Partida Rol por web

Carretera, carretera y mas carretera. En los dos últimos días no has hecho otra cosa, seguir carreteras en busca de algo que no sea un pueblo fantasma o un lugar ya saqueado.
Tu falta de éxito se esta convirtiendo en un problema grave, acabas de terminar una lata de atún, tu última reserva de comida.
El agua no será un problema en vista del entorno, hay vegetación y no te debería resultar difícil encontrar algún arroyo o incluso un rió. Aun así tienes la cantimplora llena, no es tu prioridad.
Han pasado un par de horas desde que el Sol superase el horizonte, aunque el cielo eternamente encapotado no deje pasar mucho mas que una escasa luminosidad.

Ya no recuerdas cuanto hace, puede que dos o tres días, que te encontraste con aquel grupo de comerciantes. Aunque tenían algunas cosas interesantes no tenias con que pagar, y tus servicios médicos no eran necesarios. Por suerte te indicaron que tu habilidad seria muy recibida, y pagada, hacia el Este, en un lugar llamado Telos. Hablaban de una ciudad grande, con bastante población y hasta cierto punto mas civilizada que el resto de asentamientos creados tras la catástrofe.
Revisando tus opciones podías seguir en la carretera buscándote la vida y esperando no toparte con algún ladrón o incluso con esclavistas, o podías buscar un lugar donde establecerte, aunque sea temporalmente, y enriquecerte para después optar a algo mejor.

La carretera se divide en dos. Hacia la izquierda, hacia el Norte, se pierde en las montañas. Parece que había un cartel que indicaba el destino, pero sería de metal y no tardarían en llevárselo. Hacia la derecha, el Sur, si hay un cartel. Viendo lo rudimentario que es, madera y pintura, sabes perfectamente que fue puesto durante esta nueva era que te ha tocado vivir.
En un intento de imitar la tipografía de las antiguas señales de trafico en la madera han escrito "Nolan", seguido de una flecha que indica la dirección.
Desde aquí no ves ese lugar, los arboles tapan la carretera en cuanto deja de ser recta. Desconoces a que distancia está, pero supones que si han puesto un cartel no debe andar muy lejos.

Al ver el cruce de caminos, y cansado mentalmente como está, Joey decide sentarse delante del los carteles. No es que realmente lo necesitara, pero no había nada mejor que hacer para tomar la decisión. Podía suponer la diferencia entre seguir viviendo y caer muerto a un lado de la carretera.

Su mirada pasaba del cartel de madera al sitio en que debía de haber habido uno de metal para, rápidamente, levantar un poco la vista, mirando a ambas direcciones. No iría a ninguno de estos sitios en vacaciones. Creo que es la primera vez que pienso en Francia como un buen lugar en el que estar. Su cabeza se movía en un gesto negativo, mientras soltaba una pequeña risa queda.

El tiempo allí sentado parecía que se había detenido. Si sigo aquí sentado sin hacer nada voy a acabar durmiéndome, joder. Aún sentado, desliza la mano dentro del bolsillo de su abrigo y saca la pequeña navaja multiusos. Dejemos que decida la suerte, piensa mientras desenfunda el resorte con la propia navaja, haciéndola girar sobre la carretera. Al pararse, la navaja apunta hacia las montañas. Que me jodan si pienso acercarme allí. Y de un salto se levanta y se encamina hacia los árboles en dirección a Nolan.

Dejas que el azar decida tu destino hasta que compruebas que el resultado no es satisfactorio. Tomas dirección Nolan sabiendo que tus opciones de supervivencia pasan por un asentamiento antes que por unas montañas inhóspitas.

Apenas te has alejado cien metros del cruce cuando oyes algo y sabes que la navaja no se equivocaba. De detrás de un árbol sale un tipo vestido con un chaleco vaquero y unos pantalones de camuflaje. Apoyado en su hombro lleva un subfusil, con la otra mano te hace una señal para que te detengas.

- Amigo, hoy no es tu día de suerte. Robert y yo - señala a tu espalda y ves aparecer a otro tipo y colocarse detrás de ti - estábamos pensando en asaltar la próxima caravana que pasase. Te vimos detenerte allí y dijimos: "Bueno, mientras viene el premio gordo nos podemos quedar con el de consolación."

El hombre a tu espalda, mas delgado que el otro y armado con un enorme machete, se ríe brevemente. Cuando habla descubres que su voz es tan repulsiva como su aspecto.

- Deja que quitemos un peso de encima, esa mochila parece llena. Si nos das todo lo que tienes nos ahorraremos matarte...

Ambos se han situado a un par de metros de ti, uno por delante y otro por detrás. El tipo del subfusil apoya el arma contra su pecho y lo sujeta con ambas manos. El tal Robert sujeta el machete con una mano de modo que la punta oscila a un palmo del suelo.

Al ver salir al tío del subfusil de detrás de los árboles, la boca de Joey se gira en un ademán de sonrisa, que rápidamente trata de disimular, antes de que empieza a hablar.

Que no es mi día de suerte, dice... Esto parece navidad.

Sin embargo, sí tuerce un poco el gesto al ver que está rodeado. Cuando el tío con lo que parece un cuchillos de trinchar enorme empieza a hablar, Joey se gira hacia él. Pero nada más terminar, vuelve la mirada al del fusil.

–Supongo –empieza diciendo– que aquí mandas tú. –Y sin esperar una confirmación, continua–. Si queréis que os dé mis calzoncillos sucios de hace más de un mes o la manta que cogí de un tío que encontré muerto en la carretera, es todo vuestro –por el rabillo del ojo Joey nota un pequeño movimiento, quién sabe si del tipo con el machete o algo más. Aún así, continua hablando–. Aún así, yo preferiría no tener que daros nada, la verdad, pero claro, tú eres el tipo de la escopeta y yo sólo el pringao de turno, ¿no? –Los ojos de Joey están fijos en los del hombre que tiene delante, que empieza a reflejar signos de impaciencia– Así que vamos a hacer una cosa. Voy a darte la mochila, coges lo que quieras, y me dejas seguir mi...

Antes de terminar la frase, lanza la mochila al tío del fusil a la vez que saca la pistola que lleva enfundada en el pantalón y realiza tres disparos hacia el mismo.

Repentinamente lanzas tu mochila contra el tipo que tienes enfrente y seguidamente disparas contra él. El hombre se aparta instintivamente y, aunque logras alcanzarlo, parece que tan solo le has herido levemente por encima de la cadera.

Casi inmediatamente sientes un intenso dolor en la espalda. Notas como la hoja del machete se abre paso a través de tu piel al tiempo que te giras para tener a tus dos enemigos de frente.
El tipo del subfusil se ha recompuesto y esta levantando su arma para dispararte, el tal Robert sonrie al ver la hoja de su machete manchada con tu sangre.

A pesar del dolor en la espalda causada por el machete, la boca de Joey se torna en una mueca que se asemeja a una sonrisa.

–Y ahora que hemos hecho las presentaciones... –empieza a decir, pero se para al ver como los dos tipos se plantan delante de él, mientras le apuntan con el arma. La sangre le corre por la espalda y las piernas, y poco a poco empieza a doblar una rodilla, hasta acabar apoyada contra el suelo–. No vais a matarme –dice levantando la vista desde donde se encuentra–. De haber querido eso ya lo habrías hecho. Además, esa herida –dice señalando con la cabeza la mancha de sangre sobre la cadera del hombre del subfusil– te va a hacer mucho mal a menos que la trates cuanto antes –El hombre con el fusil y ese tal Robert no dejan de apuntarlo mientras Joey se levanta poco a poco–. Soy médico y sé de lo que hablo, así que mejor será que me dejes ayudarte, porque si no te vas a desangrar aquí, en medio de la nada, y Robert no va poder hacer nada más que llevarse lo poco de valor que tengas y dejarte aquí para los restos.

Para cuando terminó la última parte de la frase ya está completamente de pie y la sonrisa de su cara era aún más visible que antes.

–¿O acaso os pensáis que iba a fallar un disparo a esta distancia sin hacerlo a proposito?

Los dos hombres alternan su mirada entre la herida y tú. No se fían y parece que no los has convencido. Sin embargo el tipo lleva su mano a la herida y se mira los dedos ensangrentados.

- Es una herida como cualquier otra, Carl, no seas tan estúpido como para creer lo que dice. - dice Robert.

Carl, que por lo visto así se llama, frunce el ceño y mira con furia a su compañero.

- ¡Cállate! Ya se que es solo un rasguño, pero duele mas de lo habitual.

Robert niega con la cabeza mientras Carl baja su arma y te mira inquisitivamente.

- Este es el trato: Tiramos las armas y me curas esta herida. Rob se encargará de matarte si haces algo que no sea cerrar este agujero. Después podrás marcharte. Si realmente eres medico no tienes nada que nos pueda interesar.

Aún de rodillas, Joey mira a Carl y a Robert, pero ya sin la sonrisa que estaba exhibiendo anteriormente.

–Me parece un trato excelente. Muy amable por vuestra parte, la verdad. Deja eso en el suelo y acércate para que pueda ver la herida.

Con dudas, Carl deja el fusil a Robert y se acerca a Joey, con lo que parece una pequeña cojera. Este, le levanta la camisa ensangrentada y la observa con preocupación.

–Me temo que, con las cosas que tengo aquí, lo único que podré hacer será taponar la herida para que no te desangres, Pero necesitaría coserte para conseguir que se cerrara lo suficiente, y es obvio –dice haciendo un gesto con la cabeza y los hombres, como para hacer que se fijaran más en él– que no tengo los materiales necesarios.

Tanto Carlo como Robert se miran sin decir una palabra, por lo que Joey continúa trabajando sobre la herida. De repente, se pone de pie, a lo que Robert responde apuntándole con el arma.

–Tranquilo, hombre, sólo voy a quitarme el cinturón. Necesitas un torniquete –dice girándose hacia Carl– y es lo único que tengo con lo que pueda hacerlo. Si funciona, y la herida dejar de sangrar, tenías que llevarme a vuestro asentamiento para poder coserte.

Los dos asaltantes vuelven a mirarse, desconfiando de las palabras del supuesto médico.

–Mirad, antes que nada soy médico, y no permitiría que nadie muriera si puedo evitarlo. Si consigo parar la herida, me lleváis, te coso y continúo con mi camino como si nada hubiera pasado, ¿trato hecho?

Y antes de que pudieran responder, envuelve la tripa de Robert con su cinturón, lo más fuerte que puede. Por favor, hemorragia, para... Por ahora.

Bajo la atenta mirada de los dos hombres, y de sus armas, logras taponar la herida de Carl. En realidad no es mas que un rasguño, sangra porque ha desgarrado parte de la piel, pero ni la bala esta dentro ni hay peligro de desangre. Lo único preocupante sería una infección, pero eso ellos no lo saben.
Terminas tu trabajo no sin antes oír un par de quejidos de tu paciente, el resultado es brillante teniendo en cuenta los medios de los que has dispuesto.

- No voy a dejar que me cosas, conozco a un tipo de me puede remendar. Has cumplido tu palabra, nosotros no tenemos palabra pero no nos servirá de nada quitarte el ridículo botín que llevas. - dice Carl sin dejar de presionar su herida.

Robert le devuelve el arma e inmediatamente coge tu pistola. Comienza a sacar las balas del cargador y cuando termina te la entrega.

- Por si se te ocurre volver para vengarte, no necesitaras munición de aquí a Nolan.

Te devuelve la pistola mientras Carl no deja de apuntarte, bien por precaución o bien porque son conscientes de que aún queda una bala en la recamara.
Se alejan de ti caminando hacia atrás, buscando el subterfugio que otorga la maleza a ambos lados de la carretera.

- En Nolan podrás comprar balas. No vuelvas a pasar por aquí, puede que la próxima vez no seamos tan compasivos.

Aún con la pistola en la mano, apuntando al suelo, Joey mira a los dos bandidos desaparecer entre la maleza.

Un par de minutos después, y sin dejar de mirar por donde se han ido, se acerca a recoger su mochila, tirada aún en el suelo. Sin embargo, tras dar un par de pasos, cae con una rodilla al suelo. La sangre que le corría por la espalda tras el machetazo de Robert se ha secado, y tras el paso del calor de la acción, el dolor ha aparecido como una punzada a lo largo de toda su columna vertebral.

Arrastrándose por el suelo, consigue llegar junto a la mochila a la vez que se quita la camisa llena de sangre para tratar de verse la herida. Sufriendo más aún al retorcerse al mirarse la espalda, piensa: Joder, esto no tiene buena pinta, por muy superficial que pueda ser. Cogiendo la cantimplora, echa un pequeño chorro por encima del hombro y, con una camisa "limpia", frota, como puede, la herida. No queda mucha agua, y no puedo permitirme desperdiciarla un poco. Mejor que se infecte a deshidratarme.

Metiéndolo todo de nuevo en la mochila y volviendo a ponerse la camisa ensangrentada y con el corte del machete, se pone pesadamente de pie. Tengo que llegar al pueblo ese cuanto antes. Y se encamina con un paso demasiado rápido hacia el fondo del camino.

Resistiendo el dolor, y sabiendo que sin tratamiento solo puede ir a peor, aceleras el paso por la carretera.
Se comienza a distinguir algunas pequeñas edificaciones al fondo, parece que Nolan no estaba tan lejos. Los arboles van dejando paso al ladrillo. El pueblo parece antiguo incluso sin la devastación, no parece que fuese una ciudad prospera, de hecho el termino ciudad se queda grande.

Las ruinas de diversas casas bajas carecen de techo y de la mitad de las paredes. Tienes la impresión de entrar en un pueblo fantasma, como otros tantos has visitado, pero esa impresión desaparece cuando comienzas a oír ruido y voces a lo lejos.
Según avanzas hacia el centro del pueblo el sonido se intensifica. Ves que la calle esta cortada por dos pesadas laminas de metal, optas por probar una calle paralela y te topas con una puerta construida entre dos coches volcados. Asomando sobre uno de ellos hay un hombre con un rifle.
Te sigue con la mirada mientras te acercas pero no habla hasta que estas a unos cinco metros de la entrada.

- Bienvenido a Nolan. Si quieres entrar guarda tus armas y no te metas en líos.

Se fija en tu estado y frunce el ceño.

- ¿No estarás colocado, verdad? Lo último que necesitamos es un yonqui deambulando por la ciudad.

Al ver que el hombre que le hablaba tenía un arma y no parecía tener ningún problema en usarla si hacía falta, Joey suspiró para sus adentros. Joder, menos mal... Había escondido la pistola dentro de sus pantalones y se había tapado todo él con el abrigo, a pesar del bochorno. No tenía porque ir alardeando de la herida de su espalda. Antes de hablar, pone una de sus mejores sonrisas.

–No llevo más armas que una pequeña navaja –dice levantando las manos en gesto de rendición– y no estoy drogado... Aunque no te digo yo que no me viniera bien tomarme que me haga olvidar.

Poco a poco se va acercando al coche en que se encuentra el hombre, aún con las manos levantadas.

–Me llamo Joey y busco algún sitio en que poder instalarme y ayudar, estoy convencido de que puedo ser de buena utilidad –dice ya sin sonreír, pero con la seguridad reflejada en su rostro–. Aún así, y antes de nada, necesito ayuda de vuestro médico. Unos tipos me han asaltado en el camino y tengo un par de rasguños que puede que necesiten sus cuidados. Si hace el favor de indicarme...

El hombre te mira fijamente, puede que te esté analizando o simplemente pensando si dejarte pasar. De repente se agacha y momentáneamente desaparece. Cierra los portones del maletero de ambos coches permitiéndote el paso.

- Hay un tirador controlando la zona, no te confíes. El medico esta a la derecha.

Al entrar ves una enorme plaza rectangular donde parecen concentrarse todas las actividades de Nolan. Hay un bar, o eso dice el cartel a la entrada de un local, también ves una cruz roja sobre la puerta de una casa y una pintada en la fachada de una tienda que dice: "El rincón de Lucy".
En mitad de la plaza hay un par de hombres amartillando lo que parece ser el capó de un coche y otro afilando virotes de madera.
El resto de casas de la plaza parecen habilitados, pero no sabes si son viviendas o tienen alguna otra función.
Tal y como hay dicho el tipo de la entrada, que ya ha vuelto a bloquear el acceso, en la casa mas alta de la plaza hay un hombre asomado a un balcón. Sobresale el cañón de su arma, puede que excesivo para una plaza tan pequeña pero eficaz si desde esa posición puede controlar la zona exterior de la ciudad.

La gente te mira brevemente y sigue con sus tareas, no ves mas de una docena de personas en el lugar.

Mientras examina todo lo que hay a su alrededor, Joey se pone a reflexionar. Lo primero es lo primero, necesito al médico. Pero después... ¿Qué? Si ya tienen un médico, ¿de qué coño voy a serles útil? No, pensarán que sólo soy una boca más que alimentar y en la que no confiar. Si quiero quedarme aquí tengo que...

El dolor de la espalda, que a punto estaba de hacerle hincar de nuevo la rodilla en el suelo, le sacó de sus cavilaciones. Lentamente, empieza a caminar hacia la casa con la cruz roja, no sin antes dedicarle un pensamiento a la pintada en la pared. No me importaría conocer el rincón de esa Lucy. Mientras avanza hacia la casa, descuelga una de las asas de la mochila y con un rápido movimiento de manos, guarda la pistola que llevaba en los pantalones, a la vez que rezaba porque nadie hubiera visto el movimiento.

Una vez frente a la puerta, llama tres veces con el puño.

Te diriges al médico del lugar para tratar tus heridas, lo primero es no morir por una estúpida infección. Al pasar por delante de el Rincón de Lucy ves entrar a un par de tipos con aspecto de viajeros. Cuando abren la puerta observas parte del interior y compruebas que la tienda esta llena de todo tipo de objetos amontonados en estanterías.

Sigues tu camino y llamas a la puerta de la casa con la cruz roja.
Unos segundos después abre la puerta un hombre de unos cincuenta años. Su poblado bigote y parte de su cabello se han tornado blancos por la edad.
El hombre te mira de arriba a abajo y abre la puerta del todo para que puedas pasar.
Una vez dentro se pone una desgastada bata blanca mientras observas el lugar. Directamente estas en la consulta del medico, no hay habitación ni pasillo que lo separe de la entrada.
Una mesa de despacho llena de carpetas y un sillón cuyo cuero se ha abierto por demasiados sitios componen el mobiliario básico. Completan la estancia una mesa metálica que sirve de camilla y un improvisado biombo hecho con los restos de un toldo.

El hombre te invita a sentarte directamente en la camilla mientras él hace lo propio en su sillón.

- Soy el doctor Randall, bienvenido a Nolan forastero. Hablar es gratis, pero si quieres algún medicamento o que te arregle algo me tendrás que pagar con fichas. Y si piensas que este es un buen lugar para robar será mejor que te vayas.

Al decir eso saca de debajo de la mesa una escopeta recortada y la coloca sobre la mesa a modo de advertencia.

- Y bien. ¿Que te trae a mi consulta?

–Vaya... –dice Joey tratando de no modificar su expresión al ver el arma del médico a la vez que se acerca a la camilla para acabar apoyándose, sin sentarse, sobre ella–. La verdad que entré aquí con la idea de que me pudiera ayudar con una pequeña herida que tengo, pero no tengo ni puta idea de qué es eso de las fichas que habla, así que supongo que debería irme.

Con un movimiento grácil, como si no tuviera dolor alguno, se aparta de la camilla en dirección a la puerta, pero a medio camino se gira y se queda mirando al doctor.

–¿Sabe, doctor Randall? Conocí a un hombre como usted en la facultad de medicina. Claro que sin la escopeta. Ni el bigote. No era un mal médico y tal –tras decir esto se queda callado, en una pausa demasiado dramática–. Murió, por supuesto. Y ahora heme aquí, necesitando ayuda médica ante alguien que se parece tanto a él. Aunque en realidad creo que preferiría que no tuviera que curarme usted. No me fiaría jamás de un médico que necesitara demostrar su superioridad ante un desconocido sacando un arma como ha hecho usted. Así que lo mejor que puedo hacer es ir a ver a Lucy y ver cómo puedo comprarle, o intercambiarle si es que nadie me explica cómo conseguir la mierda esa de "fichas", aguja e hilo para coserme yo mismo y así poder seguir mi camino y no volver a molestarle –Nada más terminar su pequeño discurso, se queda mirando al doctor directamente a los ojos–. ¿No lo ve usted así, doctor Randall?

Antes de dar tiempo a ninguna reacción, se gira y se encamina hacia la puerta.

El doctor Randall permanece impasible ante tu monologo. Cuando te vas a marchar, en lugar de responder a tu pregunta comienza a hablar él con total tranquilidad.

- Déjame contarte otra historia: Hace un par de años mi ayudante estaba atendiendo a un viajero. Según el forastero le habían intentado robar por el camino y tenia una herida de bala en el hombro. Cuando mi ayudante se acercó para examinar la herida ese hijo de puta le apuñaló en el cuello. El tipo solo quería robar medicinas, era un adicto y no le importaba una mierda quitar una vida para conseguir su dosis.

Deja unos instantes y levanta su arma para mostrártela.

- Por eso la escopeta. Para advertirte de que si intentas algo tienes las de perder.

Deja la escopeta a un lado y se cruza de brazos.

- Has menciona una facultad, de modo que eres medico o, al menos, tienes nociones de medicina. No tengo inconveniente en prestarte aguja e hilo, si sabes y puedes hacerlo mis servicios no son necesarios. No obstante deberías conseguir fichas tarde o temprano, por aquí todo funciona con ellas, son la moneda de esta región.

Abre un cajón y saca un pequeño estuche metálico.

- ¿Prefieres hilo Lembert o Connell?

–Preferiría que me diera el hilo que le he pedido en vez de hacerme un examen sobre tipos de sutura –responde rápidamente–. Doctor –se apresuró a añadir, con cierto grado de algo que podría entenderse como desprecio.

Joey se va a cercando, mientras aún habla, hacia la mesa en la que el Doctor Randall ha colocado la cajita con los hilos de sutura y las agujas. Sin embargo, antes de llegar, decide girarse y se encamina hacia la camilla, sentándose en el borde de la misma.

–Creo que, a pesar de todo, debería darle las gracias, Doctor –en esta ocasión no translució nada de lo que había hecho en la ocasión anterior–. Supongo que no debe ser fácil ver entrar aquí a alguien como si nada, pidiendo cosas y despreciando su arma –mientras hablaba se iba quitando el abrigo y desabrochándose la camisa, hasta dejarlo todo encima de la camilla, a la vez que miraba al doctor esperando que le diera el instrumental.

>>Y, a pesar de todo, sigue sin haberme dicho cómo conseguir las fichas esas de las que habla. Me gustaría pasar una pequeña temporada por la zona, y si tan importantes son, supongo que no me vendrán mal. No conocerá algún trabajo que pueda hacer para conseguirlas, ¿no?