Partida Rol por web

-Era una simple ironía, viajero. Veo que entre sus creencias no se encuentra la cristiana, y por mucho que me duela no es ahora el momento de convertirte. Por eso Amadeus. El que Ama a Dios. Perdona si te ha ofendido.

Sonrisa, era lo único que afloraba en la faz del sacerdote.

La gente del pueblo empezaba a removerse. No le había gustado el tono que aquel desconocido había usado con el sacerdote, y a pesar de que Joshue parecía conciliador, cada vez parecía que el ambiente iba a saltar. Murmullos nerviosos comenzaban a poblar la multitud.

Y una mierda

Faliar relajó la tensión de los brazos y se pasó la mano por el rostro en un gesto de frustración

- Disculpe entonces; he confundido las palabras y por un momento pensé que me había llamado por el nombre de... otra persona

Regresó con la multitud y dejó a aquel sacerdote que siguiese con su actuación, sin perderlo de vista

Nahia se acercó entonces por la espalda a Faliar. Había estado esperando el momento para poder hablarle.

-Papá, ese "sacerdote" no es de fiar. No se muy bien que está pasando pero escuche al padre decirle a su hija antes de dejarla marchar que hiciese lo que ese hombre le dijera, que luego se lo explicaría.

-Como intente hacerle algo a la niña...

Nahia bajó su mano hasta el muslo. Era evidente que era lo que quería tener a mano.

Las palabras de su hija solo confirmaban sus sospechas

- Ya lo sospechaba, cariño. Están usando a la niña como parte de este espectáculo. Ese sacerdote no es más que un charlatán que quiere embaucar al pueblo, y por lo que me dices el alcalde está metido en el complot. No sé que es lo que hemos visto antes, pero estoy seguro de que no era ningún mesias.

Le hace un gesto para que no se precipite

- No sé que es lo que pretende, pero si va a utilizar a la niña o a la gente del pueblo y los pone en peligro, habrá que desenmascararlo. De momento ya sabemos que miente respecto a la resurreción de la niña, pero ahora no es el momento; la gente del pueblo se pondría de su parte.

El gesto de la joven se relajó mínimamente. La verdad que no le gustaba nada ver a la niña tan cerca de ese hombre. Pero era cierto que no convenía descubrirse ante todo un pueblo sin más pruebas que unas palabras de las que desconocía su implicación.

-Tsk..

Con un gesto de resignación dejó que su mano resbalara hasta una posición natural a cada lado de su cuerpo. Aún así seguía de cerca los pasos del predicador.

Aaron vio como los ánimos hacían amago de calmarse y se acercó a su grupo, ni lejos ni cerca del sacerdote.

Quint terminó de alejarse y contempló el resto de la función junto al público sin interferir.

¿Amadeus? ¿Por qué ha puesto tan nervioso a Faliar ese nombre?

Con los ánimos más calmados, aunque todavía con una sonrisa en el rostro tras el intercambio de expresiones con el paladín de los justos del grupo de aventureros, el sacerdote continuó con su ceremonia. Alabó las virtudes de su Dios, hablando de cómo era capaz de burlar a la misma muerte y dar ese don a una niña pequeña, y que como aquel Cristo que fue crucificado  él tendría que vivir su penitencia. 

Pero hasta entonces quedaba mucho tiempo, y ocuparía su vida a volver a unir a la humanidad bajo una misma bandera, bajo un mismo credo e ideología, fuera de la actual desunión de todos los principados.

Una vez terminado, el espectáculo de luces y sombras se apagó, y la gente comenzó a levantarse. El padre de la niña acudió raudo a abrazarla y protegerla, mientras Joshue, todavía con su sonrisa de suficiencia parecía explicar a todo el que se acercara las maravillas del señor.

Laguna seguía al lado de su maestro... y no había rastro de Runa.

Terminado el espectáculo, Faliar decidió que ya era hora de cenar algo y descansar. Había pensado en hablar con el alcalde, pero ya habia llamado bastante la atención por hoy al encararse con aquel farsante.

Su corazón le decía que lo que había visto era real, pero su cerebro le decía que había muchos cabos sueltos en todo aquel asunto, y había aprendido a fiarse más de su cabeza que de su corazón. Había algo turbio en todo aquello, pero, como diría Xerine, no era de su incumbencia; si el pueblo quería creerse la obra de teatro que habían montado entre el sacerdote y el alcalde, no era problema suyo. De momento.

Se acercó a Cath y, tratando de eliminar todo rastro de hostilidad en su rostro, le ofreció el brazo con una sonrisa para que lo acompañase.

- Vamos cariño; creo que ahora mismo lo mejor es que vayamos a la posada

Su mujer si que parecía haberse creído todo aquello. No podía reprochárselo; ella había sido criada por un sacerdote, y Faliar no había permitido nunca que la religión fuese un motivo de discusión entre ellos. A fin de cuentas, si respetaba las creencias de Quint, que era bastante más... ferviente, ¿como no iba a hacer lo mismo con las de su esposa? No terminaba de entender el como una persona podía creer en un dios que exigía la exterminación de todos los que fueran como ella, pero de todo modos Cath no supo hasta hace relativamente poco de sus poderes. No como él, que al poco de perder la memoria, una de las pocas cosas que aún recordaba era que era brujo.

Había tantas maneras prácticas de acabar con Faliar... Alice fantaseaba con clavar una de sus dagas en su pecho, y retorcerla hasta que todos los huesos de su caja torácica se hubieran reducido a simples astillas sanguinolentas. O mejor aún: Rodear su cuello con una cuerda fina y hacer fuerza hasta que sintiera como sus músculos se relajaban, como sus ojos se inyectaban en sangre, como la vida se escapaba, suspiro tras suspiro, de su cuerpo espasmódico. Sí, había cien maneras distintas de acabar con una persona como él, a cada cuál más interesante y productiva

En la práctica, sin embargo, no eran más que sueños sin futuro

Y no es que no se lo mereciera. Lo que acababa de hacer, discutir con un sacerdote local frente a todos sus feligreses siendo un completo extraño, no tenía nombre. No solo estaba hundiéndose en la mierda él solo; arrastraba a todo el equipo, incluidas su mujer y su hija, hasta un pozo de desprecio y desconfianza del que les costaría salir más adelante. Quizás iba buscando batalla, y no se replanteaba la posibilidad de que el pueblo se alzara contra ellos y les quemara por brujos. Quizás actuaba por impulsos... Como siempre

Pero no podía hacerlo. Seguía sin poder. No solo porque no fuera a servirla para sus objetivos actuales, que también. Simplemente, no podía. Punto y final

Suspiró, y se acercó al guerrero con aspecto cansado

Alice dio unos pasos hacia Faliar cuando la misa acabó. Su expresión, cansada, mostraba algo parecido a... ¿Resignación? No comentó nada de la escenita del brujo. Se limitó a susurrar a su oído

Hay algo que quiero comprobar, y temo que no puede esperar. Te veo luego en la posada

Si es que había una

Alice esperó a que la misa terminara, y luego fue con Faliar. Le susurró algo, y acto seguido se dispuso a perderse entre la multitud

Faliar asintió y respondió por lo bajo

- De acuerdo. Ahora nos vemos

¿Acaso habría visto ella algo que a él se le había escapado? Quizás alguna forma de demostrar que todo aquello había sido una farsa

Faliar simplemente asintió a Alice, y luego siguió buscando una posada junto a Cath. Se acercó a un vecino del pueblo para pedir indicaciones.

- Disculpe; ¿nos podría indicar algún lugar para pasar la noche? Llevamos todo el día viajando entre lluvia y barro y necesitamos descansar

Fue complicado encontrar a siquiera un campesino que escuchara lo que esos extraños tenían que decir. Era el hombre que había puesto en duda las palabras de su sacerdote el que hablaba, y el que ahora al parecer buscaba ayuda. La mayor parte de los habitantes de Koven ignoraron sus palabras, sabiendo que no sería lícito hablar con él después de lo que había hecho. 

Sin embargo, un chico alto, castaño y con los ojos despiertos se les acercó, alejándose del hombre con el que había estado todo el tiempo. Andrei.

-Si queréis dormir en algún sitio, dijo en voz baja, creo que mi casa será un lugar estupendo.

Y luego bajó aún más la voz, para que sólo Faliar le escuchara.

_{-Y me explicáis mejor lo que ha pasado con mi hermana.}

Esta vez sonaba un poco extraño. Como si no se explicara lo que había sucedido, y por contra agradeciera infinitamente el hecho de que estuvieran allí. Los ojos de Julian se cruzaron con los de Faliar, y vio un brillo de tristeza en ellos.

¿qué significaba?

Puede que el alcalde viviera allí, puede que no. Daba igual. La oportunidad era demasiado buena como para desperdiciarla

A esas alturas, ya era una experta en lo que a desaparecer se refiere, pero que hubiera tanta gente, y tan alterada, en la plaza suponía una ventaja que no podía dejar pasar. Así que, perdiéndose de vista, se escabulló entre la multitud, acercándose poco a poco al ayuntamiento. Cuando estuvo segura de que nadie observaba, decidió colarse por una de las callejuelas laterales que lo rodeaban

Lejos de ojos indiscretos

Ya sola, comenzó a rodear el edificio, intentando buscar cualquier ventana o puerta trasera por la que pudiera colarse...

- Menuda solidaridad cristiana la de esta gente, dejar sin techo para descansar a una mujer embarazada, y a la gente que ha traído de vuelta a su pequeño milagro -pensó para sus adentros; no sabía bien si ponerse furioso o sarcástico. Un poco de cada. Alguno diría que no es culpa de los habitantes, que el sacerdote les habría lavado el cerebro o le tenían medio, pero Faliar opinaba que todos son responsables de sus actos, incluso cuando se actúa bajo la voluntad de otros.

Luego se le acercó aquel joven y les ofreció cobijo. Faliar asintió con una sonrisa.

- Muchas gracias por tu generosidad. Mi nombre es Nicolai, y ella es mi esposa, Catherine. La chica del pelo corto es mi hija Nahia, y el resto son mis compañeros de viaje y vamos todos juntos. ¿Como te llamas?

Un lado visto, ninguna ventana al alcance, y la más libre parecía fuera de su alcance. Tendría que probar otra cosa. Bueno, aún faltaba un lado de ver, dio la vuelta tratando de...

Bingo.

Planta baja, fachada opuesta a la entrada... y una ventana entreabierta. ¿Acaso podría ser mejor?