Partida Rol por web

Nahia no podía creerselo. ¿Que cojones se creía que estaba haciendo aquel rubiales?

No dijo nada, se mordió la lengua y guardo las uñas, porque..quizás era algo más que un amigo para Quint. ..

Más por lo que veía no es que Quint se mostrase menos sorprendido que ellos, ni más cómodo. Así que decidió entrar en escena, ya había quedado en el pasado su acto eclipsado por el saludo tan cercano de su" amigo". Hubiese preferido que hubiera apartado la cara con un "Que haces?" por ser educado claro, si fuese por ella le habría añadido muchos más adjetivos. Y ninguno agradable. Pero al menos no había correspondido aquella provocación a beso.

No llevaba ni medio día consciente a su lado y ya le caía realmente mal.

Llegó justo enfrente de Quint dandole la espalda al aprovechado de su amigo, y muy sutilmente le dio un golpecito de cadera para que retrocediese algunos pasos. No creía que nadie fuese capaz haberse percatado. 

Y continuó con las mejillas aun algo rosadas 

-sí. Cuando estuvimos luchando contra aquellas asesinas, la mujer de pelo morado te lanzó una aguja y alcanzó tu corazón. Nos ocupamos de ellas justo despues de eso.-Zorra- le habían vuelto por un instante aquel sentimiento-  Pero tú ya estabas muerto. Luego Aparecieron relojes,, y..no se todo esta bastante borroso caímos dormidos y lo ultimo que ví fue a... -Se giró hacia Julius- ¿Ti?

A pasado una semana desde entonces, creo que tu amigo nos estuvo cuidando muy amablemente-tanta cortesía se le estaba atragantando- Nos hemos despertado hoy y Julius te ha dado una pocion extremadamente dificil de conseguir y bueno..¡Funcionó! ¡Has vuelto con nosotros!

Parecía tonta ¿Porque se tiraba piedras a su propio tejado, dándole tanta relevancia al trabajo de aquel afeminado?

- Oh...

Aquella escena dejó a Faliar algo confundido. Vale que las muestras de afecto de Juilius hacia Quint habían sido... bastante efusivas, pero pensaba que se trataba de una amistad muy profunda, y no de algo más. No es que le pareciese mal, en absoluto. Simplemente no se lo esperaba.

Y para volver más violenta la situación, Nahia se lanzó al ataque total, defendiendo lo que consideraba suyo; hubiera intentado calmarla, pero su hija ya era mayorcita. Realmente sentía que sobraba en todo aquello.

- Bueno, yo estaré arriba. Cath sigue durmiendo y estoy un poco preocupado -sonrió- Quint, me alegro mucho de tenerte de vuelta.

Esta vez, ni abrazo de oso, ni nada. La cosa ya estaba resultando demasiado confusa y violenta para Quint, como para continuar con más muestras excesivas de afecto. Subió las escaleras y desapareció de la vista.

Antes de que Faliar subiera las escaleras, pasó al lado de Conrad el misterioso noble que había aparecido junto a ellos. Al parecer fue una acción sin importancia, pero cuando estaba ya alzando las piernas para superar los escalones que le llevarían al piso superior empezó a sentir en su boca un sabor metálico. Sus ojos comenzaron a moverse más rápido de lo habitual, y poco a poco su vista se nublaba. En cuestión de segundos, su cuerpo se desplomó.

Una copa de vino tiznaba de carmesí el cristal de la copa que estaba a punto de beberse. Todo estaba borroso, salvo esa bebida que marcaba una visión nítida entre tanta difusión de colores.

Ante él, un hombre joven, no tendría más de veinte años o eso parecía por lo poco nítida que era la imagen. También tenía una copa en la mano pero de vino blanco. Poco a poco, el mundo fue tomando color, la mesa del restaurante más elegante de la zona fue adquiriendo forma pero algo se mantuvo por siempre oculto ante sus ojos: el cuerpo de su acompañante.

Parecía que su mente se negaba a recordarlo, o en ese momento no era lo que le preocupaba, por lo que al revivir recuerdos sólo obtienes lo que verdaderamente tenía importancia. Varias botellas de vino se agolpaban buscando sitio en la mesa, podrían ser unas cinco y... todas eran de tinto.

De pronto abrió la boca, casi fue un acto involuntario obligado por la cantidad de alcohol que había en su sangre. Con voz queda y casi sin tener en cuenta lo que iba a decir, susurró.

-La amo...

Hipó, y el espasmo cortó la frase que iba a pronunciar. Se levantó dando tumbos y colocó una mano en la mesa de una pareja que estaba comiendo a su lado, quienes se quedaron mirando extrañados. El hombre, borracho, no pudo contener su estómago sintió como a su boca llegaban los fluídos de su estómago.

Con gran suerte por no vomitar sobre aquellos desconocidos, comenzó de nuevo a andar hacia el interior para tratar de pedir una palangana. Se había pasado con el alcohol, estaba claro.

El hombre nebuloso se acercó a él.

-Lo sé.

Tardó lo que parecieron un par de minutos en volver a incorporarse. El recuerdo le había dejado con mal cuerpo y sensación de borrachera, aunque sabía que solo eran figuraciones de su mente. Instintivamente, se llevo la mano a la piedra verde que llevaba colgada siempre del cuello, y repasó mentalmente los acontecimientos recientes.

Los flashbacks que tuvo en Corvinus iban ligados casi siempre a Nahia; un mecanismo inconsciente de su mente por recordar a su hija olvidada. Es decir, que respondía a la presencia de personas importantes de su pasado. ¿Que persona tenían en común el flashback reciente y el que tuvo en la fiesta? Nahia no; había recordado de ella todo lo que tenía que recordar. Y Quint, Aaron y Xerine se descartaban, porque de tener alguna relevancia para su pasado, habría tenido ya flashbacks en Corvinus relacionados con ellos. 

Solo había un común denominador en la ecuación.

Conrad.

¿Podría ser él el hombre que veía en sus recuerdos? Las cosas encajaban; en la fiesta habían mencionado que Conrad era de Chaville, y sus recuerdos se centraban en aquella ciudad. Iba a tener que hablar muy seriamente con él.

Pero otra pregunta apareció en su mente: ¿quien era la mujer de la que hablaba? ¿Penélope? ¿O esa tal Rose que había visto en su primer recuerdo?

Decidió no darle más vueltas al asunto; esas preguntas solo las podría responder Conrad. Y ahora no era el momento de preguntar. Subió las escaleras y regresó a la habitación, buscando a Catherine.

En el piso de arriba, sólo estaban Frederic y Marianna, que seguían discutiendo en voz baja, para no molestar a los demás. Sus problemas familiares no les incumbían a nadie más que a ellos.

En cuanto a Catherine, ya no estaba en la cama, las sábanas estaban removidas y la puerta de la calle estaba abierta.

Julius se apartó cuando la gata salvaje en la que se había convertido Nahia sacó sus uñas. Sonrió símplemente a Quint mientras la chica contaba lo que había ocurrido, esperando una respuesta del rubio.

Ahora estaba vivo, y tendrían todo el tiempo que quisieran para estar juntos.

-Oh, tranquila no te preocupes.

Cath se guardó para sí las palabras: viniendo de tí, es lo menos que esperaba. No era el momento ni el lugar de decirlas pues Xerine podría ofenderse y le iba a ayudar a encontrar a su familia. La verdad, por alguna razón no se sentía en exceso preocupaba, pues sentía que estaban cerca, pero cuanto antes los viera, mejor.

Quint no se movió de encima de la mesa. Todo sonaba demasiado extraño para él.

-¿Asesinas? Yo... No se de qué estás hablando... Solo recuerdo que estábamos en una fiesta, y que vosotros aparecisteis de la nada... ¡Y la carta! Recuerdo que tú tenías la carta. Pero después de eso...

El chico intentó recordar. ¿Qué había pasado en esa fiesta? ¿Relojes? Sí, había unos relojes. Y sangre. Mucha sangre. Y...

¡Y Tywyll! Él y sus hombres estaban allí también. Ellos pasaron a todos a cuchillo, sin piedad alguna. Pero no recuerdo que hubiera mujeres entre sus seguidores... ¿O sí?

-Creo... -Quint se agarró la cabeza con las manos. Le costaba pensar con claridad.- Creo que no me encuentro bien. ¿Alguien puede decirme cómo se sale de aquí? Necesito tomar el aire.

Catherine y Xerine entraron por la puerta, sus gestos despreocupados daban a entender que nada raro había pasado. Faliar por su parte, acababa de subir las escaleras y su frente aún brillaba por culpa del sudor.

Julius se acercó a Quint y le puso una mano en el pecho y otra en la espalda. Con cuidado, volvió a tratar de tumbarle en la mesa de piedra.

-Tranquilo Quint, no es el momento ahora de salir, estás muy débil, y tengo que verificar si sigues herido o menoscabado.

Nahia, ¿puedes quitarle la camisa mientras voy a por un poco de agua y una esponja? Conrad, ¿serías tan amable de alcanzarme la botella roja del segundo estante, al lado de la mesilla?

Quint se sacudió de encima las manos de su amigo. Y trató de ponerse en pié.

-¡No empieces como siempre, Julius! Sabes de sobra que no me voy a quedar tumbado por mucho que me lo pidas, y menos sin saber qué es lo que me ha pasado.

Quint sintió un pinchazo en el pecho, como si su corazón aún se negara a funcionar del todo bien.

Quint se detuvo y volvió a sentarse, llevándose la mano al pecho. ¿Qué había sido eso?

¿Puedes quitarle la camisa..?

Aunque intentaba no hacer ningún gesto de felicidad por el trabajo encomendado , en el fondo le había encantado la parte que le tocaba. Aunque no demasiado si luego él se encargaría de frotar la esponga contra el cuerpo de Quint.

El muchacho volvio a preguntar por lo ocurrido, y Nahia con el gesto y humor algo cambiado contestó:

- Moriste.-su voz sonaba dulce, pero algo más fría, estaba cansandose de recordar una y otra vez todo lo que había pasado, todo el dolor sentido por aquella perdida.El joven tenia derecho a preguntar, pero...- Porque unas asesinas que fueron a por Xerine acabaron con tu vida cuando intentaste atacar a una de ellas. Y despues nos tuvimos que encargar nosotros.

Lloramos, creimos que te habiamos perdido para simpere y tu amigo nos ayudo a salvarnos y a que volvieses a la vida. Espero que te sirvan mis explicaciones. Lo de la carta sucedió mucho antes de que todo aquel espectaculo se montase, y de que los nobles cayeran en un profundo sueño.

No creo que ahora estes en mu buenas condiciones, que te duela el pecho es normal,después de todo por lo que paso tu cuerpo, ahí es donde se clavó la aguja que sentencio tu muerte.

Dejame que te ayude.

Conrad parpadeó un par de veces antes de reaccionar. Por fin, cuando escuchó la petición de Julius, se encaminó hacia el estante indicado. No le costó mucho localizar la botella roja, que estaba entre probetas y matraces de otros colores.

- ¿Es ésta? -preguntó para cerciorarse. Mientras le tendía el vidrio a Julius, aprovechó para hablarle de otro asunto- Sé que tal vez no sea un buen momento, pero me gustaría saber cómo puedo entrar en Ark. Tengo que recuperar a mi hija, y proseguir con mi viaje lo antes posible. Ni siquiera sé dónde estamos, ni a qué distancia está Kalsrude, donde se han quedado François y todos mis mapas y equipaje -en aquel momento, Quint hizo un amago por resistirse y levantarse, pero, al parecer, no las tenía todas consigo-. Ese...salvoconducto que ibas a preparar.....Corrígeme si me equivoco,  pero, se trataba de el líquido con el que has devuelto la vida a este muchacho, ¿verdad?

Quint se dejó hacer. La extraña sensación que le había trasmitido su corazón le hizo tranquilizarse a la fuerza y dejar de oponerse a recibir atención médica.

-Pero eso que dices es imposible... No se puede resucitar al alguien. Ni siquiera la magia puede hacerlo.

Aunque Tywyll descubrió por las malas que sí existen formas de hacerlo...

El chico se dirigió ahora a Julius.

-Selten siempre fue muy claro con esa parte: "No debes jugar con la muerte". ¿Qué demonios has hecho, Julius? ¿En qué andas metido? 

-¿Y quién es este tipo? -Añadió señalando a Pierre.

-Pierre, Pierre Conrad. Al parecer según Marianna te ayudó en el combate contra las asesinas. Cayó dormido poco después y la chica me dijo que lo trajera. Al parecer, también demostró habilidades sobrenaturales.

-Sobre lo de tratar con la muerte... Selten mismo me encargó que recopilara información sobre esta poción, y que si alguna vez caía en mis manos, tendríamos una buena baza con Erzebet. Al fin y al cabo, ella estaba buscando la pócima. Tienen a Selten Quint, lo han secuestrado en la ciudad de Ark.Por eso busqué la poción, Selten pensaba que podríamos hacer un cambio, intuyó que se lo llevarían antes de que llegaran las tropas de la condesa... y no falló.

Ahora, Erzebet ha dicho que no quiere la poción, que ha encontrado otro método para hacer lo que se proponga. Lo único que viene a mi mente es que quiere resucitar algo, o a alguien...

Cogió el frasco que le acercó Conrad con cuidado, y dejó caer su líquido sobre el pecho ahora desnudo del cazabrujas. Con mucho cuidado, acariciando suavemente la zona con una esponja intentó que el contendido fuera absorbido por Quint.

-En cuanto al salvoconducto, creo que te equivocas Conrad. No era la poción, sino un complicado hechizo que, si queréis pasar a Ark, os debo lanzar. Modificará vuestra alma durante un tiempo. El salvoconducto no es algo físico, sino anímico. De hecho, no se puede entrar en la ciudad si no lo llevas, literalmente. El propio destino se vuelve contra tí. Es magia antigua y realmente no sé quién o cómo han conseguido acceso a ella. Y agradeced que tenga la clave.

Quint abrió tanto los ojos que por un momento parecía que se le iban a caer de la órbitas.

-¡¿¡Qué!?! ¡¿Que tienen a Selten?!

El chico volvió a incorporarse, esta vez ignorando cualquier pinchazo en el pecho, y agarró al mago por la camisa.

-¡¿Cómo es eso posible?! ¡¿Y por qué?! ¡¿Y cómo lo permitiste?!

Faliar se acercó a Catherine, tratando de disimular su malestar con una sonrisa

- Ah cariño, ya has despertado. ¿Como te encuentras?

Era obvio que se encontraba bien, pero dado su estado, tenía que preguntar

Os dejo solos. Pero no os vayáis muy lejos: Creo que luego nos toca una pequeña charla en común

A pesar de la sonrisa burlona que esbozó, era fácil deducir por su mirada que, si bien sabía que dicha reunión era inevitable, no le hacía mucha gracia el tener que asistir... Quizás debido a que, por mucho que le pesara, era una de las que más explicaciones adeudaba

Sin más palabras se dispuso a salir de la habitación. No en vano, después de lo que habían pasado juntos las farsas cortesías perdían sentido, y, por otro lado, la ex-violinista paecía tener algo en mente. Aunque esto no era nada nuevo: Xerine siempre había sido de las que parecen tener un plan preparado en todo momento