Partida Rol por web

Tragué saliba después de comprobar que mi falta no acarrearía ninguna sanción y me aventuré a preguntar con todo el valor y respeto del que disponía en ese momento -¿Y qué han pedido?-
 

Inspiro hondo y contesto -Quieren a esos dos brutos, al tipo extraño de las vendas: Sergei Leblanc y al trasgo escurridizo Tizoc.-

Eso fue todo lo que necesitabas escuchar por esa noche. El corazón te latió con fuerza al tener un conocimiento que suscitaba muchas más preguntas. Sin embargo, el oficial y el guardia salieron de la zona y no tuviste más remedio que regresar con tus compañeros.

El trasgo apareció como de la nada al lado de la mujer rubia. Habían pasado a penas unos treinta o cuarenta minutos desde que se despidieron. Llamó la atención de la mujer tirándole de las pieles que cubrían sus muslos y le hizo un gesto para que le siguiese sin decir palabra. Acto seguido el trasgo camino con torpeza y en silencio hasta encontrar a Serge. Repitió la misma operación pero esta vez los condujo a una esquina apartada. He oído cosas. Me las apañe para llegar hasta los barracones de los guardias. - dijo mirando hacia lo alto del muro, más allá del círculo. - Escuché hablar a dos guardias. No os pongáis muy cómodos, mañana nos llevarán a otra prisión. Nosotros tres, Amok y Krishnan. Parece que nos han elegido para algo. Como un granjero elige la gallina que va a formar parte del guiso. - dijo el trasgo mirando nervioso a ambos. El había cumplido con los espíritus. Estaba fuera del agujero y había vuelto por el pacto que habían, o no, hecho. - No se si me gusta...

¿Qué? Si no hacía nada que se habían separado, ¿a qué venía la actitud del trasgo? No obstante, en cuanto Tizoc empezó a hablar todo le fue quedando claro al ladrón. Espantosamente claro.

 -No pretendo lo más mínimo dudar de tus palabras, mon petit ami, pero… ¿Estás totalmente seguro de que hablaban de nosotros? Acabamos de llegar, un traslado tan immédiat es muy raro. Incluso para este lugar.

Y por descontado que aparte de raro era malo. ¿Pudiera ser que les hubieran visto hablando juntos nada más llegar? ¿Y si sospechaban que tenían un plan de fuga y querían cortarlo de raíz? No podía ser, era imposible que fueran los únicos que habían estado reunidos hablando en grupo de manera sospechosa a ojos de los guardias. No, tenía que ser algo más. Algo que Serge Leblanc no tenía ninguna gana de descubrir.

El trasgo miró al ladrón con un deje de molestia. Oír cosas era lo suyo. - El tipo raro de las vendas Serge Leblanc, Alona Horad...Hordal... ¿Hordalad? - dijo atascándose un momento con el apellido de la bárbara. Hablaba rápido y con voz chillona a pesar de que hablaba en voz baja. - A parte de los dos cabecillas locales. El trasgo y el grandote se vienen con nosotros... Hablaron algo de quitarse problemas de en medio. - añadió mirando a Serge y a Alanna estudiando sus reacciones. 

Aún estoy esperando la oportunidad de hablar con el cabecilla, cuando Tizoc aparece a mi lado con nuevas. Enarco una ceja, sonriéndole de medio lado al exponer que ha llegado a alcanzar los mismos barracones de los guardias. Joder con el canijo, eso es efectividad. Sin embargo, mi sonrisa se desvanece cuando explica lo que ha descubierto. ¿Trasladarnos? ¿Ya? Me cruzo de brazos, malhumorada, pensando en un nuevo viajecito lleno de comodidades. ¿Qué será ahora, tirar de los carros como una mula de carga? Lanzo un bufido, hacia arriba, apartando de paso un mechón plateado de mi rostro. Me giro sorprendida de ver a Serge con nosotros, ¿no se iba a hacer otras cosas por ahí? Hordalad, sí. -Confirmo al canijo, que parece tener problemas para pronunciarlo- ¿Nosotros tres y esos dos? ¿Sólo? No pinta bien la cosa... ¡Quitarse problemas! ¡Si aún no he tenido tiempo de causarles problemas, pardiez! -Me quejo dando un fuerte pisotón en el suelo, fruto de la rabia- Pues no parece que vaya a ser beneficioso aliarnos con ninguno de los dos, si no tienen nada que ofrecer y lo mismo se matan entre ellos por el camino...

Por su parte, Serge se había quedado en silencio, pensando todo aquello. Acababan de llegar y ya les trasladaban. Tizoc había oído mencionar sus nombres, por lo que no había posibilidad de error. Y además trasladaban con ellos a los dos supuestos cabecillas de aquel lugar. ¿Por qué? ¿Qué sentido tenía? Trasladar a los cabecillas a celdas individuales y separadas podría ser un intento de los guardias de debilitar el poder que Amok y Krishnarj poseían en aquella sección de la cárcel. Era la primera medida a tomar para derrotar a un ejército, dejarlo sin dirigente. Pero había demasiadas cosas que no encajaban. ¿Por qué hacerlo ahora cuando habían tenido tiempo de hacerlo mucho antes? ¿Y por qué incluir a unos recién llegados también? Desde luego que aquello se hacía por una razón. La pregunta clave era, ¿Cuál?

 -Cherie, tienes toda la razón. De poco nos serviría ahora aliarnos con nadie si van a quitarles todo lo que nos intéresse, que son los recursos y las redes de información. Tizoc, mon ami, aparte de nuestros nombres y los de los dos dirigeants, ¿mencionaron los guardias a algún preso más?

Siento como la piel del recluso es aplastada por mi puño tras cruzarse en mi camino -Ja, ja, ja- cae para atrás completamente inconsciente, atrae la atención de los guardias y es entonces cuando me giro para disimular. Mis ojos se deslizan por el patio y, para mi sorpresa, al fondo hay un grupo de tres que cuchichean como viejas. Es bastante variopinto y me fijo en que la rubia se me queda mirando y, brevemente, sus amigos me lanzan una mirada rápida.

Estrecho los ojos sintiendo que están hablando del gran Amok. Aprieto los dientes, los puños y comienzo a caminar pesadamente hacia ellos. Pude escuchar algo proveniente del tipo raro de las vendas -Tizoc, mon ami, aparte de nuestros nombres y los de los dos dirigeants, ¿mencionaron los guardias a algún preso más?-

Les señalo con un dedo rechoncho y mugriento -¡Eh! ¡Vosotros!- llamo su atención, huelo el ambiente como si pudiera percibir algo -oléis a nuevo y los nuevos deben mostrar respeto. ¿De qué habláis aquí tan apartaditos?- exhalo aire fuertemente por la narid esperando que alguno de ellos se muestre descortés, altanero, autoritario, intransigente... y siga alegrándome el día.

El goblin decidió tomar el control de la situación antes que la bárbara dijese algo más. Escuchó los pasos del enorme Amok antes incluso de que llegase a su lado. - Ho... hola Amok. - dijo el goblin con su voz aguda y temblorosa mientras agachaba un poco la cabeza como un animal asustado. - Estamos hablando... Estamos hablando de ti. - confesó antes de apresurarse a añadir. - Pero nada malo, nunca hablaríamos algo malo de ti. Hay rumores ¿Sabes? 

Los guardias hablan, los presos hablan... Íbamos a ir a decírtelo, estábamos...Íbamos a ir ahora mismo. Pero tú ya lo sabes ¿No? Seguro que lo sabes, sí, todo el mundo habla de ello. Seguro que tus amigos ya te han avisado de que mañana te trasladan a otro sitio ¿No? Sí, seguro que sí, todos hablan de ello. Seguro que tus amigos te lo han dicho. Si es que son tus amigos...  - dijo el goblin atropelladamente. - Pero seguro que son tus amigos y por eso te lo han dicho.  Si no te enfadarías y es normal. Si mis amigos hablan a mis espaldas yo también me enfadaría. Nosotros íbamos a decírtelo ahora Amok, porque sabemos lo que es el respeto y por si acaso tus amigos no te habían dicho nada. Seguro que sabes que muchos te tienen envidia. He oído que en este sitio muchos te temen. Pero seguro que te lo han dicho. Pero si tu no estás... - dijo moviendo la cabeza de lado a lado antes de dejar un momento de silencio de medio segundo antes de seguir hablando. ¿Le habrían dado cuerda? - 

Nosotros no, por supuesto. Somos nuevos. ¿Sabes? Íbamos a verte ahora, somos nuevos pero sabemos que eres listo. No como los demás dicen no, listo de verdad. ¿Verdad? Y la gente lista sabe escuchar. - dijo para terminar antes de coger una bocanada de aire. Había soltado una cantidad ingente de palabras, había rodeado la verdad de implicaciones y confiaba en que su actitud servil y la cantidad de palabras embotasen la mente de Amok. Y por si fuese poco, la voz chillona del goblin le daba a todo el mensaje un tono casi lastimero de quien suplica por su vida. Lo que, a ojos del goblin, no distaba tanto de la realidad. 

Me cruzo de brazos, apoyando el peso de mi cuerpo en una de las piernas mientras la otra descansa, con lo que se acentúan las curvas de mis caderas. Amok llega de repente haciendo alarde de su brutalidad, y exigiendo respeto. Tizoc no tarda en comenzar a hablar y, para mi desconcierto, no para de hacerlo. Le miro con aburrimiento, viendo cómo, seguramente víctima del miedo, sigue y sigue hablando sin parar. Lanzo un bufido, poniendo los ojos en blanco, y no dudo en mirar a Amok de arriba a abajo, comprobando lo grande que es. Debe repartir buenos puños. ¿Has terminado, canijo? -Pregunto sin contemplaciones cuando parece que termina su verborrea- En realidad, yo llevo aquí un rato esperando para mostrar respeto, pero visto que no me voy a quedar mucho tiempo nos lo podemos saltar, ¿no? A no ser... -Me apresuro a indicar, con media sonrisa- ...que te plantees mantener ese respeto allá a donde nos lleven, Amok. Porque allí habrá otro tío pretendiendo exigir respeto, y seguramente no esté sólo. -De modo que quizás te convenga conocer gente antes de llegar allí...

“Merde…”

Amok. El mismísimo semiogro Amok se había fijado en ellos. Y encima estaba pidiéndoles explicaciones sobre lo que habían estado hablando. ¿Qué más podía pasarles aquel día?

Y entonces Tizoc empezó a hablar como si fuera el proverbial ratón apresado por el león y Alona… pues fue Alona. El ladrón suspiró mientras se aguantaba las ganas de hacer mutis por el foro y dejar a esos dos a su suerte.

 -Monsieur Amok, me temo que mis compañeros tienen razón. Hemos… interceptado cierta información a los gardes y hemos descubierto que planean trasladarnos. Desconocemos qué fin pretenden obtenir con esta acción, pero parece que se producirá pronto. Y como también ha dicho mon petit ami Tizoc, pensábamos informarte en cuanto hubiéramos analizado la conversation de los guardias con detenimiento. No somos estúpidos, sabemos que las possibilités de sobrevivir son nulas sin contar con el apoyo del gran Amok.

Si no se lo tragaba ya se veía con todos los huesos rotos. Porque sitio para huir y esconderse… Pues como que cero en aquel lugar.

El canijo hablaba tan deprisa que no podía evitar poner cara de lelo mientras intentaba seguir su razonamiento. Tenía tantas ganas de aplastar su cabecita... pero algo de lo que dijo me enfureció de tal forma que apreté los puños haciendo palidecer los nudillos por la fuerza -Yo no tengo amigos- dije en un tono ronco y amenazador. Quería preguntarles más, quería saber a dónde me llevarían o con quién. Quería... pero esta presión en mi cabeza, necesito liberar la presión o explotaría, estallaría y todo se rodearía de un halo rojo sangre.

Alcé la vista y localicé rápido a esos farsantes que decían ser de los míos, esos callados, esos...

Entonces llegó la palabra desencadenante de la boca de la mujer rubia -...que te plantees mantener ese respeto ...- respeto, la palabra se repitió en mi cabeza.

Las alas de mi nariz se agitaban con fuerza, el pecho se alzaba con mi respiración y sentía el pulso en mis sienes. Escuché al último de aquellos tres seres, aquel grupo me había desvelado que me marcharé en breve. Negué con la cabeza, agitándola para apartar la rabia intentando sacar un punto de cordura en vano -Voy a asegurar que no me olviden- dije sin girarme hacia ellos y avancé despacio, pero contundente. Necesitaba sentir los huesos crujir entre mis brazo, necesitaba sentir la piel desparramarse entre mis dedos, necesitaba inspirar el olor de la sangre de aquellos que se había atrevido a hablar a mis espaldas. Necesitaba... -...infundir... respeto-

Para alivio de todos, especialmente de Tizoc, Amok se alejó de vosotros y su avance parecía tan decidido que daba la impresión de que ningún muro podría detenerlo.

No tardaríais en escuchar los golpes, el revuelo, los silbidos de los guardias y los presos curiosos corriendo hacia el lugar del incidente. Los puñetazos fueron atroces, contundentes e imparables. Si alguno intentaba detener al bruto, también recibiría por lo que los guardias prefirieron esperar a que se calmara.

No te eran extraños los sonidos de un combate con puños por lo que, en lugar de mirar hacia la pelea, preferías escucharla. Tus ojos se fijaron entonces en un preso que caminaba en sentido contrario al de los demás, de hecho, iba desde un lugar cercano a donde vosotros os encontrábais, hasta el otro lado del patio. Y allí, sumido en las sombras, se encontraba esperando el otro líder de aquel lugar. 

Krishnarj, el Hobgoblin no se había percatado del acercamiento de Amok a vuestro grupo, pero uno de los presos que intentaba ganarse su favor sí. Se acercó lo suficiente y ahora susurraba al oído de Krishnarj que escuchaba atentamente, alternando con su mirada entre vosotros y el lugar del combate.

Lo cierto es que, por extraño que parezca, no me esperaba la reacción de Amok. Y eso que he vivido toda mi vida entre descerebrados cabezahueca con demasiada ira dentro de sí, pero este grandullón se lleva la palma. Y sonrío, viéndole alejarse con toda la intención de liarla parda. Sí, el grandote me cae bien, y disfruto del sonido del barullo que monta, incluso sin fijarme en ello demasiado. Conozco cada sonido de huesos rotos y golpes secos, no me hace falta contemplarlo. De hecho, casi disfruto más imaginándolo guiada por el sonido. Sin embargo, en un momento dado, descruzo mis brazos con la vista pegada a un punto lejano de la plaza. Mi sonrisa desaparece, y cambiando el peso de una pierna a la otra, dedico un instante a darle una suave patada a Tizoc en todo el trasero, atrayendo su atención. Cuando me mira, le miro tan sólo un instante antes de volver a fijarme en la situación de Krishnarj, a lo lejos, sumido en las sombras pero no oculto en ellas. Para que yo le haya visto... Bueno, uno menos, ¿no? -Digo con cierta ironía, sabiendo que a Amok le espera una buena tunda por parte de los guardias cuando se canse de golpear cosas y presos- ¿Merecerá la pena hablar con el otro? Parece que alguien trata de comerle la oreja... -Digo en referencia al preso que parece estar susurrándole algo, lo que hace que Krishnarj se fije tanto en nosotros como en el lugar donde Amok la está liando- Como ese cabrón esté hablando de mí, que se vaya preparando... -Afirmo, comenzando a caminar en dirección a la pareja.

La actitud de Tizoc cambió por completo. Volvió a enderezarse y sonrió. Las insinuaciones que había lanzado habían bastado para que Amok danzase al son del pequeño trasgo y allá iba, como un potro desbocado a infundir respeto entre los suyos que habían osado guardar silencio y no hablarle de algo que, seguramente, no sabían. Pero el miedo es libre y cada uno tiene todo el que quiere. 

Con un brillo divertido en los ojos, Tizoc se dedicaba a observar como el enorme Amok golpeaba a diestro y siniestro cuando la bárbara le dio un toque en el culo que le hizo saltar del susto. Se giró agitado y respiró con tranquilidad cuando vio que se trataba de la bárbara. ¿Recordáis lo que he dicho de que el miedo es libre? Pues Tizoc parece coleccionarlo. 

Miró con curiosidad a la mujer y escuchó su pregunta. - Yo diría que sí, parece que nos mira y si vamos a tener que viajar con los dos será mejor que ninguno crea que apoyamos sólo al otro. - dijo el goblin sabiamente. - Y si queremos hacer eso será mejor que lo hagamos aprovechando el revuelo que se hemos causado sin querer. ¿No? - preguntó con un tono divertido en su chillona voz. 

Mientras avanzáis hacia el hobgoblin advertísteis unos destellos azulados que emergían del lugar donde Amok había iniciado la revuelta. Los guardias arcanos estaban poniendo al semiogro en su sitio y, tras varios relámpagos que recorrieron su cuerpo, cayó inconsciente.

Por vuestra parte, seguísteis avanzando hacia Krishnarj cuando las puertas de la prisión se abrieron de par en par dejando paso franco a cuatro caballos que tiran de cuatro carros independientes. Cada uno llega con la suficiente distancia como para que los presos que contienen (uno por cada carro) no puedan hablar entre ellos.

Los caballos aminoran la marcha, giran y retroceden poniendo los cuatro carros con las puertas orientadas al interior de Matadero.

Año 410. 5º Regio
Sétimo día del sétimo mes
Amanece

Tras tres días de viaje los cuatro carros llegan a Matadero inundados por el polvo del camino. El sol comienza a aparecer en el horizonte y los primeros rayos bañan las montañas a lo lejos. Ninguno de los presos que venían dentro de los carros pudieron hablar más que con el conductor debido a la distancia que mantenían, pero pese a su insistencia, los reos no obtenían respuesta de aquellos que conducían los carros. Tres intensos días en los que no recibieron más que agua, pan y queso duro.

Por fin llegaron a su destino. Los caballos giraron y retrocedieron poniendo las celdas que transportaban una junto a la otra. Por primera vez, los cuatro presos pudieron verse. Al igual que ahora los veían los guardias y otros reos de Matadero.

-¡Disculpad!- Avanzo con paso firme y rápido -¿Qué es esto?- digo visiblemente sorprendido y, sin obtener respuesta, uno de los conductores me extiende un documento que leo en silencio. Tras los segundos de la lectura asiento -¡Guardias!- espero a que el grupo llegue uno de ellos protesta por el espacio pero alzo una mano y calla -Sólo se quedarán esta noche. Mañana vendrán a recogerlos junto al grupo que se marcha.- Sentencio con semblante sombrío. Luego miro a los extraños conductores de estos carros. Tan impasibles que parecen no ser humanos siquiera. No dicen palabra alguna por lo que nos ponemos manos a la obra. Acercamos los carros a las portezuelas de la prisión para que estos desdichados vayan directos del carro al patio y abrimos las puertas.