Partida Rol por web

La iglesia vibró repentinamente.

Cuando todas las letras estuvieron colocadas en su lugar, Faliar dio un par de pasos hacia atrás para "reunirse" con el grupo, estaban todos esperando para ver qué es lo que iba a suceder, estaban convencidos de que el enigma estaba bien resuelto y que iba a suceder algo, y la iglesia les respondió.

El suelo tembló mientras la luz de la luna iluminaba diréctamente el panel en el que se encontraba aquel nombre.

Erebus.

De pronto, silencio. Los tres paneles desaparecienron en un pestañeo,  cubiertos por mármol negro. Un estruendo. La puerta de entrada se había cerrado sola, impidiendo la salida de la catedral. Aún quedaba el orificio abierto por Xerine y Aaron en una cristalera, a la cual se podía acceder con la ayuda de una improvisada escalera de escombros.

La columna azabache empezó a girar sobre sí misma, consiguiendo con ello que el suelo de la catedral vibrara bajo los pies de los presentes. Nadie se podía mover, paralizados por la incertidumbre y... el miedo a lo desconocido.

Y desde el techo, el cual parecía de robusta piedra empezó a descender en forma de caracol rodeando a la columna una escalera. 

Tardó unos segundos en estar completa, surgiendo como de la nada y perdiéndose su final en el techo de la catedral. 

La propia escalera no tenía sentido, ¿Como iba a haber una sala más arriba del techo?¿Tanto secretismo símplemente para llevar al tejado? No, algo tenía que haber ahí arriba, pero de haberlo, desafiaría las leyes de la física. La catedral vista desde fuera no parecía tener ningún espacio reservado para una habitación en ese punto.

Al tocar el suelo, el temblor provocado por el movimiento se detuvo, y sólo quedó el silencio. El silencio y la nueva estructura que se había formado.

La escalera serpenteaba la columna creando una infinidad de escalones en ella, haciendo de la subida algo fácil, por la poca inclinación de esta, pero por contrapartida algo relativamente largo, si se quería hacer con cuidado pues la ausencia de ninguna clase de barandilla hacía el camino algo complicado.

¿Quién iba a dar el primer paso?

¿Qué es lo que habría arriba?

Y, sobre todo...

¿Por qué el propio destino se había confabulado para atraerlos hasta allí? 

Con la boca abierta de par en par, Xerine observaba la escalera como si esta fuera una bestia rabiosa dispuesta a atacarla. Sin embargo, fue la primera en romper el silencio

¡Ja! ¡Ni en broma!

Dio unos pasos hacia atrás, sin perder de vista la escalera. Luego se giró hacia Faliar

¿Tenemos que subir ahí?

Faliar asió su hacha y su escudo, y avanzó con firmeza hacia la escalera, sin mirar a Xerine

- Nadie va a obligarte; entiendo que, desde tu punto de vista, todo esto sea una locura. Pero yo no he llegado hasta aquí para ahora quedarme a un paso del último escalón.

Xerine miró a Faliar. Luego a la escalera. Luego de nuevo a Faliar

Suspiró

Eso, vamos todos a la escalera de la muerte incierta... Ya que hemos llegado aquí...

A pesar de sus palabras, comenzó a andar tras el guerrero, para sorpresa de todos

-¿Cual es el problema? Tenemos que subir, no hemos resuelto el acertijo que nos planteó Scott para nada.

Catherine respondió a Xerine, pero en su voz no se notaba al determinación que sus palabras trataban de asegurar. De hecho, no se movió. Esperaba a que otro tomara la delantera, y así lo hicierton Faliar, e incluso Xerine.

-Os sigo.

Quint miró asombrado la altura que alcanzaba la nueva escalera. Se acercó a ella con lentitud y se aseguró de que llevaba todas sus cosas consigo.

-Estoy deacuerdo. No voy a quedarme sin saber qué es lo que hay ahí arriba. -Dijo poniendo cuidadosamente el primer pie en la escalera, no fuera a ser una trampa. Respiró aliviado al comprobar que era tan sólida como el propio suelo.- Además, tú misma lo has dicho. No hay más lugares a los que ir.

Faliar subió primero. Detrás de él avanzaba Xerine. Catherine iba a la zaga, seguida por la espalda por Quint. Nahia subía tras él y Aaron cerraba la travesía.

Cuando todos estaban subiendo la escalera. De nuevo un temblor sacudió la catedral. Y la escalera comenzó a retraerse, llevándolos sin remedio a la parte superior de la catedral. No había barandilla, y el temblor podía hacer que se cayeran si no se apretaban al frío mármol. Un movimiento en falso haría que volvieran de nuevo al frío suelo. La caída no era demasiada... por ahora, pero no conocerían lo que había arriba.

Faliar suspiró al ver que la escalera se retiraba

- Bien, ahora si que ya no queda otra

Y siguió subiendo

Se quedó sin palabras tras la repentina sacudida. Sin embargo, cuando vio como Faliar se disponía a seguir subiendo, alzó la voz para detenerle

¡No te muevas! ¡Agárrate a algo, o te caerás!

Aunque parecía que la música se preocupaba por el guerrero, la realidad era bien diferente: Si Faliar caía rodando, chocaría contra ella

Faliar esperó a que la escalera dejara de moverse antes de seguir, pero dicha escalera no tenía intención de dejar de moverse. Es como si se estuviera recogiendo de nuevo, y ésto estaba llevando al grupo al piso superior. La caída ya era suficiente para partirte en dos así que a nadie se le pasó por la cabeza saltar al vacío.

El techo los estaba succionando, y ya no podían hacer nada para evitarlo.

Faliar fue el primero en llegar al final de la escalera, y con un pequeño salto entró en una habitación nueva, algo que hicieron todos los demás en cuestión de segundos. Y, al igual que Faliar, todos se quedaron con la boca abierta.

Estaban en usa sala circular que al parecer se encontraba inmediatamente encima del cuerpo central de la catedral. El lugar tenía cientos de cadenas que colgaban del techo, y se bamboleaban de un lado a otro, como mecidas por un inexistente viento, portador de desasosegantes gorgoteos y susurros metálicos. Por otro lado, el suelo de la sala estaba hechi de cristal tintado, cosa que permitía ver el tempo desde lo alto. Esto era harto confuso, pues desde el interior de la catedral se podía contemplar como el techo era de fría piedra, no de ninguna clase de cristal.

En una esquina de la estancia hay una gran Dama de hierro, que parece haber sido arrastrada hasta el lugar, y en otra una pequeña puerta de madera saturada de retorcidos grabados de metal oscuro. Al parecer... la puerta está entreabierta.

Aaron ascendió en silencio por la escalera, como hipnotizado. Toda aquella iglesia parecía una trampa mortal, todos aquellos misterios no hacían más que crear una falsa sensación de seguridad al intentar evitar que hasta allí llegasen visitantes indeseados, pero el chico cada vez estaba más seguro de que su percepción era errónea. Tanta energía residual, tantos sentimientos negativos no podían ser buenos, allí había pasado o estaba pasando algo, y ellos estaban yendo voluntariamente hacia su perdición.

Sea como fuere ya estaba acostumbrado a la tanda de sentimientos contradictorios que el lugar le producía y que una vez más le invadían. Una atracción magnética hacia aquellas escaleras se apoderó de él. Deseaba ver lo que había al final de ellas, entender de donde habían salido y que era lo que guardaban con tanto secretismo. Incluso deseaba luchar junto a sus compañeros y amigos, al fin y al cabo ya no estaba solo.

Cuando llegaron al final Aaron no pudo hacer otra cosa que observar con la boca abierta el suelo que estaban pisando y maldecir su vértigo. Apoyándose en la pared que tenía más cerca repasó con la mirada la sala, intentando fijarse en los mas mínimos detalles. No sabía por que, pero tenía la sensación de que de un momento a otro una lanza surgiría de dios sabe donde y les atravesaría el corazón.

Antes de decir nada valoró mágicamente el lugar, más por costumbre que por verdadera necesidad.

Extraño. Mucho más extraño de lo que has sentido en toda tu vida. No es mágico... pero tampoco es... normal. La puerta irradia energía, eso es seguro, pero tampoco la podrías denominar magia. Sólo poder, poder en estado puro.

Los sentidos mágicos de Faliar trataron de buscar algo conocido en aquel lugar, algo a lo que poderse agarrar para decir: esto lo conozco... 

Pero todo era extraño. Mucho más extraño de lo que has sentido en toda tu vida. No es mágico... pero tampoco es... normal. La puerta irradia energía, eso es seguro, pero tampoco la podrías denominar magia. Sólo poder, poder en estado puro.

Extraño. nahia tenía la sensación más extraña que había sentido en toda su vida. La puerta irradia energía, eso es seguro y no sabes realmente por qué eres capaz de saber eso. Sólo sientes a través de ella poder, poder en estado puro.

Oh

Xerine miró la puerta con aprehensión, pero no se acercó. No sabía que estaba ocurriendo... Y tampoco estaba segura de querer saberlo. Probablemente el guerrero iría delante, así que decidió esperar, entre atemorizada y sorprendida, a que este liderara la marcha de nuevo...

Algo en aquel lugar era perturbador para la pequeña aldeana. Un nuevo sentimiento se había creado en su interior. Los ojos de Nahia se clavaron en la pequeña puerta de madera saturada de retorcidos grabados de metal oscuro. Era extraño, pero sentía emanar de su interior energía, energía pura. No sabía como podía reconocerlo, pero la curiosidad pudo contra el miedo, y aunque aquel lugar no le alentaba mucho a investigar tras puertas llegadas de, según Xerine "las escaleras de la muerte incierta" no podía hacer caso omiso a aquella sensación. Así que con pasos cautelosos se dirigió hacia la pequeña portezuela.

- No...estoy muy segura. Pero detrás de esa puerta se esconde algo. Algo que puede ser importante. Siento..¿Poder?

Esas palabras iban dirigidas a su amiga,sin darse cuenta de que todo el mundo pudo escucharlas.

-Yo... yo también siento que detrás de esa puerta hay algo... especial. Y no sé porqué.

Catherine también miró a Faliar, le resultaba tranquilizador que el guerrero fuera delante. Ver como el poderoso guerrero lideraba la marcha era suficiente para ella para no rendirse ante sus miedos.

-Faliar... ¿pasas primero?

Es como... ¡si pudiera volar!

Quint dejó escapar una risita mientras daba sus primeros pasos sobre el cristal del suelo mientras miraba hacia el piso de abajo. Sin dejar de caminar, contempló la extraña habitación en la que se encontraban y tocó una de las cadenas que colgaban del techo.

-No se de qué estáis asustados. Este lugar parece muy... tranquilo. -Pensó en voz alta.

Sin hacer ningún amago de sacar sus armas, el chico se acercó en silencio a la puerta y apolló su mano en el contorno listo para abrirla.

-¿Vienes, Faliar?