Partida Rol por web

La mañana siguiente, después de que todos despertaráis bajo los rayos del sol que entraba entre las montañas, el pueblo parecía bullir de actividad. Los hombres y mujeres, además de los niños en edad de combatir, pasaban corriendo de un lado a otro para buscar armaduras, armas o lo que puedan llevar en la mano para combatir.

Los soldados afilaban sus armas, engrasaban sus armaduras, revisaban sus arcos y ballestas para tener todo preparado para lo que se avecinaba.

Todos y cada uno de vosotros, os levantastéis y tras asearos, os dirigiste a la tienda de Nasuada, justo en el centro de la ciudad, ya que habiáis sido convocados para esta mañana.

Allí, dos soldados que flanqueaban la entrada os dejaron pasar uno a uno y lo que ayer era un salón de banquetes, ahora era una sala de guerra.

Los lados habían sido levantados para que los y las dragonas pudieran meter la cabeza y las sillas apartadas del centro y colocadas en círculo alrededor de un gran mapa de Alagaesia.

Uno a uno os sentasteis en vuestros lugares, y los demás, Arya, Shimrod, Eragon, Roran, una mujer con túnica negra, y demás generales de Nasuada también ocupaban los asientos. Una vez estuvistéis todos sentados, Nausada hizo acto de presencia con su armadura reluciente y la espada en el cinturón.

- Las cartas están echadas. Galbatorix ha movido todo su ejercito y lo ha sacado de su torre, preparándolo para la batalla. Las brujas de Dur Van Gata están convencidas que él viaja con ellos, y junto con dos dragones más sus jinetes. El ejército conta con varios millares de hombres. -

Nasuada señaló el mapa del centro, justo sobre el desierto de Halderac, en el centro de todo el mundo.

- Avanzan hacia allí, hacia las arenas calientes del desierto y allí nos esperará. Si no aparecemos, desde allí atacará a toda la Creación sin dejar rastro de vida. Nuestros hombres no son suficientes, ellos nos superan en una proporcion de cuatro a uno, pero debemos hacerles frente o pereceremos junto con todo el mundo que conocemos. -

La jefa de los Vardenos miró a todos y a cada uno, con una mirada sincera.

- ¿Estáis preparados para lo que se nos viene encima? -

Bella, una vez entra, se sienta en un lugar y escucha, con las manos cruzadas delante del pecho las palabras de Nasuada.

A medida que habla, su sonrisa se va ensanchando y cuando termina, hace crugir sus nudillos.

Mejor deberían estar ellos preparados para lo que se les viene encima... Dice con orgullo, dando a entender que no tenía miedo y que iba a ir a por todas, dejándose la piel.

La pelirroja entra en la sala contoneándose, como siempre. Su piel reluce y contrasta contra el vivo color rojo de su cabello, ambas tonalidades, señales de que la jinete está en plena forma y llena de energía.

Una sonrisa confiaza ha aparecido en sus labios desde primera hora de la mañana, y no ha desaparecido todavía... ni siquiera cuando se sienta en su silla, dejando un pie debajo de su trasero y dejando que la falda de cuero que lleva, suba un par de centímetros más por su muslo. Su miradas busca la de Roran, y cuando la encuentra, le dedica un guiño de ojo que pasa desapercibido al resto de asistentes. Podrían malinterpretarla y pensar que no se estaba tomando aquella guerra en serio... y nada más lejos de la realidad.

Su sonrisa se ensancha algo más si cabe al escuchar a su compañera.

Vaya, vaya... parece que algunos van cultivando agallas... jeh...

Nosotras siempre estamos preparadas.

Afirma por fin, después de una mirada a la dragona rosa y un asentimiento de cabeza de cada una, apenas visible.

El desaparecido entra en escena, con su bien amado sombrero que se quita al entrar en aquel tipo de choza.. mira a todos los asistentes y les dedica una media sonrisa y algún golpecito de cabeza a modo de saludo.

Se tienta en una silla al lado de Bella, acomodándose en los posabrazos y dejando que su espalda descanse en la misma.

Mira a sus compañeras y no puede evitar un; - Bueno, ahora sí que vais a tener a otro aliado que espera hacer algo más que empuñar una espada e ir a pié como todos los demás. - les comenta algo gracioso. - Volveremos a darles guerra otra vez, compañera. - esta vez se refiere a la baliente cruge-nudillos guiñándole un ajo a la par que llama su atención con un pequeño golpecito con el codo.

- Puedo deciros que todo lo que hemos hecho hasta ahora, sólo ha sido un simple entrenamiento al lado de lo que nos vamos a enfrentar ahora. - Dijo Eragon sentándose al lado de Illyanna. - Todo lo que hemos hecho hasta ahora, no servirá de nada si no terminamos el trabajo. Galbatorix tiene la fuerza de tres dragones, por no hablar de sus subordinados, los cuales también son poderosos. Sólo tendremos una oportunidad para darles caza a todos, y si la perdemos, es probable que todo se tuerza. -

El rubio se incorporó en su silla y os miró a todos y a cada uno.

- No penséis que por haber vencido a muchos enemigos esto va a ser pan comido. Esto será una guerra, una guerra en todos los frentes y no será nada fácil. -

- Eragon tiene razón. - Dijo la elfa encapuchada de una punta. - El pueblo de Ellesmera os prestará todas sus fuerzas para el combate, ya que todo esto también nos afecta a nosotros. Lucharemos juntos, como antaño, pero no será fácil. -

La bella elfa miró a los ojos a Eragon y Nasuada.

- Yo vengo en representación de todo mi pueblo, a deciros que estaremos preparados cuando Nasuada lo indique. -

En ese momento, alguien golpeó la mesa con fuerza.

Todos os girastéis para ver a Torik el enano, subido a la silla y con el puño cerrado sobre la mesa.

- Los enanos también están preparados para todo. -

 Sueños, extraños en la noche, no se que eran, si visiones o solo los dioses saben. 

- Esperamos un mensaje de Ellesmera. Ellos están controlando por medios mágicos los movimientos de las tropas de Galbatorix. Dónde se encuentran ahora, nos es imposible pelear sin sufrir innumerables bajas, así que esperamos que se dirijan hacia el norte o si simplemente están esperando o si lo que están haciendo es una emboscada. Queremos estar seguros antes de lanzarnos contra ellos, Illyanna. - Dijo Nasuada mirando a la pequeña Jinete, que estaba sentada junto a Eragon y a su padre.

En ese momento, la puerta se abre de par en par y un hombre andrajoso entra por la puerta.

Lleva una espada enorme a su espalda y una sonrisa que pocos reconocerán tras tanta suciedad.

- Perdón por el retraso. Mi caballo estaba un poco enfermo al pasar el Halderac. - Dijo el hombre mientras se sentaba junto a Nasuada.

Después os miró a todos y a cada uno y volvió a sonreir.

- Veo que estamos todos. Grandioso. -

Pâris se mantuvo en silencio, intentando ver mas haay de lo que decian. Era bastante dificil ahcer una estrategia acertada con alguien que es 3 veces mas poderoso que una persona normal

-Mas de uno tendra que sacrificar algo mas de lo que hemos sacrificado hasta ahora para hacer algo

Tapandose con las manos la cara intento ahcer un gesto mas bien de cansancio que de frustracion, aunque la aparicion de Ayra animo un poco al joven

-Tenemos grandes ayudas, pero cual sera la estrategia llegado el momento, si Galbatorix tiene un poder inmenso más sus jinetes, quien se enfrentara a el y quien se enfrentara a sus jinetes restantes...creo hablar por todos los aqui presentes que ese maldito tiene cuentas que rendir con casi todos nosotros...

Aquel personaje extraño habia entrado justo antes de empezar a hablar por lo que Pàris se le quedo mirando esperando que dijera algo mas a parte de la obviedad que habia dicho

- Galbatorix en si mismo es muy poderoso, puedo deciros que más poderoso que vosotros seis juntos. - Dijo Brom, con semblante serio. - No sé quién se enfrentará a él, sin embargo, sé que no saldrá a combatir si ve que sus esbirros pueden hacer su trabajo, y como estoy seguro que podréis con todos ellos, al final saldrá y nos supondrá un problema, por eso, antes de hacerle una visita, tenemos que pasar por el Pico del Dragón. -

En ese momento, todos se quedaron callados.

Todos, hasta los dragones, que parecían entristecidos ante ese nombre.

- El pico del dragón, - Continuó Brom. - Es el sitio dónde todos los dragones que habéis matado van a morir, y es en ese sitio dónde conseguiremos el poder necesario para derrotarle. Es el sitio dónde pediremos sus Corazones para que nos ayuden en la batalla. -

 Estupor, sorpresa, felicidad...una marabunta de sentimientos se agolparon en el corazon de Pâris, incluso la pena, porque aunque eran enemigos los que habian ido a parar alli, a saber cuantos estaban obligados a hacerlo, dejando de lado todos los jinetes buenos que habian sido exterminados a manos de Galbatorix.

-Supones que sera dificil convencerlos Brom?

Freya escucha aquella idea sin tener demasiada noción de lo que significaba. Intentando no romper el ambiente de respeto que se había creado en la mesa, alza la voz para preguntar.

¿Es allí de donde Galbatorix obtuvo su poder?

Respecto a la pregunta de Pâris, Freya tiene algún que otro pensamiento, pero  no lo expresa en voz alta. Tiene la suficiente conciencia como para no hacerlo.

A algunos de esos dragones, nosotros mismos los enviamos a la muerte... y también a sus jinetes... ¿Porqué deberían ayudarnos ahora?

- Nos será dificil, sí y no Freya, el poder de Galbatorix no viene de los favores de los Dragones... él simplemente los obligó... -

Nasuada miró a Brom con el rostro serio y este, sabiendo que significaba esa mirada, se puso de pie a un lado de su silla y os miró a todos y a cada uno.

- El Pico del Dragón. Hacía allí tendremos que ir antes de viajar hacia el norte. – Dijo el hombre señalando el mapa en el centro de la mesa. – Nos queda de paso y allí, podréis conseguir lo necesario para derrotar a Galbatorix, sin embargo, como siempre, está custodiado y tendréis que luchar, pero bueno, eso es pan comido para vosotros. -

Brom salió de la tienda tras decir eso, y Nasuada también se incorporó.

- Debéis hacer lo que dice si queréis tener oportunidad. Nosotros intentaremos diezmar sus fuerzas con los soldados, pero si no destruís a sus dragones rápidamente, nada de lo que hagamos nosotros será efectivo. -

Y así, la Jefa de los Vardenos dio por terminada la reunión y todos y cada uno salistéis fuera para coger vuestras monturas y dirigirse, guíados por Brom, hacia el Pico del Dragón.

No había mucho tiempo para despedidas, ni nada de eso. Eragon subió a su Dragona y lideró la marcha, al mismo tiempo, Shimrod creó una especie de barco mágico volador, en el cual iba él, Mug y Mog, el padre de Illyanna y la mujer con la túnica negra. Roran por su parte, iba liderando el ejército que partía hacia la batalla mientras vosotros ibáis al Pico.

Volastéis durante casi dos horas, cruzando el Desierto de Halderac de este a oeste, hasta que a lo lejos, pudistéis divisar unas montañas cuyas cimas estaban cubiertas de nubes.

Eragon detuvo su montura y la dejó flotando a un kilómetro de esas cumbres.

- Es allí. – Señaló con el dedo. – Tenemos que subir a ese pico con nuestros dragones, pero no sé que podemos encontrar allí. -

 -Bueno, no lo descubriremos hasta que lleguemos alli

Pâris estaba a la vez un tanto cabizbajo e ilusionado, cabizbajo porque no era el que estaria en la cabeza del ejercito que haria frente a la avanzadilla de Galbatorix e ilusionado porque se dirigian a un lugar en el cual obtendrian el poder de derrocar a Galbatorix.

No hacia faltar azuzar mentalmente a Isilro puesto que el mismo estaba exultante como el.

-Vayamos hasta el final...

- Sí, es hora de acabar con todo esto. - Dijo Eragon mientras espoleaba a Saphira para que se adentre en las nubes volando rápido hacia la cumbre de ese Pico.

Aún así, aunque todo parecía ir bien, los Dragones estaban un poco nerviosos.

Lo estaban por que sabían dónde iban a meterse.

Ese lugar, era el sitio donde los Dragones nacían, dónde los elfos los cuidaban y dónde se libró una de las mayores batallas entre ellos, tras esa batalla, los dragones y los elfos firmaron una tregua y compartieron poderes. Así, los elfos aprendieron la magia y los Dragones aprendieron a vivir entre la gente con tranquilidad.

Freya vuela entre sus compañeros, sabiendo que tanto su melena roja como las escamas rosadas de Kirah, refulgían con los rayos de sol que se colaban entre ellos. Tras alzar el vuelo, Freya sonríe de medio lado cuando su mirada se separa por fin del punto más avanzado del ejército de tierra.

¿Calentamos?

Pregunta mentalmente a Kirah, quien de haber podído, habría sonreido de la misma forma que ella, adelantando que algo estaba tramando... La dragona rosa no tarda en dejarse caer, llevada por la fuerza de la gravedad, cómo si su cuerpo se hubiera paralizado durante un instante... y justo unos metros antes de llegar al suelo, despliega sus enormes alas y remonta el vuelo haciendo círculos.

Freya, inclinada sobre el cuello de Kirah, no puede evitar soltar una carcajada mientras la dragona coge velocidad, todavía haciendo piruetas, para volver junto a sus compañeros... Para situarse justo detrás de Eragon, que era quien iba a encaminar la marcha. Y sólo entonces, carraspeando levemente, la figura de ambas se vuelve tan solemne como la de los demás. Ya se estaban acercando a su destino...

¿Estás bien, pequeña?