Partida Rol por web

Amanece el decimoquinto día de la Estación de las Tormentas, un desapacible Día del Frío de la Semana de la Muerte en que el continuo viento, aunque no es especialmente gélido ni cortante, hace revolotear la hojarasca y resulta bastante molesto para estar ahí fuera al aire libre. Se está mucho más a gusto bajo techo y entre estas firmes paredes.

Aunque la verdad, tras el largo invierno, lo que todos estáis deseando realmente es que llegue de una vez el dichoso Tiempo Sagrado y tras él la primaveral Estación del Mar.

Además, alguna contraventana que alguien se ha dejado sin afianzar correctamente bate una y otra vez contra su marco, con machacona insistencia, impidiendo que cualquiera se concentre en lo que está haciendo. Aunque nadie parece dispuesto a levantarse e ir a cerrarla...

No, si al final tendrás que ir tú mismo...

Vuestra vida en la vieja casona parece desarrollarse pues con plena normalidad, con su tranquilizadora rutina, incluso estando salpimentada de pequeñas molestias cotidianas.

Pero no, hoy no será así en absoluto. Hoy va a ocurrir algo que trastocará para siempre vuestro universo personal, poniendo patas arriba la existencia que habéis conocido hasta ahora...
 

Ha pasado de golpe, sin previo aviso, cogiéndote completamente desprevenida. Y eso te ha asustado más aún si cabe. Porque por mucho que te esfuerces en recuperar el contacto mental permanente con tu Adepto, el enlace continuo que siempre te ha acompañado, durante tres décadas, literalmente desde que tienes conciencia de ti misma… ha cesado.

El silencio es atronador en tu cerebro. Llamas y nadie contesta. Peor aún, tienes la certeza de que no hay nadie ahí, aunque el enlace que une al Familiar con su Adepto es indisoluble, pues se trata de un encantamiento. Puede que tenga un alcance limitado a unas dos leguas, pero eso es tan sólo para poder conversar mentalmente y compartir pensamientos, los conocimientos y las energías mágicas... cuando superas esa distancia siempre conservas un remanente que como mínimo te indica que la otra parte sigue ahí… y te permite llamarle si lo necesitas.

Pero no, ahora Ort Seam simplemente no está. Su presencia se ha desvanecido. Y por mucho que te aterre, sólo se te ocurre una justificación a todo lo que está ocurriendo, a esta pavorosa vivencia de abandono: tu Adepto ha muerto.

El corazón del ave se acelera a la par que su cerebro... no puede ser... no puede ser... NOOO PUEDE SERRR

Tiene que haber una explicación... Comienza a aletear por el techo de la vivienda como yéndose a buscar algo... pero para en el alfeizar. Necesita la ayuda de los muchachos.

Debo encontrarlo...

Los presentes en la sala pueden oir una voz como de una vieja pero con una fuerza penetrante...

Chicos el Maestro... El Maestro... ¡No lo oigo! Dijo sin saber describir muy bien lo que sentía.

Hay que encontrarlo... por favor todos a buscarlo...

¡Vamos!, ¡dejad las cosas donde están y a buscar!

Estaba perdiendo los nervios por momentos, nunca le habíais oído dar órdenes de esta manera.

¡Vamos! Acaba diciendo y emprende el vuelo sin decidir donde...

El laboratorio... quizás... pensó

Un mal presentimiento atraviesa al aprendiz formando un nudo que le impide tragar cuando discierne entre sueño y realidad, esas palabras son de Laer. Se calza las botas mecánicamente mientras un pensamiento se repite una y otra vez en su mente como una letanía - no puede ser, no puede ser, nonono, no es posible, no puede ser.
El desconcierto da paso al miedo, horribles ideas bullen en su mente, el miedo da paso al terror, no puede pensar con claridad, el terror da paso al pánico y los gritos comienzan - ¡Despertad, rápido, despertad! - sin saber, ni comprobar, quien duerme aún ni quién está levantado - ¡Escuchad, buscad al Maestro!, ¡corred, buscadle!, ¡algo ha pasado! - corre por el pasillo, dando gritos, hacia la habitación de su tutor sin saber bien ni que hora es - ¡Maestro, Maestro! - se desgañita Alandrel, del que escapa una mezcla de voz rota, de primera hora de la mañana, con el temblor del miedo genuino.
En ese momento ve a Laer salir por la ventana y consigue pensar - ¿dijo algo el Maestro de ir a algún sitio o debería de estar en la casa?.
 

Tras el desconcierto inicial por haberse cortado su hilo mental, tuvo un momento lucidez y paró de nuevo el vuelo...

A ver... reflexionemos... Laer, piensa...

Entonces recordó que el Maestro se había ido, si no recordaba mal, por el camino de Galin... Y la distancia... si más o menos la recuerdo... debemos ir para allá... Debo ir hacia allá lo más rápido posible.

No podía esperar a esos lentorros...

Recuerdo, resonó de nuevo para quien por allá estaba... recuerdo que estaba por el camino de Galin...  A unos 10 Km... Os espero por allá.... ¡Daos prisa!

Sin ser la mejor idea la de irse sola, le pudo la impaciencia... Se aferraba a la idea de que el corte de su comunicación fuese un efecto mágico y su Maestro estuviese salvo... Ya que si no... Si no, la misma Laer tenía sus días contados...

Y sale por la ventana como alma que lleva el diablo en la dirección que creía adecuada.

La puerta de la habitación de maestro se abre con sólo girar la manecilla y empujar, nunca echa el pestillo... pero cuando asomas al interior la encuentras vacía. Además, la enorme cama está hecha, como si nadie hubiera dormido aquí, o bien se hubiese tomado la molestia de hacerla hace horas, en caso de haberse levantado de madrugada.

Nada parece fuera de lugar, aunque la ventana está abierta, probablemente es la que oíais entrechocar con el marco.

El viento es bastante fuerte y dificulta considerablemente tu vuelo. En estas condiciones normalmente te limitarías a desplazamientos cortos, siempre entre árboles no demasiado alejados, pero no a volar en espacios abiertos.

Claro que las actuales circunstancias son cualquier cosa menos normales...

El viento desaconsejaba el vuelo... Además Laer tenía ya una edad... No era un polluelo lozano...

Pero ¡qué demonios!, era plenamente consciente de lo que se jugaba. Se jugaba desaparecer como ente racional, y si había una posibilidad, por pequeña que fuera, de impedirlo, debía encontrarla.

Así que superando ese temor que la climatología imponía, se lanzó en pos de su Maestro.

Comenzó a batir las alas... Batía y batía con un pensamiento único. Encontrar a su Maestro... Eso le proporcionó una fuerza tal que diríase que jamás había volado tan rápido...

La asustada hembra de búho real sale volando a una velocidad inaudita, ignorando el peligro que supone el fuerte viento, alejándose en apenas unos instantes por el camino que conduce a la ciudad de Galin.

Aleteando con el frenesí que confiere tu desesperación, recorres varias leguas del camino en apenas media hora, hasta que la fatiga empieza a obligarte a reducir el ritmo. Y aunque la sangre bombea sincopadamente en tu cabecita de pájaro, poco a poco una idea se va abriendo camino en tu alterada mente: el vínculo con tu Adepto siempre ha tenido un alcance limitado a un par de leguas, lo descubriste tan pronto como confió en ti lo bastante para liberarte, permitiéndote cazar por tu cuenta en la campiña. Más allá de esa distancia, apenas se percibe la dirección aproximada en que se encuentra el otro, pero no hay forma de precisar la distancia real que os separa.

Te serenas y recapacitas sobre ello. Es cierto que, cuando el vínculo se rompió, Ort Seam se encontraba en dirección a la enorme ciudad de Galin, la capital del Condado de Helby… pero poco más puedes deducir de ello.

Esto va a ser mucho más complicado…

Mirkan observaba por la ventana el vuelo de las hojas arrastradas por el viento. Llevaba así un largo rato, ensimismado en sus pensamientos, cuando la plumífera Laer comienza a alborotar y a decir que el maestro Ort Seam ha desaparecido.

- Por el Invisible... ¡puede haberle pasado algo!

Mirkan se ciñe la espada y se abriga con un capote.

- Si la distancia que estima la buena de Laer es correcta, a pie tardaremos más de una hora. Y eso si vamos a buen ritmo... yo iré volando.

- ¿Que? ¿Que pasa? -dice mientras busca a sus compañeros al escuchar el aleteo frenético de Laer y el resonar de sus mágicas palabras.

Laer sale como una centella por la ventana y Mirkan agarra su espada y afirma que volará sobre el camino de Galin, de manera que Mord se dirige a su baúl mientras contesta a Mirkan - Llevas razón, caminando tardaremos demasiado. Yo me adelantaré, soy el más rápido. Tu ve preparando tu conjuro, pero yo te espero allí.

Abre su baúl saca el chaleco de malla que le regaló su hermano cuando fueron a Galin y se lo coloca bajo la ropa. Tras ceñirse la espada se mueve hacia las escaleras con una velocidad y agilidad sobrehumanas, dejando atrás a Mirkan, que ya comenzaba a canturrear su conjuro, y en pocos segundos puede verlo correr por el camino, tan rápido como un caballo al galope, moviendo los pies a tal velocidad que cuesta verlos. En poco mas de diez segundos está casi a 200 metros, pero solo corre así para impresionar al resto como de costumbre. Después se detiene y descansa un minuto, en el que ve a Mirkan alcanzarle por las alturas. Tras saludarle con la mano vuelve a iniciar su caminata mucho mas despacio, pero aun así, a velocidad sobrehumana, y adelantando nuevamente a Mirkan.

Como todas las mañanas, Arcadia había preparado su aljofaina con agua caliente para su aseo personal. Frotaba con suavidad su delicada piel, cuando el algarabío de Laer la obligó a secarse lo más rápido posible - ¿Qué pasa con el Maestro?... - la chica tenía un nudo en el estómago, y su corazón se aceleró con tanta intensidad que tuvo que aspirar fuertemente para llenar de aire sus pulmones - ¡Maldita manga! - Arcadia realizaba movimientos bruscos intentando vestirse con rapidez, pues el atronador sonido de las pisadas del resto de aprendices preparándose para encontrar al maestro se había esfumado, y ahora sólo alcanzaba a escuchar el sonido del viento. Cuando llegó a la puerta de la casona tomó el camino a Galin. Había cogido dinero por si podía alquilar algún caballo de camino a la ciudad.
 

Cuando se detiene a descansar y Mirkan le pasa volando, echa un vistazo atrás para ver si salen los demás. Casi cuando iba a comenzar de nuevo la marcha ve salir a Arcadia por la puerta.

- Por el invisible, casi me olvido de que ella no puede viajar rápido. -toca su amuleto y comprueba las reservas mágicas de sus espiritus.- le lanzaré un conjuro para que pueda acompañarme.

Saluda a Mirkan y regresa al encuentro con Arcadia.- ¡Espera! - le dice mientras llega- Te ayudaré. - y la invita a pasar nuevamente para realizar el conjuro con tranquilidad al abrigo del viento.- No sé cómo me puedo olvidar de tí, -dice con cierto rubor y una sonrisa bobalicona-  nadie sabe cuidar mejor del Maestro que tú, no puedes quedarte atrás. -y le guiña un ojo.

Agarra su espada y comienza a canturrear, pero tras un par de minutos la frustración de su cara refleja el fallo cometido. Suspira profundamente y se relaja.- Espera, no. Dame otra oportunidad. No sera más de unos minutos.

Repite la operación y ésta vez la magia fluye por los canales correctos y ahora Arcadia puede caminar a la misma velocidad.

Mientras tú examinabas las dependencias del maestro, intentando sacar algo en claro, el búho ha salido aleteando enloquecido por la ventana y todos tus compañeros se precipitan a una acelerada carrera tras él.

Ahora mismo solo quedan, a la misma puerda de la casona, Mord y Arcadia preparando un hechizo de Alecerar. Ya hace tiempo has intuido que esos dos tienen una relación muy especial entre ellos... y tan pronco como acaban salen corriendo juntos.

Ni siquiera han cerrado la puerta principal de la casa, que queda batiendo por el viento.

Arcadia sentía que no iba a llegar jamás a ese ritmo. El camino que le quedaba era largo de recorrer y tiempo es lo único que no tenía - ¡Necesito saber dónde se ha metido el maestro! - pensaba mientras levantaba su vestido para poder correr con más comodidad. Tenía la mirada fija en las piedras del camino, y de pronto, alzó la vista y lo vió a él - ¿Qué hace Mord aquí? Ya debería estar lejos... - se preguntaba. Cuando le escuchó hablar y observó sus gestos, creyó que nunca había advertido esa sonrisa en su rostro. ¿Sería posible que Mord estuviera enamorado de ella? De nuevo, la confusión se hizo plausible, y a diferencia de otras veces Arcadia intentó ser cortés ante el detalle de Mord - Me gusta cuidar de la gente a la que quiero - y le devolvió una sonrisa de complicidad. Mientras intentaba lanzarle el conjuro, observó que Mordecai se había convertido en un hombre y durante unos instantes había conseguido relajar el peso que caía sobre su alma.
 

Tras revisar rápidamente la habitación del Maestro y asegurarse de que no ha estado allí desde hace horas, recoge su capa y un pellejo con agua, bajando en pos de los gritos y carreras de sus compañeros. Hasta llegar a la puerta, que se preocupa en cerrar, donde ve a los otros alejarse - ¡No me esperéis!, ¡encontradlo lo antes posible! - les grita mientras emprende su acelerado caminar.

Respira atropelladamente y para un momento a descansar cuando piensa en lo poco que sabe sobre la ubicación del Maestro...

A ver... ¿Para qué me había dicho que iba a Galin?... piensa Laer, piensa...

La primera en llegar a dos leguas de distancia de la casa, siguiendo el camino de Galin, es Laer Ohub. Ha volado como nunca en su vida, pese al viento racheado... y ha tardado escasamente unos 25 minutos. Hubiera podido seguir incluso más tiempo, impulsada por la preocupación sobre lo que pueda haber ocurrido con Ort Seam, pero al llegar a este punto del camino se siente desorientada y decide hacer un alto, en las ramas más elevadas de un guindo, para intentar poner en orden su alborotada cabeza.

Luego, apenas un cuarto de hora después, llega Mirkan levitando majestuosamente, aunque a buena velocidad, a unos cuatro o cinco metros del suelo. Avanza completamente erguido y con los brazos cruzados sobre el pecho, con el viento revolviéndole los largos y desordenados cabellos castaños. Ha sido toda una suerte que en esta época del año apenas haya ningún tránsito por esta ruta, pues cualquiera sabe lo que hubieran pensado los labriegos o algún solitario buhonero de haberse cruzado con él. Aunque dadas las actuales circunstancias, poco le hubiera importado, su mente está centrada exclusivamente en lo ocurrido con el maestro. A punto ha estado de pasar de largo sin ver al búho real, pero por fortuna ha sido capaz de distinguirlo posado en un solitario árbol junto al camino. Los demás lo tendrán mucho más fácil según vayan llegando.

Y poco después, unos diez minutos más tarde, llegan caminando juntos Mord y Arcadia. Ambos se desplazan a una velocidad netamente superior a la carrera normal, levantando tras sus piés una nubecilla de polvo en el camino de tierra, que sólo se convierte en una verdadera vía adoquinada en el tramo más próximo a la ciudad de Galin... si bien sus pasos son breves y uniformes, para nada zancadas, aunque tan acelerados que casi cuesta seguirlos con la vista. Y la percepción subjetiva para los dos jóvenes es la de que el universo se moviese muy lentamente a su alrededor.

Otro tanto puede decirse de Alandrel, que llega tan solo a unos minutos tras sus compañeros, cargando además con un odre de agua con el que podrán refrescarse tras la sobrenatural caminata.

Mord interroga a la alada mascota-familiar de su maestro mientras camina de un lado para otro rascándose la cabeza, confuso.

- Laer, lamento tener que pedirte que vuelvas a usar tu magia para hablarnos, pero saliste de forma muy precipitada y apenas tenemos información. ¿Qué sabes del maestro? ¿Sabes a donde se dirigia? -tambien se dirige al resto- ¿Alguien sabe algo?, ¿alguna pista que nos indique a donde puede haberse dirigido?. -hace una pausa y mira hacia el suelo con los brazos en la cintura, apoyando su mano izquierda sobre el pomo de la espada, y continua antes de que Laer lance su conjuro.- Si nadie sabe nada deberíamos buscar alguna pista por los alrededores, algun indicio de combate o... lo que sea.