Partida Rol por web

El pasillo se había llenado con una ventolera que recorría las habitaciones entrando y saliendo por las ventanas y entretando hubo un intercambio de ataques que duró un suspiro. La puerta de la habitación 311 se había soltado, partido por la mitad e impactado a la criatura, que emitió un gruñido, respondiendo con sus aceradas garras que rasgaron tanto la ropa como la piel de Malik, aunque sólo superficialmente.

Tótem había invocado su arco, formado al parecer por raíces entrelazadas y la flecha espiritual que había crecido de él había ignorado aquél viento, llegando certeramente hasta su objetivo, dando directamente en su cabeza y consiguiendo que retrocediera. Aquél ser negro se vio rodeado por dos enemigos más poderosos de lo que esperaba. Menos aún podía saber que iba a levantarse una nube de humo oscura, que fue disipada casi al instante para mostrar al Capitán Rojo y a Dawn, recién llegados desde la planta de abajo y que no tardaron en analizar la escena.

Entre Tornado y Tótem un ser de dos metros, de amplias alas negras ahora recogidas, garras alargadas, piel oscura, que despedía volutas de humo con cada paso y que observaba los alrededores sin ojos, tan sólo cuencas vacías. Casi no había expresión en su rostro, pero se le escuchaba gruñir como un oso.

También entre sus dos compañeros, frente a la habitación 313, había una mujer echada en el suelo, inconsciente. La joven de veintitantos años era de raza negra y vestía unas mallas amarillas ajustadas. Sobre ella quedaban restos de la puerta de la habitación, que parecía haberse hecho añicos.

(Sigo)

Aquél oscuro ser sintió un odio abyecto hacia todos vosotros, hacia toda aquella materia que le rodeaba cual prisión. No le gustaba aquello, no le gustaba nada.

Se colocó de lado y comenzó a aletear. Su actitud no parecía tener ningún sentido, pero el movimiento de sus alas no pretendía alzarle o enfrentarse a la corriente de aire de Tornado, sino que expulsó una sustancia pesada y negra, que asemejaba humo pero que no era tal, sino algo que consumía la luz y que se extendía alrededor suyo, buscando rodearos.

Antes de poder reaccionar, el pasillo se había vuelto un lugar en el que la luz no penetraba. No podíais ver, aunque sí sentir el aire desplazarse a gran velocidad. Un graznido triunfal salió de las fauces de la criatura: ya no podíais ver nada. Él sí os podía ver a vosotros, ¿porqué si no iba a seguir esa estrategia? Ahora podía continuar con su misión sin vuestra patética interferencia.

¡¡Yiaaaaaaaajajaiiiiii!! -Grito en cuanto me manifiesto en el lugar, a espaldas de la moza de Dom. ¿¡La qué!? ¡¡Tu moza, hombre, déjame a mí que se de lo que hablo!!- ¡¡Se acabaron las preocupaciones, nenas, Capitán Rojo ha llegado!! ¡¡Yo me ocupo de... POR LOS ARRECIFES DE LA MUERTE!!

Mi sonrisa se amplía, mostrando una brillante dentadura en que destacan mis prominentes y afilados colmillos. Oh, sí, esto se pone bien. Agito mis espadas, girando las muñecas para hacer que las hojas tracen círculos, ansioso por entrar en acción. No me esperaba esto, jajaja. Bueno, el culito respingón de la indígena sí me lo esperaba, aunque desde donde me encuentro tengo una perspectiva privilegiada ¿Verdad, Dom?

Shazael...

Así me llamo, pero no me desgastes el nombre. Veo también su arma, no sólo el culo, un arco de raíces que dispara flechas espirituales, ¡qué interesante! Aunque me interesa más ver lo que se cuece más adelante. En el suelo está la tía a la que querían venir a buscar, entiendo. Y a su lado, una criatura de sombra con las, cuernecillos...

¡¡Un demonio!!

¿Un demonio? -Me agacho, mostrando mis espadas a ambos lados de mi cuerpo con los brazos extendidos, agitando mi cola con ansia, mientras veo cómo el monstruo extiende la oscuridad por el pasillo, sumiéndonos en unas tinieblas- Eso no es un demonio, Dom, sólo es una patética criatura que trata de parecer algo mucho mayor de lo que es en realidad -¿Un demonio? ¿En serio? Me ofendes, Dominic, creía que habías aprendido algo más a mi lado...- ¡¡Yo te enseñaré lo que es un demonio de verdad!!

¿Qué vas a hac...?

El humano no tiene ni tiempo para pensar la pregunta. Él es así, siempre pensándolo todo, en lugar de actuar. Por eso soy más rápido, por eso soy mejor. Me guío por el instinto, por diversión, por pasión. Y ahora el cuerpo me pide, no destruir a esa burda imitación de demonio, sino burlarme de ella. Implosiono, desapareciendo de mi posición y materializándome en el punto donde recuerdo que se encontraba la damisela inconsciente. Tu presa, bicho, lo que más quieres, por lo que estás luchando contra esta gente ¿no es así? Palpo su cuerpo, asegurándome de que está ahí, junto a mí, y la alzo en mis brazos, riendo y sacando la lengua en dirección a donde creo que está la criatura. Todo sucede en apenas un parpadeo, un simple gesto, un par de latidos de corazón, y ya estoy desapareciendo de nuevo y materializándome donde me encontraba, detrás de la morenaza ¡¡Tótem!! ¡¡Lo que sea!!

¡¡Tengo el botín, tripulación!! ¡¡JIAJAJAJA!! -Grito entre risas- ¿Donde enterramos el cofre del tesoro?

Definitivamente no me gusta aquella forma de viajar, cuando reaparecemos tardo un poco en ser consciente de donde nos encontramos, incluso de donde está cada parte de mi cuerpo. Pero enseguida me recompongo, al fin y al cabo la visión que tenemos delante hace que me olvide de todo lo demás.

-¿Se puede saber que habéis hecho?- Preguntó entre desconcertado y enfadado.

Se que no debe haber sido culpa suya, pero no puedo dejar de pensar en que los dejo 10 segundos solos y ponen a la huida a todo un hospital y se enfrentan a un demonio.
La situación pronto cambia de mala a catastrófica, aquel ser tiene cierto poder sobre la oscuridad y nos hunde en la penumbra más absoluta, no es una oscuridad natural, pues ni si quiera yo puedo ver.

-Intentaré arrojar algo de luz, tener cuidado.- Anuncio a mis compañeros.

Acto seguido concentro toda mi energía, una cosa es iluminar una habitación oscura, y otra muy diferente sobreponer mi luz a aquella oscuridad demoníaca.

El ensordecedor grito del Capitán Rojo hizo que me girara, dándome cuenta de que él y Dawn se habían transportado tras de mí. Rojo continuaba formando escándalo, dialogando consigo mismo, mientras Dawn preguntaba por la situación en tono de reproche.

Fruncí el ceño y devolví la vista hacia delante, haciendo que otra flecha apareciera en mi arco, y comencé a tensar la cuerda. Sin embargo, me vi obligada a detenerme cuando aquella criatura nos sumió en la oscuridad.

Lo intentaré…

Terminé de tensar el arco y disparé, mientras escuchaba al Capitán decir algo sobre un botín y Dawn anunciaba lo que iba a hacer.

Me agacho en el suelo, agarrándome el costado. No esperaba que me volviera a dar.

- Ugh.

Sonrío con fiereza cuando llegan los refuerzos, pero la ilusión se disipa en cuanto el bicho crea esa especie de aura de oscuridad. Me quedo sin ideas unos segundos, hasta que Capitán Rojo y sus salvajes gritos me devuelven a la realidad. Luego grita algo de un tesoro y un botín que no entiendo para nada. Ese tipo es un salvaje. Pero me da una idea. Decido hacer una finta. Con una mano, agarro algunos trozos de madera, y me lanzo hacia el demonio o lo que sea que es.

Calculo cinco o seis pasos, la distancia para que vea que me acerco, y se gire hacia mí, y entonces... salto hacia detrás. Levanto mi mano con los restos de madera y los lanzo contra la cara del monstruo, apoyado por el vendaval a mi favor. Con suerte, le conseguiré distraer el tiempo suficiente para quitarme de en medio, irme a otro lado y pensar que puedo hacer.

En aquella innatural oscuridad los sonidos en cierta forma se intensificaban. Os escuchábais con facilidad entre vosotros, así como algunos llantos y gritos de personas que aún permanecían en el pasillo.

- ¿Qué pasa? ¡socorro, no se ve nada!

Una civil había salido al pasillo y tocaba las paredes tratando de orientarse. Se encontraba cerca de Tornado.

Vosotros, a pesar de las dificultades tratásteis de oponeros a aquella maldición que os cubría, fría y espesa. Pero no era para nada fácil conseguirlo. Se escuchó la cuerda del arco de Tótem y un momento después cómo una flecha golpeaba una pared - no se la escuchó después caer, pues desapareció -. La madera que arrojó Tornado hizo algo similar, impactando contra otra puerta. Mientras que Dawn alzaba las manos e invocaba sus poderes, pero sin la suficiente fuerza para superar el negro manto del demonio.

Se escucharon dos explosiones y la alborotadora voz del Capitán Rojo jactándose de haber conseguido algo. Inmediatamente después, un gruñido alto y amenazador de la Sombra parecía indicar que no estaba nada contenta con lo que sucedía.

Se escuchó a la criatura avanzar en dirección a Tótem, Dawn y Rojo (quien había vuelto al mismo punto desde el que partió) , pero encontróse herido, de paso lento, incapaz de correr hasta el Capitán para arrancarle la cabeza como hubiese querido. Con esfuerzo consiguió llegar hasta Tótem, solo que la nativa no era de su interés así que siguió caminando erráticamente hacia al fondo del pasillo. La oscuridad le seguía protegiendo y lo estaba haciendo bien, a tenor de vuestros torpes intentos por detenerle.

Se le escuchó gruñir una vez más. Sentía un intenso dolor en la cabeza que lo mareaba y le hacía difícil caminar. La mujer que tenía al lado había sido la culpable, pero no era ella a quien buscaba, de modo que siguió sus prioridades y siguió buscando su presa. 

Pero, pero, pero...

¿Sorprendido, grumete?

Pues... sí. Pensé que atacarías al demonio...

Hay, marinero, ya te he dicho que tienes mucho que aprender. Ser un demonio no consiste en tener cuernos y alas, es otra cosa. Ese bicho carece de una mente demoníaca de verdad. Sólo es un perro persiguiendo a su presa, y ahora yo tengo a su presa, y bailara alrededor mío hasta que aprenda a dar la patita o me aburra de él. ESO es ser un verdadero demonio.

Ya... Tú sólo no olvides que esto no es un juego, ¿vale? Estás jugando con la vida de esta chica y de nuestros compañeros, no te lo tomes a broma...

¿Un juego, Dom? ¡¡Por supuesto que es un juego!!

¡¡Comienza el juego, tripulación!! ¡¡Se llama "el ratón y el gato", y adivinad quién tiene el sabroso trozo de queso, jiajaja!! -Con la chica de piel oscura en brazos, doy un par de cachetes a su trasero. ¡¿Le estás metiendo mano a la chica?! Menos de lo que me gustaría, Dom, pero es que estoy un poco ocupado ahora mismo. Puede que más tarde... ¡¡Shazael!!- ¡¡La fiesta se traslada a la siguiente planta, marineros!! ¡¡Traigan sus mejores galas y un poco de ron, el Capitán amenizará la velada con algunos trucos de magia y reservará un baile para cada dama, Juajaja!!

¿Pero qué...?

Nos vamos, marinero. Ese bicho busca a la chica y estas aguas están bastante sucias y con niebla, mejor trasladamos la batalla a otras costas más ventajosas, y ganamos algo de tiempo.

Me teletransporto a la planta superior.

El bicho parece alejarse de mí, lo cuál es bueno; pero luchar en un hospital puede llevar a que matemos a alguien sin querer, lo cual es malo. El Capitán Rojo ha tenido una buena idea, eso de quitarnos de en medio, pero quizá hay que darle una vuelta a la idea.

- ¡Tótem, Dawn, aguantadle!

Salgo por una ventana, destrozando a tiros si es necesario, y subo al piso de arriba volando mientras recargo la pistola. Intento entrar directamente al pasillo, buscando al demonio.

- ¡Capitán Rojo o como quiera que te llames, esto es una locura! ¡Dame a la chica! ¡Me la llevo fuera!

Tornie actúa sin demasiada cabeza, empiezo a ver un patrón en ello, dejandonos a mi y a la chica india solos contra aquella bestia en usa oscuridad absoluta.

-¿Cómo demonios voy a hacer nada si no veo?- Protesto.

Podría intentar ascender, pero no se cuantos tropiezos me llevaría por el camino. Es más, no se cuanto abarca el area de oscuridad ni si esta se forma alrededor del ser.
Tengo que ponerle más ganas.

Una vez más me concentro intentando disipar toda aquella negrura.

¡¡Vamos Aiden joder!!

Había fallado el tiro, cosa que era de esperar debido a esa espesa oscuridad, pero tenía que intentarlo; a ciegas había poco que pudiera hacer.

El Capitán Rojo decidió trasladar a la chica a la siguiente planta, y no entendí muy bien por qué Tornado le siguió, pidiéndonos  a Dawn y a mí que reteniéramos a la criatura. Dawn parecía descontento una vez más, pero tenía toda a razón.

¿Qué podría hacer yo?

El gruñir de la criatura cerca de mí me dio una idea, una ínfima posibilidad de hacer algo. Quizás con esta cercanía pudiese dar con ella.

-Stephen, cariño. – murmuré tras cerrar los ojos e hice el gesto de acariciar el lomo del animal, haciendo que aquel gran oso apareciese a cuatro patas bajo mi mano. Volví a abrir los ojos; no podía verlo bien, pero en seguida noté su suave pelaje. – Necesito que me ayudes, tengo que detener a la criatura que se encuentra cerca nuestro. ¿Podrías hacer algo, por favor? - le susurré.

Separé mi mano de él, esperando que Stephen pudiera hacer algo. Quizás el oído le ayudara, o incluso su fino olfato.

Una nueva explosión marcó la salida del Capitán Rojo del segundo piso, dirigiéndose ahora a la sala de arriba. Tornado se movió rápidamente buscandolos para continuar su plan, recargando entre tanto su pistola, pero el resto de personas quedaron abajo, envueltas en la negrura ¡los habíais dejado atrás!

El suelo se agrietó entonces y una garra negra lo atravesó, sujetándose mientras la otra garra abría un nuevo agujero a unos palmos de distancia. El oscuro ser parecía dispuesto a pasar a través del techo y no parecían faltarle fuerzas. Estaba a punto de asomar. Ya centraba su mirada en lo que podía encontrar arriba. Unos cascotes cayeron, dejándole un poco más de espacio para avanzar.

Entonces se escuchó un gruñido gutural desde abajo, propio de alguna criatura grande, ¿había algo más allí abajo? El demonio se empujó hacia arriba, asomando la cabeza, pero emitió un graznido terrorífico cuando notó algo apresarle las alargadas patas. Algo tiró de él hacia abajo con fuerza y cayó.

El suelo tenía un agujero de un metro de lado y a través de él emanó una luz pura y desatada. Se escuchó de nuevo un graznido, ¿ésta vez parecía asustado?

Entretanto, se escucharon unas suaves explosiones y cuatro pequeñas figuras del tamaño de niños cayeron al suelo junto al Capitán Rojo.

- ¿Es una operación de secuestro capitán? ¿dan un buen precio por la dama?

Comentó uno de aquellos seres, que eran versiones en miniatura de Shazael.

- Eh tu, extraño. - Le dijo otro mini-capitán a Tornado, que ya estaba en el pasillo. - Guarda ese arma o nos la tendremos que comer. - Enseñó unos afilados dientes de su gran boca.

Una nueva explosión marcó la salida del Capitán Rojo del segundo piso, dirigiéndose ahora a la sala de arriba. Tornado se movió rápidamente buscandolos para continuar su plan, recargando entre tanto su pistola, el resto de vosotros quedásteis atrás, rodeados de negrura y oliendo esa apestosa sustancia que emanaba del monstruo.

La criatura saltó hacia arriba y atravesó con su garra el techo. El demonio de sombra parecía dispuesto a pasar a través de todo lo que se le interpusiera y no parecían faltarle fuerzas para conseguilo. Estaba a punto de asomarse. Ya centraba su mirada en lo que podía encontrar arriba. Unos cascotes cayeron, dejándole un poco más de espacio para avanzar.

Entonces se escuchó un gruñido gutural desde abajo, propio de alguna criatura grande, ¡Stephen había despertado! El enorme oso, que cubría todo el pasillo, escuchó las súplicas de su amiga. Ese monstruo negro del que hablaba Tótem quería irse, pero Stephen venía buscando pelea... Corriendo hacia él, mordió y atrapó lo primero que encontró. Lo había cogido por la pata y tirando hacia abajo con todas sus fuerzas lo hizo caer.

Dawn alzó entonces sus dos manos y cerrando sus ojos trató de conseguir esta vez su propósito. La luz de la diosa del amanecer se manifestó a través suyo, inundandolo todo. Era tal su fuerza que aquella oscuridad maldita retrocedió rápidamente, disolviéndose, permitiendo que el pasillo fuera visible de nuevo. La mujer que antes había intentado salir, se incorporó y no tardó en irse corriendo.

El enorme oso invocado por Totem mantuvo su presa entre sus fauces y ésta emitió un intenso graznido, pero no era sólo el dolor lo que le inducía a graznar, sino la presencia de aquella luminosidad cargada de pureza. El ser de sombra abrió mucho los ojos y graznó, ¿asustado?

Escuché un fuerte ruido que provenía del techo, y no tardé en sentir como algunos cascotes caían cerca de mí, así que me eché hacia un lado. Stephen gruñó como sólo él sabía y el suelo comenzó a vibrar bajo mis pies mientras se movía. Los ruidos se sucedían, los de Stephen y los de aquella criatura. No sabía lo que estaba pasando, pero parecía que para Stephen todo iba bien.

Entonces, de forma rápida, la oscuridad se disipó, y pude ver como la mujer de antes huía y Stephen tenía atrapada a aquella cosa entre sus dientes. El ser no dejaba de gritar, ya no sólo por encontrarse entre las fauces del animal, sino por aquella luminosidad.

Miré un momento atrás, comprobando que provenía de Dawn, y me asomé al agujero en el techo.

-¿Todo bien por ahí? – grité, esperando obtener respuesta de mis compañeros, y volví a retirarme por si se desprendía algún cascote.

Aquella especie de ramas semitransparentes volvieron a comenzar a brotar de mi mano, tenía que aprovechar que la situación era ahora ventajosa, dispararía otra vez mi arco. Tensé la cuerda, haciendo que una nueva flecha apareciera y apunte a la cabeza de la criatura.

Vamos…

Esta vez sí, la diosa me había escuchado, y me permití una pequeña sonrisa prepotente al ver el gesto del monstruoso ser. Parecía que ahora la ventaja era para nosotros.

Entre el agarre de aquel oso, y la flecha que la chica india preparaba, sus habilidades me estaban sorprendiendo gratamente, confié en que la bestia se rindiera.

-¡¡Dinos que es lo que buscas!!- Dije preparando un disco de luz por si fuera necesario.- ¡¿Quién te envía?!

Si bien nuestra misión era muy clara, cada vez veía más frentes abiertos, y me gustaría obtener respuestas de una vez, adivinar a quien o quienes nos enfrentábamos exactamente.
Además por mucho que fuera un demonio no estaba seguro de que estuviese bien rematarlo...

Miré un momento atrás, comprobando que provenía de Dawn, y me asomé al agujero en el techo.

-¿Todo bien por ahí? – grité, esperando obtener respuesta de mis compañeros, y volví a retirarme por si se desprendía algún cascote.

¿Qué coño son esos...?

Refuerzos, Dom, son refuerzos. Nunca te había mostrado a mis vástagos, ¿verdad? Estos pequeños diablillos son una tripulación ejemplar, no como esta banda a la que nos has unido. Aún son pequeñines, pero ya crecerán, y mientras tanto son bastante útiles...

Operación de escolta, marineros -Explico a mis pequeños con una sonrisa pícara- Pero lo trataremos como un secuestro, porque cuando despierte puede que no colabore demasiado, jiajajaja...

Uno de ellos se percata de la presencia de Tornado, quien ha tenido la ocurrencia de solicitar la entrega del botín. MI botín. Al menos se ha aprendido bien mi nombre, aunque parece que tiene mucho aún por aprender acerca de lo que significa.

Una locura, Tornado, ¿verdad que es divertido? -Digo girándome hacia él- Tanto como exigirle a un pirata que entregue un botín, ¿verdad? JAJAJAJAJA... ¡Claro que no! De la nena me ocupo yo, tú encárgate de... lo que sea que sepas hacer.

El suelo se abre ante nosotros, y la criatura trata de ascender para llegar a su presa, la que yo porto y paseo ante su morro atrayéndole a mi trampa. Mi sonrisa se hace cada vez más grande, y mi lengua la acaricia disfrutando del momento. Sin embargo, algo tira del ser hacia abajo, al tiempo que veo una intensa luz sacudir la oscuridad que el bicho había desplegado.

¡¡Vale, cambio de planes!! -Exclamo, al tiempo que hago un gesto con las manos a mis diablillos. Pero... ¿eso que significa?- ¡¡Nos vamos a la bodega, la dama es responsabilidad vuestra!! -Grito de forma que todos puedan oírme. ¿A qué estás jugando, Shazael?- ¿Quieres llevártela a la calle, Tornado? Tú mismo, la dejo en la ¿cómo lo llamáis vosotros? Ah, sí, en la planta baja. ¡¡¿Lo has oído, demonio de imitación?!! ¡¡Estará en la planta baja esperándote!!

E inmediatamente, una explosión silenciosa, acompañada de otras cuatro menores, nos lleva a desaparecer.

El salto a través de los infiernos no me lleva a la bodega, a esa planta baja. Al contrario, nos materializamos más arriba, en el tejado del edificio, entre salidas de aire y maquinaria pesada. Al aire libre, y lejos de las miradas de los humanos a los que mi aspecto causa un divertido pavor.

Pero, dijiste...

Sí, lo dije, y a mis pequeñines les hice un gesto con las manos para que supieran del ardid. Todos nos creen abajo, y estamos arriba, esa es la mentalidad de un demonio, Dom, a ver si vas aprendiendo. No se si esa criatura piensa y razona, no se si oye o no, pero puedo jugar esa carta. Si me ha oído y comprendido, si supera las trabas que le están poniendo ahí abajo, seguirá buscando a su presa. Y creerá que está abajo. Le habré enviado tras una pista falsa.

También has engañado a nuestros compañeros...

TUS compañeros, Dom, habla con propiedad. Y sí, les he engañado, pero sobrevivirán a unas mentirijillas.

¿Cómo estás tan seguro?

Porque no les voy a dejar sólos...

Bien, tripulación, este es el plan -Digo mientras dejo a la chica en el suelo, y mis pequeñines se congregan alrededor de ella atendiendo a mis instrucciones- Tengo que ocuparme del bicho de abajo, la princesa queda a vuestro cuidado. No debe sufrir daño alguno, ni abandonar este lugar. Si corre peligro cualquiera de las dos cosas, que alguno de vosotros venga a buscarme. Y ahora, si me disculpáis...

Hay un impostor que destruir...

Reaparezco de nuevo en el mismo lugar en que me encontraba, con mis espadas en la mano, y la mayor de las maquiavélicas sonrisas. La chica ya no está, mis pequeños diablillos, tampoco.

Yiiiiiiiiiiiiiiiiiiihajajajajajaja...

¡¡Hora de matar monstruos, marineros!! -Grito con entusiasmo, antes de darme girarme hacia Tornado- ¿Aún sigues aquí?