Partida Rol por web

Alanna & Haizea

Capítulo 7

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04/07/2019, 21:01

Después de dos años...

En algún lugar remoto del mundo, el sonido de las golondrinas aún era bien recibido. La brisa del mar acariciaba a los conciudadanos de aquella ciudad costera, haciéndoles saber que el mar quedaba lejos, demasiado, de sus respectivas viviendas del interior.

En ese preciso momento, en algún moderno teléfono móvil de última generación, se escuchaba la banda sonora del Titanic.

-Hazme el favor, honey, colócate así... -susurraba una voz dulce femenina.

En aquel parque, sin importar el quién o el qué dirán, dos mujeres caminaban descalza habiendo dejado una alfombra y algunas de sus pertenencias bajo la sombra de un árbol. Alanna se había llevado su cámara de fotos de muy buena calidad, pues con el dinero ahorrado pudo conseguir una apropiada y mejorada, y estaba aprovechando el buen día que hacía por las costas francesas para una sesión de fotos. Esa vez, posaría nuevamente su modelo preferida: Haizea. 

Haizea sonrió tímidamente ante la cámara. Estaba semidesnuda, cubierta por un paño blanco que cubría sus senos. En su mano derecha, el símbolo de la justicia: la balanza, mientras que la otra la mantenía abierta. Un moño negro y desastroso le recogía el cabello. Sus tatuajes no habían sido tapados.

-Ah... -susurró entreabriendo los labios. Aún no podía dejar de sonrojarse frente a la mujer con la que convivía hacía tan sólo un año, empero que en lo más profundo de su alma, sentía que había sido toda una vida.

Tras el suceso del hospital, la pareja tuvo que caminar sobre sus pasos. Sin embargo, las tenían todas con ellas, pues se apoyaban la una sobre la otra. Alanna cada noche le contaba un pedacito de una historia, empezando siempre con un 'Había una vez...'de aquella forma era más fácil de asimilar para la joven Haizea; quien tuvo que dejar la universidad por motivos de salud y dedicarse a realizar cursos a finales del año.

Fue entonces, cuando decidieron empezar de cero, escribiendo nuevos capítulos, corrigiendo los antiguos, en un nuevo país: Francia.

Nadie les iba a imponer nada. Eran ellas solas.

A principio del año pasado, a Alanna la llamaron para trabajar como tasadora y directora del museo de la ciudad. Siendo, pues, un gran acontecimiento en su vida y una noticia muy bien recibida. Con el dinero que fueron ahorrando entre las dos, pues Haizea con el curso pudo trabajar como auxiliar de recursos humanos, compraron la casa de alquiler en la que vivían, además de adoptar una perra que estaba a punto de ser sacrificada en la perrera :Lilith.

-¿Ya?

Click.

El flash cegó a la modelo. Parpadeó unos instantes y volvió a ver nuevamente.

-Hemos acabado, honey. Verás como van a envidiarte estos franceses al verte colgada por toda la galería del museo. Vendrás a la exposición de arte personalizado... ¿No? -Decía mientras miraba por la pequeña pantalla la fotografía realizada.

¿Cómo no iba a ir si ella era su fotógrafa, amante, pareja, jefa y... mejor directora del mundo? 

-¿He de ponerme un vestido elegante? -rió.

-Estás perfecta como te pong... ¡Lilith no cojas eso! Stop!

Alanna palideció en cuanto vio como la perra cogía un trozo de pastel de frutas de la cesta que había traído para almorzar. Ante la escena, Haizea soltó una gran carcajada, dejando caer la balanza.

Sentía que todo se había equilibrado en su vida... Y aquello era lo que quería.

Diferente, pero muy acogedor. Vivir junto a ella, sin importar nada. A su manera.

-¡Alanna, no sueltes la cámara en el suelo!

Pero Alanna no escuchaba, estaba peleándose con la perra, regañándole como una madre. Sonrió mordiéndose el labio inferior.

-Crezcamos juntas, Alanna.