Partida Rol por web

A vuestro alrededor ya ha comenzado el combate cruces de balas, láseres y plasma llenan la explanada en las que habéis aterrizado mientras el agua cae incesante. Figuras de aspecto humanoide se mueven con soltura a pesar del terreno y el clima en una táctica de guerrilla que comienza a ser efectiva contra el soldados que salen de sus cápsulas de desembarco.

El que hayan neutralizado nuestra nave me hace pensar en las criaturas de Rembrandt que a cada momento inutilizaban nuestros equipos tecnológicos.

Debido al impacto del rayo y el descenso descontrolado vuestra cápsula ha caído justo a la espalda de un grupo de félidos que rápidamente se giran hacia vosotros para haceros frente.

La verdad es que el combate cuerpo a cuerpo no era lo más adecuado, ya que al menos mi arma no era efectiva a ese rango. Como buena soldado salgo corriendo a toda velocidad hacia una distancia donde mi arma sea segura. Paro tras una roca y preparo el arma para ponerme acto seguido a disparar. Mis compañeros estaban locos, no iban a conseguir subir el marcador de esa forma.

Sheriff mira cabreado a Pedraforca y le grita "¡Maldita sea, Pedraforca! ¡Otra vez nos has dejado demasiado cerca!"

Abre fuego hacia los peludos, y retrocede para alejarse del alcance de sus garras.

Gracias a las habilidades de Katty, el aterrizaje no fue mortal, aunque tampoco fue lo más suave. La nave se deformó y a duras penas pudieron salir por las escotillas de emergencia. Fuera, les esperaba un infierno de plasma y rayos por doquier, que reventaban aliados y enemigos por igual, levantando la tierra mojada allá donde impactaban. Por fortuna, pudieron acercarse sin ser detectados, guiados por Pedraforca. A pesar de que les dejó algo demasiado cerca del enemigo, tanto Sheriff como Katty lograron alejarse cubriendo su retaguardia. Las familiares descargas atronadoras del cañón de Sheriff carbonizaban el aire a su paso, y, aprovechando su cobertura, Akira cargó hacia delante. Aunque aquella distancia no le venía bien a los compañeros, a ella le daba la oportunidad de probar su nuevo equipo. Suspiró, mientras veía la lluvia correr por su visor, y agarró el mango de la kurohime, que se soltó con un chasquido cuando los receptores de su empuñadura reaccionaron al contacto. 

Salió de la funda con suavidad, como si la acariciara, expulsando un torrente de gotitas de lluvia a su paso, mientras Akira saltaba sobre el primero de los félidos. Trató de dispararle, pero la soldado giró en el aire, esquivándole, y atacó con todo su peso puesto en la acerada hoja de la espada, que destelló levemente cuando su filo se volvió monomolecular como reacción a la velocidad. El alien interpuso su brazo, acorazado con una gruesa placa metálica, con intención de detener el golpe, pero la hoja no se detuvo. Impactó en el centro de la protección, donde era más gruesa, y sin ni siquiera un chasquido, ni siquiera chispas, el filo lo atravesó, deslizándose entre las moléculas del acero antes de que el cuerpo central del arma lo destrozara. El brazo saltó hecho astillas de hueso, y tras él el hombro y el resto del félido hasta la cadera. Muerto antes de tocar el suelo, el enemigo se derrumbó. 

Akira no perdió el tiempo admirando el arma, aunque realmente estaba impresionada. Saltó de nuevo, aterrizando en el centro de un grupo de félidos, un lugar que parecía un nido de ametralladoras, acorazado con sacos de arena alrededor, desde donde los gatos disparaban sin pausa. Comenzó a cortar, en una espiral de acero, lluvia, y sangre, y los aliens murieron sin posibilidad de defenderse siquiera, pues la kurohime cortaba protecciones, armas, huesos y carne como si de agua se tratase. Destrozó a tres antes de que se dieran cuenta de que estaba ahí, y cuando los otros dos se volvieron, Akira se agachó por debajo de los disparos de sus armas y cortó en trayectoria ascendente, de forma que la espada entró bajo las costillas del primero, partiéndole en dos, y salió a la altura perfecta para decapitar al segundo, cuya cabeza voló hacia arriba en un arco de sangre, con la sorpresa aún congelada en su rostro. Mientras ambos cuerpos caían, con su sangre mezclándose con la lluvia que caía incesante, el último de los félidos la atacó con lo que parecía un pesado martillo de guerra. Lo blandió en un arco amplio, en un golpe descendente que sin duda habría destrozado las placas de su armadura de haber llegado a impactar. En su lugar, Akira interpuso la kurohime, y el félido sonrió, creyendo poder romper la fina espada sin problemas. 

Se escuchó un solo sonido, alto y agudo, elevarse al cielo, cuando la espada creó una malla de nanotubos de carbono reforzados en el punto en el que el martillo impactó, y el mango del arma del félido se partió con un chasquido sordo. 

Sin darle tiempo a reponerse de la sorpresa, Akira giró sobre sí misma trescientos sesenta grados, acumulando fuerza con el giro, y golpeó el vientre del ser, que crujió y se partió hasta ser cortado por la mitad limpiamente. La sangre explotó de ambas mitades, cayendo junto con la lluvia, con las entrañas del ser esparcidas por el suelo en un cuadro macabro. 

Akira se alzó, mientras el filo de la kurohime emitía un destello al reorganizar su estructura, volviendo a quedar tan afilado como cuando salió de la fábrica, refulgente y mortal. 

Al salir de la capsula de desembarco de una pieza gracias a las habilidades técnicas de la soldado Katy que estuvo hasta el último momento activando sistemas de frenado que dando herida por ello.

Al salir active los sensores médicos y comprobé mi estado y el de los demás antes de sin consultar al sargento Sheriff y el teniente Ring avanzar encabezando el grupo hacía un nido de ametralladoras de esos félidos que tenían bloqueadas otras de nuestras unidades.

Mientras avanzaba recibi la reprimenda del sargento por tomar iniciativas que no me correspondían pero había considerado que no podíamos quedarnos al lado de la capsula mientras el sargento y el teniente debatían sobre la estrategia a seguir.

Cuando sólo nos separaban dos árboles del enemigo intente coger mi hacha para probar el filo damasquino que le habían incorporado cuando note que se había bloqueado el enganche. Teniendo que esconderme detrás del último árbol mientras me adelantaba Akira comenzando su gracil danza de la muerte con su nueva katana.

El teniente seguía al pelotón mientras parecía hablar con un canal privado, aunque no se le escuchaba sus gestos denotaban que no le gustaba lo que escuchaba y no parecía tener posibilidad de réplica. Cuando llegaron hasta los félidos el teniente no estaba preparado y tardo unos preciosos segundos en activar su Power Garra que permitieron a los enemigos salir de su alcance.

La masacre del nido de artillería de Filofrío pilló desprevenidos a los félidos pero los aullidos de sus camaradas al morir les hicieron reaccionar y prepararse para el enfrentamiento. Sus rostros leoninos y sus fauces rugientes eran signo de que presentarían batalla a pesar de las bajas.