Partida Rol por web

Nada más salir a la hambrienta oscuridad, Naya tomó la mano de Graham y la posó en su cintura para servirle de guía, como si fuera un perro lazarillo. Ella llevaba el quimifanal por si acaso, pero en aquellos momentos estaba apagado para evitar llamar la atención. Miró a Mort esperando que ella hiciera lo mismo con Kath pero sin verbalizarlo de ningún modo, pues no era quien para dar órdenes ni consejos.

Iniciaron la marcha, moviendose con lentitud, pisando con cuidado y cautela, sobre todo para no chocar entre ellos, pues no sabía cuanto podía ver su compañero. Al menos ella si percibia su calor, su respiración pausada... aquello le daba seguridad.

Al llegar a su destino hizo un barrido y tras eso le señaló a la hermana dos puntos distintos. Podían dividirse en dos grupos pero sin perderse de vista uno al otro o vigilar desde el mismo punto los cuatro, cosa más complicada para la discreción.. Ella desde luego era menuda y podia ocultarse en cualquier sitio.

Mort asintió ante el gesto mudo de Naya, y siguiendo su ejemplo, cogió la mano de Beatrix y se la puso en el hombro, para después avanzar detrás de las otras dos con cuidado, dejando unos cinco pasos entre medias, para darles espacio para moverse y de paso, tener un margen de maniobra también. 

Al llegar delante de aquel edificio, localizó un punto donde las dos podían esconderse con facilidad y se llevó a la arbitres allí, mientras veía como, inteligentemente, Naya se llevaba a Graham a otro punto separado, pero visible. Una sonrisa suave en su rostro, que probablemente sólo Naya podría ver, mostró que la mujer estaba satisfecha con la habilidad e inteligencia de su compañera de correrías. - Con su constitución y tamaño, no me extraña que haya tenido que desarrollar este tipo de habilidades, pero además, piensa rápido. - meditó, la alta y fornida mujer mientras observaba los alrededores, vigilando por si aparecía alguna de aquellas bestias. A pesar de su tamaño y músculos, no había duda de que Mort se movía como una pantera. Sopesó encender el enmudecedor, pero estaban a bastante distancia del lugar, al amparo de la oscuridad y con bastante espacio para vigilar a su alrededor. El efecto del enmudecedor sería más útil en un entorno más comprometido, y además, la batería duraba muy poco como para malgastarla allí esperando, así que lo descartó y lo dejó para otro momento, conservando así su energía. 

Si tenían que defenderse la cosa cambiaría y mucho, pues a la hora de combatir, la Hermana Mort no era nada silenciosa, pues acostumbrada a que su adversario lo último que escuchara fuera el arranque del motor del arma que segaría su vida, no estaba acostumbrada a abrirse camino en silencio, un pequeño handicap que tenía que soportar. 

Su mano reposó en la empuñadura de la espada sierra. 

¿No habéis decidido una mierda? - le dijo con tono bronco que ni el vocoemisor era capaz de neutralizar, el psíquico estaba visiblemente cabreado, y tenía ganas de "guerra" - ya he visto que los otros tontos se han ido por ahí, supongo que hacer lo que ya había sugerido, deben tener la cabeza tan adentro del culo que creen que mi voz fue el eco de su diarrea cerebral - miró a Beatrix y esta pudo sentir una cierta presión en el aire, como si este fuera más denso - cojamos a uno de los del magistratum, esa pareja que nos vigilaba, a ver si sacamos algo más - empezó a andar - en marcha

Senti la mano de Lille sobre la mia y como la dirijio a su cintura. Katherine hizo algo similar con Mort.

En la oscuridad era donde todo su potencial explotaba. Su vida no habia sido facil pero si duda no habria sobrevivido tanto tiempo sino fuera por las habilidades que poseia.

Sonrei sutilmente mientras me dejaba guiar, sin dudar ni un instante en cada paso o giro dado por mi guia.

Observe el edificio, en medio de la oscuridad, siendo consciente de que la falta de detalles le quitaba fuerza al mismo, pero aun asi estando clara la magnitud del mismo dadas las edificaciones cercanas. El Refugio era una construccion de una epoca donde se mostraba el poder de Coscarla y por ende, de cuando esta en su apogeo.

Un edificio enorme, con multitud de salas y seguramente mas de un piso subterraneo. Encontrar al Cirujano podia ser una autentica locura si las cosas iban mal... de eso no habia duda, pero no habia que olvidar que estabamos aqui para recoger informacion. No para matar al Cirujano... al menos de inicio.

Observe las miradas entre Mort y Lille, consciente de que las dos se entendian de una forma muy simple. Eso era bueno, por lo que cuando nos dividimos no dije nada, solo segui a Lille, consciente de como habian buscado dos puntos de vigilia separados pero al mismo tiempo, lo bastante cercanos y visibles entre ellos.

Tras eso me acomode segun Lille especifico y comence a observar a mi alrededor, evitando las luces en la medida de lo posible para que mi vision nocturna no se viera jodida por las mismas. Estaba claro que estariamos un buen rato a oscuras.

Beatrix entendía el enfado de Leonid. El otro grupo no hacía más que dividirlos, en empeñarse en actuar por su cuenta, lo cual no habría estado mal... si hubieran llegado a algo. Y ahora cogían su idea, la que tanto le habían discutido, y se iban a ponerla en práctica. Tal vez el psíquico prefiriera estar solo pero ella, en el fondo, les echaba de menos. Cuantos más kilos de carne hubiera entre ella y el enemigo, mejor.

—Creo que deberíamos intentar que parezca una negociación. Ya sabes, seguir jugando nuestra coartada. Si son mercenarios y están al servicio del Cirujano, entonces deberían tener acceso a él, o a alguno de sus lugartenientes. Además, algo me dice que el tal Locan puede que sea un magistrado de verdad. Uno que ha decidido venderse, pero que aun así se arrepiente —tal vez por ser una arbitradora, tal vez por otro motivo, Beatrix parecía tener un entendimiento bastante hondo de cómo funcionaban los cuerpos de seguridad planetarios—. Por lo que nos contó Lili, es bastante posible. Sea como sea, no creo que tengamos el músculo suficiente para despachar una patrulla de mercenarios, no sin un as en la manga.

Entonces se paró para mirarle, con una sonrisa torcida.

—No te ofendas, lo digo por mí. En el Adeptus nunca faltan voluntarios para hacer esta clase de cosas. Yo he preferido orientar mi carrera profesional por otros derroteros —y suspiró de manera larga y tendida, dejando entrever la frustración que sentía, que sus siguientes palabras acabaron por confirmar—. ¿Quieres apostar algo a que les cazan?

Mientras el grupo que iría a explorar el Refugio para los Desfavorecidos aguardaba a que cayera el ciclo nocturno, Leonid y Beatrix mataron el tiempo decidiendo si se arriesgaban con alguna patrulla de supuestos agentes, o si iban en busca del tal Locan, una presa más sencilla pero también más difícil de encontrar, al menos en circunstancias propicias.

A base de ir preguntando y sacando información de manera discreta, Beatrix logró sonsacarle a la gente de Coscala cual era el habitáculo de Locan y en qué bloque residencial se encontraba, de modo que, cuando el ciclo cambió de nuevo y las luces desaparecieron del distrito, el segundo grupo salió a toda velocidad hacia allí, temiendo que las criaturas pudieran darles alcance en algún momento, ahora que era su hora de cazar.

Por suerte, nadie les interceptó a la ida, y pronto estuvieron frente a la puerta de Locan, en un bloque que en nada difería de los que habían pisado ya en cuanto a su aspecto cochambroso y arruinado. Ante sus insistentes golpes, la puerta del habitáculo se entreabrió para dejar ver a un hombre que debía rondar la tardía mediana edad, pero que aparentaba un aspecto bastante más mayor y deteriorado. Las ojeras y arrugas eran prominentes, y la barba estaba demasiado larga y descuidada como para que fuera a pasar ningún control de uniformidad del Magistratum. Claro que no es que hubiera mucho control de nada en Coscarla.

Durante su tiempo en los Vigiles, Beatrix había visto a más de uno y dos nobles enganchados a alguna sustancia no del todo... Permitida, como para poder reconocer los síntomas de alguien con síndrome de abstinencia de Obscura en el hombre que les acababa de abrir la puerta. 

Como quieras - respondió tosco - y no hay ofensa, pero podríamos con dos de ellos fácilmente - comentó, aunque había aceptado los modos de arbitre. No pudo evitar soltar una risa sarcástica - no, no apuesto, pero no me sorprendería que sucediera - y, tras ese comentario, avanzaron los que quedaban fuera de su propio plan.

Una vez llegaron a la puerta del apartamento de Locan, Leonid miró a Beatrix para que obrara su magia, para, luego, depositar su "enigmática" y oculta mirada en el agente.

El grupo aguardó agazapado en la oscuridad, esperando durante lo que no debieron ser más que unos minutos que se hicieron eternos, acompañados tan solo del silencio y de la visión del siniestro edificio al final de la calle. De repente, las grandes puertas de la entrada principal se sacudieron, empezando lentamente a abrirse. Un fantasmal fulgor iluminó débilmente las escaleras de entrada desde la crecierte abertura, y en cuanto se hubo abierto lo suficiente, una serie de siluetas salieron del interior. Cuatro figuras encorvadas de brillantes ojos rojos, iguales a las que se habían enfrentado la noche anterior, abandonaron el Refugio para los Desfavorecidos, empezando a avanzar por la calle mientras las puertas se cerraban de nuevo.

Pronto, todo lo que pudo verse para quien no contara con equipo de visión nocturna, eran los ocho puntos rojos en medio de la negrura, que siguieron caminando sin percatarse de las cuatro figuras que les observaban tras sus escondites. Pronto se perderían más allá de la calle, y esta volvería a quedar desierta, como el Refugio había vuelto a quedar inerte.

Beatrix respondió a la mirada de Vantes con cierta desidia, molesta consigo misma por haberles malacostumbrado. Forzó una sonrisa impostada al hombre que les miraba por el hueco de la puerta, al que enseñó la identificación falsa que la designaba como una empleada de la Alianza Coblast. «Empleada del mes, como la cosa siga así», pensó, presuntuosa como siempre. Esa noche su talante denotaba más hartazgo que amenaza, y la verdad era que era bastante sincero.

—No se asuste, solo queremos hablar. ¿Le importa abrir la puerta? Podemos echarla abajo, pero apuesto a que nadie ganaría nada con eso, ¿eh? —estaba preparada para impedir que cerrara la puerta colando un pie en el umbral, si era necesario. Reconocía que no estaba siendo muy convincente, por lo que decidió seguir su olfato y mencionar a la hermana de Saul. Como poco, le desconcertaría; con un poco de suerte, se pondría tan nervioso como cuando ella se cruzó con él— Nos manda Lili. Arbest.

Era evidente que el hombre estaba nervioso, y en cualquier momento podía tratar de cerrar la puerta a pesar del buen tono con el que empezó la arbitradora, no respondiendo a su intento de que la abriera. La visión del símbolo de la Alianza Coblast no pareció tener efecto en él, ya que el miedo parecía ser inherente a su mirada, pero la mención a la hermana de Saul pareció sacarlo de su embotamiento, alzando los ojos para observar a Beatrix — ¿Lili? ¿Cómo es qu...? ¿Qué ha sido de ella?

La enorme estructura de mármol verde abrió sus puertas y vomitó cuatro seres antinatura, creados sin duda por aquel que se hacía llamar "El Cirujano". Casi conteniendo el aliento observaron como las criaturas se alejaban hacia la oscuridad. Una vez fuera de su alcance, esperó un minuto aproximadamente antes de susurrar a Katherine y al resto - Y bien...¿seguimos esperando o queréis que nos acerquemos para ver si podemos otear el interior desde alguna de las ventanas? - 

No le gustaba estar allí, tan expuesta, esperando a que la muerte viniera a por ella. Lo normal era lo contrario, que ella, la muerte, fuera a por otros. 

¿Acaso te importa que ha sido de ella? - preguntó con la ira asomando por entre las sílabas de las palabras que salían de sus resecos labios - Si no te importaba que pasaba con su hermano, ¿ahora te preocupa ella? - si hubiera podido, le habría escupido - tienes la oportunidad de que esto salga bien para ti, así que seguiremos con esa posibilidad. Dinos, ¿Qué le hiciste a Saúl? ¿Dónde lo llevaste? Sabemos que sabes mucho sobre este tema - el cuero de sus guantes crujió cuando apretó sus puños - es el momento de hablar y de hacer las paces con ÉL

Beatrix escuchó a Leonid, volvió a mirar a Locan y suspiró.

—¿Vas a abrir la puerta, o qué? —y miró a un lado y otro, a las puertas del resto de habitáculos. A ella le daba igual que la vieran allí fuera pero, visto lo visto, a Locan seguro que no— No tenemos toda la noche.

La ira de Leonid pilló a Locan totalmente por sorpresa, su expresión cambiando a una de estupefacción. Todos sus movimientos, incluso sus cambios faciales, eran realizados con lentitud, con un letargo que iba más allá del que tendría alguien agotado tras un duro día de trabajo — ¿S-saúl? Yo no... — empezó a decir, pero su cerebro, que debía estar funcionando con la misma lentitud que su cuerpo, debió acabar de entender lo que implicaban las palabras del psíquico.

En el momento en el que Beatrix terminó de hacer su pregunta, Locan empezó a cerrar la puerta, a modo de respuesta, aunque la reacción probablemente se debía más a Leonid que a la más inocente pregunta de la arbitradora. A pesar del sosiego con el que actuaba, la puerta apenas estaba abierta lo justo para asomar la cabeza, por lo que no tardaría mucho en cerrarla si no se lo impedían.

¡Oh! ¡No amigo! ¡Has elegido mal hoy! Otra vez - rugió crepitando de energía que acababa de concentrar con la rapidez del pensamiento, llevado por la furia que lo dominaba a unos niveles que hicieron que su manifestación psíquica saliera con violencia de entre sus manos después de haber hecho un rápido e iracundo gesto con estas, tratando de empujar la puerta con su telequinesia, se estaba desquitando con ese cabrón y su puerta, pero para Leonid, eso no iba a ser suficiente.

Estar a oscuras en un puesto de vigilancia no era de lo peor que habia hecho, pero era consciente no solo del tedio, sino de como afectaba al cuerpo en si. La tension de los musculos, la posicion, todo jugaba en contra a futuro, buscar una posicion estable y sobretodo ser capaz de relajarse era necesario… para que los musculos no sufriesen si habia un conflicto. 

Observe a mi alrededor con calma, siendo consciente de cuando la puerta se abria, dotando al lugar de un punto de misterio y aspecto tetrico que solo fue a peor cuando las cuatro figuras salieron. 

Cuatro figuras. Nosotros habiamos peleado contra tres. Se nos habia escapade una? La variacion en el numero significaba algo? O simplemente habia mas de una “patrulla”? 

Escuche el susurro de Mort y tras mirar a Lille que era quien podia ver en la oscuridad, me gire hacia Mort. – Han variado la cantidad de integrantes. Fijemonos primero si no hay alguien vigilando a ese cuarteto, alguien que este buscando a alguien como nosotros. – Plantear que el enemigo era inteligente era necesario, si una patrulla es emboscada y simplemente envias otra a la noche siguiente no parece lo que haria un miembro de una orden como Vantes. Estudio… implicaba conocimiento e inteligencia… lo normal seria poner ojos sobre tu nueva escuadra, solo por si acaso. 

Aquellas que tenian las gafas deberian estar atentas, aun asi, si Lille preferia que yo me encargase, lo haria. Cada uno era bueno en lo suyo. El trabajo en equipo era necesario. 

El estallido psíquico empujó la puerta con violencia hacia el interior, con tanta fuerza que Locan, pillado de improvisto, salió disparado de la misma y cayó de espaldas al suelo, soltando un gemido de dolor. La puerta chocó con la pared y rebotó para volver a cerrarse, pero ya no había nadie que la sujetara, y el grupo pasó al interior del habitáculo, tan pequeño, atestado y deteriorado como los que habían visitado con anterioridad. El agente los miraba, atónito, intentando procesar lo que sucedía, siendo incapaz de moverse siquiera — ¿Q-qué...? ¡P-por favor, no sé nada de Saúl, lo juro!

Ahora Leonid se quedó en silencio, buscando con la mirada algún objeto punzante que pudiera servir para darle más miedo a ese cabrón. Encontró un objeto punzante que alzó con la mente para sostenerlo frente a su rostro, esperando que Beatrix tomara las riendas del interrogatorio. Estaba disfrutando, pero no era suficiente; miró a Tellum de soslayo - cierra la puerta y vigila que nadie venga