Partida Rol por web

Un rayo de luz te despierta de tu largo letargo. "Ya es de día, por fin" -piensas, dando un gran bostezo- Al alzar la cabeza por encima de la hamaca que te sostiene, vuelves a ver, de modo casi familiar, el pequeño cuchitril en el que te encuentras. Una hamaca, un farol y una mesita. Nada más hay en el pequeño camarite adosado al del capitán del HMS Phoebe, pero no necesitas más, te contentas con poco. Sin poderte volver a dormir, te incorporas torpemente sobre la tela y te dispones a ponerte a punto para el servicio. Por el silencio que impera en la cámara contígua, parece que el capitán no se ha despertado todavía o que se encuentra ya en cubierta preparando el imminente choque con los francoespañoles. De todos modos, lo único que sabes es que tienes una hambre de espanto y que, si tu estás así, el capitán lo estaría el doble (y se pone como una fiera cuando está con el estómago vacío). No estaría mal ir a buscar algo de desayuno.

"Sargento! Qué diantres haces aún en camisón? Levanta a la tropa y fórmalos en la toldilla ya de ya, Holgazán!" Las palabras del teniente Brown retumban en tu soñolienta cabeza como una campana tañida por un cañón. "¡Rápido!" Reitera el tenente, cerrando la puerta de la bodega de proa (que es donde duermes). Te incorporas rápido y te vistes como una bala. No te queda nada en su sitio, pero al menos da el pego (o eso crees). Con gran estrépito abres y cierras la puerta a tu salida, con el sable colgado a la altura de la espalda y el bicornio ladeado, para despertar a los que no se habían ya sentido aludidos por los gritos del teniente con un gran "Wake up you lads! God save the King!" 

"Será mejor que empiece a preparar el rancho" te dices a tí mismo cuando apenas se intuyen los primeros rayos de sol en el horizonte. Llevas toda la noche despierto en la cubierta, intentando escudriñar entre las hojas de tu mente qué hacer con los escasos víveres que quedan en la bodega para que la tripulación esté satisfecha ante la imminencia de un combate. Entonces recuerdas el dicho que siempre te decía tu padre "Un estómago lleno es el que toma las ciudades". Aunque no has dado con una fórmula óptima, crees que te vas a apañar con cuatro cosas para dar un buen reconstituyente matutino a tus colegas, por lo que te dispones a bajar a la bodega a por los ingredientes acompañado por tu ayudante, un pequeño grumete escocés de dieciséis años que se embarcó en Portsmouth. En la bodega, al final de todo, está colgado como una morcilla el Sargento William Robinson en su hamaca. Cómo ronca el desgraciado... Al tomar los ingredientes y pasar de proa a popa por la bajocubierta del navío, algunos ojos de los marineros y soldados que se empiezan a desvelar os miran de manera lujuriosa, deseosos de un buen manjar. Muertos de hambre...  

"Wake up you lads! God save the King"

Dice el sargento camarote por camarote para levantar a la tropa, golpea con fuerza por cada puerta que pasa, incluso la abre, para que se escuche su estrepitosa voz, - no quería zánganos en la marina, y menos que no se escucharan sus palabras, por tanto se cerciora que todos han escuchado la voz lo suficiente para levantarse. 

una pregunta, si quiero que - sin nombre- vaya a la cocina a preparar el desayuno para el capitán y pillar algo de comida para mi, he de hacer alguna tirada?

Con el estómago rugiendo, decido ir a la cocina para buscar desayuno para el capitán (y algo para mi para hincarle el diente). Me visto con mis ropas de sirviente y me dirijo a ver a los cocineros.

- ¡Levantarse holgazanes! ¡A la toldilla! Dice el sargento camarote por camarote para levantar a la tropa, golpea con fuerza por cada puerta que pasa, incluso la abre, para que se escuche su estrepitosa voz. - No quería zánganos en la marina, y menos que no se escucharan sus palabras, por tanto se cerciora que todos han escuchado la voz lo suficiente para levantarse. Se queda al final del pasillo esperando que los soldados salieran como una bala hacia la cubierta, no podía dejar que ninguno se quedara rezagado, era su tarea así que los contó para cerciorarse que todos habían subido a la toldilla.

Vestido como un pincel, bajas a través de las cubiertas hasta llegar a la cocina. Es un espacio más bien pequeño, con un par de calderos enormes burbujeando en el centro y una retahíla de armarios dispuestos en forma de U con todo tipo de viveres. En el lado izquierdo, ves un pequeño plato con pan y queso, al lado de una puerta cerrada de donde salen unos murmuros graves masculinos. Al dar un paso adelante y cerrar la puerta detrás tuyo, oyes un leve sonido chirriante. 

Todos los fusileros corren aprisa para obedecer tus órdenes y suben las escaleras hacia la toldilla como si les flagelara el mismísimo Todopoderoso. Al pasar el último, oyes desde arriba la voz del Teniente "Vamos, Robinson, que no tenemos todo el día, carajo". Al dar el último vistazo rápido y legañoso por la ya vacía última cubierta, te parece ver un bulto oscuro al final, en la pared. No parece ser nada, pues no se mueve si no es por el vaivén del barco. 

Todos los soldados obedecieron como era de esperar, si William no era capaz de imponerse a la tropa entonces sabía que el Teniente prescindiría de él, y le mandaría al rango más bajo a limpiar letrinas. Por el honor y la hombría, William era capaz de llegar a ser un hombre frío con tal de que le obedecieran. Una vez que se aseguró que la tropa había salido escuchó al Teniente pronunciar su nombre para que subiera, pero algo vio William que le llamó la atención al fondo del pasillo, pero estaba demasiado oscuro pero dilucidar qué era, y como buen responsable de todo lo que sucediera en los camarotes, William se acercó al bulto desobedeciendo las órdenes inmediatas del Teniente. 

Dándole una vista rápida ves que el bulto no se mueve. Bajo las increpaciones del teniente desde arriba, miras desde tu posición la susodicha forma. Parece que ver lo que és te va a tomar un tiempo del que no dispones ahora mismo. 

Viendo que examinar el bulto le iba a llevar más tiempo que el esperado y bajo la tensión de las imprecaciones del Teniente, decide dejar la investigación para otra ocasión. William se da la vuelta y corre hacia las escaleras para subir al lugar donde le esperaban la tropa y el Teniente. Una vez arriba hace un gesto militar al Teniente a modo de saludo, y se pone frente a la tropa a la espera de las órdenes de su superior.

Me acerco sigilosamente a la puerta para ver si logro escuchar algo.

Como si los azuzara el mismísimo diablo, los infantes de marina se dispusieron en la toldilla ocupando todo el ancho del barco. Algunos rostros, legañosos y soñolientos se tambalean en  la línia con el vaivén del barco. Alguno, al cavalgar el Phoebe alguna ola grande, da un pequeño traspiés para luego volver a su posición. El teniente, mirando con desdén a los fusileros uno a uno, les pasa revista minuciosamente. Al verte, se dirije a tí y te dice: "veamos si alguno de estos holgazanes se ha quedado dormido.". Al momento, saca una lista y empieza a gritar uno por uno los nombres de los diversos soldados, a lo que ellos responden "Aye sir!". Sin embargo, al gritar el nombre de "John Bottoms", reina el silencio. 

Al acercarte un poco más a la puerta, puedes distinguir claramente la voz del cocinero que parece que murmulla algo. Al ser temprano por la mañana y sin tener ganas de meterte en sus asuntos, no le das más importancia. Al girarte para ponerte a lo tuyo, te chirría en las orejas un grito agudísimo y antes de que puedas reaccionar, una rata enorme y peluda se te echa encima, en la cara, desde lo alto de un armario con la intención de dejarte como un colador con sus dientes. Sin embargo, falla el salto y el único daño que hace es restregarte toda su pútrida panza por las mejillas. Al caer al suelo, se incorpora rápidamente, con toda la intención de volver a saltar en cuanto tenga la oportunidad.

William asiente ante la afirmación del Teniente de pasar lista, él se queda muy callado y serio, mirando a todos los fusileros y esperando que estén rectos, mirando al frente y esperando que se les mencione para decir presentes. Cuando pronuncia el nombre de John Bottoms reina el silencio, William entonces establece una conexión entre el bulto y el fusilero desaparecido. - Creo que sé donde puede estar pero está muy oscura esa zona, iré a coger una lámpara antes señor y se lo traigo, mi teniente. Y poniéndose firme saludó con la mano para después coger una lámpara y una vela y yesquera para encenderla, con la intención de dirigirse donde había encontrado el bulto, teniendo la intención de ir hacia allí con la esperanza que fuera el fusilero desaparecido.