Partida Rol por web

A pesar de llevar colgado a la espalda un lanzallamas, Samantha desenfunda su pistola y comienza a disparar sobre la criatura. Pero con los dedos aun llenos de ampollas por las quemaduras de ácido, no puede presionar bien el gatillo y sus disparos se desvían sin dar a la criatura. ¡Maldición!

Mia en un ataque de pánico se acuclillo en el suelo y con las manos tapándose los oídos comienza a gritar desesperada.

Interpretando su papel de “tío cachas y sensible” de la película. George se acerca a Mia y trata de calmarla con escaso éxito. Esto no es como en las películas donde al hablar los personajes se corta el ruido de fondo, aquí el ruido de los disparos impiden que las suaves palabras de consuelo de George se pierdan. Solo se escuchan los disparos y los gritos desesperados de la chica.

El mecánico con su única arma, una pesada llave inglesa, no puede hacer nada contra el ingente monstruo. Suelta la llave y se acerca a Samantha. Con dedos temblorosos comienza a quitar las correas del lanzallamas, pero una tarea que en condiciones normales no duraría más que cinco segundos se complica.

Ibanez apunta con su lanzallamas a la criatura. El crepitar de las llamas recorriendo el chorro de líquido inflable. El líquido da de lleno en la criatura pero en su recorrido también empapo a Devon. En un momento el pasillo queda inundado por el olor de la carne quemada. El cuerpo de Devon cayó al suelo aun cubierto de llamas, y la criatura comenzó a retroceder por el pasillo. Puede que estuviera herida o que solo hullera ante la amenaza del fuego; también podía ser que retrocediera en busca de una mejor oportunidad para atacar.

Pi....  Pi....  Pi..  PI.. PI.. PI

Entonces del detector de movimiento comienza a sonar con su inconfundible pitido. En la pantalla de plasma parecieron otras tres marcas azules de gran tamaño.  

La capitana enfoca la linterna hacia uno de los lugares que señala el detector de movimiento. Entre las sombras, un gato de pelaje anaranjado bufa y comienza a correr por el pasillo.

Entonces un grito resuena en toda la galería. Es el inconfundible grito de Mia que había pasado del lloriqueo histérico al más angustioso alarido de terror. Pero la chica estaba bien seguía acurrucada en una esquina de la pared.

A solo unos pocos centímetros de la cara de la chica se encontraba la cara de George. El musculoso hombre se retorcía y trataba de arrancarse algo de la cara. Era uno de esos “bichos” de color marrón claro que parecían la mezcla de una araña con un escorpión y una serpiente constrictor.

Entonces, Ibáñez disparo una ráfaga del lanzallamas contra el oscuro pasillo iluminándolo una decena de metros. En el pasillo se podía ver a unas tres criaturas avanzado lentamente hacia el grupo. Ante tal desigualdad de fuerzas el sargento de seguridad de la nave solo pudo dar una recomendación. ¡Correr! ¡Correr! ¡CORRER! ¡Hay que llegar a la lanzadera auxiliar! ¡RÁPIDO!

Aleksi salió a la carrera detrás de Ibáñez. Por mucho que quisieran, no podrían salvar a todo el pasaje de aquellas cosas. La mayoría ya estarían muertos y los que no, estarían infectados. Así que huír era la única opción sensata.

El ruido de los disparos inunda el pasillo, Ibañez mantiene un fuego continuo con el lanzallamas mientras el resto del grupo escapa por el pasillo dirección a la lanzadera auxiliar. Cuando el combustible del lanzallamas se termina, la capitana comienza a rociar el pasillo con ráfagas de fusil.

El grupo corre desesperado por el pasillo, mientras el fuego de los fusiles de asalto parece contener a los monstruos. La carrera se torna peligrosa debido a la baja iluminación de las luces de emergencia. Algunos caen rodando por el suelo, mientras otros pasan por encima de ellos pisándolos sin compasión. Nadie se para a ayudar a nada, es un sálvese quien pueda.

Finalmente, al fondo del pasillo, aparece la forma triangular y blanca de la Draco 01. La escotilla de acceso está abierta y todos entráis desesperados en su interior. Solamente cuando la escotilla se encuentra cerrada con los pernos de seguridad, alguien decide hacer recuento.

Dentro de la pequeña nave solo os encontráis tres personas: Samantha, Ibañez y Kaminski. ¿Dónde estaban Mia y Wrench?

Entonces unos golpes resuenan en la escotilla de acero reforzado y placas de cerámica. Por el ojo de bue de cristal blindado puedes ver la cara desencajada de Wrench que golpea con los puños la escotilla. En algún momento de la desesperada huida, el mecánico se debió de caerse y quedar atrás. ¡Socorro! ¡Abrid! Grita desesperado, pero a pesar de su esfuerzo sus gritos solo llegan como un leve murmullo al interior de la nave.

La cuestión era: abrir la escotilla y poner en peligro a los tres que habías logrado escapar; o dejar morir a un inocente para aseguraros la salvación. El abrir la estilla podía implicar que una de esas criaturas entrara.

En sus huida desesperada Kaminski se sentía culpable, pero no podía hacer más que correr. Cayó en dos ocasiones. En una le supuso un buen golpe en una rodilla que le hizo cojear un poco. Por fortuna nada grave, pero lo retrasó un poco en su carrera. 
Casi sin aliento alcanzaron la escotilla que les daba paso a la Draco 01, su salvación. Cruzó el umbral y sintió el sonido de los hidráulicos cuando alguien, no supo quien, cerró la escotilla. Estaban a salvo. Pero no todos lo habían conseguido. Faltaban dos; Mía y Wrench.

No tardó en ver a Wrench al otro lado de la escotilla desesperado por entrar. Por unos segundos, apenas unos segundos se había quedado al otro lado. No, no podía permitirlo. 

Aleksi no se lo pensó dos veces y comenzó a abrir la puerta lo más rápido que pudo.

-¡Cubridme!¡No podemos dejarlo ahí!-.

El cargador vacío de Ibañez golpeo el suelo metálico de la lanzadera con un golpe seco que reverbero por todo el habitáculo. Con movimientos mecánicos y rápidos volvió a introducir otro cargador, municionando el arma. ¡Listo! Dijo adoptando la posición para cubrir la escotilla.

Samantha, la capitana de la nave Equus y ahora también de la lanzadera Draco, abrió la boca con intención de decir algunas palabras. ¿Estaría a favor una misión tan arriesga? Seguramente, como oficial al mando, debería de oponerse a una acción que correspondía tantos riesgos y tan “pocos” beneficios. Pero la firmeza de la contestación de  Kaminski secundada por Ibañez hizo que la capitana cerrara la boca y al igual que el sargento, recargara su arma. Lista. Kaminski, solo tenemos una oportunidad.

Accionas el cierre de la escotilla de la lanzadera. La pesada puerta comienza a abrirse lentamente y en el exterior empiezas a escuchar el sonido de las largas patas quitinosas de los monstruos que se mueven por todo el hangar.

En cuanto la esclusa se abrió y Wrench dio el primer paso para entrar en la lanzadera. La criatura aparto de un poderoso manotazo al mecánico. El cuerpo del mecanico golpeo una de las paredes del hangar, quedando tendido en el suelo como un muñeco roto. Habías sido demasiado lento, no habías sido capaza de agarra a Wrench. Ahora el mecánico había muerto.

Sobre tus hombros empezaron a volar las balas, Ibáñez y Denver disparaban ráfagas de fusil contra la criatura. Las balas impactaban contra la quitina del monstruo abriendo heridas y haciendo que la sangre del ser saliera disparada. Parte de la sangre corrosiva cayó sobre tu pecho y las piernas.

A pesar de la abrumadora potencia de fuego que Ibáñez y Denver estaban desarrollando. La criatura comenzó a avanzar para entrar en la lanzadera. Si la criatura entraba en la lanzadera, todo estaba perdido.

Entonces algo aparto a la criatura, alejándola de la esclusa, permitiendo que esta pudiera cerrarse de nuevo. Bred, el androide defectuoso que transportaba la nave, había utilizado todo su peso para placar a la inmensa criatura.

El sintético forcejeaba inútilmente con la criatura en el suelo, era cuestión de segundos que la criatura lo despedazara. ¡Rápido, huid con la lanzadera! Completar la orden WY9757HI….

-¡Mierda, Wreck!-Aleksi quedó un instante bloqueado con el brazo extendido como si quisiera aún agarrar al mecánico mientras veía como su fiel compañero de fatigas era despachado de un manotazo, como si se tratase de una mosca-.

No había sido lo suficientemente rápido. Y ahora por su culpa, Wreck estaba muerto y sus compañeros, en peligro.

No tuvo mucho tiempo de pensar en ello. Lo siguiente que sintió fueron balas a su alrededor y varias gotas de lo que debía ser la sangre de aquel bicho, que empezaban a humear en contacto con su piel. El dolor era horrible.

-¡Aaaarhg!

Ese líquido avanzaba comiéndose todo a su paso. Intentó cerrar la escotilla y se agachó hacia adelante para que la gravedad no ayudase al avance del líquido. Si no fuera por la proverbial aparición de Bred, todo estaría perdido.

-¡Mierda!Maldita sea!-Apretando los dientes para intentar contener el dolor, Aleksi tiró de la compuerta y la aseguró de nuevo.