Partida Rol por web

Alanna & Haizea

Capítulo 1

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02/06/2018, 14:11
Haizea Egea

Alanna no respondió inmediatamente. Pareció estar buscando en su interior lo que sentía y también, por qué no, lo que necesitaba.

Cita:

-Alguna vez... ¿Te han dicho que un clavo saca otro clavo?

Sí, si la había oído, y siempre en casos en los cuales tras romper con alguien, no se sentían con la suficiente confianza como para esperar a encontrar a la persona que verdaderamente necesitaban. En todos los casos en los cuales una mujer se había ocultado tras otra persona, había sido la crónica de un fracaso que todos habían podido ver... menos los propios afectados.

El pie de Alanna rozó con su pierna, y Haizea se estremeció. El roce le proporcionó un brevísimo instante de intimidad con el cual no estaba acostumbrada.

Después, comenzó a explicarle su relación con Oliver. Como ya sospechaba, Alanna sustituyó más que un clavo, un sentimiento por otro. Pasó de una relación sin duda tumultuosa con Matt, a otra que seguramente sería completamente diferente. Oliver tenía que ser una persona opuesta; tranquila, rutinaria, gris en algunos aspectos, pero amable y lleno de buenas intenciones.

Cita:

Pensarás que soy muy precipitada al casarme con alguien que conocía de medio año solamente, pero... pudiera ser por desesperación, por curarme más a mí misma que a él o... por olvidar. Y... no te lo niego. Las decisiones tomadas tan rápidas pueden tener consecuencias inmediatas.

-No creo que debas castigarte por eso -le dijo Haizea -. Cuando nos hieren, buscamos curarnos rápidamente, pero nos olvidamos que los sentimientos nunca lo hacen. Todo cuanto experimentamos junto a una persona, nos llena de cicatrices que jamás desaparecen. Pero eso no significa que no podamos intentarlo. ¿Qué nos quedaría, después de todo, si no lo hiciéramos?

Alanna dejó los cubiertos y la copa y adoptó una postura más que nada de observadora.

Cita:

-Jovencita, soy de decisiones rápidas... cuando quiero olvidar a alguien. Oliver es un buen hombre... en un año y medio que estamos como pareja casada, hemos planeado metas de futuro. Pero, como intuyo que sabrás, nada de lo que planees a la larga, puede tener fruto.

-No hay nada seguro en esta vida, sobre todo los sentimientos. Yo nunca tuve a nadie realmente a mi lado, así que si hay algo que entiendo, es de emociones cambiantes.

La cena se estaba convirtiendo en todo un espacio de reflexión para las dos mujeres. Alanna estaba confesando sus sentimientos a una extraña y Haizea se estaba enamorando cada vez más y más de aquella fotógrafa misteriosa llena de tantas heridas como ella misma. Cuando Alanna pareció llorar al recordar los problemas que habían aparecido entre los dos, Haizea volvió a atreverse con el contacto directo. Alargó una mano y acarició el dorso de una de las de Alanna.

Cita:

Oliver es un buen hombre y... no se merece a alguien como yo. Tendría que haberme dado tiempo y no me lo di. Y tú... eres completamente diferente a él... Me veo reflejada en ti y... no sé si eso es un error.

-Creo... que te presionas demasiado, Alanna. Todos somos esclavos de nuestros sentimientos. Aunque no queramos hacer daño a otras personas, no podemos escoger lo que sentimos. Yo... -Haizea se detuvo un instante, ruborizándose al pensar en lo que iba a decir -... lo que yo siento por ti ha sido algo inesperado. Si necesitas tiempo para descubrir lo que quieres, cógelo. Descubre si quieres estar con Oliver... o no.

Haizea sabía que en cierta manera, podía estar saboteándose a sí misma, pero no deseaba causarle sufrimiento a Alanna. Su presencia estaba rompiendo la ordenada vida de la fotógrafa y debía concederle el beneficio de que ella misma fuese quien descubriese lo que quería.

-Si me prometes que pensarás en mí, te esperaré el tiempo que haga falta -le dijo finalmente. Sabía que eso no era exactamente cierto. Nadie podía esperar para siempre. Pero podía intentarlo. Podía hacer todo lo posible por darle ese tiempo extra que necesitaba para aclarar las cosas. ¿Cómo no iba a hacerlo, teniendo en cuenta que se le partía el corazón al ver cuánto sufría Alanna ante aquellos dos caminos que se abrían ante ella.

"Cuando tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cual de ellos tiene corazón.
Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca".
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02/06/2018, 15:36
Alanna Noia

Alanna sostuvo la mano de Haizea en su rostro. Se la apretó con dulzura y le besó la muñeca.

-Gracias... eres muy profunda -sonrió-.
 

Alanna era una persona dulce, bien sabía que cualquiera de sus actos pudieran confundir a la joven Haizea, ya había tenido problemas en el pasado por ellos. Cuando finalizaron de comer, recogieron los cacharros y, entre ambas, los colocaron en el lavavajillas.

Era demasiado tarde y, al parecer, el sueño se había adueñado de los dos rostros angelicales. A esto, había que añadirle las dosis de vino que habían bebido, por lo que eran puntos a favor para que se fueran a la cama. Alanna fue a cepillarse los dientes y a asearse, tras esto, volvió a la terraza, pues allí se encontraba Haizea sentada en el suelo, observando las estrellas, mientras se fumaba algún más que otro cigarrillo, y le entregó un nuevo cepillo de dientes, junto a una pasta.

-Ten, por si quieres asearte. No obstante, en el cuarto de baño que te corresponde, hay toallas limpias, no sé si las habrás visualizado -le sonrió acariciandole el cabello antes de sentarse junto a ella-. ¿Sueles fumar antes de dormir? Hay personas que le alivian...

Alanna se tumbó, la futura abogada parecía estar ausente, y observó el firmamento.

-No quiero que me esperes... Por la sencilla razón que las personas se aburren de esperar. Eres joven y... conocerás a más personas, honey... Puede ser que... lo que sientes por mí es un mero capricho. -soltó un leve quejido y proseguió con su disculso agarrándole el brazo a la joven que daba una última calada a su cigarrillo. La trajo hacia sí provocando que ella se quedase tumbada ante Alanna, pues esta se había reclinado-. Cuando llegas a cierta edad... debes amueblarte la cabeza, tener las ideas fijas y...

Le acarició suavemente el rostro, observando como Haizea la miraba seria. Ella dudaba sobre sí debía pararla o no.

Tal vez fuese por el vino, por los labios húmedos de Haizea que se encontraban entreabiertos, porque aquello era lo que le pedía su cuerpo o... un conjunto de las tres; pero Alanna se inclinó hacia ella y la besó.

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02/06/2018, 19:50
Haizea Egea

Haizea sintió el beso de Alanna en su muñeca como si se tratase de lo más bonito del mundo. Aquellos labios tocando su piel, atravesaron su piel y recorrieron todo su cuerpo, provocando una reacción que no recordaba haber sentido antes. Cerró los ojos y se dejó llevar por sus propios sueños. Se imaginaba ella y Alanna abrazadas, sonriendo, besándose con infinito cariño, ella apartando el cabello del dulce rostro de Alanna y ésta, abriendo la boca complacientemente en una sonrisa inigualable.

Cita:

Gracias... eres muy profunda.

Haizea abrió los ojos y volvió a la realidad, que se acercaba peligrosamente a lo que ella deseaba.

-N-no tanto como tú crees -le respondió, temiendo moverse y que desapareciese aquel mágico sueño de un pequeño beso -. Sólo... he vivido mucho y sé lo que se siente cuando te rompen el corazón.

La mente de Haizea evocó sus recuerdos más íntimos y mejor guardados, aquellos que provenían de los días en los que con apenas dieciséis años, acababa de descubrir el amor. Ella y Isabel corrían como dos locas por aquella colina que había detrás de sus casas. Ambas habían ido al mismo colegio y también estaban en el mismo instituto, y solían hacerlo casi todo juntas. Reían, hablaban de naderías y a veces, también de los chicos que les gustaban... solo que a Haizea le gustaba ella. Nunca se lo había dicho, ni tan siquiera insinuado. Aquellos besos que se daban, los momentos en que se cogían de las manos o cada vez que se abrazaban, eran siempre interpretados como meras demostraciones de amistad, y así era en realidad en un principio para Haizea, solo que con el tiempo se había dado cuenta de que ella sentía algo más. Y aquella tarde lluviosa en la que en lugar de regresar a sus casas como les habían dicho sus madres, corrieron para llegar al viejo árbol bajo el cual siempre se tumbaban, a resguardarse, Haizea decidió que no quería esperar más.

Después de una broma que Isabel había dicho, y de la cual ya no se acordaba, Haizea se acercó y la besó sonoramente en los labios. Haizea era joven y aún tenía esperanza; esperanza de que aquello en lo que se había transformado la amistad entre las dos fuese también compartida por la persona más importante para ella: su amiga, su primer amor. Pero Isabel no reaccionó así. Haizea recordaba perfectamente todos los gestos que su rostro creó después de aquel primer beso. Sus ojos se abrieron por la sorpresa, sus labios se quedaron como petrificados, y sus mejillas, que habitualmente eran sonrosadas y dulces, parecieron adquirir una tonalidad diferente, más pálida, más... fría.

Isabel huyó de su lado, se echó a correr para escapar de Haizea, a pesar de la lluvia, a pesar de los gritos de ésta llamándola desesperadamente, y nunca jamás volvieron a ser las de antes. Las lágrimas de la Haizea de 16 años profundizaron en su cuerpo mucho más que aquella tormenta de primavera, y sus efectos aún permanecían en ella, al igual que el nombre de aquella encantadora amiga que perdió por seguir a su corazón.

Una sonrisa asomó en el rostro de Haizea. Le había dicho a Alanna que siempre debían seguir el dictado del corazón, pero ella, la primera vez que lo había hecho, perdió todo lo que amaba. Pero ¿acaso la alternativa que tenía era mejor? El tormento de estar junto a su amiga, pero no tenerla a su lado como deseaba, parecía mucho peor que la elección que había hecho. Por eso, y a pesar de sus continuos fracasos, Haizea seguía siempre a sus sentimientos, le llevasen dónde le llevaran. Claro que hasta ese momento, no había encontrado a nadie por quien mereciese la pena arriesgarse.

Alanna se levantó de la mesa para recoger las cosas y Haizea despertó de su pequeño trance. Entre ambas lo recogieron todo en una abrir y cerrar de ojos y la fotógrafa, visiblemente cansada, se fue al cuarto de baño. Haizea estaba cansada, pero su mente seguía recordando. Miró a su alrededor y localizó el bolso encima de la mesa que había a la entrada. Lo abrió, cogió un cigarrillo y el mechero, y lo encendió. Después, regresó a la terraza y se sentó en el suelo mientras observaba el firmamento y liberaba su mente, intentando encontrar algo de paz interior antes de acostarse. Sospechaba que no iba a tener demasiado éxito, pero lo intentó a pesar de todo. Cuando reapareció Alanna, le traía un cepillo de dientes y la pasta dentrífica.

Cita:

-Ten, por si quieres asearte. No obstante, en el cuarto de baño que te corresponde, hay toallas limpias, no sé si las habrás visualizado.

-Gracias -le dijo Haizea, cogiendo el cepillo y la pasta y dejándola a un lado. Alanna se sentó junto a ella y mientras lo hacía, sus dedos se adentraron en su cabello. Aquello le resultó agradable, pero no era precisamente lo que más necesitaba en aquellos momentos, porque su cuerpo se estremecía con facilidad cada vez que Alanna la tocaba, de la manera que fuese.

Cita:

¿Sueles fumar antes de dormir? Hay personas a las que le alivian...

-No fumo demasiado. Sólo cuando estoy... inquieta. Me ayuda a concentrarme.

A Haizea no le apetecía demasiado hablar, y Alanna debió darse cuenta porque no dijo nada. En lugar de eso, se recostó sobre el suelo de la terraza y al igual que ella, fijó su vista en el cielo estrellado.

Cita:

No quiero que me esperes... Por la sencilla razón que las personas se aburren de esperar. Eres joven y... conocerás a más personas, honey... Puede ser que... lo que sientes por mí es un mero capricho. Cuando llegas a cierta edad... debes amueblarte la cabeza, tener las ideas fijas y...

Alanna la atrajo hacia ella. Haizea dejó su cigarrillo casi acabado lejos de las dos y se dejó arrastrar, hasta quedarse justo debajo la fotógrafa, que permanecía apoyada en un brazo y a un beso de distancia. La voz de Alanna se había suavizado a medida que hablaba y su tono, que en un principio parecía indicar el comienzo de un discurso, no había tardado en transformarse en palabras que ni ella misma parecía querer pronunciar. La joven acarició su rostro y Haizea se dejó acariciar, despertando en su interior todo lo llevaba. Todos los rostros hermosos que había visto en su vida, las palabras bonitas y los sueños imposibles, parecieron confluir en el rostro de Alanna, situado justo sobre el suyo. Haizea abrió ligeramente la boca, anticipándose a un posible beso que no quería creerse que fuese a llegar, y Alanna aprovechó aquel momento para dejarse caer sobre sus labios.

El beso se prolongó durante un tiempo que ninguna de las dos fue capaz de cuantificar. Ambas bocas se adaptaron a la perfección la una a la otra en un movimiento que transmitía ternura con cada milímetro de piel que se ponía en contacto. La suavidad de los labios de Alanna despertó la llama que Haizea temía prender y alimentó la sed de cariño que tenía desde hacía diez años.

Cuando la boca de Alanna pareció querer alejarse, Haizea elevó ligeramente su cabeza y la ladeó ligeramente recorrer sus labios. Una mezcla de pasión y hambre desenfrenada por sentirse querida dominaba ahora a Haizea, que no dudó en rodear con sus brazos a su compañera, no solo para retenerla, sino también para sentirla más cerca de ella.

Finalmente, Haizea permitió que sus labios se separaran. Ambas se miraron a los ojos y Haizea percibió un brillo en los de Alanna. Quizás fuesen los suyos, que reflejaban su felicidad en los de la joven fotógrafa, o a lo mejor se trataba solo de un efecto óptico. Pero para ella, no existía en aquellos momentos ninguna criatura más hermosa que Alanna.

-Eres preciosa -le dijo, pasando una mano por su rostro para retirarle el mechón que caía cerca de sus ojos -, y yo solo sé que esto no es un capricho. Solo me he enamorado dos veces en mi vida... y esta es la segunda. ¿Crees que podría equivocarme con algo así?

Haizea no podía apartar la mirada de sus labios, de sus hermosos pómulos, ni de sus extraordinarios y mágicos ojos. Todo en ella revivía aquellos sentimientos que ya no esperaba volver a encontrar, tras haberlos enterrado en lo más profundo de su ser. Quizás por eso, sabía perfectamente lo que sentía. No podía ser nada más. Una mano acarició la espalda de Alanna como si una hebra de seda se deslizara por encima de su piel. Se situó en el cuello y descendió siguiendo la columna, hasta llegar a la base de su espalda.

-Quiero hacerte el amor, Alanna. Quiero sentirte a mi lado, aunque solo sea por un instante y soñar que podemos estar juntas durante el resto de nuestras vidas. Supongo... que pido demasiado -le dijo Haizea, mientras su boca trazaba una media sonrisa que parecía confirmarle lo que había dicho -, pero es que... contigo no puedo evitar soñar despierta.

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05/06/2018, 16:00
Alanna Noia

Quiero hacerte el amor, Alanna. Quiero sentirte a mi lado, aunque solo sea por un instante y soñar que podemos estar juntas durante el resto de nuestras vidas. Supongo... que pido demasiado...

Alanna se estremeció al sentir como la mano de Haizea recorría su columna vertebral. La joven le hablaba de hacerle el amor, pero ella... ella nunca había estado nunca con una mujer. Sus labios se separaron y mientras observaba a la chiquilla a los ojos se reubicó sentándose en su entre pierna. 

Sus manos se encaminarón a sus piernas, las acarició hasta conseguir que el camisón se remangase hasta su cintura. Le estaba dando un pequeño masaje, jugueteando un poco con la zona.

- No he estado con mujeres... -reconoció ruborizada-.

Alanna no se avergonzaba del cuerpo de Haizea. La había visto desnuda a lo largo del día en varios ocasiones, por lo que sentía que le transmitía seguridad a la joven. En cambio, ella... sí sería la primera vez que se desnudase ante ella y... las inseguridades empezaron a galoparle la mente como feroces diablos.

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05/06/2018, 19:58
Haizea Egea

Cuando los dedos de Haizea comenzaron a recorrer la espalda de Alanna, sintió como ésta se estremecía.Después, adoptó una postura mucho más... práctica, y le arremangó el camisón hasta la cintura. Eso despertó el deseo dormido de Haizea, que cerró los ojos sin proponérselo, esperando con ansiedad su propio despertar.

Pero los labios de Alanna no se acercaron a los suyos; no besaron su cuello, si acariciaron sus mejillas con suavidad.

No he estado con mujeres...

Haizea la miró mientras se ruborizaba y comprendió que el deseo que ella sentía quizás no fuese suficiente para vencer las dudas de Alanna, aunque al menos, no eran debidas a su marido, sino a ella misma. Aquello le emocionó mucho más que el hambre que tenía por la fotógrafa, y elevó las expectativas que tenía sobre ambas.

Sí, deseaba estar con ella, sentir sus caricias, excitarla y satisfacer su necesidad, pero en aquel momento, le superaba con creces su hambre de cariño y satisfacer la privación de tener a alguien como ella a su lado.

-Ven -le dijo Haizea con ternura, mientras se ponía en pie y ayudaba a levantarse a una confundida Alanna. Después, tiró de ella con suavidad y la condujo al dormitorio que había preparado para Haizea. Apagó la luz, y la tumbó a su lado.

-No sabes lo importante que es para mí que estés aquí, a mi lado, simplemente echada y dejando que te acaricie.

Haizea llevó su mano a la frente de Alanna y la recorrió con el dorso, para después descender por su mejilla y volver a subir, repitiendo el movimiento varias veces.

-Solo cierra los ojos y relájate. Prefiero que estemos aquí, tumbadas, y quedarme dormida mirándote, que hacer algo por lo que te sientas incómoda.

Haizea acercó su rostro al de Alanna y la besó en la mejilla. Su beso fue húmedo pero dulce y tierno, tras el cual, Haizea colocó su cabeza justo delante y sonrió abiertamente a Alanna.

-Además, no necesito pedirte tanto para sentirme bien. Ahora no. Me conformaré con ser lo último que veas esta noche y lo primero en lo que te fijes por la mañana. ¿Será eso mucho pedir?

Haizea no apartó la vista de los preciosos y profundos ojos de Alanna, ni tampoco dejó de acariciar su cuello, su cintura y su vientre, mientras esperaba la respuesta de Alanna. Sus ojos brillaban, pero el corazón de Haizea, oculto en su pecho, emitía en aquellos momentos una luz difícil de igualar.

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05/06/2018, 20:56
Alanna Noia

Alanna fue conducida de la mano de su invitada hasta el cuarto que le había preparado.

-No sabes lo importante que es para mí que estés aquí, a mi lado, simplemente echada y dejando que te acaricie.

 Por primera vez en suficiente tiempo que había pasado con Oliver y... con el desgraciado de Matt, Alanna se sentía plena y llena de una forma diferente con respecto a estos dos. A lo largo de sus vidas, había pasado de emociones fuertes (vividas con Matt) a una vida más tranquila (véase Oliver). Dos extremos totalmente contradictorios. Una montaña rusa de subida y bajadas. Empero no había tocado nunca un término medio. Aquel término se encontraba junto a ella, acariciándole el rostro y hablando cada vez en una voz apagada. Susurros.

Pese a los cinco años de diferencia que se llevaban, Alanna se sentía nuevamente una chiquilla. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Era consciente de las repercusiones que aquello acaecería en un corto periodo. Obviamente, si sentiría más por Haizea que por Oliver, se debería replantear la vida y acatar ejecuciones.

-Además, no necesito pedirte tanto para sentirme bien. Ahora no. Me conformaré con ser lo último que veas esta noche y lo primero en lo que te fijes por la mañana. ¿Será eso mucho pedir?

-Eres un poeta del siglo XXI -sonrió y empezó a cerrar los ojos, viéndose reflejada en las pupilas de Haizea. Atrajo su rostro hacia sí le proporcionó un pequeño beso en los labios, dejándose caer en los brazos de Morfeo-.