Partida Rol por web

Arena y Sangre

El túnel de los contrabandistas

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31/08/2007, 02:52
Cristin

- Si, claro - la desazón de Cristín al ver que sus intenciones de retirarse del lugar, con una buena recompensa y las espaldas cubiertas iban desapareciendo lo obligaron a mantenerse en silencio.

Sus ojos buscaron el mejor sitio para esconderse y, sin dudarlo ni un instante sus ágiles pasos lo llevaron en esa dirección.

Sin decir ni una palabra más volvió a cargar su honda y trató de mantenerse cerca de sus compañeros, pero en silencio y acurrucado en la sombra.

Lo importante era salir de allí lo antes posible y en cuanto los rompehuesos iniciaran su trabajo de abrir el camino de salida, el tenía toda la intención de ayudarlos con unos certeros balazos a la nuca de los pobres infelices que no resultaran eliminados por la primer andanada de golpes.

Notas de juego

Tu dirás si hace falta tirada de esconderse (y si la hago yo ó la haces tu).

Espero estar bien escondido. Por las dudas ya te tiro iniciativa... 12

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31/08/2007, 08:52
Suilad

"Con dos cojones. Gilipollas, pero con dos cojones", pensó Suilad al ver el brillo de furiosa locura que mostraban los ojos del veterano caballero, hambriento de gloria y muerte.

-Bien, chicos, proteger a los prisioneros sigue siendo nuestra misión... Debemos crear un agujero en las defensas, y abrir agujeros es algo que se nos da estupendamente.

Tras decir estas palabras, Suilad invocó el poder de Corellon en su arma.

- ¡Dame tu fuerza, Corellon! Que los malvados de corazón teman tu poder, el poder de la Espada del Amanecer!

Notas de juego

Lanzo el conjuro de dominio "arma mágica" sobre mi espada larga. Un +1 al daño es un +1 al daño... :P

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31/08/2007, 09:30
Parkoz

- Los gilipollas somos nosotros -masculló el semiorco por lo bajo- pero ya no tiene solución. Si al menos hubiese podido descansar un poco...

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31/08/2007, 14:37
Director

En la noche se oyó entonces el inconfundible sonido de los aceros desenvainándose. El ruido de las armaduras en movimiento. ¡La batalla comenzaba!

La furiosa serpiente alada, un monstruo oscuro y escamoso de colosales proporciones - medía no menos de tres metros desde la cabeza hasta la punta de la cola - atacó a Lord Bakus, quien afianzado tan solo por sus piernas blandió su espadón a lomos de su corcel para defenderse. Los demás caballeros se situaban para esperar a los atacantes. ¡Ya se veían! De cada uno de los puntos de fuga venía una horda de criaturas malignas dispuestas a acabar con los fugitivos y sus defensores. Los gladiadores vieron entonces que por cada posición acudía un enorme ogro flanqueado por orcos. ¡Ogros! ¡El ejercito de Predemia contaba ahora con ogros en sus filas! Aparte de eso, en la distancia, una extraña figura totalmente embozada con los hábitos de un Inquisidor aguardaba a ver el destino de la batalla... Los prisioneros levantaron a Victor Sombralarga entre ellos: el muchacho estaba tan débil que apenas conseguía caminar.

Notas de juego

Bien: despliego el tablero. Ya he tirado iniciativas y vamos al asalto 1.

Victor (uno de los fugitivos que tenéis que escoltar) está enfermo y solo puede moverse a su velocidad normal (6 casillas). No puede correr ni duplicar movimiento y mucho menos luchar.

Los otros dos PNJs blanden espadas y parecen heridos aunque capaces de defenderse.

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06/09/2007, 22:24
Director

La batalla fue digna de inspirar canciones de bardos. Cuando los ogros cargaron contra los inexpertos caballeros recién armados y la muerte caía inexorable del cielo, el valor de su general Bakus y de un grupo de gladiadores que compartían tan solo con los caballeros el noble arte de cruzar el acero inspiraron el devenir del combate.

Los caballeros sufrieron las acometidas brutales de los ogros, que cada vez que levantaban sus grandes clavas dejaban viudas y huérfanos tras ellos. Los orcos, envalentonados, remataban a los desdichados caballeros, muchos de los cuales se batían por primera vez con enemigos reales... y se batían a muerte.

Pero entonces se oyó el grito de los gladiadores mientras haciendo caso omiso a la orden de Bakus de ponerse a salvo con los prisioneros se lanzaron a por los oponentes más duros. La serpiente alada se vió de pronto sorprendida desde varios flancos y no tardó en caer bajo la justiciera espada de los caballeros. Los orcos, sorprendidos por este alarde de valor, se volvieron temerosos y fueron sesgados por los espadones de los caballeros. Solo los ogros, estúpidos y letales, seguían sembrando la muerte a su alrededor. Pero incluso los ogros pueden caer bajo el ataque de muchos enemigos.

Solo hubo un momento en el que parecía que la balanza iba a descompensarse nuevamente y fue cuando la capucha del Inquisidor cayó hacia atrás y rebeló el rostro de un hombre rata. Ignorando las heridas causadas por el acero normal de sus oponentes incluso tuvo tiempo de acabar con un par de caballeros.

Bakus no lamentó haber entregado a aquellos caballeros primerizos las armaduras completas que habían servido a otros caballeros más expertos. Sin ellas quizás ninguno habría visto la luz del sol a punto de despuntar.

Finalmente cuando los monstruos se vieron vencidos el único ogro superviviente huyó hacia el bosque mientras el hombre rata, que miraba ansiosamente una y otra vez hacia el cielo, murmuró una única palabra: traición mientras se bebía de un trago una poción para, al igual que antes su compañero tras los muros de la ciudad, desaparecer de la vista de los contendientes.

Los dos orcos supervivientes que quedaban en el campo de batalla dejaron caer sus armas mirando todavía, al igual que su jefe, hacia un cielo nocturno que ya amenazaba con el amanecer... Los Caballeros, siguiendo su juramente de respetar al rendido, reprimieron su furia y tomaron a los dos prisioneros mientras se reagrupaban alrededor de su general.

Notas de juego

Pasamos a la escena Tras la batalla...