Partida Rol por web

 Xerine sonrió ante el comentario de Dieter

Te tengo

Oh, estoy segura de que mi petición se entendía perfectamente dado el contexto en el que nos encontramos, y tampoco quería menospreciar la capacidad selectiva de Sally. No me había parecido que necesitase aclaración, por lo que me disculpo si no lo ha entendido correctamente

Acto seguido asintió con la cabeza, y volvió a girarse hacia Sally, satisfecha

 -Por supuesto. Es un gran honor vestir a una dama de tal belleza. Un momento, tengo varias ideas...

Sally se vuelve a meter en la trastienda, y volvéis a escuchar los mismos ruidos. De repente, un jarrón sale rodando por la puerta, y escucháis ruido de cristales rotos. Sally sale despeinada, y con los vestidos en ambas manos. Coloca las prendas en la mesa, y dice alegremente mientras vuelve a arreglarse.

-¿Que tal? ¿Que os parece?

 Me acerco y le paso los primeros cuatro vestidos a Xerine.

Creo que alguno de estos te quedaría bien. Y a Liana  estos - le paso el 7 y el antepultimo- dado que por los colores hacen juego con la mascara dorada con motivos negros

Pasando un poco del chico que opina de moda femenina, señalo el vestido liso rojo y el liso blanco (los dos juntos) y le digo a Sally:

-Creo que me llevaré estos dos y les haré un arreglo rápido. ¿Tiene usted tela de color verde oscuro o blanca?

Espero que D no se lo tome muy a mal, pero no suelo fiarme de los hombres que opinan sobre ropa de mujer.

 Revisó los vestidos, uno por uno, ignorando a Dieter. Al final, se decidió por uno, el más clásico y formal: Era suficientemente abultado, y no demasiado ceñido al cuerpo. El color blanco era perfecto. Blanco pureza. Blanco radiante

Ese ¿Podría probármelo?

Mientras se apartaba a algún compartimento secundario que tuviera Sally para probarse el vestido, siguió hablando, un poco más alto para que la oyeran desde la habitación principal

También me gustaría algo de ropa cómoda, de viaje, cuanto más elegante mejor. No quisiera aprovecharme de la buena fe de la señorita Moonflow por mucho tiempo más, y me gustaría poder devolverle sus prendas ipso facto ¡Ah! Y una maleta

Tras unos segundos, salió a la vista de todos, ya vestida: Estaba deslumbrante. Miró su vestido, evaluando el resultado, y buscó algún espejo para poder contemplarse en él. Luego sonrió

Blanco pureza. Blanco esperanza

Se giro hacia Dieter, con una mirada divertida

Vamos, atrévete a decir algo. No me decepciones

El juego no había acabado, ni mucho menos

Sonrío ante la radiantes de Xerine.

 Blanco como el color de las nubes, la espuma del mar, como un lobo, o una paloma. 
 Blanco como la nieve de las montañas y las de mi tierra natal.
 Blanco, frío y puro.

Río queda y encantadoramente. 

Faliar mira a D, mas ruborizado si cabe

- Yo...esto...no...entiendo...de...moda...femenina...Adios

 Nos vemos luego, Faliar. Aaron

Cuando los dos salen, Xerine se gira hacia Dieter

 -Las dagas, las puedo dejar a 5 monedas de oro. Si quieres, aunque estoy dispuesto a hacer una rebaja de un 80% si las vas a llevar por el mundo. Así me haces publicidad.

¿Quieres las dos?

 Solo puedo sonreír hacia la señorita mientras me despido con la mano de mis amigos, con la sensación clara de estar en la cueva del lobo. Una vez lo hice, y no fue nada agradable...

 Sonríe al ver la risa de Dieter. No le molesta. Le parece demasiado vulgar para alguien como Dieter, si es que no ha juzgado mal a su compañero. Supone que habrá otra razón detrás de esa risa. Así que se limita a seguir con su propio poema

Tú me quieres alba, 
Me quieres de espumas, 
Me quieres de nácar. 
Que sea azucena 
Sobre todas, casta. 
De perfume tenue. 
Corola cerrada 

Ni un rayo de luna 
Filtrado me haya. 
Ni una margarita 
Se diga mi hermana. 
Tú me quieres nívea, 
Tú me quieres blanca, 
Tú me quieres alba

Sonríe, recordando el resto del poema, que probablemente solo Dieter conoce. Su pequeña insinuación personal, dirigida a su contrincante

Tú que hubiste todas 
Las copas a mano, 
De frutos y mieles 
Los labios morados. 
Tú que en el banquete 
Cubierto de pámpanos 
Dejaste las carnes 
Festejando 
Tú que en los jardines 
Negros del Engaño 
Vestido de rojo 
Corriste al Estrago. 

Tú que el esqueleto 
Conservas intacto 
No sé todavía 
Por cuáles milagros, 
Me pretendes blanca 
(Dios te lo perdone), 
Me pretendes casta 
(Dios te lo perdone), 
¡Me pretendes alba! 

Huye hacia los bosques, 
Vete a la montaña; 
Límpiate la boca; 
Vive en las cabañas; 
Toca con las manos 
La tierra mojada; 
Alimenta el cuerpo 
Con raíz amarga; 
Bebe de las rocas; 
Duerme sobre escarcha; 
Renueva tejidos 
Con salitre y agua; 
Habla con los pájaros 
Y lévate al alba. 
Y cuando las carnes 
Te sean tornadas, 
Y cuando hayas puesto 
En ellas el alma 
Que por las alcobas 
Se quedó enredada, 
Entonces, buen hombre, 
Preténdeme blanca, 
Preténdeme nívea, 
Preténdeme casta.

 La cara de Sally se ilumina considerablemente cuando ha visto lo que quieren llevarse. Dos de sus mejores vestidos, han sido escogidos. Espera que no tengan problemas monetarios porque va a ser caro.

 No lo admitiría, pero el poema de Dieter es, simplemente, perfecto. Frío y puro. Como un lobo. Como una paloma. Como ella. A veces era lobo, a veces paloma. A veces era la música, pura y desnuda, a veces la asesina, fría y metódica. Era la nieve. Era el color blanco

Era perfecto

 Al salir de la tienda veis como la gente del pueblo parece haber despertado ya. Hay mucha actividad, y más movimiento del que había antes. Como ligero ruido de fondo, se escuchan los martilleos de un herrero, y el sonido de las aves. La carroza pasará en una hora más o menos a por las mujeres. La mañana va pasando con tranquilidad.

Por supuesto, me parece un precio razonable. También tengo algunas peticiones algo menos importantes... Una libreta o cuaderno, pluma y tinta, unos guantes -Si son de seda mejor-, unos zapatos elegantes -si tiene varios me gustaría poder verlos, para combinarlos con el vestido-, y otros cómodos para viajar, y un pañuelo, si es posible también de seda

Enumera todas sus peticiones, antes de mirar fríamente a la mujer, y añadir

No me importa esperar, ni repetírselo ¿Cree que podrá disponer de ello?

Quint estaba hecho un lío.

¿De qué me está hablando? ¿De las dagas que iba a forjarme o del precio de una hoja sin mango ni nada?

-Vamos a ver, me estoy perdiendo con los precios... ¡Las matemáticas nunca fueron lo mío! Vayamos por partes: ¿Puedes hacerme dos dagas gemelas de calidad que pueda sentirme orgulloso de poseer? Si es así, las mostraré con gusto por todos los lugares a donde vaya, y te recomendaré como herrero en todo puerto mercante por el que pase. Te doy mi palabra.

-¿Cuánto me costarían las dos dagas?

Tras la respuesta del herrero, Quint continúa:

-Y las hojas sueltas... ¿Acuánto cada una?

Sonrió al escuchar aquel poema y no puedo evitar el voltear brevemente la mirada.

He viajado por ríos y montañas
he vivido he muerto y he renacido
por ello soy el que menos y el mas
indicado para hablar de pureza

He sido traidor, he sido traicionado.
He sido juez, verdugo e inculpado

Me retiro un poco, mi gesto ahora es triste, ya no mas alegre.

Yo no pido ni quiero nada.
Con vivir me conformo, aunque..,
si pudiera desear..

Camino a la calle, y sin voltear me despido

Nos vemos Sally, nos vemos Xerine