Partida Rol por web

Aquel invierno en Davos...

Despierta el invierno entre las montañas

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26/05/2010, 16:40
Director

El astro rey despuntaba sus últimos rayos antes de sumergirse en el manto blanco de los altos picos alpinos que se divisan desde Davos. En lo alto del cielo, la luna y un sinfín de estrellas iban vislumbrándose, dando un tenue brillo espectral a la tierra, a las casas y a los árboles.

El frío reinante indicaba que el invierno se estaba aproximando, y las primeras ventiscas ya se habían hecho notar alguna que otra velada. Pero desde hacía un par de noches los vientos helados habían dado una tregua a los lugareños. Éstos agradecían el hecho al Altísimo, pues pronto caerían las primeras nevadas, y debían realizar los preparativos pertinentes para guarecerse durante los meses venideros.

Y tras haber trabajado de sol a sol en las cosechas, tras haberse esforzado durante los meses cálidos en reunir las provisiones necesarias para los meses fríos y tristes, celebraban hoy con júbilo que un año más estaban allí, que un año más se despedían del otoño y enfrentaban con vigor y fuerza al invierno.

Una gran hoguera reinaba en la plaza central, frente al edificio del Consejo. Todos los habitantes de Davos se encontraban allí, alrededor del fuego. Los más jóvenes danzaban cerca de la pira, entre saltos y giros, mientras un grupo de campesinos tocaba una melodía festiva, frenética, llena de vivacidad.

Los miembros del consejo, aquellos más ancianos o considerados de gran importancia dentro del pueblo, se hallaban dispuestos alrededor de una de las mesas que allí se encontraban. Daban palmadas y reían, y algunos de ellos cantaban, aunando su voz a la de otros hombres y a la de las mujeres que también se habían animado a aportar su voz al conjunto.

La alegría era casi tangible. La embriaguez de algunos prácticamente imposible de esconder. Todos habían olvidado sus penas aquella noche. Incluso habían olvidado la reciente guerra, y la pena que sentían por los que hacía poco que no estaban entre ellos y se habían reunido con el Señor.

Y en medio de aquellas gentes se encontraban los que no podían celebrar que seguían vivos tras el anterior invierno. Los que seguían permaneciendo pero estaban más bien muertos, observando cómo los vivos iban quedando atrás a lo largo de los años, desde que Dios castigase a Caín. 

Sir Wolfram, los miembros de su corte y sus invitados "disfrutaban" también de los festejos. Era deseo del Señor de las tierras que todos presenciasen el jolgorio de los que aún respiraban y tenían sangre caliente.

Él se situaba en otra de las mesas que allí se encontraban, sentado en una gran silla de roble, en compañía de su chiquillo, Sir Olaf, y su criada, Juliana. Comtemplaba entretenido el espectáculo, al igual que su criada. Su chiquillo, en cambio, no parecía especialmente dichoso. Sir Olaf cruzaba los brazos sobre su pecho, y sus labios se mantenían en una expresión apática mientras observaba con desinterés la euforia de los mortales.

 

Notas de juego

¡Arrancamos los motores! Sitúense en donde les plazca, hablen con quien quieran, pues todos se conocen al menos de vista aunque quizá no hayan cruzado palabra. Aclaro que no hace mucho que están en Davos. Pueden elegir cuándo han llegado, pero no debe ser antes del otoño.

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26/05/2010, 18:06
Melusine

Mis tranquilos pasos me van acercando poco a poco al jolgorio de los mortales, que me trae recuerdos tan dulces como amargos de los días anteriores a mi Abrazo. Algunas miradas demasiado pías se posan en mí, como estoy acostumbrada. Bajo la luz de la hermosa y a la vez aterradora pira alrededor de la que bailan los pueblerinos, los brillos cobrizos de mi pelo me hacen parecer pelirroja, como cuentan las leyendas que tienen la cabellera los hijos del Infierno. Divertida por el miedo de los villanos y hasta cierto punto halagada, giro mi cabeza un segundo hacia los que me miran, indiscretos, y les dedico una sonrisa que sé que les inquietará más.

Sigo caminando, sin embargo, y me permito una pequeña carcajada antes de alcanzar el lugar donde mi anfitrión, Sir Wolfram y su chiquillo observan la fiesta. El prestigio de mi sire, a pesar de nuestra siempre prejuiciada sangre, y su amistad con el regente de estas tierras, me ha permitido unas noches relativamente tranquilas y algo de libertad. Se supone que estoy ahí para proteger ese pequeño feudo de un posible ataque del Sabbat. La política me da igual, pero el imaginar a esas bestias consumiéndose en el fuego es tan atractiva que acepto con gusto lo que Sir Wolfram y mi sire esperan de mí en caso de necesidad.

Cuando llego a la altura del Príncipe, agarro mi vestido, austero a pesar del tinte escarlata que me distingue del resto de parroquianos, para hacer una leve genuflexión.

Os deseo buenas noches, mi señor Wolfram —mi acento vienés destaca con el acento algo más pueblerino de los suizos—. Parece que los mortales se divierten bastante, ¿no es cierto? (alemán)

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26/05/2010, 18:23
Sir Wolfram

La expresión de Sir Olaf pierde en cierta medida la apatía, y ahora su mirada se posa en la hechicera, Melusine, que se acerca a la mesa. Juliana, la criada, se encoge ligeramente. Por su parte, Sir Wolfram, el regio anfitrión, inclina levemente la cabeza, saludando a la recién llegada con un gesto lleno de majestuosidad.

Sin duda sus almas saltan hoy dentro de sus cuerpos de pleno júbilo-con un gesto de su mano, señala la escena, abarcándola en toda su amplitud-y no es para menos, han sobrevivido al invierno y a la guerra

Su mirada se desvía del populacho, y ahora se dirige hacia la mujer-Y vos ¿disfrutáis la energía vibrante que derraman los mortales esta noche?(alemán)

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26/05/2010, 18:44
Teresa de Carrión
Sólo para el director

Observo a los aldeanos disfrutar de sus festejos con cierta melancolía, preguntándome si alguna vez tuve la oportunidad de disfrutar placeres semejantes en el pasado. La verdad es que poco importa, pues cualquier buen recuerdo de una vida ausente no serviría para calmar la incomodidad que provoca en mí esta velada. No hay nada que me apetezca menos que compartir mesa y celebración con personas que no me consideran digna de confianza. Sin embargo no soy quien para desobedecer los designios de mi señor, quien ha creído conveniente mi presencia a su lado esa noche. Es por eso por lo que me encuentro aquí, sentada como fiel vasalla en un rincón de su mesa, observando como los invitados vienen y van dedicando miradas desagradables y cuchicheos hacia mi persona, mientras pido a Dios que la velada toque pronto a su fin.

Mientras tanto, vigilo atenta cualquier amenaza que pueda ir contra la integridad de mi Señor. Sé que no debo temer por nuestra seguridad en una noche apacible como esa, pero no he podido evitar traer conmigo una daga oculta bajo mi vestido por lo que pudiera ocurrir. No pienso permitir que nadie dañe a Sir Wolfram, que me ha acogido entre sus muros pese a lo que he hecho.

 

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26/05/2010, 19:37
Teresa de Carrión

Sentada desde un rincón apartado, en la misma mesa que Sir Wolfram, observo los festejos con mirada melancólica, sin entablar conversación con nadie. Cuando la hechicera se acerca, no puedo evitar dedicarle una mirada curiosa, aunque pronto pierdo el interés al no poder entender sus palabras y sigo mirando a mi alrededor, algo incómoda y aburrida.

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26/05/2010, 20:19
Melusine

He de admitir —comienzo a contestar, aunque la frase se disuelve en una pausa distraída en la que miro cómo la anaranjada luz se refleja sobre los hombres y mujeres que bailan. El recuerdo raído de mí misma haciendo mi propio espectáculo, hace ya tiempo, bajo la tutela de Pjetro, me recuerda mis nuevos compromisos—... que es sin duda curioso observar lo diferente que se vuelve el mundo cuando uno ya ha exhalado el último aliento. (Alemán)

Miro a un lado a Sir Olaf y, percatándome de que me mira, lo saludo con una leve inclinación de cabeza y un coqueto gesto de mi mano.

Sir Olaf... —no tardo, sin embargo, en volver mi atención una vez más al señor de estas tierras, y vuelvo a doblar mi rodilla—. En fin, que la noche siga tan hermosa para vos. (Alemán)

Doy un paso hacia atrás antes de darme la vuelta y otear la plaza con curiosidad, en busca de otros Cainitas no tan absolutamente señoriales con los que distraerme. Mi vista cae, al volver a la mesa de Sir Wolfram, sobre la hermosa y solitaria mujer de cabello negro que, según he entendido, viene de las tierras castellanas. No parece muy contenta, y no sé por qué. Me dirijo hacia ella, rodeando la mesa con el mismo paso relajado y cuando alcanzo su altura me aventuro, con una sonrisa, a ver si podría hablar con ella.

Deutsch? (Alemán) —pruebo, a ver si hay manera de comunicarme con ella en mi lengua natal.

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26/05/2010, 20:44
Teresa de Carrión

Me muestro sorprendida al ver como la mujer se acerca a mí y me habla en aquella lengua desconocida. No puedo disimular mi desconcierto, mientras digo en voz alta - Juliana, ¿tendrías la amabilidad de decirle a esta señora que no comprendo sus palabras? (Italiano)

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26/05/2010, 20:42
Gabriel

Las llamas crepitaban sobre la gran pira de madera en el centro de la plaza. Sus lenguas de fuego se elevaban, en busca de un cielo que jamás podrían alcanzar. No era la primera vez que veía un festejo así, una fiesta pagana que celebra la llegada del invierno. Jamás fui participe de ellas, pues a mis ojos me parecían un total sacrilegio, pero hoy había sido amablemente obligado a asistir por el oscuro señor del lugar, mi viejo compañero de batalla, Sir Wolfram. No pude negarme a aceptar...

Desde lo alto de los tejados del pueblo me senté a observar la escena. Me hallaba con una pierna extendida y la otra flexionada, abrazándola con mis brazos. Mis ropas harapientas y llenas de cortes caían por mi flacucho cuerpo. Cualquiera que me viese podría opinar fácilmente que era un mendigo, uno muy peculiar que se subía a los tejados... quizás un ladrón. Quien sabe, la mente de aquellos que caminan por la tierra es muy aleatoria, imprevisible... pero yo no era así. Mis pasos se guiaban por un poder superior, y sus designios me habían traído a este pueblo a hacer algo que suponía no me quedaba mucho para descubrir. Ya me había acostumbrado a ser su brazo ejecutor, a seguir las órdenes que me susurraba desde los cielos. Había sido elegido para servirle, y por ello siempre le agradecí y obedecí.

Miré a la luna, en lo alto del cielo, mientras la parte baja de mi campo de visión se tornaba anaranjada por la luz de la llama. - Espero vuestras palabras, Señor... - pensé para mí mismo, pero rápidamente desvié la mirada. Aunque hubiese sido elegido para escucharle, no era digno para apresurarle. No... las palabras de mi Señor ya llegarían cuando el quisiera. Yo sólo debía esperar... esperar a que algo ocurriese.

Me interrumpió la línea de mis pensamientos una imagen totalmente encolerizante. Allí estaba ella. Sus cabellos se ondeaban con el vívido color del fuego en el aire. Mi demonio interno se agitó en su interior, pero todavía no era la hora... mi Señor no me había ordenado y yo no encontraba motivos para llevar a cabo ninguna acción, pero su imagen me inquietaba. Parecía disfrutar del fuego, enemigo predilecto de todos y cada uno de nosotros. Seguí su camino, para ver como charlaba con las personas del lugar. Al parecer, era una invitada de Sir Wolfran, pero dada mi lejanía no pude atender a su conversación. Fruto de un impulso poco controlado, me acerqué, avanzando por los tejados, hasta colocarme en uno más cercano a la mesa. Acostumbraba a caminar en silencio, pero creía que esa noche no era necesario. Era noche de festejos, al menos, para algunos...

Nunca terminaré de comprender el motivo de estas fiestas, Sir Wolfran - digo, en mi lengua natal, desde lo alto del tejado - Pero agradezco de sobremanera el que me haya invitado a sus dominios. Intentaré estar a la altura de tal amabilidad... (Alemán)

Y dicho eso, me quedé en mi tejado, observando las llamas, perdiéndome en como su danza crecía, intentando quemar a mi Dios. Jamás lo permitiría.

 

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26/05/2010, 20:52
Melusine

No puedo evitar reírme con la ironía de la situación, acabando por taparme la boca con la mano.

Juliana, no te preocupes —digo una vez recupero la compostura, en un italiano correcto, pero obviamente aprendido dada la fuerte influencia de mi lengua natal en el acento que tengo—, porque la he entendido perfectamente y creo que nos podremos comprender mutuamente. (Italiano)

Tomo asiento al lado de la mujer, sin haber mirado un solo momento a la criada.

Disculpadme, no sabía cómo empezar la conversación. Mi nombre es Melusine, y os he visto varias veces, aunque no he tenido ocasión de hablar con vos. ¿Cómo estáis pasando la noche, mi señora? (Italiano)

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26/05/2010, 20:53
Juliana

La criada, sorprendida, pues su atención no estaba puesta en la conversación entre las dos damas, se gira. Antes de que pueda proferir palabra alguna, se ve interrumpida por la intervención de la hechicera. Su cuerpo vuelve a encogerse, y algo acobardada vuelve a mirar al frente, procurando no entrometerse en lo que hablan ambas mujeres. Y no le costó, pronto su mirada encontró otra escena en la que fijarse.

Uno de los invitados de su señor hablaba desde su espalda, desde los tejados de las casas. ¿Por qué hablaría desde allí? ¿Es que no bajaría para inclinarse y mostrar respeto ante su anfitrión?

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26/05/2010, 21:10
Sir Wolfram

El hombre se giró, buscando el origen de aquellas palabras. Al descubrir al dueño de aquella voz, volvió a darse la vuelta, observando a los mortales, mientras respondía-Despreocupáos Gabriel, por ahora me habéis demostrado que sois digno y que merecéis mi confianza. De otra manera no estaríais aquí (alemán)

 

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26/05/2010, 21:15
Director

Sir Olaf, ajeno a lo que su sire habla con el monje harapiento, centra su atención en la conversación que mantienen la hechicera y la dama castellana. Mira hacia ellas con notable curiosidad.

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26/05/2010, 21:20
Teresa de Carrión

Al principio me muestro perpleja al ver que aquella mujer se sienta a mi lado, dispuesta a conversar conmigo, pero pronto respondo con una sonrisa amable y sincera - Ohh... no puedo negar que es una velada agradable - miento, mientras me pregunto por qué ha decidido hablar conmigo ¿Es que no ha escuchado los rumores? Aunque no seré yo quien le diga que no a un poco de compañía - Yo soy Teresa de Carrión, un placer - inclino la cabeza en un gesto de cortesía, aunque no puedo evitar desviar la mirada hacia Olaf, sintiéndome incómoda ante su mirada.

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26/05/2010, 22:32
Melusine

Teresa... —pronuncio, saboreando su nombre como una golosina, por lo exótico que suena en una lengua extranjera para mí—. Es un nombre hermoso, mi señora. Decidme, ¿es Carrión el pueblo del que venís? (Italiano)

La examino poco a poco, deteniéndome en cada una de sus facciones sin ocultar mi curiosidad. Es bastante atractiva, sin duda.

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26/05/2010, 22:46
Dana

Llego a la plaza donde sé que el señor Wolfram me espera, miro a las gente saltándo y recibíendo con alegría al frío Yule, sonrío contagíandome de su alegria y camino con paso firme pero tranquilo hacía el lugar donde estoy citada.

 Antes de entrar en la enorme construcción me siento cerca de la entrada,madre Enoia protégeme esta noche como cada una de las que estoy aqui, vigías del bosque cuidádme como lo hago yo con nuestro pueblo.

 Me acerco después de susurrar la oración con la que cada noche pido protección y agradezco a los vigías mi supervivencia y la de todos.

 Al llegar observo cuidadosamente a todas las personas de la plaza, me acerco sonriente a sir Wolfram-Felíz fiesta del invierno-digo en un forzado aleman en el cual se nota mi procedencia y donde se nota mi claro acento romanche, abro mi zurrón y le entrego una manzana y un ramo de eneldo-aqui está la ofrenda que os doy por tan amable invitación, la ofrenda que la tierra nos dá a todos por ser sus hijos,espero que os traiga suerte y protección-.(aleman)

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26/05/2010, 22:39
Teresa de Carrión

- Es el nombre del Condado en el que viví largo tiempo mientras estuve en el Reino de Castilla, antes de trasladarme a Milán. Ahora el destino ha guiado mis pasos lejos de Italia, trayéndome al lado de Sir Wolfram en Davos - no puedo evitar sentir curiosidad y preguntar con expresión inocente - ¿De donde procedéis vos? Nunca antes había oído un nombre como el vuestro... - en ese momento me detengo al ver que una mujer recién llegada deja sobre la mesa una manzana y una rama, y la miro con evidente extrañeza. (italiano)

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26/05/2010, 23:08
Gabriel
Sólo para el director

Una bruja, una gitana,... - mis pensamientos se revolvían dentro de mi cabeza mientras el demonio rugía, aunque muy débilmente. Su simple presencia no era una provocación lo suficientemente grande como para destruir mi temple - ¿Qué se traerá Sir Wolfran entre manos? Luché con el contra los herejes en su momento... ¿Qué le habrá pasado desde entonces? ¿Cuales han sido los designios de Dios para con él? - serené mis pensamientos, Satanás me estaba poniendo nervioso - Tranquilízate Gabriel... la paciencia es una virtud.

Así que me quedé en mi tejado, esperando a ver como se desarrollaba la escena, deteniéndome en aquella mujer que me había mirado con extrañeza... ¿Cuales serían sus pensamientos? 

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26/05/2010, 23:06
Melusine

Ah, entiendo. Sois una mujer de mundo, pues —me inclino sobre la mesa y apoyo mis codos en la madera, evidenciando mi procedencia humilde. Aún no conozco todas las normas que sigue la alta alcurnia, ni me importa lo más mínimo—. Y seguramente no lo oiréis más, porque es un nombre que yo inventé para mí. Simplemente me pareció dulce al oído, y lo adopté cuando dejé de ser quien era. (Italiano)

Me coloco la melena, atrapándola tras la oreja para que no me impida ver a Teresa.

Pero, sea como sea, vengo de Viena. (Italiano)

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26/05/2010, 23:09
Director

Algunos pueblerinos se vuelven para mirar a la extraña mujer. Aunque ya la hayan visto en otras ocasiones, los lugareños no terminan de acostumbrarse a su presencia. No obstante, lejos de mirarla con desdén, como suele suceder con todo lo que es distinto, la observan con curiosidad, respeto e incluso con cierto temor.

Cuando llega hasta la mesa en la que se encuentra Sir Wolfram, Sir Olaf y Juliana la miran perplejos, mientras observan cómo posa la manzana y el ramo de eneldo ante el señor del lugar, brindándoselos como ofrenda.

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26/05/2010, 23:17
Teresa de Carrión

Dejo atrás a la extraña mujer cuando las palabras de Melusine vuelven a captar mi atención - Una dama que ha inventado su propia identidad... me resulta intrigante - respondo sin poder evitar sonreir. Me inclino hacia adelante y susurro con complicidad - ¿Es que acaso no os gustaba quien érais antes?