Partida Rol por web

Tanto por las últimas palabras de Nameoght, como por ver a la Leonada. Avanzáis a buen paso sin encontrar obstáculos en la primera parte del camino. Pero nada más poner un pie en el Parque Ruina de viajero...

Entre el suelo adoquinado surgían plantas verdes que contrastaban con el gris. Era una placita amplia. Shicón, acompañado de Nameoght, tuvieron que subir una pequeña ladera y ahora saltar al interior por el muro destrozado. Una buena caída pero nada que no pudieran salvar. Al otro lado de ese patio estaba el acceso a un corredor que llevaba directamente a la gran sala donde se apilaban la mayoría de los enfermos.

Nada más posar sus pies sobre el suelo, percibieron que alguien se acercaba desde ese corredor. Aguardaron medio cautelosos, medio divertidos. La primera en aparecer fue una joven mujer pálida de aspecto cetrino, ojos malvados y mirada desafiante.

-Volvemos a vernos, perro- digo mirando a Shikón -Veo que también tienes una mascota- es entonces cuando me aparto, tras de mí emerge la mole de hierro que responde al nombre de Sócar. Un forjado. -Creo que os conocéis-

Shikon ya percibió cambios en la lejanía pero ahora ve a Socar muy distinto a la última vez que se vieron. Es más grande, uno de sus brazos es desproporcionadamente enorme y puede intuir otros cambios en él más sutiles y menos evidentes. Para empezar, poco o nada queda de ese brillo "humano" que puede verse a través de las rendijas del yelmo. -¿A caso no queda nada del alma caballeresca?-

La princesa Iraide da varios pasos a un lado y se apoya contra una de las paredes. Por primera vez en su nueva existencia, sonríe tanto con la boca como con los ojos. Una expresión malvada tan carente de empatía como el propio forjado.

    Ignorando lo que parecía estar aconteciendo en el campamento, Socar siguió a Iraide, de haber sido otro momento, tal vez se hubiera molestado en preguntar a aquella moribunda como era capaz de tener tal certeza pero ahora el forjado no tenía interés alguno en perder el tiempo con algo así y prefirió asumir el riesgo descubriendo la respuesta por si mismo e ignorando por completo el resto de comentarios de la joven.

    Y apenas unos instantes después, esta se desveló ante si al ver a Pain ante él. Para sorpresa de todos los presentes, por un segundo la integridad de la armadura pareció peligrar de una manera muy similar a la que había tenido lugar tras adentrarse en la fuente.

    Amor a su patria, a su familia, a su señor. Sí, recordaba aquella palabra pero Ulthaborg había sido arrasada, el rey ejecutado y Heni descuartizado ante sus ojos. El amor había muerto para él.

    Honor, había prometido seguir y proteger a Roriarkas y los suyos a cualquier coste. Ahora, la mayor parte de ellos se encontraban muertos mientras que él seguía en pie, no poseía ningún honor.

    Fraternidad, el vínculo que le unía a los Fonn'Aster, una hermandad que le había hecho regresar a la luz en su hora más sombría. Sin embargo Lythrai lo había liberado, dejándole nuevamente solo.

    Justicia tal vez el concepto de su antiguo ser que aún le era sencillo de comprender, pero que retribución podían esperar las víctimas en un mundo donde los asesinos campaban a sus anchas...

    PROPOSITO

    La mole de metal volvió en si, fijando la mirada en el hombre que se encontraba ante él alzándose como un bastión solitario ante la tormenta que estaba a punto de desatarse.

Hernst Daragón, Pain... las figuras de sus imágenes acudieron a su mente de inmediato.

    No debía de darle la más mínima oportunidad, lo había visto esfumarse antes y no pensaba darle esa ventaja, tampoco se perdió en cruzar palabra alguna, conocía perfectamente los motivos por los que debía erradicarlo, era de las pocas cosas que aún conservaba.

    De tal modo, en menos de una exhalación, su torso se inclinó hacia delante iniciando una arremetida que levantó una polvareda de tierra envuelto por una energía arcana crepitante que llegó a provocar el temblor del suelo a cada paso que daba.

Caminamos siguiendo a aquél que era muchos, con una sonrisa perpetua en el rostro, como si supiéramos algo que todo el mundo ignoraba; así era, en realidad. Atendimos a sus palabras y recordamos a Unrir, a la diosa blanca, el dolor. Nos había dado la oportunidad, sin ella no habríamos nacido, pero no la debíamos nada y ya había cumplido su propósito. Su muerte era necesaria, ya no servía para nada, agotada. También les deseábamos suerte, si, que mataran al bebé, que disfrutaran, que que luego se volvieran unos contra otros y, por último, se arrodillaran los que quedaran. Delicioso.

El Parque Ruina de Viajero deparó, sin embargo, sorpresas más allá de lo esperado. Iraide por fin se había recobrado y despertado, y había querido la casualidad que nos la encontráramos allí.

—Ah, princesa de nada, nos alegramos de verte recuperada, te vemos bien para estar muerta —respondimos, ignorando su insignificante insulto—; tenemos un nuevo amigo, y buscamos a una conquistadora para recuperar tu reino. ¿A quién nos traes tú? ¿Tu viejo minino te sigue aún? Ji, ji...

Pero tras ella no apareció quien esperábamos; uno de nosotros reconoció a aquella criatura y fruncimos el ceño. Ladeamos la cabeza mientras nos poníamos en tensión. Sócar. Era distinto, inhumano, pero era él. Recordábamos vagamente. Una furia fría surgió de nuestro pecho.

—Deberías haberte quedado con el gato —dijimos.

Notamos como también se preparaba. Sobraban las palabras: como una centella, nos lanzamos a por él.

Yzlín cruzó el corredor pero no llegó al patio. Desde las sombras escuchó y presenció lo que allí ocurría. Vio el que en prisión podría haber llegado a ser su compañero si las circunstancias hubieran sido diferentes. Pain, el asesino despreciable y, en ocasiones, admirable (según se mire). Tras los acontecimientos Yzlín seguía manteniendo sentimientos neutrales hacia el asesino de la única sanadora de la prisión. ¿A caso ella no había liquidado al Ascario, único adivinador de la prisión capaz de ver el futuro con la excusa "nadie ve mi futuro"?

Sin embargo, con Socar combatió y sintió algo que podría llamar amistad.

Ahora ambos se enfrentaban y ella los observaba desde su posición, tras la princesa Iraide.

El fuego surgió de nuestros ojos. Cubrió nuestros puños. Rabia contenida, deseos de aniquilación, placer insano, ardiente determinación, ansias de ver a aquél ser reducido a escombros. Reímos mientras cargábamos con todas aquellas sensaciones, mientras nos enfrentábamos a Sócar. Sin trucos por el momento, solo pura y hermosa destrucción.

    El forjado se mantuvo en pie recibiendo el aluvión de frenéticos golpes envueltos en llamas, su armadura comenzó a destrozarse y abollarse deformando su aspecto. Pero aún así, tras acabar aquella oleada, capaz de haber acabado en un suspiro con la vida de varios hombres, Socar seguía en pie, si aún era capaz de sentir algo remotamente cercano al dolor, no dio muestras de ello.

    Fue entonces cuando deslizó una de sus piernas hacia atrás, proyectando la mayor parte de su peso hacia el frente preparándose para tomar el impulso con el que inició un avance imparable que arrastró con él al objeto de su furia, las baldosas se resquebrajaron, la velocidad aumentó, el equilibrio de Shikon falló, todo ello mientras la mirada impertérrita del forjado se mantenía fijada en un objetivo.

    El forjado se mantuvo en pie recibiendo el aluvión de frenéticos golpes envueltos en llamas, su armadura comenzó a destrozarse y abollarse deformando su aspecto. Pero aún así, tras acabar aquella oleada, capaz de haber acabado en un suspiro con la vida de varios hombres, Socar seguía en pie, si aún era capaz de sentir algo remotamente cercano al dolor, no dio muestras de ello.

    Un deslumbrante fulgor cerúleo cubrió por completo el brazo del forjado dejándolo envuelto de energías crepitantes para cuando lanzó su primer contraataque pero para su desgracia este solo golpeo el aire, tal vez el daño recibido había hecho que su precisión mermara más de lo que creía después de todo pues los siguientes que lo sucedieron tampoco parecieron lograr acertar en su objetivo.

¿Alguna vez habéis apreciado el calor que desprenden los metales una vez que alcanzan el punto de ebullición? Esa combustión de material es tal quemazón en la piel que puedes llegar a pensar que la furia de un volcán en erupción te está escupiendo en la cara. Iraide se encontraba delante de mi, pero sintió al igual que yo aquel infierno que se acababa de desatar. 

Socar, encolerizado, rabioso y furioso embestía contra Shikon como si fuera su última acción. Ese gigante de hierro sin emociones sacó todos los sentimientos o lo poco que quedaban de ellos transformándolo en un ataque lleno de odio que olía a final...

Me adelanté a Iraide intentando alcanzar a Socar, no podía dejar que mi compañero sufriera una tragedia... no obstante, quizá no fue la mejor de mis decisiones. Ahora, estaba en el corazón del volcán. 

Las cicatrices de los látigos aún no habían sanado cuando el cuchillo lacera mi espalda. Alcé la vista al cielo del Abismo recordando el ataque del forjado que me destrozó e inició mi caída. Moribunda, con los últimos estertores de la muerte lancé la maldición que afectó a otro moribundo. -Te haré un regalo- fueron mis palabras pero nada es gratis y mis acciones estaban cargadas de una intención inefable.

Sin saber por qué, sonreí. El agudo filo que entra en mi espalda me supo delicioso en este día. Pronto llegarán las violaciones y, de nuevo, el fuego. Torturas merecidas por mi fracaso en el plano material. Sin embargo, hoy me siento bien en el hogar de los demonios. Cierto poder vuelve a mí.

Una cosa es fracasar, morir en el plano material y ser encerrada miles de años en el Abismo y otra es dejar una semilla que germina, un plan a largo plazo que va funcionando.

-Seguid matando para mí. Con cada asesinato me enviáis poder y reducís mi condena-

Aún en la infinita lejanía que nos separa, siento la tormenta, sentía el poder latente que estaba por venir a mí.

Trozos de armadura se esparcieron por la plaza, sus articulaciones fallaban, las abolladuras habrían matado a cualquier humano que recibiera aquellos golpes y el calor amenazaba con deteriorar lo poco que quedaba. Pero la voluntad de Socar era inquebrantable.

Recurrió a sus reservas de energía pese a los dañados conductos y aquello trajo consecuencias. Chispazos recorrieron su brazo errando un golpe que, de haber acertado a Shikón habría sido muy doloroso. Pero hendió el aire rodeado de chisporroteos azules. La mayoría de aquellas chispas descendieron y se perdieron por la tierra que la armadura pisaba no sin consecuencias. Sus piernas se debilitaron y una rodilla destrozada partió la losa sobra la que se apoyó.

La llama en los ojos de Sócar parpadeó por unos segundos. A punto de extinguirse, pero aún seguía aquí.

Yzlín corrió pasando junto a Iraide...

-¡Ni se te ocurra intervenir serpiente!- dije nada más verla pasar por mi lado y me abalancé sobre ella, la cogí por una mano y la tiré hacia mí con firmeza. Mis brazos la rodearon. La aferré con una fuerza muy superior a la de mi tamaño. Puede sentir el frío que emana de mi cuerpo. Más frío que la temperatura ambiente. -Ni se te ocurra- le susurré sosteniéndola, obligándola a mirar el desenlace del combate.

Para nosotros... No. Para mi. En el fragor de la lucha había tomado el control, ahora era Pain de nuevo, por un corto período de tiempo tal vez, pero el suficiente. Así que para mi, nada más importaba que el enemigo que tenía delante y la muerte final que iba a propiciarle. Si, perdía la gracia cuando el cuerpo que destrozaba era una simple armadura que no parecía sentir dolor, pero sabía que bajo aquella dura piel había un alma atormentada que si sufriría por aquella derrota; si lograba sacar un atisbo de lo que había sido antes de acabar con él, aún sería mejor.

—Cuando encuentre a tu anterior ama, le daré los mismos recuerdos que a ti —susurré muy cerca de él, pues gracias a sus torpes golpes me había podido poner a su lado—. Vete pensando que no pudiste proteger a nadie, ni a Lizz. Ji, ji, ji.

Las palabras fueron acompañadas de un rodillazo envuelto en llamas que, sin embargo, el constructo logró bloquear con los brazos; molesto, volví a repetir el ataque, pero su defensa era férrea y resistía. Empecé a enfadarme de verdad, lo que provocó que los siguientes dos puñetazos fueran más erráticos que de costumbre, pero por mucho que quisiera aguantar, estaba en las últimas; débil, bajó la guardia y, entonces, llegó el golpe.

Socar avanzó con paso firme y se desvaneció por el corredor con Iraide.

Yzlin, Lith y Hazir se quedaron unos segundos mientras la mercenaria hablaba. Las miradas se dirigieron al emocionado Lanzed que sostuvo su prendas, estirándolas para mirar la insignia. No dijo nada. Seguramente se le quebraría la voz y su orgullo le impidió ponerse en ese aprieto. Tragó saliva mientras Yzlin corrió tras Socar.

Hazir y Lith aguardaron unos segundos hasta que, finalmente, Lanzed habló -Voy contigo- Fue lo único que dijo. Los tres avanzáis hacia el corredor. Todo parece quedar en suspenso. Al otro lado del mismo veis a Yzlin que corre adentrándose en el patio al otro lado. Iraide la aferra de un brazo -¡Ni se te ocurra intervenir serpiente!- le gritó tirando de ella hacia sí y rodeándola con sus fríos y pálidos brazos.

Más allá, en el centro de ese patio veis a Socar enzarzado en un combate contra... ¡Pain! Vuestros ojos se abren como platos cuando restos del forjado quedan esparcidos por el suelo. El sonido de los golpes era brutal y parecía retumbar en la antigua piedra. Intentáis correr hacia allí pero vuestras piernas parecen pesadas, entumecidas. Queréis llegar más rápido de lo que vuestros músculos os permiten. El brazo derecho de Socar se mueve errático, fallando el golpe con un chisporreteo azulado que termina de destrozarlo. Cae inerte a un lado. Sus dedos ruedan por los adoquines verdosos.

Pain lo golpea una y otra vez. Algunos de esos golpes son absorbidos, resistidos por la férrea armadura, pero no tardó en llegar el golpe definitivo...

Tiempo atrás. En La Universidad.

Me habían dejado solo con Socar y cogí todo lo que pude de los almacenes de la ciudad. -Vas a ir contra los más poderosos de Arkhania- le digo a Socar mientras yace semiinsconsciente sobre la enorme camilla metálica -No creo que ganes, pero dejaré una sorpresa para cuando perezcas- cogí la materia inestable, altamente volátil. Con una de esas cápsulas habría sido suficiente para destruir una sala. Metí en su cuerpo todas las que encontré. -Arrasarás con todos esos dirigentes mal nacidos, destruirás su sede entera, su barriada. El sonido de la explosión hará retumbar al mundo y será un aviso para el resto.- Tras haber metido la temible bomba en su pecho, continué con el enorme brazo y las baterías arcanoeléctricas que dotarán su puño de energía adicional liberable con cada impacto...

El puño de Pain se hundió en el pecho del forjado. Su cabeza cayó hacia atrás y sus ojos se apagaron. Fue entonces cuando Shikón vio el fulgor azulado activarse. El estruendo es brutal, la explosión te proyecta hacia atrás desgarrando tus ropas y destrozando tu equipo. Ingual suerte corre tu compañero Nameogh. La honda expansiva se extiende en todas direcciones destrozando el Parque Ruina de Viajero.

Yzlin, aferrada como está, se curva por la cintura y sólo tiene tiempo de girarse, anteponiendo el pequeño cuerpo de Iraide entre el fuego y ella. Ninguna de las dos puede eludir el impacto.

Lanzed Fonn'Aster se adelanta a Hazir y Lithrai y abre las manos para protegerles, recibiendo el impacto por el estruendo antes que el abrazo del fuego.