Partida Rol por web

Alice asintió

Tranquilo

Su respuesta parecía ser más por educación que por verdadero interés en la conversación. Su cabeza parecía estar en otro lado

Tras lanzar una breve mirada a los recién llegados, Quint siguió caminando para mostrar a Faliar el interior de la torre. No tenía nada que decir, salvo lo que trasmitía su mirada:

Cuidado con lo que hacéis aquí.

Aaron miró a sus compañeros sin prestar atención en ninguno y aunque pegó un pequeño respingo cuando la mirada de Quint se cruzó con la suya sólo se acarició las sienes y miró al suelo. Caminaría detrás de Alice donde fuera, al menos hasta que aquella extraña sensación desapareciese de su cuerpo.

El velo de la noche caía sobre ellos. El tiempo no era lo que parecía.

El negro del cielo sin embargo parecía no ser capaz de mantener ese tono. Nubes sólo visibles porque ocultaban la luz de las estrellas se reunían cual vórtice en la fortaleza destruída. Nubes que revelaban su tono negro de tormenta cuando el propio firmamento cambiaba su color.

Las luminarias celestiales seguían brillando en blanco mientras el negro tornaba violeta al tiempo que el ambiente se enrarecía. ¿Era un olor a hierro lo que flotaba en el aire? ¿Aquello era sangre? No, no al menos lo que parecía a simple vista. Pero olía a sangre...

El barro tomaba formas extrañas, como si estuviera siendo pisoteado por hombres y mujeres tratando de huir. Y otros que los perseguían. Era como un escenario mudo de un combate.

¿Mudo?

Un grito, un grito a su espalda más allá de la muralla. Era un grito de mujer.

¿Que ocurría?

Alice frunció el ceño y se llevó las manos a las dagas. Sus ojos volaron en la dirección del grito

El grito es una trampa. El hombre cuervo se acerca

Intentó aislar su mente, aunque no sabía como hacerlo. Recurrió a unas técnicas de meditación que usaba cuando comenzó a controlar su energía interior. Si Emil había decidido ir a por ella de una vez por todas, lo que menos le interesaba es que pudiera leer sus intenciones...

"¿Y Julius...ya lo habéis....?" Había pensado preguntarles el cartógrafo cuando se reencontraron. No obstante, le pareció que resultaba obvio, y por tanto, la pregunta que tenía en mente, fútil, y tal vez hasta improcedente. No, aquello era muy personal para Faliar y Quint, de modo que prefirió no intervenir en absoluto. Ni siquiera cuando preguntaron directamente por el viaje, prefirió que fuese Alice quien respondiese. El cronista se limitó a observar, grabando de forma automática en su memoria todo lo que veía de aquel extraño lugar. Pero de pronto, la atmósfera nostálgica de aquella ciudad fantasmagórica se vió interrumpida. Algo sucedía. Bueno, aquel era el terreno de juego de Faliar y Quint, de modo que se limitaría a observar y sólo si fuese necesario, a defenderse.

-Venga ya...

Las palabras salieron de la boca de Quint de nuevo sin ningún matiz de emoción, pero esta vez no era por el estado de concentración en el que se imbuía para usar sus habilidades. Simplemente ya no le quedaban fuerzas para expresar ninguna. Ni tristeza, ni odio, ni miedo, ni desesperación. Estaba agotado.

Sacó las dagas de sus vainas al tiempo que señalaba con la cabeza a la puerta de la capilla por donde acababan de salir Faliar, Nahia y él.

-Todos. Dentro. Selten hizo de este lugar una fortaleza cuando vivíamos aquí. Si algo de poder sagrado queda en este lugar, es allí.

Luego se giró hacia Faliar, armas en mano.

-Tú no. Tú te vienes conmigo. Vamos a encontrar a Cath de una puta vez y zanjar el asunto. Se nos está empezando a acumular el trabajo. ¿Torre o grito?

Faliar desenfundó el hacha y asió el escudo, y se puso en guardia. ¿Podría ser Catherine? No; la había sentido en el interior de la torre, la había sentido dentro de aquel lugar. Ignoró la impertinencia de Quint (no tenia tiempo para cabrearse con él), le indicó que esperase un poco con un gesto y concentró sus sentidos para tratar de atisbar de nuevo el aura de su esposa. Por una parte Xerine podía tener razón y que fuese una trampa, pero por otra no podía arriesgarse a ignorar aquel grito, pues podría lamentarlo toda la vida.

O tal vez no fuera una trampa, ni Catherine. Tal vez aquel lugar estuviese reviviendo lo que ocurrió hace ya tantos años...

Conrad no dijo nada en ningún momento. Se limitó a observar todo, con un deje de curiosidad, y una expresión más bien neutra, aunque no indiferente. Cuando sonó el grito, posó su mano sobre el reluciente estoque que descansaba en su vaina, colgando de la cintura del cartógrafo. Aunque si era necesario combatir tal vez el fardo que colgaba de su espalda resultase algo inoportuno, pero no hizo ademán de desprenderse de éste.

Cuando Alice realizó su rotunda afirmación, se limitó a mirarla brevemente, alzando una ceja inquisitiva. Aquello era Moth. Si las leyendas eran ciertas, podía haber mil razones a cual más dispar para esos sucesos, y no tenían por qué deberse a ese ser del que le había hablado Faliar al relatarle la destrucción de Corvinus.

Cuando Quint comenzó a dar órdenes, el cartógrafo no obedeció de inmediato. Bajó un poco la vista, analizando las opciones, y después lanzó una mirada a Faliar. Tal vez consideraba acompañarlo por si pudiese servirle de ayuda. Después miró a François. No había un lugar en el mundo en el que el pobre sirviente desencajase más. Y las mujeres...Nahia, Alice ¿debían retirarse a la Iglesia y esperar estar a salvo? ¿debían de nuevo separarse todos?

Pasos. 

Susurros. 

Al otro lado de la muralla, justo detrás del hueco había alguien...

Justo detrás del hueco. Faliar ya sabía que iba a ver, y no quería verlo. No en ese momento.

- Torre -dijo con una voz que más bien parecía un gruñido seco y áspero- Vosotros vigilad el hueco de la muralla

No había tiempo. Sea lo que fuera ya estaba aquí. Quint comenzó a correr delante de Faliar.

-Torre pues. Corre.

Y los demás haced lo que os plazca. Hay sitio de sobra para enterrar tantos cuerpos como queráis...

Nahia y Aaron dudaron un segundo, pero ir acompañados por los dos hombres en apariencia más peligrosos a cortas distancias del grupo hacía que la decisión no fuera complicada si querían permanecer a salvo. Nahia siguió a su padre y Aaron corrió tras Quint buscando la aparente seguridad que podía proporcionarles el edificio central de la fortaleza.

No Alice negó con la cabeza, nerviosa. Las dagas ya estaban en sus manos Ya nos hemos dividido antes, y nunca ha acabado bien. Si vamos a ir a buscar a Cath, vayamos todos juntos. Puede que nos metamos en la boca del lobo, pero seremos más fuertes que por separado. No se lo pongamos más fácil

Sin perder tiempo, sacó un pequeño vial de entre sus ropas y empezó a extender el contenido por el filo de las dagas. Por supuesto, no explicó a nadie qué estaba haciendo, aunque a esas alturas ya se lo imaginarían. Mientras corrían, ya todos juntos, hacia la torre, siguió hablando, mientras se concentraba en estar atenta a su entorno

Emil está detrás de esto. No me preguntéis como, pero lo sé. Los ojos bien abiertos

Conrad ya estaba siguiendo al grupo mientras Alice hablaba. Sólo se volvió para lanzar a la joven una significativa mirada. Una que preguntaba si realmente era necesario que untase sus armas en ese momento.

- Émil.....¿no le mataste? -preguntó el cartógrafo sin volverse, rememorando el relato mientras se apuraba a seguir al grueso del grupo.

No respondió

La mención del nombre de Emil hizo que Faliar emitiese un gruñido por lo bajo; sabía que ese bastardo y Xerine habían mantenido algún tipo de vínculo incluso después de que ella lo asesinase y Corvinus fuese destruída. De hecho vieron a Emil justo antes de la destrucción de la isla, y ese fantasma se dirigió a Xerine. Que vínculo era ese, no lo sabía, y por que Xerine lo mencionaba ahora, tampoco. Por un momentó pensó en hacia quien irían dirigidas esas dagas envenenadas, pero apartó rápidamente ese pensamiento de su mente. Primero encontrar a Cath; luego podrían dedicarse a jugar al quien es quien.