Partida Rol por web

La mañana siguiente amaneció despejada. Todos se levantaron y desayunaron en silencio, para después, retirarse cada un a ver a su dragón, para preparar todo para el viaje. Cuando estuvieron listos, los Jinetes y Eärwen se juntaron en el centro de la ciudad, junto con Nasuada y sus Generales.

Eragon no estaba por allí, tampoco Saphira, como era de esperar. Él, junto con su primo, habían partido por la noche hacia su misión, la cual ninguno de vosotros sabía nada. Aunque según las palabras de la dragona, se mantendrían en contacto durante todas las misiones, para poder protegerse, aunque sea a la distancia.

Os saludasteis con simples ademanes de vuestras manos o de vuestras cabezas. Ninguno de vosotros habló durante casi toda la mañana. La concentración se palpaba en el ambiente, así como la incertidumbre del resultado de las misiones conjuntas y simultaneas.

De repente, Nasuada se acercó al centro, donde todos estabais y os bendijo, y os deseo suerte en vuestra misión.

Acto seguido, cada uno partió en la dirección convenida, en busca de la victoria.

Con energías renovadas, Freya no tardó en estar lista. Y a pesar de la poca confianza que sus compañeros tenían en ella, la pelirroja no se venía abajo. Seguía siendo orgullosa y confiada. Nada ni nadie podría pararla. De eso estaba segura. ¿Un sombra?

Uno a cincuenta... No son nada. Nosotras no fallamos.

Piensa en plural y sin dejar de sonreír de medio lado durante todo el día. De ese modo controlaba los nervios y su estado de ánimo.

Al llegar la hora de partir, se sube a lomos de Kirah con agilidad y se despide de los demás con un gesto de la mano una vez ya están en el aire. Cerrando los ojos y disfrutando del aire entre su cabello, fuerza su respiración para que sea más calmada.

Estamos listas.

Rápidamente, vuelas con el viento golpeándote a la espalda. Es una sensación agradable de poder volar a gran velocidad y que el viento que golpea vuestros rostros no sea tan fuerte como si fueráis con el viento de frente. Eso y que además, tenéis un plus de velocidad extra cuando tu dragona pliega sus alas contra su cuerpo y se convierte en una verdadera saeta surcando los cielos.

Abajo, se pueden ver las montañas de donde has salido y poco a poco, el paraje se torna más desertico. El Desierto de Halderac aparece bajo vuestros pies como si fuera una mancha amarilla, un borrón de movimiento.

Lentamente, giráis hacia el suroeste, en dirección a Uru-Baen, en el lugar dónde se encuentra la torre oscura y en el sitio dónde los magos pretenden invocar otro Sombra.

Vuestro único objetivo, eliminarlos de la faz de la Creación.

Y sobrevivir.

Sobrevuela alto la primera vez. Veamos dónde están y por donde podemos entrar. Si podemos evitar las tropas que tendrán vigilando y colarnos a la sala principal rapidamente, será más rápido y podremos volver cuanto antes para demostrarles a los demás lo que podemos hacer sin su ayuda. Sino, machaquemos a esas horribles bestias y entrenemos los músculos para la batalla... quizá sea más divertido también.

Sonríe de medio lado mientras se agazapa sobre la dragona para ocupar el menor volumen posible.

La torre oscura de Urubaen se alza en el horizonte, así como sus construcciones, que se encuentran a su alrededor, hechas con una piedra que obsorbe todos los rayos de sol y son de color negro como la noche. Toda la ciudad, por lo que se puede ver desde el aire, es una ciudad oscura, en la cual no se ve a nadie caminar por las calles.

Esto tiene una explicación.

Seguramente, todos las criaturas que vivan allí, no puedan resistir la luz del sol y trabajen bajo tierra.

La torre oscura está justo en el centro de la ciudad, alzándose por encima de todos los edificios, y tiene casi unos quinientos metros de alto.

Desde el aire, no podéis ver entrada alguna a esa torre o a cualquiera de las edificaciones que se encuentran en la ciudad.

Debemos sobrevolar la ciudad a menos distancia... desde aquí no podemos ver nada. Tenemos que encontrar una entrada... Porque... ¿No podrías hacer un boquete en la pared de la torre, verdad?

Pregunta realmente sin saber la respuesta. Si tenían que bajar al suelo y encontrar la forma de entrar... Iban a tener que enfrentarse a todo lo que encontraran. Y así, no habría forma de acabar enseguida.

Si seguían sin ver nada, tendrían que aterrizar a una distancia prudencial y tendría que abanzar ella sola por la ciudad, entre las sombras, para intentar encontrar algo que les sirva... o incluso coger a algún despistado para hacerle hablar.

Hicistéis una pasada alta, intentando ver algo más de lo que podiáis ver.

No se veía nada.

No había gente en las calles, no había absolutamente nada, simplemente el negro empedrado de las calles.

Pero si pudisteis ver una muralla que rodea la torre, con una gran puerta de acero y dos grandes torres a su lado. Seguramente allí haya algún guardia, pero desde dónde estáis no se puede ver más nada.

Aunque suponéis que detrás de esas murallas y de esa puerta, hay una entrada a la torre.

Bueno, pequeña... creo que aquí es donde nos separamos. Te llamaré si necesito ayuda. Ten cuidado de que no te vean hasta que salte las alarmas, ¿vale? ¡Hasta luego!

Y justo después de pensar eso, se deja caer sin miedo. Durante la bajada, cierra los ojos para concentrar su esencia, que poco a poco llega a todos los rincones de su cuerpo haciéndolo tremendamente ligero, y cayendo así silenciosamente en un punto lo suficientemente alejado de la muralla para que ningún guardia pueda verla, agachada. Si quería acercarse a la muralla lo suficiente como para poder escalar por ella sin ser vista, tendría que ser más rápida que el ojo humano...

Je... eso no es muy difícil...

Sonríe de medio lado, confiada, mientras su esencia vuelve a concentrarse. Mira a su alrededor para asegurarse que no hay nadie cerca que haya podido verla, y sobretodo, para ver si puede descubrir a alguien en la muralla... a los soldados que la vigilan, para encontrar un punto ciego por el que poder escalar la pared.

Kirah asiente mentalmente a Freya y se aleja volando a gran velocidad. Cuando llega a la altura deseada, Freya puede verla desde el suelo. Ella sabe que es un dragón, pero para un ojo no entrenado, desde esa distancia parece simplemente un águila.

La jinete cae en un rincón alejado de la ciudad, en uno de sus callejones. No hay nadie a la vista ni tampoco se escuchan ruidos.

Desde dónde está, puede ver perfectamente la muralla.

Una larga construcción de piedra lisa y negra, sin sitio por donde cogerse, por lo menos desde dónde está situada. La pared parece muy lisa, demasiado y por lo tanto, muy resbaladiza.

La puerta de la entrada está a su derecha, puede verla desde donde está, pero simplemente una parte y justo a su lado, una de las pequeñas torres de vigilancia con lo que parece ser cuatro o cinco soldados apostados sobre la misma, vigilando el camino.

Todavía no la han visto.

¡Maldición! Muchos guardias... aunque pudiera con todos, darían la voz de alarma y esto sería un caos. Rodearé la muralla a ver si veo algún punto ciego. Sino... la fiesta empezará antes de lo pensado.

Mientras piensa esto, para informar a Kirah, empieza a mirar a su alrededor para ver si puede esconderse en algún callejón, alejándose de la vista de cualquiera que pueda estar en la torre, pero procurando tener una buena panorámica de las torres que haya.

Te vas escondiendo entre los callejones, sin perder de vista la muralla de lisa piedra negra. Mientras avanzas, te das cuenta que además de las dos torres junto a la puerta, hay una torre en cada una de las esquinas de la torre, custodiada por un par de guardias que no dejan de mirar a todos lados.

Te será muy difícil entrar sin que te vean, claro.

Salvo que actues rápido, ataques una torre y reces a todos los dioses por ser rápida y mortal. Así no puedan dar la alarma.

Las casas por las que pasas al esconderte en los callejones están todas cerradas a cal y canto. Puertas cerradas, ventanas cerradas. Todo. Y además, no se encucha un ruido, ni un alma en las calles, ni un susurro, ni un suspiro.

Pues... parece que la fiesta, está a punto de empezar...

Y no, no estaba para nada asustada. Sabía que todo saldría bien. Lo sabía porque había nacido para esto. Porque Kirah la había elegido, y porque juntas, eran imbencibles.

Confiada y moviéndose entre las sombras, se acerca rápidamente a una de las torres, quedando pegada a ella y mirando hacia arriba para asegurarse de que nadie la ha visto.

Y por suerte, nadie la habia visto.

En la torre no pasaba nada y Freya había encontrado un punto ciego en esa pared, donde ninguno de la otra torre pudiera verla. Estaba completamente escondida junto a la pared, claro que si alguien se asomaba y miraba para abajo, verían su larga cabellera pelirroja y con eso darían la alarma.

Ahora, su blanca espalda está apoyada sobre la fría y lisa pared de piedra negra.

Esperando una oportunidad.

Odiaba hacer las cosas así. Ella, que entraba en un lugar esperando que todas las miradas se posaran sobre sí. Y ahora entrando a escondidas. Pero la eficacia era más importante que el llamar la atención... ¿no? De todos modos, ya tendría tiempo de ser el centro de atención cuando volviera junto a sus compañeros, demostrando que ninguno de ellos tenía razón. Y ella sí.

Sin más preámbulos, se da la vuelta quedando de cara a la estructura y apoya las manos en ésta, concentrando toda su esencia en sus manos y sus pies... Después de comprobar que sus extremidades se adhieren a la superfície de la torre, empieza a avanzar por ésta, pegando su cuerpo todo lo que puede a la pared para no ser vista. Una vez que ha subido una distancia considerable, vuelve a concentrarse. Esta vez, consigue que sus movimientos sean mucho más rápidos...

A ver si puedo moverme tan rápido como para que apenas me vean, llegar arriba y darles unos golpes en la garganta a todos y cada uno de los guardias... así al menos, no gritarán si alguno queda todavía indemne...

Trepas como una araña por la muralla...

Pero cuando llegas a la mitad de la pared, cuando comienzas a concentrar la Esencia de tu cuerpo en adherirte a ella, notas un leve cosquilleo en las manos y en los pies...

Como si algo repeliera tu magia...

Y comienzas a resbalar lentamente hacia abajo.

Freya logra superar la tensión superficial de la pared y de alguna manera, consigue continuar trepando hasta lo alto de la muralla. Aunque no con mucha facilidad, ya que cada dos por tres tenía que recuperar un tramo al sentir que se resbalaba hacia abajo. Sin embargo, con un poco de esfuerzo logró poner las manos en lo alto de la muralla y alzarse tranquilamente, quedando oculta tras la pared de la torre.

Sentía las respiraciones de la gente que estaba alli dentro, esperando cualquier movimiento para dar la alarma.

Eran cinco y hablaban en una lengua extraña.

Uno de ellos estaba apoyado con la espalda justo por encima de la cabeza de la pelirroja, mientras que los demás, parecían estar hablando entre ellos, aunque desde donde la Jinete se encontraba, no podía discernir si miraban hacia su posición o no.

Pues... ¡Allá vamos!

Ni planes, ni comeduras de cabeza. De frente y sin miedo. A la velocidad del rayo, tras asegurarse de que su esencia podía permitirse activar de nuevo esa habilidad, sale de su escondite desenvainando el enorme espadón y colocándose en el centro de la sala, dando una vuelta sobre sí misma, intenta golpear el cuello de los 5 hombres allí presentes, impidiéndoles gritar y si podía, segando sus vidas de un solo golpe.

Concentrando su Esencia, Freya parece un borrón de movimiento dentro de esa torre de guardia. Su espada brilla cuando la mueve de un lado a otro con un arco dorado. Cada movimiento de la misma va seguida de un halo de energía que va cortando en pedacitos a todo lo que se cruza en su camino.

Todo, en un simple movimiento.

Ataca a uno, a otro, a otro y a otro más. Para terminar degollando al último y quedándose muy quieta en el centro de la sala, cubierta de sangre, esperando alguna reacción de los demas guardias que por allí se encuentran.

Pero nada.

Sólo se escucha el silencio.