Partida Rol por web

Faliar puso su semblante algo sombrío al recordar a D

- Bueno, han secuestrado a su hija. Yo creo que es razón más que suficiente para que quiera venir con nosotros, ¿no? Vamos, si hubieran secuestrado a Nahia, la condesa ya podría buscar refugio en el Infierno, porque la perseguiría hasta allí si hiciese falta. Y además, Conrad no lo hizo mal luchando contra aquella mujer.

-Ya, pero... ¿Podemos fiarnos de él? Te recuerdo que ya tuvimos un traidor la otra vez.

Sabía que Quint se refería a Liana. Para él, nunca había sido una traidora; Quint simplemente se dejó llevar por su lado más irreflexivo. Esperaba que no ocurriese lo mismo con Conrad.

- Bueno, nos ha ayudado con lo de recuperar nuestras cosas. Creo que se le puede dar un voto de confianza

Quint desvió la mirada y torció el gesto.

-Mantendré un ojo sobre él hasta que lleguemos a Ark. Más vale ser precavido...

- Como veas. Supongo que en nuestro caso nunca está de más ser precavidos con los desconocidos.

-Tú debes de saber tan bien como yo, ¿no es así, señor hechicero?

Quint marcó con sorna las últimas palabras. A fin de cuentas, un mago tenía que vigilar siempre a quienes le rodean para no ser descubierto. ¿O no?

Faliar no dijo nada, solo soltó una risa ante ese comentario.

Nahia esperó unos segundos, viendo que la conversación iba terminando se aventuró a probar preguntar por un tema que, en el fondo, le interesaba bastante.

Miró a Quint. Intentando que sonase tan natural como el resto de la conversación.

-Y... hablando de hechiceros. Tu y Julius os conoceis de hace mucho, ¿No?

Quint miró a Nahia algo sorprendido. ¿Qué importaba eso? A pesar de haberse acostumbrado a tratar con la gente durante esos tres últimos años, nunca nadie le había preguntado acerca de su pasado.

-Pues a decir verdad, no lo recuerdo... -El chico levantó una mano y comenzó a contar con los dedos mientras hacía memoria.- Creo que son ya siete... ¡No, ocho! Sí, ya hacen ocho años que nos conocimos. Yo apenas llevaba con Selten tres años cuando lo encontramos, y fue unos cuantos meses después cuando Selten y yo... Bueno, cuando empecé a viajar por mi cuenta. ¿Por qué querías saberlo?

-¿Selten? Era el nombre de la carta, fue tu maestro ¿no?.

Perdona, no hace falta que contestes si no quieres, simplemente me intereso por el hombre que nos salvó la vida. Me gustaría saber más de él. Y dado que tú lo conocías desde hace tanto tiempo, pues pensé que... ¿Te... molesta?

Los verdes ojos de Nahia se clavaron el los sangre del Dul`zarist. Realmente no quería incomodarle con sus preguntas.

-No, no me molesta. Es solo... que no suelo contarle mi vida a la gente. Es todo más fácil si no saben quién soy.

Quint cambió de posición para acomodarse. Si empezaban a preguntar sobre su pasado, más le valía encontrar una buena postura.

-Selten fue una de mis primeras presas. Durante meses busqué la forma de acorralarlo, intentando que no me descubriera y esperando el momento oportuno para acabar con él. Pero llegado ese momento dudé, y él me inmovilizó con solo unas palabras.

-Creí que iba a matarme, tanto para protegerse como para evitar que contara su secreto a otros, pero en lugar de eso se fue y me dejó allí. Cuando me liberé, le busqué para acabar mi trabajo. No se había escondido, estaba en su iglesia, esperándome.

Quint se rió al tiempo que negaba con la cabeza.

-¡Qué torpe era en ese entonces! Recuerdo cómo una vez tras otra me lancé contra él, y ya fuera con ilusiones, escudos o ataduras me derrotaba una y otra vez. Al final caí agotado al suelo, y él me cogió y me llevó a su casa para que descansara y me recuperara. Creo que después de eso solo intenté matarlo dos o tres veces más antes de darme cuenta que no estaba fingiendo, que de verdad era una gran persona.

-En esos tiempos yo solo era un crío perdido en el mundo. Debía tener 10, tal vez 11 años. Selten me acogió y me educó. Fue él quien me enseñó que no debía odiar a todos los magos, ya que no todos usaban sus poderes para el mal. Al mismo tiempo, me enseñó cómo diferenciarlos y localizarlos, y cómo acabar con aquellos que se lo merecían. En cierto modo, fue mi primer maestro propiamente dicho.

Faliar escuchaba con curiosidad aquel relato

- Vaya, no me hubiese gustado conocerte en aquella época...

¿Cómo habría sido si ese Selten no le hubiese encontrado y acogido?

Algunas imagenes desagradables pasaron por su mente. Sacudió la cabeza para sacar esos pensamientos de su mente, ese no era Quint, por lo que no tendría caso pensar en los posibles futuros que pudo haber tenido.

- Y ¿como es que Julius acabó con vosotros? 

Preguntó Nahia con curiosidad.

-Después de lo que le pasó a mi pueblo, ni siquiera a los videntes de las ferias ambulantes les habría gustado conocerme, Faliar. Fue un tiempo oscuro para mí, he hice cosas de las que no me siento orgulloso.

Después de contestar a Faliar, Quint se giró para atender a la nueva pregunta de Nahia.

-Los padres de Julius lo llevaron a la iglesia de Selten cuando solo era unos años más pequeño que yo. Desde hacía un tiempo, alrededor del chico habían sucedido cosas "extrañas" y estaban asustados. Selten vio su potencial al momento, y poco después convenció a los padres de Julius para que le enviaran a estudiar a su iglesia y formarse como sacerdote. Todo fue, por supuesto, una tapadera para que el Julius pudiera desarrollar sus poderes sin peligro.

- ¿Que tipo de poderes tiene Julius? Antes de caer dormido en la fiesta, recuerdo haber visto unas alas blancas que nos cubrieron de una bola de fuego, pero poco más. Y ese anciano que salió a su lado mientras se marchaba...

Quint calló durante unos segundos antes de contestar. Sabía que el caso de su amigo no era muy común, ni siquiera entre los registros que leyó en la biblioteca de la ciudad sagrada.

-Él es un tipo especial de mago. Es... inestable. No es capaz de ver la magia, como nosotros, y aunque es capaz de acumular su energía esta suele tener efectos... desconcertantes, de vez en cuando. Por eso se ayuda de ciertos seres sobrenaturales para ayudarle a canalizar sus poderes. La última vez que le vi, tenía por mascota a un ave hecha de luz; puede que sus alas fueran las que visteis.

- Uhm... Es parecida a la magia que usa Aaron entonces. O que usaba, al menos.

-No. -Negó Quint secamente.- Aaron llama a seres que no existen, producto de la creencia de miles de personas y que cobran vida con su magia. Julius atrae a criaturas vivas, algunas de las cuales he visto... -¿Con mis propios ojos? No, no fueron mis ojos quienes las vieron.-  en libros.

- Ya bueno; hay diferencias entre la invocatoria y la convocatoria, pero ambas disciplinas beben de la misma fuente. Pero bueno, hablábamos de Julius, ¿no?

-Si.

Dijo Nahia rápidamente. Luego, el tono de su piel tornó a un sonrosado curioso mientras casi susurraba sin mirar a Quint.

-Sois... amigos... ¿no?