Partida Rol por web

Aaron alzó ambas cejas con curiosidad.

-Ah, ¿Si? ¿De qué se trata?

- Es posible que la Inquisición también tenga asuntos en Ark -dijo mirando a Quint de forma significativa

Aaron miró al rubio con los ojos muy abiertos y una mueca. Le señaló con el dedo.

-¿Él pertenece a la inquisición?

Quint negó con la cabeza ante las palabras de su amigo.

-Faliar, no me refiero a que estén aquí como pueden estar acechando en cualquier lado. Me refiero a que YA están aquí; que esto es una investigación casi cerrada. Que mi presencia aquí podría ser la única razón por la cual no han asignado la ciudad de Ark a un Ejecutor todavía.

Suponiendo que no se la asignaran a ella desde un principio y que esto solo sea otro de sus juegos...

Volviéndose hacia Julius, buscó algo que decir. No se atrevía a mirarle a los ojos después de que supiera de qué bando estaba. A fin de cuentas, el mago había resultado ser el verdadero aprendiz que Selten merecía tras el suplicio de cargar con el cazabrujas rubio.

-Lo mismo va para tí, amigo mío. Deberías buscar un lugar seguro en el que esconderte hasta que todo esto pase. No creo que me siguieran hasta la fiesta, pero si de verdad he estado una semana muerto, es solo cuestión de tiempo que me encuentren para saber qué pasó exactamente esa noche.

Quint se incorporó y se sentó al borde de la mesa, encarado hacia Julius pero aun sin mirarle a la cara.

-Creo que ya te puedes hacer una idea por qué hace tanto tiempo que no paso por casa ni escribo. Sabes que nunca os pondría en peligro a Selten o a tí, aunque eso signifique desaparecer sin dejar rastro. Lo siento mucho, pero no tuve elección. No eres el primero que me devuelve a la vida.

Faliar levantó las manos con las palmas hacia arriba, dando por concluida la discusión

- En ese caso, tendré cuidado, pero si tengo que pasar por encima de un Inquisidor, lo haré. No me importa que intereses puedan tener en todo esto; yo he viajado hasta aquí con un propósito, y no me voy a echar atrás, y me da igual que se interponga la Inquisición, la mitad del ejército imperial o la maldita Orden del Cielo. No eres el único que ha hecho aliados en estos tres años, Quint.

-¿Es que nada de lo que diga va a hacer que te des por vencido y te vayas a un lugar seguro?

¿Aliados? Sí, supongo que es una forma tan buena como cualquier otra de referirse a ellos. Aunque me temo que tus "aliados" no te habrán torturado, encarcelado ni obligado a hacer cosas en contra de tu voluntad...

Faliar sonríe de forma sarcástica

- No. Yo también puedo ser muy testarudo si me lo propongo.

Nahia se situó junto a su padre, sonriendole.

-Yo me voy contigo, ya lo sabes.

Su gesto era decidido. Su atencion era ahora para Quint

-Y  a mi tampoco puedes convencerme de lo contrario.  

-Y yo no me sentiría bien si dejo irse a mi marido de esa forma. Tengo que cuidar de él.

Catherine contestó con una media sonrisa, pero clavando la mirada en los rojos de Quint.

Quint no pudo evitar sentirse en cierta forma aliviado a la vez que horrorizado. A pesar de ello, una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Una sonrisa que los presentes no pudieron ver pues él seguía encarado hacia Julius y con la cabeza gacha.

-Parece que la única forma de impedir que vayáis a Ark será matándoos.

El chico suspiró y sacudió la cabeza para apartarse el pelo de la cara.

-Intentad que eso no pase, ¿vale?. A partir de ahora, y hasta que volvamos de Ark, manteneos cerca de mí. Si se decide purgar la ciudad mientras estamos allí, yo seré vuestra mejor baza para salir con vida. ¿Dónde está mi armadura?

Faliar miró a Cath cuando se posicionó de su lado, sin perder la sonrisa, pero esta vez con un ligero deje de tristeza

Lo siento cariño, pero no creo que sea buena idea

Nahia tenía otros motivos, pero Cath solo estaba allí por él; no podía dejar que se pusiera en peligro solo por amor.

Luego volvió a mirar a Quint, recuperando la sonrisa anterior

- Descuida, no pensaba hacerlo 

-¿Tu armadura? ¿Qué armadura? Estás aquí tal y como estabas en la fiesta, sin nada más. ¿Te crees que tuve tiempo de pasar por los alojamientos de cada uno de vosotros?

Echó una mirada hacia la estantería, donde diversos pergaminos y pócimas se agolpaban unas contra las otras. Tras unos segundos cambió de tema.

-¿Procedemos con los salvoconductos? Parece que ya estáis todos aquí.

Faliar recordó algo en ese momento, cuando Julius mencionó la armadura

-Mmmm... mierda. Mi equipo; se quedó en la posada.

Quint asintió a las palabras del sacerdote.

-Sí, cuanto antes salgamos antes terminaremos esto. Pero sigo necesitando que envíes esa carta para mí, al menos para darles una pista falsa y retrasarles un poco. Eso te dará tiempo a volver a casa y a mí para salvar a Selten.

-En cuanto terminemos con eso, pasaré por mi posada a recoger mi ropa y el resto de mis cosas y estaré listo para partir.

-Quint, creo que la resurrección te ha dejado un poco sordo. Os buscan. Os buscan en Karlsrude. El único que puede entrar y salir "sin peligro" soy yo, y quizá Marianna y Frederic. Pero a ellos les acosarían a preguntas

-Y no se si hay demasiado tiempo para ir a por vuestro equipo. Lo siento en el alma.

- ¿Y no tendrás algo por aquí, verdad? Armas, algún escudo... Puedo valerme solo con mis habilidades místicas, pero no creo que sea recomendable

-No.

Me temo que no puedo ayudarte con eso.

Quint resopló. ¿Por qué había tenido que escoger una posada en el centro de la ciudad?

-Es una pena. La armadura era nueva, apenas había terminado de acostumbrarme a ella. ¿Puedes conseguirme entonces algo de ropa cómoda y traerme mis dagas?

Faliar resopló fastidiado

- Mierda... ¿seguro que no da tiempo a volver a Karlsrude?

-Podríais intentarlo, pero no os aseguro que el salvoconducto dure tanto. Podríamos perder la única oportunidad de salvar a Selten.