Partida Rol por web

La puerta de la torre estaba entreabierta y entre su madera podían contemplarse las marcas dejadas por termitas y demás insectos que habían hecho de aquel lugar su hogar. El interior de la torre estaba oscuro y ninguna luz lo iluminaba por el momento. De hecho, la poca luz de las estrellas y la luna en el cielo empezaba a ser ocultada por las nubes por lo que o bien obtenían una fuente luminosa o tendrían que caminar a ciegas por el edificio.

En la herida de la muralla aparecieron entonces dos figuras. La oscuridad reinante impedía vislumbrarlas con claridad, pero al menos parecía seguro que una era más alta que la otra, y la primera llevaba a alguien el brazos. 

Aaron giró un momento la cabeza para entornar el ojo y tratar de distinguir quienes eran los que acababan de cruzar la improvisada "puerta" que poseía la muralla. Pero justo cuando su ojo se volvió, justo cuando su cuello terminó de girar sus piernas fallaron y sus rodillas se clavaron en el barro.

Tosió un par de veces y trató de incorporarse de nuevo, sin éxito. Su nariz sangraba a la par que la comisura de su boca. Su ojo, por su cuenta estaban vibrando a gran velocidad. 

Faliar apenas prestaba atención; tenía sus sentidos centrados en la oscuridad de la torre. Vio las dos figuras, y el repentino ataque que dejó doblado a Aaron, pero no reaccionó.

- ¡Catherine! ¿¡Puedes oirme!? ¡Somos nosotros!

Alice soltó un suspiro, exasperada

¡Eso! Murmuró, sin esforzarse por ocultar su tono irritado ¡Avísales que vamos, no vaya a ser que les pillemos desprevenidos!

Seguía siendo raro verla usar la ironía. Algo que, en Xerine, sería algo totalmente sorprendente, en Alice no pasaba de llamativo

Quint placó la puerta de la torre para abrirla completamente y de una zancada abrió la siguiente puerta. Recordaba que allí había un almacén, principalmente usado para guardar mantas, muebles rotos y algunas conservas. A su izquierda quedaba la escalera de caracol que subía las tres alturas de la torre.

Faliar tensó los puños alrededor de las empuñaduras de su hacha y su escudo, y respondió sin girarse a mirar a Xerine

- Cierra. El. Pico. No estoy para ironías. -y siguió examinando la torre

Ni yo para tus rabietas. Cálmate y enfría la cabeza. Nos movemos sobre terreno peligroso. Un paso en falso y ya puedes olvidarte de tu esposa. Que, te recuerdo, no es la única a la que debes proteger

No necesitaba decir nada más. Se giró hacia las figuras, que se movían a cierta distancia, y siguió hablando, esta vez para todos

Voy a intentar acercarme sin que me vean. Si la cosa se pone fea, os pido que intervengáis

Catherine estaba allí dentro. Cada vez era más obvio. La sensación de lejanía que el corazón de Faliar sentía en un principio comenzaba a disiparse como si Cath estuviera cada vez más cerca... en muchos sentidos. Estaba en el piso más alto de la torre.

Pero había algo más, una presencia más que empezaba a sentir como mucha más energía que nunca. Estaba junto a Cath... o incluso mucho más cerca...

El warlock no prestó atención a las palabras de Xerine; estaba concentrado en captar el aura de Catherine. Después de unos segundos quieto y en silencio, señaló hacia las escaleras de caracol

- Arriba. Y tened cuidado; creo que hay algo más aparte de Catherine dentro de esta torre

Quint hizo un gesto a Faliar para que pasara delante mientras él salía de nuevo del pequeño almacén.

-Primer piso, mi habitación. Ahora estará desocupada. Luego está la de Julius, y arriba del todo la de Selten y la biblioteca.

Frunció el ceño ante la testarudez del hechicero, pero no dijo nada. Su plan había dejado de tener validez en el mismo momento en el que Faliar lo había ignorado, pues no parecía estar dispuesta a ir por su cuenta. No había más que añadir

Faliar asintió y comenzó a subir las escaleras

- La he sentido en la parte más alta de la torre, pero esa otra cosa... Parece estar más cerca...

Nahia dudó un segundo y se quedó en el patio recogiendo a Aaron quien seguía con la cabeza en otro lado y gotas de sudor cayendo por su faz. El grupo entero había entrado ya en la oscura torre sin casi percatarse de lo que sucedía tras ellos. Las figuras no estaban ya en el hueco.

-¿Es que nadie va a ayudarle?

Ah, claro, ahora resultaba que "la había sentido". Bravo por él

Como cerdos al matadero. Maldito su padre por no escuchar, maldito Quint por ser tan descerebrado y maldita ella por ser tan incompetente

Alice se quedó parada de golpe, junto a la puerta. Rápidamente se giró para mirar a la niña, con expresión neutra. Esperándoles

La oscuridad complicaba la ascensión a cada paso, incluso para Quint.

-Faliar, nos vendría bien una luz. ¿Puedes prenderle fuego a algo?

- La torre está carcomida; si uso algún hechizo aquí dentro es posible que provoque algo más que una llama. Además, mis hechizos no crean exactamente fuego; es más bien una especie de efecto óptico y no puedo controlar del todo sus efectos. No sería prudente.

Nahia le sacó de su ensimismamiento. ¿Que habría visto su hija? ¿Realmente habría ahí fuera alguien que necesitase ayuda?

Pero no, no podía dejar a Cath ahí arriba. Si alguien necesitaba ayuda ahí fuera, tendría que esperar.

- No me sigáis si no queréis, pero primero tengo que sacar a Catherine de esta torre. Es más... Incluso preferiría estar solo. Sea lo que sea lo que hay ahí arriba, no quiero cargar más mi conciencia si os ocurriese algo.

Quint golpeó con el pomo de una de sus dagas la espalda de Faliar, obligandole a dar un paso al frente.

-Te he dicho que si puedes hacer un fuego, no que te pares a hablar.

- ¡VAMOS! -gritó el cartógrafo cuando Aaron cayó al suelo. Le agarró de un brazo y tiró de él con firmeza hacia la entrada de la torre.

Faliar captó la indirecta de Quint y siguió subiendo a tientas. La oscuridad era el menor de sus problemas en ese momento.