el brazo el cual lo hace retroceder algo confundido.

- Veo que has estado estudiando, ¿no es así? No importa, hagas lo que hagas, morirás aquí y ahora, sin poder resucitar en otro cuerpo, maldita Jinete. -

Y acto seguido, descarga un fuerte mandoble hacia tu pecho.

Freya sonríe de medio lado al ver que ha conseguido tocar de nuevo al Sombra.

Poco a poco, Freya... poco a poco...

¿Estudiar? ¡Ja! Algunos nacemos con talento, ¿sabes?

Justo entonces Durza vuelve a atacar, y Freya intenta bloquear su espada con la suya, y aunque consigue menguar el daño, una vez más, la destreza de su enemigo ha traspasado sus defensas.

El espadazo del Sombra parece que te hace daño, pero nada. El filo de la hoja toca tu piel y simplemente te hace un leve rasguño del cual sale un mínimo hilillo de sangre.

Durza asiente con la cabeza mientras se aleja unos pasos y junta sus manos para comenzar a formar una bola de energía oscura entre sus dedos.

Parece que eso le tomará un par de segundos, por lo que te da una oportunidad única...

Pero si no logras hacerle daño de consideración en ese tiempo, es probable que esa bola de energía te haga desaparecer de la Creación.

Espero que estés rezando...

Murmura mientras se lanza, sosteniendo la espada baja, con ambas manos, para atacarlo de abajo arriba. Haciendo palanca con la mano que sostiene la parte terminal del mango de la espada, consigue hacer un sobreesfuerzo y levantar el enorme arma, golpeando a Durza una vez. En el mismo movimiento, con un giro de muñeca coloca ambas manos en la misma dirección en el mango de la espada, y dando un salto se asegura de atacar con toda su fuerza y esta vez, todo su peso, golpeando esta vez de arriba abajo.

¡Muereeeeeeeeeeeeee!

Grita llena de rabia, con los ojos inyectados en sangre y con toda la fuerza de la que es capaz.

Como una posesa, Freya cogió su espada y comenzó a golpear a Durza por todos lados mientras este conjuraba una especie de hechizo destructivo. Los golpes cayeron sobre el Sombra como una andanada veloz y certera, haciendo que con cada uno, partes de su piel, de sus músculos y de su negra sangre salpicara el lugar.

El primer golpe abrió una brecha en su pecho, separando las costillas del lado izquierdo, junto con la piel y los músculos dejando al descubierto su negro corazón que parecía latir con una velocidad endiablada.

El segundo golpe, el más preciso y mortal, fue más sangriento sin duda alguna.

La punta de la espada de Freya se clavó en el pecho del enemigo, justo a un lado del corazón y con la velocidad que llevaba, giró la hora de la espada dentro del cuerpo del Sombra, haciendo que este se partiera en dos mitades, quedando una a un lado de sus piernas, que aún seguían allí de pie.

El rostro del Sombra comenzó a cambiar.

Primero a Robert... después a Roran... a Robert otra vez... y así a toda la gente por la que sentías aprecio para después convertirse en cenizas...

Freya respira agitadamente varias veces, con la espada abajo, sosteniéndola con una sola mano. Su mirada sigue clavada en el lugar en el que estaba el sombra hacía tan sólo unos segundos. Es ahora, cuando el cansancio y el dolor de las heridas se avalanzan sobre ella, haciendo que ese brazo que sostiene su enorme espada empiece a temblar, junto con las piernas.

Todavía no has acabado, Freya...

Haciendo acopio de fuerzas y sin disfrutar ni un sólo segundo de la victoria, Freya corre todo lo rápido que puede hacia la salida de la torre. Debía encontrar a Roran. Debía asegurarse de que las palabras del Sombra habían sido sólo eso... una mentira.

¿Kirah? ¿Kirah, estás ahí?

Sí, aquí estoy. Lo has hecho muy bien, amiga, muy bien. ¿Qué tal estás? ¿Necesitas ayuda para algo? Aquí abajo estamos terminando. Ahora está todo tranquilo y el castillo ha quedado completamente vacío cuando has acabado con Durza... otra vez... Supongo que esta vez lo has hecho bien.

La dragona hablaba con tono sobrado y sabías que lo que te decía era simplemente para picarte un poco, ya que la misión había salido a la perfección.

Freya suspira aliviada. Tras una pausa en la que recupera el resuello, sigue caminando hacia la salida, en busca del ejército que debe quedar todavía fuera de la muralla de la torre.

¿Acaso dudabas de que fuera a conseguirlo? Pequeña... nosotras SIEMPRE conseguimos lo que nos proponemos... Ahora salgo.

Una nueva pausa más... ¿Cómo preguntarlo sin parecer interesada realmente?

Esto... Kirah. ¿Hay muchos heridos? ¿Está Roran... bien?

Contiene el aliento de nuevo, aunque sigue caminando todo lo deprisa que pueden sus piernas, agotadas.

¿Roran? ¿Tú Roran del alma? Bueno... tendrías que verle por ti misma. Si sales de la torre y te asomas por encima de la muralla deprisa, supongo que lo podrás "ver" sentado en una roca recuperándose de las heridas.

Sientes como Kirah lanza una risilla mental.

Y cuando digo que lo podrás ver, es literal. En este momento está bastante hinchado por lo que acaba de hacer.