Partida Rol por web

La semana pasó sin sobresaltos.

Bien es verdad, que no fue algo habitual para nuestros poco experimentados caballeros. El movimiento en el castillo era continuo. Caballos y jinetes se movian constantemente. Unos entrando, otros saliendo. Caballeros con sequitos numerosos entraban a diario para mostrar su respeto a los Pendragón, y de hecho para dejarse ver. No faltaban mulas de carga, y soldados de desigual armadura y colorido, pues aunque de Logres la mayoria, eran de condados y señorios variados. En definitiva, eran soldados para un ejercito, y bien venidos eran.

Poco, más bien nada visteis a los Pendragon en este tiempo. Ellos no estaban para  visitas, pues los preparativos y los llamados a sus leales caballeros les ocupaban el dia. Por lo dicho en la reunión previa, seriais poco menos que los guias de la expedición, y compartiriais trecho con ellos, asi q eu sin problema por ese particular.

Marchando hacia el condado de Hertford:

En fecha y día acordados, las huestes del rey dirigidas por el príncipe Madoc, y con la presencia de, sir Elad mariscal del condado y del reino, el conde de Salisbury y otros caballeros ricos en señoríos y gloria, parten con vosotros.

A pesar de la presencia, obligada y prudente, de cazadores, guías y exploradores, sois vosotros los que al frente de la enorme columna dirigís el ejército.

 Os acompañan más de 300 caballeros y 8 o 9 cientos de soldados.  No es el mayor ejercito de Logres, pero sí que parece lo suficiente como para reforzar las fronteras del condado de Hertford. Además hay que sumar a este número, las tropas propias de Hertford, y los alistamientos a este ejército, de los condados de camino a Hertford. Mal tendría que darse la cosa, si no os juntáis al menos 500 caballeros y varias centenas por encima de los 1000 soldados de infantería.

El comandante principal de este ejército, no es Uther. Es el príncipe Madoc. El rey ha preferido quedarse resolviendo algún tema diplomático, y esperando a aquellos refuerzos rezagados en forma de caballeros y soldadesca. Hay quien dice que antes de juntarse con su hijo el príncipe, usará este ejercito para marchar con él hacia  algún condado si no díscolo, al menos un tanto relajado, tal vez reacio, a aportar tropas a las huestes reales.

El ejército vuestro, que es el de Madoc, repite las paradas que habéis hecho vosotros en el viaje de ida, y manda heraldos y correos a señoríos no muy distantes, pidiendo tropas que agranden su ya respetable ejército. Es de suponer, que a medida que se acerquen al destino, el castillo de la ciudad de Hertford, los señores sean más partidarios de engrosar las tropas principescas, pues también ellos pueden notar el avance sajón.
 

El ejercito del príncipe Madoc era impresionante. Al regresar a los castillos donde les prestaron hospitalidad días a tras, parecía como su hubiera pasado toda una vida, pues Sir Gwilherm se sentía distinto... Cambiado.

Y en verdad, algo había cambiado en su interior. Nunca se había sentido tanta excitación ni tan henchido de si mismo. Era la primera vez, que viajaba con un ejercito. Y el de Logres era impresionante, kilómetros de polvoreda por el paso de hombres y bestias, columnas de lanzas que no parecían tener fin... Esa visión, desde la cabeza le hacía sentirse imparable.

Me siento algo extraño encabezando tan tremenda comitiva. Así que intento no pensar mucho en ello y me esfuerzo por estar a la altura de lo que se espera de nosotros. Confío en que mi primo sepa qué debemos hacer al respecto de la posición que nos han adjudicado. su buen juicio está fuera de toda duda para mí. Hay cierto orgullo en mi corazón, pero una sombra de desconcierto nubla mi buen humor habitual. En mis pensamientos, este ejército es muy numeroso, quizá sea el mayor que yo haya contemplado con mis ojos. Demasiado quizá, pudiera parecerme excesivo despliegue teniendo en cuenta la presencia sajona que realmente hemos constantado cuando patrullamos hace meses. Eso me hace dudar entre dos posibilidades. La primera me guardo de siquiera pensarla para mí mismo porque me parece descabellada. La segunda sería suponer que el Rey ha tenido más reportes a parte del nuestro sobre las fuerzas sajonas. Reportes que justifiquen este ejército y que supondrían una amenaza sajona mucho mayor de lo que yo hubiese pensado jamás. Eso justificaría lo rápido que se nos tomó en serio, porque no deja de ser cierto que somos simples caballeros sin una gran credibilidad como para que nuestra palabra justifique este depliegue de fuerzas o medios... Y pensando en estas cosas cabalgo. Recorremos la misma ruta de regreso que a la ida, el camino es familiar. Pero ahora el retorno se dibuja borroso, la guerra viaja con nosotros. No sé hasta que punto eso beneficiará a las gentes de mi nuevo hogar.

Desandáis el camino andado, pero esta vez acompañados por el príncipe Madoc, sus principales caballeros y un ejército numeroso. Os sentís importantes y no hay motivos para no pensar así. En los castillos en los que antes os hospedaron con cordial hospitalidad, ahora lo hacen por todo lo alto, sin escatimar en bebedizos ni en carne cebada. Tardáis el mismo tiempo a la ida que a la vuelta, pues aunque se podría forzar el paso sin problemas, o incluso dormir al raso, el príncipe parece partidario de hospedarse y despachar con los castellanos y nobles importantes de la región por la que se viaja. La diplomacia tiene dobleces que a un par de caballeros como vosotros aún se les escapa.

El principe Madoc, será el heredero al trono cuando Uther fallezca.

No has encontrado quejas sobre su valia, talento, determinación y lealtad. Parece que es un  buen lider y guerrero, pero inferior a su padre.

No se ha probado en batallas grandes dirigiendo a su ejercito, pero en batallas pequeñas, ha hecho un papel digno. 

* Uther tiene intención de ser Alto Rey de Britania, no por métodos bélicos de conquista, sino por la diplomacia, aunque ser diplomático sea ir con su ejército a parlamentar con los condes poco partidarios.

Has podido constatar sin mucho esfuerzo, la ambición que Uther tiene por conquistar el titulo de Pendragon, osea alto Rey de Britania. Si tienen que invadir condados, o declarar la guerra a otros reyes britanos lo hará. No obstante es prudente, y sabe que es mejor traerselos a su causa ofreciendo terrenos y riquezas. No descarta la guerra, pero de momento prefiere la diplomacia y el parlamento. Eso si, no con todos se puede llegar a acuerdos pacificos, y los caballeros  temen un enfrentamiento bélico contra el rey Idres de Cornualles, a medio plazo.

dónde se encuentra Merlin ahora. Hace unos días fue visto en Silchester – Levcomagus.

Poco se sabe de un archimago como Merlin. Él va y viene a su antojo, y pocas explicaciones da. a menudo, ni los mismisimos Pendragon saben de sus planes ni de su paradero.

Varios caballeros le han visto unos dias antes de vuestra llegada en el castillo. De hecho ha estado muy cerca de Uther. a vuestra llegada, el mago ya no estaba.

Parece fiel a  Arturo, y ha sido su consejero en multitud de ocasiones. Uther le suele hacer caso, no se sabe si por hechizamiento o por la sapiencia de los consejos.

¿alguna cosita mas, dudas sobre la información...?.

Cada uno tiene la suya, ya veremos si la compartes.

Durante uno de los trayectos en los que cabalgo junto a Gwilherm le comento de forma distendida: Primo, los hombres hablan bien de sir Madoc, dicen de él que es un buen caballero. Aunque en sus miradas y algunas de sus palabras dejan claro que no alcanza la talla de su padre. ¿Pero quién puede culparle de no estar a la altura del gran Uther? - me encojo de hombros- He intentado enterarme de por qué el Rey no lidera su ejército, pero es un misterio. ¿Vos pensáis que es poco caballeresco por mi parte dudar del juicio del Rey poniendo a su hijo al mando de esta tropa? ¿no hubiese sido más sabio delegar en un caballero más veterano y sabio? ¿soy un mal vasallo por dudar de las decisiones de mi rey? aunque pregunto con honestidad no puedo negarme a mí mismo que en mis intenciones también se esconde la finalidad de saber qué piensa realmente mi primo de lo acertado de esta campaña militar tan costosa contra un enemigo incierto y del que desconocemos fuerzas reales o posiciones fuertes que arrebatarle...

Seguis camino, tras haber rumiado las intrigas y cotilleos, inevitables en una marcha, que ademas de amenizar  animan a combatir el tedio del viaje.

Os sentidos orgullosos y tranquilos. Sienta bien eso de compartir viaje y ser tratado  de igual a igual por caballeros avezados y con fama.

Habéis tomado ya el cauce principal del rio Lea, que os llevará sin perdida hacia la ciudad de Hertford. La ciudad que alberga el castillo, es una aldea más o menos poblada ( llamarla ciudad es una osadía, no obstante aceptada por todos), que no cuenta con más defensa que el castillo.

 No es una ciudad amurallada como la cercana San albans, si, la del monasterio y lugar habitual de peregrinación.

 Tampoco tiene ni el foso ni las empalizadas a veces de piedra que la otra ciudad importante de Hertford posee, Royston.

Parece cosa habitual en este condado, que tanto las ciudades principales, Royston y San Albans, posean una muralla débil y un foso alrededor digno, y que las ciudades que albergan castillo, como Hertford y Anstey carezcan de foso y de empalizada. Al parecer, esto último quiere remediarse, al menos de manera tímida en la ciudad de Hertford, donde hay campesinos que a modo de obreros, andan picando un foso por el lado norte de la ciudad.

Lo dicho, que ya estáis acercándoos a la ciudad destino, Hertford. Confiáis en que los heraldos mandados días antes por vuestro ejército, hayan cumplido y dado fiel aviso de vuestra llegada a los allá moradores, y que hayan sabido surtir de tropas nuevas y suministros frescos a vuestro ejército, que si no ha andado cansado pues las etapas han sido cortas y cómodas para lo que se estila en las grandes batallas, sí que están lo suficientemente desgastadas como para  agradecer un descanso tranquilo al calor de una hoguera y con carne de venado asada y vino al alcance de su mano.

Sois recibidos con la guardia de honor del castillo, esto es con un monton de caballeros y soldadesca a ambos lados del camino haciéndoos un pasillo, que desemboca en la entrada al castillo donde el conde, su familia y los oficiales del condado en pleno,  os reciben a vosotros y al príncipe Madoc al que escoltais.

Tras los saludos y protocolos de rigor, los caballeros se apean de sus cabalgaduras, y solo los de más alto rango entran a parlamentar con el conde y con el príncipe. Vosotros pertenecis hoy a esa élite, y dejais atrás al resto de caballeros y soldados que se buscan la vida montando tiendas y consiguiendo una jarra fresca, que no sea de agua, para refrescarse del camino.

Los escuderos de estos ilustres señores, y también los vuestros, os acompañan al salón del conde Setzer donde sois debidamente despojados de vuestras armaduras y aperos de cabalgadura, y se os obsequia con algún pedazo de asado y con vino y cerveza a elegir. Tambien unas mozas os ayudan a lavaros , pues portan unas palanganas, tinajas y trapos a modo de toallas para un bien refrescar.

Acomodados en la mesa están los que antes parecíais guerreros a caballo, y ahora son nobles y aseados diplomáticos.

Vuestro lugar, en el puesto más inferior de la mesa de parlamentar, no os impide escuchar los fundamentos  de todos los allá sentados. Parece haber unanimidad en atacar las posiciones sajonas, pues seria desperdicio necio, despreciar un ejercito como el que se aposenta en el patio de armas del castillo de Hertford.

Las discrepancias comienzan al elegir el lugar por el que discurrir y plantar batalla a los sajones. Hay varias corrientes de opinión en ese tema. Hay quien propone una acción de barrido desde el bosque de Quinqueroi hacia el este, desmontando el ejercito en varias escuadras que arrastren o acaben con las posibles patrullas sajonas que tal vez habiten en el bosque. Otros apuestan por aprovechar las calzadas, y desandar el camino hacia el sur, y al llegar a Londres, virar hacia el noreste , siempre por la carretera, y a más  tardar en Chelmsford dar con un ejercito sajon con el que batallar.

Vosotros asistís a esas opiniones con prudencia, y sin mostrar opinión al respecto. Al parecer, esa opción discreta se va a terminar, puesto que se os reclama desde la cabeza de la asamblea, dar opinión al respecto, puesto que vosotros habéis cruzado lanzas contra ellos.

Siento un pequeño vértigo al ser interpelado para dar mi opinión en una materia tan seria. Pero como he sido honrado con el honor de ser tenido en cuenta no veo opción alguna que no sea hablar desde la total honestidad. Por tanto me muestro lo más seguro que puedo de mis palabras ante tantos personajes relevantes: 

Nobles señores, debo reconocer que sólo en una ocasión he entrechocado mi espada con los sajones en una forma que pueda considerarse un enfrentamiento serio. El resultado puede considerarse satisfactorio, pero no me avergüenza decir que no lo llamaría una victoria rotunda. Y es que aunque victoria fue ponerlos en desbandada, si su moral hubiese dictado que no huyeran, no es seguro que pudiera estar hoy aquí hablando. Lo que mis ojos vieron fue una fuerza a pie bastante desorganizada pero igualmente fiera y decidida a actuar como una manada de lobos hambrienta. Su estrategia era y supongo será  hostigar, su táctica, abrumar con su número. Si dividimos nuestras fuerzas y las metemos en el bosque les daremos muchas oportunidades de jugar en su mejor terreno. Opino que nuestra mejor baza es intentar localizar el grueso de sus fuerzas y presentar  batalla allá donde estén reunidos. Probablemente encontremos una gran fuerza, pero en una batalla como es debido, la instrucción de los soldados y el hacer de los caballeros marcarán la diferencia. Aunque odio con el fuego de la ira de Dios a esos sajones debo reconocer que menospreciar la amenaza que suponen no es una actitud sabia, por mucho que me moleste admitirlo.  

Terminada mi exposición guardo silencio y espero un tanto nervioso a ver qué reacciones provoca en los presentes mirando fijamente la copa de vino que hay ante mí sin decidirme a tomarla.