Partida Rol por web

Trás avanzar unos pasos vacilantes entre la niebla hacía la luz y la voz de Geburah. Finalmente llegas a un muro, en donde cuelga un cartel "Valle Placido" debajo pone el numero de habitantes, que ha sido reiteradamente tachado hasta llegar a 25 de los 80 que hubo en un principio, mueves tus labios confusa... ¿Que ha pasado y donde estás? Otra vez la misma sensación, pero con los recuerdos de tus compañeros y las naciones muertas recientes, al menos tienes eso... pero no está Geburah a tu lado y eso te hace sentir intranquila.
La niebla amaina y puedes ver que ahora estás en un pequeño poblado de casas pequeñas, que parecen estar deshabitadas, sino fuese porque escuchas las risas y las voces infantiles de los niños. De repente escuchas la voz de Geburah, entre la niebla ves la figura del gigante que avanza hacía tí, tiene una herida muy fea en el pecho manchando su camisa nueva con una mancha creciente, con un susurro de voz te dice:- Lilith... estás bien... cuanto me alegro- Y cae al suelo insconciente...

Asustada caminó a paso rápido entre la niebla intentando llegar cuanto antes al lado de Geburah. Al verle caer inconsciente grita:- Geburah!- y se da prisa para intentar cogerle antes de caerse al suelo.

Buscó en su mochila ya que había metido una especie de botiquín para curar heridas, y comenzó a cuidar la fea herida del pecho del gigante. Primero, rompió la camisa que cubría parte del pecho del muchacho para darle más espacio y prosiguió a limpiarle la herida. Al acabar de limpiarla le echó crema hecha de hierbas cicatrizantes para que dejase de sangrar, y después le vendó el pecho.

Sacó también el pellejo de agua y mojó la cara, la nuca y las muñecas de su... compañero para que volviese en sí. Se quedó a su lado, latiéndole el corazón con fuerza, esperando que no la dejase sola.

Las curas de Lilith parecen provocarle dolores a Geburah, pero se aguanta las quejas y los dolores con la misma seriedad de siempre y te comenta:- Perdona las molestias... vaya defensor que estoy hecho. Tranquila me repondre, has sido una enfermera excelente- Pero a pesar de sus palabras, cuando intenta levantarse trastabillea y se queda en el suelo, finalmente forma una mueca de dolor y su cara se pone ligeramente blanca, por lo que comenta:- Lo siento, Lilith pero creo que tendras que conseguir a un curandero, creo que las garras de Acaste estan envenenadas- Entonces escuchas los pasos que se acercan a vosotros, Geburah intenta sacar su arma pero no puede ni levantarla...

Sinríe ante los halagos de Geburah pero la sonrisa es de preocupación más que de otra cosa. Sabe que no se encuentra bien. Al ver que se pone blanco y asiente ante sus palabras. Nunca había tratado un envenenamiento. Al escuchar los pasos y ver los esfuerzos de Geburah lo mira con dulzura.

-Estate quieto que vas a empeorar tu estado.- dice dulcemente. Se levanta y se pone entre el cuerpo de Geburah y el del que está produciendo los sonidos de pasos, protectoramente. -Tú no te preocupes por nada. Yo solucionaré esto.- le mira intentando infundirle ánimos. Vuelve a darse la vuelta y espera pacientemente la entrada en escena de la persona que se está acercando. 

La voz te llega desde la niebla, es agradable y modulada, aunque en un principio no puedes ver de quien se trata parece amable y bien educado-Buenas noches, caballeros.- Cuando esta a punto de llegar os hace una reverencia, para después proseguir con su declamación -Estoy buscando la fonda del pueblo, para comprar una cama y una cena caliente ¿Por favor, seriais capaces de indicarme como llegar?- Al parecer os toma por gente del pueblo, al acercarse más ves a un hombre de raza humana algo entrado en años, pero de porte regio y apuesto vestido con una armadura completa, en su tocado se ven las particularidades de un hombre de fe, un paladín que lucha contra la maldad y el caos del mundo, puede que sean cualquier cosa de personalidad pero de un paladín autentico puedes esperar que siempre luche a favor de la justicia y los menesterosos. Y puede que tenga algún alivio para el veneno de Geburah entre sus pertenencias...

Al llegar a la fuente ves dos figuras, no puedes más que quedarte ciertamente perturbado por la imagen de la mujer, obviamente no es del todo humana, sino una tiefling algo salido de una mezcla entre mortal y demoniaco, es hermosa y torneada, aunque su piel es purpura, tiene rabo y cuernos, por lo demás es un pequeño pecado envuelto con poca ropa, a su lado esta tumbado un enorme hombre(aunque por la talla parece más un gigante, pues tiene alrededor de 3 metros, tiene pinta de salvaje, pero tiene el tono de la piel blanquecino y parece estar padeciendo. La pareja se te queda mirando sin saber como vas a actuar, es tan insolita la escena que no crees que en ningún libro de vuestra orden salga algo parecido.

-...

En aquel momento, lo logico como paladin hubiera sido, que ante semejante espectaculo, hubiera sacado la espada y me hubiera asegurado que no estaba hablando con un vampiro, y un tiefling corrupto antes de proseguir. Asi que busque entre mi mochila, y busque cierto objeto, que luego pase a la señorita. Una gabardina de piel, que uso para los dias frios como precisamente este.

-Deberia abrigarse, la niebla precede a una fria noche, y dudo que ir en ropa interior sea apropiado.- Bromee mientras se lo ponia en las manos.- Y su amigo tambien deberia abrigarse, no tiene buena cara. Diria que ha pillado un resfriado o peor.

Como dije, la logica del Paladin no hubiera actuado asi, pero ante todo soy caballero, y Helm me parta, antes dejar una jovencita congelandose el ombligo en esta maldita niebla.

Al ver al extraño personaje se le quedó mirando un momento, sin decir nada. 

-No somos de aquí...- murmuró con su tono de preocupación echando un nuevo vistazo a Geburah. Al tenderle la gabardina el paladín y ante los comentarios de éste se echó a reír a carcajadas. Tomó la gabardina que le tendía y se la echó encima a Geburah. -Muchas gracias.-agradeció en voz más bien baja pero con una sonrisa en el rostro.- Él la necesita más que yo. Le ha herido gravemente una ghoul. Y por lo visto tenía las garras tóxicas. No tendrás un antiveneno a tu disposición?- preguntó sonriendo agradecida. Contemplaba al extraño humano. Aparentaba ser apacible y en su mirada no había rastro de maldad. Cada vez se sorprendía más al conocer a seres humanos buenos, pero de momento no se fíaba del todo. Quizás sabía esconder bien sus intenciones. 

El enorme hombre herido se presenta con un simple murmullo ante el desconocido:-Geburah- Evidentemente esta muy mal, a no ser que alguna magia divina que arregle lo del veneno dentro de unas horas caera en una insconciencia de la que tendra pocas posibilidades de sobrevivir. La niebla sigue agobiante alrededor vuestro, de vez en cuando un viento os lleva las risas de los niños, de repente escuchais unos pasos corriendo cerca vuestra, una pequeña figura entra en vuestra visión para desaparecer al poco tiempo entre la bruma...

-Vaya, eso es grave.- Dije seriamente en cuanto oi lo del veneno, centrandome en el hombre de inmediato. Ahora comprendia por que le habia confundido con un vampiro. El pobre estaba a un pie de la tumba.

-Dejame ver...- Dije mientras contemplaba sus heridas, y la gravedad de estas.-Siento decir, que no soy clerigo, pero puedo hacer lo mas aproximado a esto. Quizas os sirva, mientras buscais una cura o un curandero.

Sin decir nada mas, pongo una mano sobre la herida del hombreton, conjurando palabras a Helm para que protega su alma.

-[Celestial]¡Retrasar Veneno![Celestial]

-Si, es grave... creo...- murmuró. Se apartó un poco de su querido compañero cuando el paladín se lo pidió. Dejó que examinase sus heridas.- Hmmm... Puedes quedarte un momento con él? Quiero ir a buscar a un clérigo y no puedo llevarlo a cuestas. No tengo tanta fuerza...- dijo apesadumbrada. Se quedó mirando curiosamente el extraño ritual.

Miró al caballero fijamente a los ojos, trasmitiéndole, aún sin querer, su preocupación y su tristeza. No se sentía bien pues Geburah estaba herido de gravedad y eso hacía que ella sintiese un gran vacío en el pecho. Su corazón se rompía en pedacitos con cada segundo que pasaba el veneno extendiéndose por el cuerpo de él.

Se dió cuenta de que estaba mostrando sus sentimientos al caballero. Rápidamente desvió la mirada..

El paladín utiliza el poder que le lega su sangre para retrasar el avance del veneno en el cuerpo del gigante, una luz eterea rodea un momento a Geburah para después desaparecer, aunque su aspecto es el mismo, al menos no parece empeorar a ojos vista, pero claro el efecto del hechizo pasara y sera necesario la curación de un clerigo para recuperar las energias perdidas. Geburah se levanta mareado y afirma con fiereza mientrás mira a Lilith:- No voy a ser una carga para nadie, ire junto a vosotros a ver a ese clerigo, no sera el veneno el que haga detener mi misión de protegerte-

Sonrió orgullosa de su amado compañero y tendiéndole la mano echó a andar en dirección hacia donde se oyeron las risas de los niños. Seguramente sea allí donde estén todas las casas habitadas.

-Vienes?- preguntó invitando al paladín a acompañarlos.- Gracias por tus plegarias a tu dios, señor. Ahora Geburah podrá aguantar a llegar hasta el curandero.- sonrió dulcemente y siguió andando.

A cada paso que daba notaba el mal estar de Geburah. Andar con el veneno, aunque ralentizado, quemando tu ser, debía de ser muy doloroso. A cada paso que daban estaba más nerviosa, más deseosa de encontrar al curandero.

Lástima que no se me haya ocurrido el comprar antídotos para veneno. Tenemos pociones en la mochila... Pero no tenía previsto el incidente con Acaste.. Por qué tenía que hacer daño a Geburah esa mujer? Yo no he hecho daño a Bruce, es más, lo he cuidado y revivido cuando casi le arrancan la cabeza. No entiendo la forma de comportarse de esa ghoul...

Mientras andaban buscando la plaza principal del pueblo o gente a la que pudiesen preguntar, su cabeza daba vueltas al mismo tema y su odio iba creciendo y a la vez iba siendo refrenado por su buen corazón. 

-Seria un placer, pues hasta ahora, habeis sido la cara mas amiga que he visto por estos lares.- Dije a los extraños, mientras acompañaba a esta pareja, sobre todo del hombreton que en cualquier momento parecia necesitar un hombro amigo.-Deberiamos preguntar uno de los pueblerinos, si sabe algo. El pueblo es pequeño, no mas de cien viven aqui, seguro que todos conocen a todos aqui. Deberiamos tocar en la puerta de alguna casa, y hablar con alguno de ellos.

Algo directo, quizas, pero con esta niebla, pense mientras miraba a mi alrededor como hice desde que llegue aqui, no permite buscar mucha vida entre ella al aire libre. Demonios, cada vez que mi pie tropieza con alguna piedra suelta, tengo la tentacion de usar la espada como baston.

Geburah avanza a vuestro par, aunque el sonido que proviene de su pecho no habla demasiado bien de lo que le ha afectado el veneno a pesar de la ralentización de Ishmael el paladín de origen celestial que avanza junto a la torneada picara Lilith de origen abisal, sin duda una relación entre gente de tan dispar procedencia haria que las habladurias sobre ellos en la orden de Ishmael duraran años en disiparse, pero para suerte de Ishmael, la orden esta lejos y Lilith no parece importarle la procedencia de su aliado, al ver como ha cuidado al gigante que trastabillea junto a vosotros.

Avanzais por la calle principal, sin encontrar ni a una mala mujer tendiendo ropa o dando de comer a los animales(animales que no parecen estar, pues no se oye ni un cacareo, ladrido o gruñido), aunque movimiento en las casas hay, os parecen ver gente que os sigue con la mirada a traves de los agujeros de las ventanas que no están tapados con maderos. Al final de la calle se ve un gran edificio con un cartelón que pone "El barril de manzanas" que por su nombre y la pinta tiene que ser una taberna.

Maldita sea esta niebla, no lo aguanto mas. Se que no deberia preocuparme, se que es solo un efecto del tiempo, pero cuando mas paso aqui, mas se vidria mi mirada y mas exagerados son mis movimientos, como si intentara arreglar algo, y ni siquiera supiese de que se trata. Por lo menos, la compañia me ayuda a relajar mis nervios, por muy extraño que sonara en oidos de mis compañeros de la orden.

-Vayamos ahi.- Indico con un dedo a la taberna, cualquier cosa con tal de estar junto un fuego caliente.- Los parroquianos nos ayudarana buscar una cura, y el tabernero nos ofrecera una cama para el grandullon. No te ofendas muchacho, pero necesitas descansar. Tal como te encuentras, dudo que puedas sostener la espada en alza.

Miraba a su alrededor sin entender por qué en ese poblado no había un alma. En realidad pensaba que sí que había, pero que no salían a la calle, cosa muy rara para cualquier poblado. Quizás serían extrañas criaturas nunca antes vistas, pero no tenían siquiera animales, porque no se oían los sonidos típocos de la presencia de algún animal. Cuando el paladín señaló la taberna, mirando fíjamente a Geburah asintió. 

- Este hombre tiene razón. Debes descansar, y qué mejor sitio para descansar que una taberna? ASí nos alimentaremos bien, dormiremos cómodos bajo un techo y lograremos localizar al curandero del pueblo.- sonrió al paladín. Aún así, tanta niebla le estaba dando escalofríos...

Geburah no parece dispuesto a discutir vuestras propuestas, casi parece un zombie al que guiais de un lado a otro, lo único que hace que parezca un ser racional es cuando asiente desganada con la cabeza como respuesta. La madera del suelo cruje cuando pisais el porche que os recibe, como si desde hace tiempo no lo hubiesen cuidado, la puerta chirria cuando Ishmael la abre para dejar paso a Lilith y a Geburah dejando paso a la escena de 10 pares de ojos que os miran al unisono fijamente de forma silenciosa.
Los ocupantes de la taberna son rudos granjeros que llevan ropas ajadas llenas de polvo, sus copas y platos a mitad de terminarse, todos tienen una escalofriante sonrisa como si se rieran de una broma privada, pero nadie dice nada, ni siquiera el posadero que sigue limpiando un vaso que obviamente esta suficientemente sucio aunque no le pasaran ese paño polvoriento.

Otra vez, esa maldita sonrisa. El antiguo pueblerino se reia igual que estos, aun sigo sin comprender que hace tanta gracia. Con paso firme, marcho hacia la barra y me pongo delante del tabernero, tosiendo levemente, para atraer su atencion lejos de sus quehaceres.

-Disculpe, buen hombre, pero somos forasteros en esta ciudad, y necesitamos de sus servicios.- Explique gravemente, dando entender que era urgente.- Mi amigo, aqui, ha contraido un veneno que le esta aquejando desde dentro, necesitamos una cura ¿Hay algun medico, o curandero en el pueblo?

Miró a su alrededor curiosa, pero las tétricas sonrisas de las caras de los ocupantes de la taberna la hicieron calmar su curiosidad y mirar a otro lado. Se acercaron a la barra y mientras el paladín hablaba con el tabernero, Lilith se dedicaba a escuchar atentamente.

-También necesitamos cobijo y algo caliente de comer.- añadió con una sonrisa amable.- Pero lo primordial es curar a nuestro compañero.- dijo con tono grave.

Estaba preocupada por Geburah, este ya no era un esqueleto gigante e inmortal, sino que ahora estaba hecho de carne y hueso, por lo que corría más peligro que antes. Le tomó la mano mientras esperaban la respuesta del tabernero, en señal de apoyo, cariño y... ¿amor? Estaba decidida a sacarle de esta.