Partida Rol por web

Ves un grupo de soldados holgazaneando a los pies de una de las torres y te diriges hacia ellos.

Los soldados mantienen una animosa charla, pero cuando te acercas a ellos guardan silencio, incómodos con tu presencia. ¿Qué quieres preguntarles?

Uxía no estaba segura de qué es lo que podía hacer ahora, una vez que se había plantado frente a los soldados. Caminaba para arriba y para abajo, esperando a buscar el momento correcto. Intentó buscar a uno que estuviera un poco más distraído y que tuviera cara afable. No quería volver a ser azotada. Quizás no había sido buena idea, pero estaba ahí y tenia que hacerlo, tenía que indagar. A lo mejor habría sido mejor momento esperar a buscar a algún soldado borracho al ssalir de alguna taberna, aunque eso también tenía sus riesgos. No quería pensar en lo que podrían hacerle.

Después de intentar distinguir visualmente a algún soldado que tuviera una cara más amable, o que no pareciera de mal humor. Se acercó y le preguntó: Perdón. Mira, es que ayer me quedé en casa de unos campesinos que hay aquí en el pueblo. El señor de la casa se llama Tomás o... Tobías. Eso, Tobías. Hoy se lo han llevado los soldados. ¿Qué ha pasado? He oído que le acusan de asesinato, pero me han tratado bien, no parecen mala gente. ¿Cómo saben que es él?

Porque el muy hijo de puta tenía la daga de Don Fernando en su casa. Dice uno. Gregorio el sepulturero se la vio cuando fue a comprarle unos nabos y avisó al capitán.
 

Uxía no sabía que más preguntarle al soldado. No parecía muy dispuesto a hablar. A lo mejor podría volver con la mujer de Tobías a preguntar quién había pasado últimamente por la casa. Antes también podría pasearse por la zona de los soldados a ver si observaba algo extraño. Tenía la sensación de que preguntar más solo iba a significar que en algún momento alguno perdiera la paciencia y le diera un puntapié en la boca... O peor. ¿Quién sabe de lo que son capaces los soldados?

Estás en el patio de armas.