Partida Rol por web

Tras escuchar al clérigo, y ver que el bastón no tenía efectos "nocivos" sobre su salud, el mediano se encogió de hombros y volvió a dirigirse hacia la única salida que habían encontrado.

Mirando al enano le comentó, recordando su anterior ofrecimiento - Será complicado salir sin que te vean. Si sigues con la idea de ser el primero deberías dejar libre la abertura lo antes posible para que el resto pueda salir atrás tuyo. Me parece que esto será como en la arena, jaja. Un montón de enemigos de un lado y solo nosotros por el otro -

Al llegar al lugar dejó el pase libre para que el resto se preparara para subir la escalera. Había algo que tenía muy claro, débil como estaba, su única posibilidad de ser útil al grupo consistía en golpear a sus rivales apuntando a sus partes más debiles. Eso lo sé hacer, solo necesito que no me presten demasiada atención

- Por cierto - completó - dado que parecen unos cuantos, por lo menos seis o siete, debemos trazar un plan de combate. Quizás centrarnos primero en unos pocos? Si Uds. los distren lo suficiente, mi estoque, o mejor aún, mi honda podrán hacer maravillas -

Desenrollando su honda de la muñeca, el pícaro buscó una bala y la acomodó en la cazoleta. - Estoy listo - comunicó al resto mientars su semblante adquiría un tono sombrío de concentración.

-Bueno, pues parece que no nos queda mas remedio que salir fuera, puede que sea duro asi que ya ire yo primero.

El enano avanzó resueltamente por las escaleras, como si en lugar de irse hacia un combate fuera tan solo a saludar a un viejo amigo al otro lado de la reja. Aunque para un gladiador la muerte siempre ha sido un viejo amigo.

Los demás observaron con ojos espectantes como el enano levantaba la reja y salía rápidamente al exterior... Todos tenían las armas dispuestas y los cinco sentidos puestos en el combate que se avecinaba.

A la salida del enano del foso siguió el inconfundible ruido de armaduras y armas cuando un grupo considerable de gente se prepara para el combate. El enano - y los que estaban detrás de él - se esperaban lo peor. Pero lo peor siempre puede empeorar: no eran media docena de soldados los que esperaban en el exterior. Eran al menos dos docenas de caballeros pertrechados de pies a cabeza con armaduras completas y portando grandes espadones. Caballeros de Predemia que rodeaban el foso del cual ahora surgían los héroes dispuestos a todo. Cierto era lo que mencionaba el mediano de que la situación no se diferenciaba nada de un combate en la arena: el grupo rodeado por enemigos que los superaban ampliamente en número. Cualquier combate podía ser el último. Lo que importaba era la batalla.

Pero entonces una voz conocida resonó en la noche.

- Por el sagrado espadón de Haron, pensé que quizás habíais perecido en esa túnel... Pero veo que estáis todos vivos ¡incluyendo los prisioneros!

El viejo caballero vestía su mejor armadura y pese a su edad seguía siendo una figura imponente montada en su enorme corcel blanco, que pifiaba inquieto sin duda sintiendo la tensión a su alrededor.

Los gladiadores lanzaron una nueva mirada en derredor. Caballeros de Predemia, sí, pero la mayoría tan jóvenes que quizás no hubiera pasado siquiera un año desde su ordenamiento como guerreros. ¿Qué hacían allí? Aunque intentaban aparentar dureza se notaba que jamás su espada había cortado otra cosa que el muñeco de paja con el que podrían entrenarse. ¿Qué estaba pasando?

Parkoz salió a toda velocidad tras el enano, y su rostro adquirió un aspecto sumamente feroz que hubiese aterrorizado al más terrible de sus enemigos, lamentablemente inútil pues continuaba con su máscara puesta.

En cuando reconoció a Bakus, y escuchó sus amistosas palabras, su expresión se relajó, y simplemente se dedicó a desatar la antorcha de la guadaña.

- Había arañas -dijo parcamente a modo de explicación, sin dejar la difícil tarea que estaba realizando.

-...del tamaño de una casa- puntualizó el explorador a su compañero mientras se esforzaba por incorporarse por la salida del túnel. Al mirar alrededor la sorpresa era visible en la expresión de su rostro. Sobreponiéndose, se dirigió a Bakus tratándo de no sostener demasiado la mirada del caballero: -Bueno, pues aquí están los prisioneros. Hemos cumplido nuestra parte del trato. Ahora, en cuanto cumpláis la vuestra, podemos dar nuestra exitosa relación comercial por concluida.-

Al fin y al cabo, fueran dos docenas o dos millares, Elías quería que le pagaran.

Al no escuchar ruidos de combate, el mediano, agilmente, subió por las escaleras y se encontró a sus patronos- Por fin - exclamó alborozado -Como tan claramente ha indicado mi compañero hemos cumplido nuestra parte. Vuestros hombres están aquí -

Con un gesto teatral señaló a la alcantarilla de donde surgirían atrás suyo, los cautivos - No fue tan complicado - Guardias, inquisidores, corridas y, por supuesto, arañas. Nada que un grupo de gladiadores no pueda resolver sin muchos problemas -

Bakus asintió:

- Es cierto. Estáis a punto de completar vuestra tarea y por ello seréis pagados. Pero aún debéis llevar a los prisioneros a un sitio seguro...

Mientras decía esto una sombra apagó momentaneamente el fulgor de la luna. Todos los ojos miraron hacia arriba. En la lejanía una enorme serpiente alada, de tamaño descomunal, observaba al grupo desde las alturas. En algún lugar cercano se escuchó el ruido de armas repiqueteando.

Como si aquello fuera una señal convenida los Caballeros desenfundaron sus espadones. A algunos, pese a lo heróico de la postura, les temblaba ligeramente el pulso.

- Pensé que nunca acudirían,- dijo Bakus con una sonrisa en su rostro - pero ya llegan.

Su caballo pataleo inquieto cuando la serpiente alada comenzó a trazar círculos mientras descendía.

- Es la hora de las grandes batallas... Ya os lo dije: el pueblo necesita héroes en los que creer. Nicodemo ha regresado y con él nuestras esperanzas. Debemos hacer un noble sacrificio para levantar a los durmientes y liberarlos de su yugo.

La mueca de alegría por haber terminado con su misión se fue disipando lentamente de la cara del mediano al escuchar las palabras del Lord.

- No terminada...Llevar a... - las palabras no salian de los labios del pequeño pícaro, totalmente superado por la situación - Solo nos dijisteis que deberíamos liberalos... y eso hicimos. Nadie habló de llevar a nadie a ningún lugar. No, no, no... - A Cristín le faltan las palabras ante lo que supone es un engaño de su empleador.

- Además... - la sombra, los ruidos, el comentario de Lord Bakus. Todo era un claro indicio de que los problemas no habían terminado e impidieron que continuara con su argumentación.

- Y ahora que pasa? - el humor del mediano se estaba agriando cada vez más - Sacrificio? Quienes son? Porque deberíamos luchar? - Los ojos del pequeño truhán buscaron en los alrededores un buen sitio para esconderse. Sin saber quienes son los buenos y quienes los malos, solo le quedaba una opción. Esperar. Preferentemente escondido. Luego ya veré que hago

Lord Bakus tira de las riendas de su caballo para hacer que se encabrite teatralmente mientras alza su espada bastarda con una mano al cielo y arenga a sus hombres:

- ¡Escuchad todos, nobles hijos de Predemia! ¡Habéis aceptado el desafío sabiendo que todos moriremos aquí para que nuestro ejemplo sea motivo de alzamiento! ¡Nuestra sangre será el riego de un árbol fuerte que arrancará la maleza que atenaza ahora nuestro Imperio! ¡Por Nicodemo, legítimo heredero!

Los Caballeros alzan sus armas. Donde antes había un temblor ahora hay una firme decisión de morir por una causa. Aunque sea una causa desesperada.

Bakus se gira hacia el grupo que acaba de salir del foso, como si se percatase ahora de que están ahí. En sus ojos hay una fanática alegría mientras contesta tanto a Cristin como al joven Brent:

- No hermanos... Vosotros debéis sobrevivir a este ataque. Alguien tiene que contar nuestra hazaña. Alguien debe explicarle al pueblo que no hay nobleza en servir a alguien que se vale de ogros y serpientes aladas, que desprecia a nuestra sagrada Orden de Caballería. ¡Nosotros seremos la llama que prenda, pero vosotros debéis llevar nuestra antorcha a los demás! ¡Valientes gladiadores, escoltad a los rescatados hasta el bosque cercano! Hay una piedra conocida como la Piedra del Hipogrifo... Allí acabará vuestra misión.

Parkoz suspiró aliviado al saber que la idea no era que él combatiese de nuevo.

- Pero si mueres aquí... ¿Quién nos pagará?

Mientras Parkoz preguntaba ingenuamente todo el grupo se iba dando cuenta de una cosa: puede que su patrón pensase que iban a salir de allí para contar la historia, pero los ruidos venían de todos lados. ¡Estaban siendo rodeados! ¡Y encima aquella serpiente bajaba ahora en picado directo sobre Lord Bakus!

- ¡Nicodemo en persona os recompensará! ¡Abriros camino hacia la libertad! ¡Nosotros intentaremos cubrir vuestra retirada! ¡Adelante valientes! ¡Demostremos a las fuerzas de la oscuridad el brillo de nuestros corazones! ¡POR HONOR Y FUERZA! ¡POR LOS CABALLEROS DE PREDEMIA!

Aguantad haremos que esto merezca la pena-Dice el enano, no sin cierta ytrsiteza al tener quedejarles solos en ese combate

Elías se secó el sudor que corría por su frente. Por un momento pensó que se tendría que enfrentar a esa serpiente con dos flechas melladas... aunque los ruidos que oía a su alrededor hicieron que su cuerpo empezase a temblar. Había que abrirse camino y salir de allí como fuese y cuanto antes.