La mirada fría de un asesino. La misma que tantos han visto en mi. Habría podido reír con la ironía al ver aquellos ojos fijos en mi, casi, si hubiera tenido tiempo. Pero no lo tenía. Ishrad era una amenaza latente, le había visto en acción y no quería ser su enemigo. Él había decidido por mi, por supuesto, y ya era tarde, pero no era mi objetivo inmediato. El elfo de tez oscura, el traicionero drow, había dado el primer paso. Hacia tu muerte, estúpido.

El chorro había golpeado, e incluso habiendo logrado esquivar la mayor parte del ataque mi ropas chamuscadas y mi carne quemada, ambas mezcladas ahora en una masa informe —una nueva cicatriz, entre tantas otras— que despedían un olor nauseabundo, eran prueba más que suficientes de la amenaza que suponía. Si quería sobrevivir, debía acabar con él, cuanto antes.

Obedeciendo a mis deseos, todo mi ser desapareció en el último instante. La afilada hoja del matarreyes silbó a mi lado, mortífera de haberme alcanzado, pero yo ya no estaba ahí. Tan solo fue un momento, un parpadeo, lo que tardé en llegar hasta Neyderrad y, con satisfacción, golpear su cuerpo desde la nada. Nada más importaba, nada más que esa sensación.

    El combate se recrudecía, el kobold y Suscinda todavía no habían respondido al forjado y este no les perdía de vista, solo podría protegerlos si se acercaban hasta él, de lo contrario tendría que acabar con ellos antes de que se convirtiesen en una nueva amenaza. Por otra parte, no perdía detalle del resto de los actos que sucedían en la taberna, dudaba de las intenciones de Hernst, lanzar al drow para acabar con Pain podría interpretarse como una manera de reafirmar su intención de establecer una alianza con Roriarkas o como una distracción para escapar de allí mientras los demás se mataban entre ellos. En cualquier caso, tampoco podía permitirse el lujo de hacer valoraciones mucho más exhaustivas con el tiempo que tenían sin dejar una apertura aún mayor hacia el artífice y el mago. De nuevo dio un paso al frente, no ignoraba la llamada de la Comandante Fonn'Asster pero tampoco cometería la estupidez de precipitarse.

Parecía que en los últimos tiempos no podía evitar ser un estúpido constantemente, y eso empezaba a crisparle los nervios cada vez más. Distraído con lo que ocurría en el exterior, distraído con lo que se decía en el interior... no prestó la suficiente atención a lo que tenía delante. Pain se había comportado como un perro rabioso durante la misión, y Comadreja acababa de darle una instrucción acorde a ese rol, por lo que simplemente asumió que alguien así sería fácil de engañar. Pero su fachada no fue lo suficientemente creíble. "Por supuesto que es perspicaz, imbécil. Es un torturador. Un interrogador. Averiguar la verdad es su trabajo."

Pain se tensó, y no le quitó los ojos de encima ni siquiera para prestar atención a Socar tras la llamada de Lythrai. Parecía cuestión de un instante que insistiera en su "petición", probablemente sin usar palabras en esta ocasión. Pero alguien interrumpió. Se giró al sentir la gran acumulación de energía arcana, justo a tiempo para ver el brillante haz de luz naranja dirigido hacia Pain. Saltó a un lado por puro instinto y vio cómo su manga izquierda, más cercana al conjuro, era quemada hasta acabar hecha jirones y quedar sujeta a su brazo por apenas un par de hebras de hilo. Había estado muy cerca.

Vio también cómo Pain se apartaba también cuanto podía, evitando de algún modo que sus quemaduras fueran aún peores, antes de desaparecer. Ya lo había visto, era lo mismo que hizo para evitar la descarga de los lagartos electrizantes en las alcantarillas, al comienzo de la última misión. Pronto aparecería junto a Neyderrad y le devolvería el favor, mientras a su vez Ishrad había cargado hacia él. Era evidente que los hombres de Herst tenían claro su objetivo a corto plazo, no pudo evitar preguntarse la razón, pero ese asunto tendría que esperar. Por lo pronto, eso le había dado libertad de movimiento.

No tuvo mucho tiempo, otra condensación de energía arcana llamó su atención en el exterior. Momolock, el chamán, murmuraba y gesticulaba con sus ojos fijos en Hazir mientras la tierra temblaba bajo el quisashi. No podía consentir que fuera atrapado. Hazir era una bestia en combate, nadie podía negárselo, y las posibilidades de supervivencia de Yzlin dependían en gran medida de que el hombre de las arenas pudiera seguir haciendo lo que mejor sabía hacer: desmembrar. Así que él también hizo lo que mejor sabía hacer, y disolvió aquel flujo de energía antes de que pudiese cumplir su propósito.

Nadie le prestaba más atención que Socar en ese momento. El forjado le aconsejaba no involucrarse en el combate, y por supuesto, era un buen consejo. No seguirlo sólo consiguió aumentar su ira contra sí mismo, pero nunca habría entrado en acción si no pensara llevar su decisión hasta las últimas consecuencias. Quedarse observando a Roriarkas y Daebius era muy tentador, especialmente considerando la expresión de Suscinda, que no le había pasado desapercibida. Se estaba cociendo algo extremadamente interesante, pero sin embargo, las respuestas que más deseaba se encontraban desangrándose en el suelo.

- No te preocupes, Socar - respondió al forjado con su dentuda sonrisa. - Me apartaré de la salida... y responderé a la llamada de tu comandante.

Corrió hacia el exterior. La suerte estaba echada. Echó un vistazo rápido a su alrededor, evaluando la situación del combate. Hazir parecía tener ventaja frente a Comadreja, pero ese chamán seguía ahí y Salahadin se acercaba deprisa. Nickar estaba con él, pero parecía estar tratando de enfocar su vista sin conseguirlo. ¿Qué demonios le ocurría? La situación en ese frente podía llegar a torcerse, pero su atención se centró en Yzlin y en quien había acudido a auxiliarla: Lythrai. Caracuero se enfrentaba a ella, y Hologor se acercaba. También vio a Zargkok al fondo... y la maravillosa línea que los tres formaban. Era una oportunidad demasiado tentadora como para desaprovecharla, así que condensó su energía en las yemas de los dedos... y los descargó en forma de un poderoso cúmulo de rayos que los engulló a los tres a su paso.

-Mantente consciente-

-Sueña, pequeña-

-Te lo has buscado-

El conjuro de Lyth me hizo abrir mucho los ojos. La magia me dio fuerza, pero no sanó la herida, que seguía sangrando aunque en menor medida. Miré a mi salvadora, mi compañera. -Gracias Lyth- pero un borrón la apartó de mí. Asustada quería girarme, pero el dolor me mareaba.

-Ella sabe defenderse-

Fue entonces cuando miré a mi alrededor. La batalla había estallado tal y como Ascario dijo. -¿Pudo ver esto y no su muerte?- entonces una duda se alojó en mi pecho -¿Vio su muerte y no hizo nada?- aquello era un mal pensamiento que debía apartar, debía estar centrada, ahora más que nunca.

La sangre de Comadreja regó el suelo y mis ojos se abrieron como platos. Cuando el cuerpo del respetable calló, como un muñeco, al otro lado estaba Hazir, con sus ojos brillantes, ardientes. Había sucumbido a su frenesí letal y Virming lo pagó con la vida.

-Pueden cuidarse solos- resolví y decidí centrarme en mí -No les falles ahora, Yz- susurré llevándome las manos a la herida. Fue entonces cuando vi a Hologor Bane acercarse a paso lento con una mirada lasciva, babeando ante las posibilidades que ofrecía, herida, indefensa. Vi también a Cisco y Lisa acercarse por un lateral -mi esperanza-.

-¿Quieres seguir el mismo camino que tu amo, lagarto?- le pregunté esbozando una sonrisa que se esfumó por el dolor -me ha jodido bien- pero no podía parecer débil.
 

27/11 a las 19:53h. En el off-toppic, me acabo de fijas, porque estábamos hablando ahí el tema u.u

Nickar

La distracción surtió efecto, demasiado bien. Hazir había entrado en lo que él llama Shakandir. Para cuando recuperaste tus facultades tras las extrañas visiones tu mirada se encontró con esos ojos ardientes. Escuchaste la ropa, la piel y los huesos de Comadreja abrirse al paso de letal alfanjón. Como si todos contuvieran el aliento, la zona se sumió en un silencio tenso mientras escuchabas la sangre caer.

En ese momento, una niebla violácea estalló en varios puntos impidiendo la vista. La Guardia Roja hacía su aparición para impedir que más efectivos perdieran la vida inútilmente.

Ya poco podías hacer por el contrabandista salvo mantener la esperanza de que, de alguna u otra manera, sobreviviera a ese impresionante tajo. Sin embargo, el efecto de la niebla, cada vez más densa, tensa tu piel y engarrota tus músculos -paralizante- 

Tenía sentido si querían detener un motín y, sin duda, por la reacción de unos y otros, ese método ya lo habían usado antes. Cerca tuya Yzlin aún permanecía en el suelo, pero a su lado ahora estaba Cisco, poniendo sus pequeñas manos en la herida  de la mujer, demasiado grande para él. Pero Kurtulmak está generoso hoy y la herida se cierra dejando de sangrar.

De pronto, un rayo horizontal disipa parte de la niebla mostrando una posible vía de escape.

-Yzlin, estás muy débil pero puedes andar. ¡Ay que salir!- El kobold sentía ya el aliento de Hologor cuando la descarga llegó. Cisco buscó el origen y sonrió al ver a Grook.

Grook

Saliste del Grosero, en un rápido vistazo trazaste una trayectoria adecuada y ejecutaste el conjuro al tiempo que la niebla emergía rápidamente. Caracuero salta hacia atrás distanciándose de Lythrai aunque no sin atender sus palabras. Hologor no es tan rápido, como Zarghok. Ambos reciben la mayor parte de la sacudida.

-Yzlin, estás muy débil pero puedes andar. ¡Ay que salir!- El kobold sentía ya el aliento de Hologor cuando la descarga llega. Cisco busca el origen y sonríe al verte. Pero la niebla se extiende deprisa, cada vez más densa, y comienzas a sentir sus efectos: tensa tu piel y engarrota tus músculos -Paralizante-

Por otro lado, escuchas la ropa, la piel y los huesos de Comadreja abrirse al paso de letal alfanjón. Como si todos contuvieran el aliento, la zona se sumió en un silencio tenso roto por el sonido la sangre caer.

Pain

Para cuando Neyderrad, cegado por su propio conjuro más de lo normal (por ser un drow), enfoca la vista ya no te encuentras allí, sino a su lado. Completamente ausente a la amenaza que representas, presta atención a sus sentidos¹. -Invisible ¿eh?- comenta sonriendo, confiando en que sus protecciones arcanas mantuvieran tus ataques lejos de el -error-. Al descargar el puño sientes cómo la magia se fractura, no es suficiente para detener o evitar tu ataque, que acerta a su objetivo. Él también sintió la ruptura de sus defensas y, en una décima de segundo, su rostro pasó de la confianza a la sorpresa, justo antes de hundirse y salir disparado contra los muebles.

Sin embargo, no la conciencia -es duro-. Dolorido, escupe un cuajarón de sangre (¿y eso era un diente?) y se pone en pie listo para el contraataque.

Algo más ocurre. Detrás, Roriarkas hace un sonido extraño. Su cuerpo se contorsiona retorciéndose de dolor con una herida en el cuello, una punzada. Como un resorte Socar salta hacia él y lo sostiene alertado. -Ese veneno le matará en segundos- Escucháis la voz de Herst muy cerca, jocosa. En ese momento una niebla purpúrea emerge en la estancia, una niebla que tensa la piel (de tenerla) y entumece los músculos (de haberlos). -La Guardia Roja ha llegado para evitar más muertes- A través de la puerta podéis ver el pecho abierto de Comadreja y cómo aún se mantiene en pie engullido por la niebla. -Dos respetables muertos, sólo Herst...-

Socar deja el cuerpo de Roriarkas junto al gnomo y se alza en toda su altura. Herst reaparece cerca de la puerta -Neyderrad, nos vamos- comenta sin percibir que estás por ahí, invisible.

Hazir

Comadreja se confió. Escuchaste la ropa, la piel y los huesos de tu víctima abrirse al paso de tu arma y lo sentiste, como si fuera una extensión de tu brazo. Al momento, como si todos contuvieran el aliento, la zona se sumió en un silencio tenso sólo roto por el sonido de la sangre al caer.

En ese momento, una niebla violácea estalla en varios puntos impidiendo la vista. La Guardia Roja hacía su aparición para impedir que más efectivos perdieran la vida inútilmente. Rápidamente sientes el efecto nocivo de la niebla, cada vez más densa. Tensa tu piel y engarrota tus músculos -Paralizante-

Tenía sentido si querían detener un motín y, sin duda, por la reacción de unos y otros, ese método ya lo habían usado antes. Cerca tuya Yzlin aún permanecía en el suelo, pero a su lado ahora estaba Cisco, poniendo sus pequeñas manos en la herida  de la mujer, demasiado grande para él. Pero Kurtulmak está generoso hoy y la herida se cierra dejando de sangrar.

De pronto, un rayo horizontal disipa parte de la niebla mostrando una posible vía de escape.

-Yzlin, estás muy débil pero puedes andar. ¡Ay que salir!- El kobold sentía ya el aliento de Hologor cuando la descarga llegó. Cisco buscó el origen, al igual que tú: Grook. El kobold hechicero hizo que Caracuero se alejara de Lythrai e impactó a Hologor y Zharghok.

Lythrai

La distracción de la tiflin surtió efecto, demasiado bien. Hazir había entrado en lo que él llama Shakandir. Antes de increpar a Caracuaero, en un segundo tu mirada se encontró con esos ojos ardientes. Sabías que Comadreja se las vería con un buen contrincante así como tú tenías al tuyo. Las palabras hicieron mella en la moral del trol que entreabrió la boca. Nunca antes le habían dicho tanto en tan poco tiempo y era demasiado para procesar. Se sentía confuso, furioso, dolido...

Escuchaste la ropa, la piel y los huesos de Comadreja abrirse al paso de letal alfanjón. Como si todos contuvieran el aliento, la zona se sumió en un silencio tenso mientras escuchabas la sangre caer.

En ese momento, una niebla violácea estalló en varios puntos impidiendo la vista. La Guardia Roja hacía su aparición para impedir que más efectivos perdieran la vida inútilmente. El efecto de aquella niebla, cada vez más densa, no se hizo esperar. Tu piel se tensa y engarrota tus músculos -paralizante-

Tenía sentido si querían detener un motín y, sin duda, por la reacción de unos y otros, ese método ya lo habían usado antes.  El combate se complicaba. Por el rabillo del ojo viste a Grook salir de la posada, decidido, conjurando. Un rayo eléctrico emergió de sus manos haciendo que el aún pasmado Caracuero se aparte de ti e impactando en Hologor y, más allá, incluso en Zhargkok.

Cerca tuya Yzlin aún permanecía en el suelo, pero a su lado ahora estaba Cisco, poniendo sus pequeñas manos en la herida  de la mujer, demasiado grande para él. Pero Kurtulmak está generoso hoy y la herida se cierra dejando de sangrar.

-Yzlin, estás muy débil pero puedes andar. ¡Ay que salir!- El kobold sentía ya el aliento de Hologor cuando la descarga llegó. Cisco buscó el origen sorprendido y sonrió al ver a Grook.

Socar

Te antepones a la entrada, desde la que tienes una perfecta panorámica de lo que ocurre en el interior. 

Para cuando Neyderrad, cegado por su propio conjuro más de lo normal (por ser un drow), enfoca la vista Pain es invisible y, por supuesto, ya no está donde estaba. Completamente ausente a la amenaza que representa, el drow presta atención a sus sentidos. -Invisible ¿eh?- comenta sonriendo, confiando en que sus protecciones arcanas mantuvieran sus ataques lejos de él -error-. Al descargar el puño sientes cómo la magia se fractura, no es suficiente para detener o evitar el ataque de Pain, que acerta a su objetivo. Neyderrad también sintió la ruptura de sus defensas y, en una décima de segundo, su rostro pasó de la confianza a la sorpresa, justo antes de hundirse y salir disparado contra los muebles.

Sin embargo, ni siquiera ha perdido la conciencia -es duro-. Dolorido, escupe un cuajarón de sangre y se pone en pie listo para el contraataque, preparando conjuros de área en la que te encuentras -peligro-.

Pero algo más ocurre. Detrás de ti, Roriarkas hace un sonido extraño. Te giras para ver cómo su cuerpo se contorsiona retorciéndose de dolor con una herida en el cuello, una punzada. Como un resorte saltas hacia él y lo sostienes alertado. -Ese veneno te matará en segundos- Escuchas la voz de Herst muy cerca, jocosa. Aquel traidor demostró su única intención. En ese momento una niebla purpúrea emerge en la estancia, una niebla que tensa la piel (de tenerla) y entumece los músculos (de haberlos). Conoces ese método. -La Guardia Roja ha llegado para evitar más muertes- A través de la puerta puedes ver el pecho abierto de Comadreja y cómo aún se mantiene en pie engullido por la niebla.

La mano de Roriarkas te agarra el yelmo. -Eso es- susurra entre estertores -debo ser yo- comenta ilusionado aunque con la voz rota por el dolor y el miedo. Daebius lo ha escuchado. -Debo ser... yo- se debilita rápidamente. Cruzas una mirada con Daebius y el gnomo asiente. -Yo terminaré el ritual.- Sentencia dándote carta blanca para ir con Herst.

Ishrad y Serge

Desde vuestra perspectiva tenéis una perfecta visión de lo que ocurre en el interior.

Para cuando Neyderrad, cegado por su propio conjuro más de lo normal (por ser un drow), enfoca la vista Pain es invisible y, por supuesto, ya no está donde estaba. Algo que Grook aprovecha para salir. Completamente ausente a la amenaza que representa, el drow presta atención a sus sentidos. -Invisible ¿eh?- comenta sonriendo, confiando en que sus protecciones arcanas mantuvieran sus ataques lejos de él -error-. Al descargar el puño sentís cómo la magia protectora se fractura, no es suficiente para detener o evitar el ataque de Pain, que acerta a su objetivo. Neyderrad también sintió la superación de sus defensas y, en una décima de segundo, su rostro pasó de la confianza a la sorpresa, justo antes de hundirse y salir disparado contra los muebles.

Sin embargo, no ha perdido la conciencia -es duro-. Dolorido, escupe un cuajarón de sangre y se pone en pie listo para el contraataque, preparando conjuros de área en la que os encontráis -peligro-.

Algo más ocurre. Detrás, Roriarkas hace un sonido extraño. Su cuerpo se contorsiona retorciéndose de dolor con una herida en el cuello, una punzada. Como un resorte Socar salta hacia él y lo sostiene alertado. -Ese veneno le matará en segundos- Escucháis la voz de Herst muy cerca, jocosa. En ese momento una niebla purpúrea emerge en la estancia, una niebla que tensa la piel (de tenerla) y entumece los músculos (de haberlos). -La Guardia Roja ha llegado para evitar más muertes- A través de la puerta podéis ver el pecho abierto de Comadreja y cómo aún se mantiene en pie engullido por la niebla. -Dos respetables muertos, sólo Herst...-

Socar deja el cuerpo de Roriarkas junto al gnomo y se alza en toda su altura. Herst reaparece cerca de la puerta -Neyderrad, nos vamos-

La niebla comienza a hacer efecto. Pero no los detendrá, para eso están vuestras flechas. Con un pensamiento podéis atravesar el portal para aparecer en puntos diferentes (sobre los tejados). Allí, puedes actuar como creas oportuno (invisible o no).

Segundos después de que llegara la niebla os parece escuchar crujir el maderamen de El Grosero. O quizá algo está arañando. Se escucha por doquier, en suelo, techo y paredes. Como si un millar de escarabajos se estuvieran acercando a gran velocidad.

Por desgracia, parecía que los responsables de la prisión no iban a dejar que siguieran resolviendo sus asuntos por su cuenta, y de hecho estaba seguro de que la visión de uno de los Respetables abierto en el suelo como una lubina en el mostrador de un pescador había precipitado su venida. Cuando Hazir aún estaba saboreando su muerte, cuando aún notaba la euforia bestial y primaria del depredador que ha logrado abatir a su presa al fin, cuando cada gota que recorría el alfanjón era como una bendición, como una gota de lluvia sobre un terreno seco, empezó a notar la niebla. Lo primero que pudo sentir fue su olor, penetrante y dulzón, y luego la bruma violeta comenzó a desplegarse ante él, tragándose el Grosero y a sus compañeros fuera. Habían quedado reducidos a sombras difusas, pero Hazir aún sabía dónde estaban. Sus sentidos en furia estaban tan afilados como el arma que llevaba en la mano, pues ningún depredador de las arenas sería confundido por una tormenta, ni siquiera por una de las temidas ráfagas mágicas capaces de arrancar la carne de los huesos. 

Entre la niebla, vio aparecer a Nickar, hablándole a Comadreja. Sin embargo, sus palabras no delataban su intención, no quedaba claro si se regodeaba por su derrota, si le regañaba, si intentaba salvarle... el cerebro de Hazir estaba inundado de ira, de furia bestial, y no poseía la paciencia necesaria para ponerse a descifrar sus intenciones. 

Todo su ser le gritaba que rematase a Comadreja, que le cortase la cabeza ahí mismo y que acabase con él de una buena vez. Y, aunque sabía que debería apresurarse, aquello era algo que no podía dejar de hacer, y en la sharkandir no tenía demasiado control sobre sus impulsos, más bien al contrario, ellos le controlaban a él. La bestia que había liberado exigía sangre, y la tendría. Su alfanjón se estaba moviendo antes siquiera de que todos aquellos pensamientos llegaran a procesarse en su cerebro. 

Solo en el último segundo, la niebla se abrió suficiente como para que viera a Nickar ahí en medio, con una mano en un inútil intento por tapar la hemorragia, que era bastante más grande que su mano, y la otra alzada con el estoque. No parecía irle a atacar, solo a impedir que atacase de nuevo a Comadreja. Hazir necesitó de todo su autocontrol, de todos los fragmentos dispersos de su personalidad sin furia, para desviar ligeramente el arma y hacer que solo pasase rozando a Nickar y soltase chispas contra el suelo. 

Miró a la tiflin con ojos ardientes, los ojos de un animal enfurecido. De hecho, entre la niebla podía verse como si sus pupilas se hubieran estirado en vertical, dándole un aspecto extraño y perturbador. En general, meterse entre un luchador en plena sharkandir y su presa era muy mala idea, pero Hazir pareció controlarse. 

-Ten cuidado-dijo, y no quedaba claro si se refería a que tuviese cuidado con la lucha a su alrededor, o con él-Si alguno de los míos muere hoy, vendré a por su cabeza.

Sin decir más, cogió el cuchillo de Comadreja y corrió con él hacia la puerta del Grosero.