Partida Rol por web

-Me temo que en Matadero hoy nos habían dejado sin comer. Yo sí que espero impaciente la cena.- Cuando Hazir pronunció estas palabras lanzo una mirada de preocupación a Gohozor.

Tras ello, Serge se presenta y pronuncia el discurso más sensato que jamás he escuchado en la voz de un preso de sus características. Completamente de acuerdo con él me adelanto, colocándome junto a Lythrai que sigue observando a Hazir y apoyándome cómodamente en la frontera férrea que nos separa. Deslizo los brazos entre los barrotes y dejo caer el peso dispuesta a mantener una conversación amena que mate el aburrimiento antes de la cena (si es que llegan a traernos algo de comer).

-Una alianza- repito pensativa sus palabras y deslizo la mirada por todos los presentes -Sin duda sería algo favorable no sólo por nuestro objetivo común sino por hacer más fuerza a nuestra llegada a la nueva prisión. Por mi parte, estoy dispuesta a seguir los pasos de aquel cuyas sugerencias encuentre más sensatas. Hasta ahora nosotros cuatro hemos podido subsistir bastante bien, incluso hemos conseguido un criado- digo mirando con complicidad a Lythrai pues, aunque fuera ella la principal causante de tal beneficio, mostrarlo como si fuera algo "nuestro" nos consolida ya como grupo -por mi parte, no hay objeción el poner en común nuestras aptitudes siempre que...- pero la situación cambió cuando la pequeña alada se negó a entrar en la prisión y se ofreció a arreglar el boquete.

Observé la escena manteniendo la postura, como si fuera una momentánea interrupción a la conversación que pensaba continuar con posterioridad, pero no pude evitar la sorpresa cuando el mago le concedió sus exigencias. -No sé si eso es bueno o malo para nosotros- confesé con sinceridad al conocer los trucos que se traía el capitán. Luego dirigí la mirada a mis compañeros -quizá si ayudamos nos dén un buen festín para cenar- digo con tono serio pero con burla en el rostro sin poder creer lo que acabo de decir. No obstante, me propongo a aportar mi granito de arena.

Me inclino hacia atrás, orientando la mirada hacia el agujero y extiendo el brazo con el puño cerrado. Me concentro momentáneamente y al abrirlo emergen de mi palma cinco puntos de luz que se extiende hacia el lugar de trabajo a fin de iluminar bien la zona, sobre todo el exterior para que Nickar vea algo cuando caiga la noche.

Tras ello me quedo mirando a Serge. Parece que el hombro le duele... -¿Estás bien? Acércate. Puedo aliviar tu mal- le digo con una amplia sonrisa.

La intervención de Serge fue tan cortés y sensata como siempre. Aunque Hazir no quería dar por terminada tan rápidamente su conversación con Lythrai, decidió intervenir para apoyar la propuesta. 

Sin embargo, antes de que hablara, Yzlin se acercó, moviéndose suavemente como una esbelta pantera, y se apoyó en los barrotes, de modo que sus serpientes se agitaron y se removieron muy cerca de él. Era algo hipnótico, como una hoguera ardiendo o un mar embravecido. Dirigió su mirada a sus brillantes ojos y ella extendió un brazo y conjuró cinco puntos de luz para ayudar a Nickar a ver fuera. Hazir sospechaba que Nickar no necesitaba ayuda para ver en la oscuridad, pero de todas formas estaría bien la ayuda. Estaba claro que había más en Yzlin de lo que se veía a simple vista.

-Vaya, veo que sois una caja de sorpresas, Yzlin-dijo sonriendo-Ojalá sea cierto lo del festín-cuando Yzlin lo había mencionado, había notado una sensación hueca en el estómago-No creo que sea mala idea que Nickar repare el barco. Nadie sabe lo que nos espera ahí fuera, y ella sabe lo que se hace en el aire. Por supuesto, estoy a favor de una alianza. Unidos-dijo mirándoles a todos-somos más fuertes.

Se dirigió a Serge.

-Deberías dejar que te mirara el hombro. Antes me ha curado buena parte del daño del virote. 

Esas lucecitas molestas, no sabía de que iban a serv,... hasta que vio que procedían de la medusa, eran un regalo de una musa llevada al barco para ella, se preguntó mientras daba el primer martillazo si le daría un poco de veneno, ese espeso elemento tan abundante en las manzanas que preparaba. Su vuelo parecía danzante ante sus pensamientos, y solo lamentaba no poder tocar una melodía para agradecerle aquellas hermosas y magníficas luces, sin las cuales sería imposible trabajar decentemente. Golpe va y golpe viene, se aseguró de ir tapando bien los huecos, escogiendo no tanto clavar maderas, como encajarlas. Las maderas que clavaba, salvaguardaban las encajadas, de modo que quedara lo más reforzado posible. Lo único molesto, era el hecho de que la velocidad del barco a veces le llevaba a quedar engaanchada al caso exterior. Estaba esperando acabar, y subir al palo mayor a sentarse en lo alto y disfrutar de aquella brisa tan acogedoramente fría, una lastima, que otros seres no supieran apreciar aquel hermoso helor.

Pain y Comadreja

Al verle allí, tal como lo recordaba, igual que siempre había sido, no pudo evitar esbozar una maliciosa sonrisa de medio lado mientras cerraba los puños y le seguía el juego, moviendo dos dedos para que la comadreja se acercara a su trampa. Tenía muchas cuentas pendientes con él, mucho que contarle mientras hacía lo que mejor sabía hacer, y no se iba a escapar tan fácilmente, claro que no. Apenas importaba que hubiera todo un corro de marineros a su alrededor, vitoreando al capitán, porque para él sólo estaba Virming, y nadie más. 

Esperó, eso sí, a que los demás que habían llegado con él se fueran, lejos de su vista, dónde su presencia no era ya siquiera notada, y entonces...

... Entonces siguió el juego. Cuando Davenrost se lanzó a por él, él hizo lo propio, y como un espejo, abrió los puños a la par que el otro soltaba el alfanjón y estrechó su mano, riendo entre dientes, hasta convertir el gesto casi en un abrazo en el que escuchó su susurro. 

Con un gesto de asentimiento, se puso  a su par, palmeó la espalda de su viejo camarada, y le siguió con paso ligero hasta el camarote.

– Maldito canalla, tienes mucho que contarme. 

Poco a poco, conforme Hazir le narraba las maravillas de Quasan Quisan, la mente de Lythrai no pudo evitar sino dejarse llevar por aquellas palabras, imaginando y viajando por aquellos parajes tan singularmente dispares a los que estaba acostumbrada a ver, rebosantes de hierba y tierra. Quisan... Una tierra de riquezas y maravillas exóticas... una tierra de arena y de fuego, de muerte pero también de vida... "...¿Y cómo son las noches allí?" le preguntó abstraída, inclinando la cabeza con interés, sin dejar de mirarle y ni siquiera parpadear "¿Son frías y oscuras...? ¿Tienen contraste... con el calor y la luz del día?"

La sacó de su embelesamiento cuando Hazir se inclinó a los barrotes para susurrarle, sorprendiéndola con unas palabras ciertamente inesperadas. Parpadeó varias veces, incrédula "¿E-eh? ... Eso... Se-sería genial, s-sí..." tartamudeó en voz baja. Tuvo que recular para poder aclararse, apartar la mirada para observar lo que sucedía por las ventanas, porque la propuesta la había tomado desprevenida. Luego surgió el tema del qué sabían de Arokham, y la pregunta de por qué pensaba que era otro plano y no un semiplano. Antes de que pudiera responder, el barco pegó un estruendoso explotido, llenando de polvo y humo por momentos toda la habitación.

Llegada de Nickar, Cisco, Amok, y poco despues Ishrad y Robillard

Trajeron a nuevos presos: un kobold herido, una mujer con cuernos y alas, tiflin tal vez, y un ogro corpulento. Poco después, un encapuchado hombre. Les hicieron entrar en la última jaula. Lisa contó el número de presos totales, trece, catorce con el guardían. Éste pronunció unas palabras que Lythrai escuchó pero no terminó de comprender. ¿Entretenimiento? ¿En qué sentido? ¿Carne de cañón para los recién llegados? El Kobold no parecía demasiado temible, pero los otros dos tal vez... La gigantona rubia habló entonces a todo volumen, preguntando que qué hacía un guardía con ellos... vivo. Carne de cañón para los presos ¿eh? Aquella pregunta le confirmó que en efecto a eso era a lo que se refería el guardián, sí. Gohozor rompió su silencio y les contestó con gran precisión. Estaba con ellos, ahora servía a Lythrai.

La mujer con alas no solo había salvado la vida del Kobold (que por cierto, parecía que también le debía un favor a Hazir y Tizoc), sino que también sorprendentemente se impuso sobre los marineros y les instó a que le dieran un martillo y la dejasen reparar, además de que le dieran una cuerda. Semejante capacidad de tomar el control por unos instantes, aún siendo una presa... Incluso Robillard la dejó hacer, dándole orden a los marineros de que hicieran caso a lo que decía y la dejaran hacer. Yzlin invocó incluso unas luces danzantes para que la ayudasen a ver. Parecía la chica alada tener las dotes de liderazgo, presencia y porte de una noble, aún a pesar de su evidente herencia demoníaca... A Lythrai le costaba imaginar a un Tiflin en la nobleza. ¿Tal vez fuera general? O... peor aún... sí que fuera noble... pero no una tiflin... ¿sino una demonio? Le dio escalofríos de solo pensarlo.

En cualquier caso, como Yzlin mencionó, reparar el barco era ayudar al capitán, y la complicidad del capitán sería indispensable para la huída. Pero para la huida, a su vez, efectivamente habría que encontrar una forma de borrar la marca... "Heh..." Lythrai soltó una pequeña risita cuando la gorgona les dijo que se preguntaba qué pasaría a la hora de la cena, haciendo referencia a cierto evento que sus compañeros de celda habían presenciado, y especialmente el guardia sabría de lo que hablaba. Gohozor también sonrió ante el comentario de la comida, y hasta soltó su pequeña aportación humorística, soltando un comentario sobre que la rubia, bárbara como parecía, ni siquiera sabría usar un cuchillo y tenedor. Le agradó bastante ver que el normalmente callado hombre planta también tenía sentido del humor.

No obstante percibió y compartió la preocupación de Yzlin frente al comentario de Hazir de que los nuevos presos no habían comido nada. -Yo no guardaría muchas esperanzas de que nos den de comer...- quiso contestarle a Hazir, pero de alguna manera no acabó de encontrar el momento de decirlo. No quería bajar los buenos ánimos, especialmente no después de oir el discurso que a continuación formuló el variopinto y lleno de vendas Serge LeBlanc, con su extraño acento francés de lengua romance. Habló de alianzas, y aquello era muy muy importante, mucho más que si cenaban o no. "Por supuesto." le contestó sin duda ninguna. Yzlin se puso cómoda entonces apoyándose en los barrotes, miró a todos los presentes, y apoyó también la idea de que una alianza sería beneficiosa para todos. La fortaleció señalando que a ellos les había ido bien de esa manera, comportándose de manera inteligente y civilizada, a fin de cuentas, y señaló el caso de cómo ahora el guardián servía a Lythrai. Ésta asintió con satisfacción, aun si eso había sido más cosa suya que de ellos, pero igualmente a ella le habían hecho un favor previamente. Unidos todos somos más fuertes, añadió acertadamente Hazir. "En una alianza los triunfos de uno son también los de sus aliados." añadió ella, y le puso una mano en el hombro al guardián. "Y una ayudita de una amiguita en el momento más necesitado podría salvarle la vida a uno ¿no es cierto?" le preguntó, mirándole sonriente, y después también a ese kobold, Cisco que lo llamaban...

Tizoc vio aparecer a un humano extraño que hizo que el silencio reinase en la bodega. Tizoc se encogió un poco mientras permanecía atento a todo lo que allí se estaba cociendo. - Hazir... - dijo el trasgo llamando al humano con un agudo susurró. - Pasa algo con la cena. Todos se miran entre ellos cuando hablan de la cena. Ocultan algo, creo... creo que no nos van a dar de cenar... - dijo el trasgo compartiendo su preocupación con el humano. No lo decía con malicia o tono acusador, no les miraba con desconfianza, pero creía que iba a ser mejor decírselo desde ya. 

Observó en silencio como sus compañeros hablaban de alianzas tranquilamente mientras el humano al cargo les observaba. Tal vez deberían guardar silencio mientras ese hombre estuviese ahí. - Antes has hablado de planos y marcas. ¿Que es un plano y porqué son tan importantes esas marcas? Yo tengo muchas marcas, está es de cuando me caí de aquel guindo siendo un renacuajo. - dijo señalando una cicatriz en la rodilla. - Y está del hombro es por culpa de una humana con un cuchillo. Nunca os fiéis de una humana indefensa, oh si, eso lo aprendí ese día... 

Tras esto, el trasgo se puso a mirar los barrotes. Tal vez podría colarse entre ellos... 

Sigo a los guardias que me llevan hacia de uno una celda... la verdad, haber escapado por los pelos de esa prisión para entrar en otra no era mi sueño, pero aquí parecía diferente todo.

En esa celda se encontraba aquel estúpido semiogro junto a Cisco y Nickar que sin ellos no habría podido salir de la celda de exclusión con lo cual no era tan mala compañía.

Observo que los guardias dejan salir a la pequeña para ayudarles a reparar el boquete en la cubierta y me meto en la celda tranquilamente, observando a la gente de las demás celdas, viendo que podía llamarme la atención de estos y como poder sacar un provecho de su unión.

Hago un gesto a Cisco para que venga a mi lado al tiempo que me siento en una de las esquinas de la celda.

Tan pequeño y pudiste tumbar esa puerta, que clase de magia utilizas?

¿Haces magia Cisco? - preguntó el goblin intentando en vano ocultar su sorpresa. - ¡Ja! Estás hecho una caja de sorpresas... - dijo el goblin con una sonrisa divertida. 

Todos salvo Nickar
Hazir respondió a las preguntas de Lythrai con el mismo tono abstraído y soñador con el que ella las pronunciaba, mirándola a su vez mientras traía a su mente los recuerdos de su país. 

-Ya lo creo que lo son... La gente cree que es imposible morir de frío en el desierto, pero he visto a varios hacerlo. Realmente no hace tanto frío, pero el contraste con el día es tan fuerte que puedes enfermar con facilidad si no tomas precauciones. 

Sin embargo, cuando le susurró, la mujer se apartó un poco y respondió tartamudeando. Hazir se dio cuenta de que tal vez había sido demasiado directo: al fin y al cabo, la conocía desde hacía menos de una hora. Se había sentido tan cómodo y extasiado con ella por ser como él que había olvidado que no dejaba de ser un extraño. 

Todos estuvieron de acuerdo en lo de la alianza, y eso alegró a Hazir. Unidos podrían superar cualquier obstáculo. 

Sin embargo, oyó a Tizoc dirigirse a él, diciendo que los presos ocultaban algo. Hazir sabía que debía estar preocupado por aquello que estaban tramando, pero realmente solo pudo pensar en lo de que no les iban a dar de cenra, un comentario que ocasionó que se le encogiera el estómago. Notaba su interior hueco, vacío, el hambre subía por su garganta, feroz como una bestia. Hazir se llevó una mano al estómago, y otra al cuello, y tragó saliva, controlándose. 

Más relajado, siguió escuchando al pequeño trasgo. Parecía que no sabía nada de los planos, aunque Hazir rió ante su afirmación sobre las humanas, que, dicho sea de paso, era totalmente cierta. Aquél pequeñín le caía bien, así que pensó cómo explicarle lo de los planos, que era un asunto complejo. 

-Es cierto, Tizoc, las mujeres pueden ser tan peligrosas como nosotros-miró de reojo a Lythrai sonriendo-Lo de los planos es un poco complejo-vaciló un poco, al final se decidió por una explicación que, si bien no era muy exacta y simplificaba las cosas, bastaría para que se hiciera una idea-Verás, sabrás que en el mundo hay grandes extensiones de tierra separadas por océanos, ¿no? Si tuvieras que llegar a un isla remota en alta mar, sólo podrías hacerlo o en barco o volando. No importaría cuánto andases, al llegar al mar te hundirías y no podrías llegar. Así que a esa isla sólo se puede llegar de dos maneras. 

Los planos son algo similar. Son islas recónditas, pero, en vez de llegar por barco, sólo se puede llegar mediante la magia. De la misma manera que con la isla, no importa cuánto andes o lo rápido que vayas, nunca podrás llegar a un plano, ni salir de él, si no es con magia, al igual que nunca podrías alcanzar a las nubes andando. A esas islas remotas se entra o con conjuros o mediante puertas especiales, llamadas portales.

Hazir estaba un poco desentrenado. Hacía años que no tenía que explicarle a alguien nada tan complicado, pero confió en que Tizoc, que parecía avispado, entendiera lo que le decía.  

Sin embargo, los comentarios sobre Cisco llamaron su atención. ¿Había usado magia? Hazir sonrió. Sabía que aquel pequeño ser era más de lo que parecía. 

-¿Eres un hechicero?-preguntó. Era la teoría más probable. Los kóbold suelen carecer de la disciplina y el estudio para convertirse en magos, y dudaba que Cisco fuese clérigo, ya que, según la experiencia de Hazir, la devoción y la fe otorgaban a las personas un valor y una falta de miedo de la que estaba claro que Cisco carecía. De todas formas, era mejor así: los fanáticos también podían ser temerarios, y la personalidad asustadiza del kóbold era, al fin y al cabo, lo que le había mantenido con vida. 

-¿Ecicero? No sé qué es eso- digo contestando a Hazir -Aprendí algunas cosas de los chamanes de mi tribu. Se me da bien. En la cárcel de aislamiento pude sentir la molestia de la roca manchada por el óxido de las bisagras y, concentrándome, pude transformar la piedra lo suficiente para que Pain derribara la puerta- poco a poco bajé el tono de voz, avergonzado por las miradas que me rodeaban, clavadas en mí. No estoy acostumbrado a ser el centro de atención por lo que, tras la explicación, me agarro con nerviosismo las manos y agacho la mirada.

Vaya, vaya, pensó Hazir al oír al kóbold. Definitivamente, habían hecho bien en salvarle, alguien capaz de alterar la piedra podía ser muy útil. Sabía que el pequeño reptiliano escondía algo, y ese poder mágico era algo que más adelante necesitarían. Sin embargo, algo de lo que dijo le llamó la atención. 

-¿Has dicho que Pain derribó la puerta? ¿Estabas con él, entonces? ¿Sabes qué le ha ocurrido?-preguntó. No le agradaba Pain, pero sentía curiosidad por saber qué había sido de él.

"¡Hahaha! ¡Pero eso son cicatrices, pequeño trasgo!" le respondió riendo. Sonrió Mientras Hazir le explicaba al trasgo qué eran los planos, se sentó al lado del goblin y los barrotes, con la espalda apoyada sobre la pared del barco, una pierna reposando sobre el suelo y la otra en pie, con el brazo sobre la rodilla. Asintió segura cuando mencionaron que las mujeres también podían ser peligrosas, y dirigió la mirada también un momento a sus compañeras de celda, Yzlin e incluso Lisa. Miró también a Nickar desde donde estaba, pues ya fuera tiflin o demonio, su herencia era producto de la influencia de los infiernos y los abismos. 

Le habían explicado a Tizoc qué era un plano, pero no el porqué tanta importancia con las marcas. "Hay muchos tipos de marcas de cicatrices, sí. Cicatrices de caídas, cicatrices de un cuchillo..." molestada, golpeó con fuerza los barrotes, haciéndolos retumbar para que el distraido goblin le prestara atención: ya que el muy despistado había dejado de prestar atención otra vez a las respuestas a sus propias preguntas, distrayéndose con Cisco... otra vez. {XDD} "El cuchillo y el fuego dejan cicatrices distintas, y se curan de formas distintas." continuó, mirando al goblin. "La magia y los planos también dejan cicatrices... marcas distintas. Se puede vendar una herida pequeña pero necesitas algo más que vendas para una quemadura. Lo mismo pasa en el caso de Arokham. Las cicatrices de la magia se pueden curar con un hechizo... ...Pero hace falta algo más que un hechizo para curar las marcas que puede dejarte un plano. El capitán tenía grabada a fuego una marca, una marca mágica, pero la causa no es un hechizo. Así que utilicé la cabeza y pensé qué podría ser la causa... Y la explicación más plausible es que se trata de magia planar."

Luego suspiró. "Pero es, como he dicho, una teoría. Tal vez tan solo es un hechizo y yo me equivoco." se encogió de hombros entonces, pero realmente parecía segura con lo que decía. "¿Por qué no le preguntáis a Nickar? No sé si es tiflin o demonio, pero de igual forma su herencia infernal es bastante evidente..." volvió a encogerse de hombros, y echó una mirada a sus compañeros, aquellos que la conocían, intentando leer sus reaciones. "...O tal vez es tan solo por un hechizo y yo me equivoco."

Aguardé a que Lythrai terminara su explicación. Cuando dio el golpe, sin poder controlar el instinto, miré en derredor para esconderme. Afortunadamente siguió hablando y su explicación llegó hasta mí con sus palabras difíciles. -Admiro a esta humana. Es valiente como para mostrar su idea aún sabiendo que podría equivocarse. Eso en mi tribu... las equivocaciones siempre son dolorosas-

-Lo perdí de vista cuando Nickar me salvó. Pain...- repetí el nombre del humano con un hilo de voz. Fue el miedo de estar con él en una celda de aislamiento, solos, el que me apretó a recurrir algo que no comprendía y, en ocasiones, sus efectos resultaban catastróficos para mí o para mis compañeros: magia.

-compañeros- mi mente se trasladó a momentos pasados -La Lanza Negra- murmuré el nombre de mi antigua banda y repasé con la mirada el barco, las celdas. Frenético me puse a husmear, recorriendo mi celda escudriñando la base metálica a la que están soldados los barrotes que a su vez está clavada a la gruesa madera del suelo. Así, a cuatro patas, oliendo y palpando con la yema de los dedos recorrí la base de la prisión. Sentí que algunos de los que compartían ese espacio conmigo se apartaban. De pronto choqué contra algo duro que me hizo sentarme de culo. Alcé la vista y encontré la mirada molesta de Amok. Alzó la mano para darme un bofetón pero... -¡Lo encontré!- corrí al centro con algo entre las manos, algo muy pequeño.

-¡Han estado aquí! Atraparon a La Lanza Negra y nos separaron, pero sé que a los peligrosos los recogió un barco. ¡¡Este barco!!- Dije con entusiasmo y una sonrisa en los labios -Son fuertes y listos y sigilosos y listos- les expliqué sintiendo ya esa voz en mi cabeza -estás hablando demasiado- pero la ignoré, tenía algo que decir y no iba a parar ahora. Mi mirada se ensombreció, mi boca esbozó una sonrisa malvada que hasta ahora nadie de los presentes había visto antes y lo dije, con voz grave, como el que realiza un juramento -y los aplastaremos-

-Venganza, venganza, venganza- De pronto sentí el creciente interés de los presentes -Ellos me dejaron, vosotros me habéis salvado muchas veces. Vosotros sois mi banda ahora y os ayudaré.-

El piojo me irrita -¿Por qué no se callan de una vez?- quería aplastarlos, pero por alguna razón que desconozco, no lo hago. No puedo hacerlo. Como si algo ajeno a mí me aconsejara escuchar y yo -¡Yo soy Amok!- le hago caso porque quizás, tenga razón. Mientras lo hago me rasco la sangre seca de las heridas recibidas durante la salida de Matadero, aprieto para sentir el dolor. Algo a lo que estoy muy familiarizado. Sabiendo cómo duelen, puede conocer su gravedad -estoy bien-

Inspiro hondo y tras escuchar todas sus palabras me contagio con el entusiasmo del pequeño Cisco. Ahora lo veo con otros ojos. Alguien pequeño, escurridizo y... veo su herida en el costado, miro las mías... resistente. -¡Yo!- sentencié. Cuando Cisco me miró crucé los ojos con él -Dime quién es más fuerte y yo lo aplastaré con mis manos- mientras hablaba apreté los dientes -lo estrangularé hasta que deje de respirar, le arrancaré el cráneo y lo despellejaré con mis dientes por no haberte matado antes, sucia criatura pequeña y molesta- miré muy serio a Cisco pero, por alguna extraña razón, aquello me hizo sentir diferente y no pude evitarlo. Comencé a reír con espasmos roncos y contagiosos. Me recordaba a los espasmos que hacía un jabalí mientras se desangraba en la matanza después de haber clavado el cuchillo... y las risas se transformaron en carcajadas entremezcladas con muecas de dolor por las heridas.

Tras ello me acerco al pequeño Cisco, poso mi gruesa mano en su pecho (más bien casi en su cuerpo entero) luego me alzo y miro a los presentes -Me apunto a esta banda de locos porque, sin mí, estaréis perdidos-

La risa del ogro me contagia -maldito bastardo zoquete-, me acerco a los barrotes que nos separan mirándolo -Amok, para ti no va a ser toda la gloria. Veremos quien da más golpes- y afirmo a mis compañeros que podrán contar conmigo. Aunque luego lanzo una mirada suspicaz a Krishnarj, que se mantiene en silencio, serio y con la mirada fija en la lejanía.

Y tras el momento de júbilo, llega un marinero con la cena. Trae una bandeja con varios platos. El olor a comida inunda la estancia -carne, verduras, fruta...- y, sin poder evitarlo, comenzáis a salivar.

El marinero deposita delante de cada celda (aunque no a vuestro alcance, por ahora) un cuenco de sopa de verduras donde podéis ver la patata y la zanahoria salir del caldo; un plato compuesto por muslo y ala como alimento central, una porción de queso añejo y cinco uvas. Tres grupos de platos de las mismas características y cantidad, idénticos, uno delante de cada celda.

Resulta evidente que esa cantidad de comida sería perfecta para la cena de un individuo, pero no para todos los que estabais allí. El marinero acercó los platos a vuestro alcance (con cuidado de no perder la mano) y, antes de marcharse, se acercó al grupo de reparaciones y murmuró algo sobre... -las apuestas ahora están difíciles- 

Vuestra cena, toda vuestra cena, estaba al alcance. No podéis meterla dentro de los barrotes sin girar los platos por lo que, el que beba la sopa deberá hacerlo a través de los barrotes pues no hay cubiertos.

-Y ese fue el motivo por el que ahora hay un grupo de no-muertos en cubierta- digo mirando los platos -nos peleamos por la comida- sentencié recordando el momento y doliéndome de mis magulladuras y sintiendo cómo algunas miradas cambiaban de la amabilidad a la hostilidad en las celdas contiguas y apreté los puños. -¿Obtendría algo de comida?¿Tendría que luchar por ella?¿Cómo reaccionarán mis actuales compañeros de celda?- las preguntas se agolpan en mi mente mientras mis ojos no se apartan de aquellos alimentos.

Nickar
Pese a estar en el exterior, la escena del interior no te pasa desapercibida ya que puedes ver perfectamente a través del agujero. El marinero que ha comentado lo de la apuesta te mira -tranquila, nosotros comeremos a parte por haber reparado el navío- te dice tomándote como una de los suyos.