Partida Rol por web

Grook

Tu cuerpo inconsciente se ha ido escurriendo en la roca y, en el último resbalón, sumergir la cabeza en el agua te devuelve a la realidad como una sacudida. Junto a ti está Hazir mirándote y ves alejarse una sombra grande tras él en la niebla blanca, justo antes de sentir el dolor de las heridas.

A tu alrededor se ha levantado una niebla blanca, vapor del agua producto de la electricidad. Te cuesta orientarte y la cabeza te da vueltas. Afortunadamente no hay rastro de los lagartos y esto quizá sea debido al vapor o a los gritos y ladridos que trae el eco de las alcantarillas.

Socar

Coges a Theod y caminas con lentitud pero firmeza hacia la arcada que da paso a las alcantarillas. Allí, con suerte, estarán el resto de compañeros si no han perecido por las aguas. Caminas con cuidado de no resbalar y con cierta suavidad para que los lagartos no te tomen como una amenaza y vuelvan a descargar su mortífera descarga.

Un paso, luego otro a través del vapor blanco, no hay rastro de los lagartos y hasta ti llega el eco de aullidos y alaridos que quizá expliquen su ausencia. Pero no te permites ni un segundo, lento y seguro, llegas hasta salir de aquel lugar de muerte.

Theod parece recobrar el conocimiento poco a poco. -Ahg- comenta cuando lo dejas en el suelo antes de mirar al frente. Un pasillo recto, ligeramente descendente termina en un recodo por el que vienen las voces. Pain se ha colocado a un lado, oculto, Lythrai y Greta han avanzado por él aunque no tanto como Pain (que será el que primero ataque al enemigo) y rematando esa formación veis a Ysbila, Yzlin, con la mano derecha temblando (como conteniendo energía) y el rostro excitado por la inminente batalla.

Hazir y Grook

Siguiendo la sombra en el vaho del corpulento Socar, llegáis a colocaros debajo de la arcada. Theod se incorpora levemente, os mira y sabéis que evalúa vuestras heridas.

Al fondo, veis la formación de vuestros compañeros que se preparan para el ataque.

Pain

Toda tu atención está en la esquina, el recodo. Muy cerca del borde, sin que el enemigo pueda verte hasta que sea demasiado tarde. Escuchas sus pasos acercándose, sus jadeos, sus alaridos y gritos de júbilo porque la trampa de los lagartos ha surtido efecto... no esperan que estés ahí y tu sonrisa se ensancha.

Tras de ti sientes que Lythrai y Greta se acercan, aunque no hasta tu altura. Serás el primero en darles la bienvenida.

Pain, Greta, Lythrai y rematando la formación, Yzlin estáis listos para darles la bienvenida. Tras ellos Grook, Hazir, Socar y Theod salen de la cueva de los lagartos. El clérigo de Unrir prepara conjuros de curación para que los que acaban de salir de la madriguera de los lagartos electrizantes puedan unirse a la batalla.

Los alaridos resuenan jubilosos y amenazantes a la vez. Sabéis que se trata de un grupo. Sus sombras se proyectan contra la pared a vuestra izquierda. Finalmente, toman el recodo y todos, atentos, veis a cuatro gnoll aparecer en la penumbra de las alcantarillas confiados de que sus lagartos habrán dejado listo el desayuno.

Wooo, cómo nos has perdonado la vida ^^

Una duda, ¿el regreso a la necrópolis es instantáneo al morir? Es decir, ¿veo los cuerpos de Serge y Nickar, o simplemente no los veo? E imagino que desaparecen todas las pertenencias, como por ejemplo el mapa...

Despertó con la cabeza metida en agua de la alcantarilla. De acuerdo, quizá no fuera la mejor forma de hacerlo, pero en comparación con haber despertado en la necrópolis tal como esperaba, era incluso agradable. Miró a su alrededor y, para su sorpresa, vio al hombre de las arenas con el que aún no había cruzado la palabra, Hazir. Había vuelto a por él y lo estaba ayudando a salir. Desconcertado, aceptó su mano para ponerse de pie y prácticamente tambalearse hacia la salida, esperando recibir una segunda descarga por el camino que terminase el trabajo, la cual nunca llegó.

Una vez fuera de peligro (por el momento), sus ojos fueron pasando del propio Hazir y su alfanjón - "dioses, esa cosa debe pesar más que yo" -, a los que habían soportado la descarga junto a ellos dos, a los que se habían librado de ella, más adelantados; y por último a los enemigos que se aproximaban. En primer lugar notó la ausencia de Nickar y Serge. Las cosas se habían complicado mucho antes de comenzar...

- Vaya - dijo a Hazir, sin salir de su asombro. - Lo... recordaré.

Las palabras de Socar mostraron a Hazir que había malinterpretado sus intenciones. No, él no quería quedarse allí con los lagartos y morir con otra de sus letales descargas. Su ira no se orientaba hacia los lagartos, que no eran más que un sistema de seguridad puesto allí con aquellas monedas como carnada. Se le pasó por la cabeza recogerlas, pero no quiso arriesgarse a otra descarga. La ira iba abandonándole poco a poco, se deslizaba hacia su vientre, y por fin sus músculos se relajaron lo suficiente para ponerse en pie de nuevo. Socar ya se había ido de la nube de vapor antes de que pudiera responderle, pero daba igual. En cuanto oyó los sonidos procedentes de la otra sala supo lo que le esperaba, y la sonrisa le cruzó el rostro como una estocada. Se levantó, manteniendo el equilibrio por fin, y vio que el pequeño kóbold despertaba, al sumergir la cabeza en el agua. Con cuidado, Hazir caminó hacia él, le cogió como si fuera un saco con la mano izquierda (sentía el cinturón potenciando su fuerza, de tal forma que la criatura parecía no pesar en absoluto) y echó a andar despacio para salir de la nube de vapor, con el kóbold al lado. El pequeño se tambaleaba, así que Hazir terminó por cogerle y llevarle como si fuese un escamoso cordero bajo el brazo. Juntos, atravesaron la nube de vapor y vieron a sus compañeros al otro lado. 

Al salir de la nube de vapor, Hazir depositó al kóbold en el suelo, y comprobó que todos sus compañeros estaban bien, unos más que otros. Comprobó que Lythrai seguía ahí, al frente como siempre, deslumbrante en su armadura negra de oficial. Por suerte, Theod había despertado también, iban a necesitar al curandero más de lo que se podía haber previsto. Cogió al vuelo la poción que le entregó, e inmediatamente la aplastó en el puño alzado sobre el hombro, haciendo que todo el líquido cayera por su mano, sus hombros y su pecho. Instantáneamente notó las quemaduras de la electricidad desparecer y el dolor irse por fin de ellas. Todo el agarrotamiento desapareció, y los efectos de la electricidad quedaron reducidos a meras molestias. 

Observó al kóbold mirando a su alfanjón, y luego diciéndole que recordaría que le hubiera sacado. Con la mano derecha, desenfundó el arma, que silbó contra la funda, cortando el aire repleta de poder. La magia que contenía hacía que vibrara, que saltara en sus manos, como un león encadenado. 

-No iba a dejarte ahí, necesitamos a todos-respondió al kóbold-¿Te gusta mi alfanjón? A ellos también les va a gustar... van a tener ocasión de verlo de cerca-dijo Hazir, ensanchando su sonrisa.

Porque Hazir había oído los ladridos y los aullidos y había olido el pelo mojado y el acero sobre la piel. Y sabía lo que eran aquellas criaturas, de sobra lo sabía, y ahora comenzaba a sentir que la excitación del combate se le llevaba, que los recuerdos de las arenas de combate volvían a él. Gnolls, tras tanto tiempo, ahí se encontraban otra vez. Hazir no sabía cuántas veces había combatido contra gnolls, los había matado de todos los tamaños, pelajes y edades, ya fueran gnolls comunes con sus hachas de combate o flind, con sus extrañas barras de acero. En Quisan, la lucha contra gnolls era algo que no faltaba nunca en las arenas de combate: eran capturados cerca de la frontera, y había muchísimos, debido a que su natalidad, como la de los trasgos o las ratas, era tremendamente elevada. Su desgracia era que eran unos luchadores medianamente buenos: si hubieran sido débiles, a nadie le interesarían como luchadores en las arenas, y si fueran grandes guerreros, capturarlos sería demasiado caro. Pero estaban justo en el punto medio necesario como para que fuese fácil capturarlos y divertido verlos batirse y morir, por lo que las arenas se inundaban todos los días de su sangre. Hazir casi podía oler la arena, el sudor, oír al público vociferando ante el combate. Blandió el alfanjón con ambas manos, y miró a la arcada que indicaba la salida. Soltó una carcajada de júbilo, y dijo, con voz emocionada:

-Gnolls-los ojos le relampaguearon-¡Gnolls! Va ser un buen combate-Y así sería. Los gnolls siempre ofrecían buenos espectáculos al luchar y morir. 

Efectivamente, les vieron aparecer por la arcada, cuatro figuras encorvadas y llenas de pelo, con sus rostros de hiena llenos de hambre, famélicos como siempre estaban los gnolls, aunque se acabaran de comer una vaca. Hazir ensanchó su sonrisa, y su alfanjón silbó en el aire al lanzarse en línea recta a por ellos, cargando por entre las filas de sus compañeros. 

Gnolls. Los chacales no me esperan. Y no esperarme significa la muerte. Cuando sus rostros lobunos asoman por el recodo, mis ojos brillan de emoción. Los suyos, de miedo. Exactamente como debe ser. Exactamente como lo quiero. Sé que sus cuerpos se han quedado agarrotados, sé que el pavor les acompaña, no pueden moverse, hipnotizados ante el terror que tienen enfrente. Ante mi. Craso error. Me relamo los labios, humedeciéndolos con una de las bifurcaciones de mi lengua viperina, y sonrío. Se acabó. Con una risa maníaca, salto contra ellos.

Solo existen ellos y yo. Solo tengo una cosa en mente: dolor. Mis manos se convierten en dos cuchillas mortales, mis pies se mueven solos, avanzó contra ellos, sin importarme que sean más, sin importar que puedan rodearme. Pronto serán menos. Pronto el pavor les atenazará y solo querrán huir. La palma de mi mano, de lado, cae con fuerza sobre el primero, se hunde en su carne, puntos vitales, gritos. La otra la sigue, otro golpe, un alarido. Presa y cazador. Víctima y verdugo. La vida, en ocasiones, es dulce. El sufrimiento delicioso. Quiero regodearme en su angustia, pero sé que no hay tiempo.

Esta vez, son mis puños los que caen, envueltos en un fuego abrasador. Una vez, otra, y una tercera. Caen sin remordimiento, sin compasión, con la fuerza de mi ira interior. La sangre mancha mi máscara, mi piel y mi ropa. Unas gotas carmesís se cuelan por la ranura de mi boca y alcanzan el interior, dejando un sabor cobrizo en mi garganta.

Solo ellos y yo. ¿Qué mas puedo pedir?

    Theod se había despertado y el kobold también parecía empezar a recuperarse. Una vez más, Hazir cargaba sin detenerse a pensar mucho en sus actos con la espada en la mano, no podía culparlo, yo mismo compartía su rabia por lo sucedido hacía pocos segundos. El caballero nos dio un nuevo surtido de viales, me preguntaba como de útiles serían en mi nueva forma, según tenía entendido la curación ya no me era tan efectiva. Ya habría tiempo para descubrirlo sobre la marcha. En el otro extremo un grupo de gnolls había aparecido e intentaban evitar nuestro avance, tendrían suerte si lo lograban, a diferencia de con los lagartos, estos nos iban a combatir estando preparados para responder y muy probablemente ni si quiera tendría que intervenir. De todos modos tampoco tenía pensado quedarme de brazos cruzados.

    Sintiendo la energía que me había ayudado atrás para salir de la poza, volví a tratar de dominarla, Roriarkas había mencionado que podía forzar a mi fuerza interior para darme un nuevo empuje en caso de necesidad y ahora era el mejor momento para probarlo. Una descarga sacudió mi ser una vez más como si se tratase de zarcillos invisibles que se enroscasen en torno a cada una de las partes de la armadura para volverlas a encajar en su sitio y sellar sus fisuras, al mismo tiempo tomé el vial ofrecido y le extendí por el pecho sin detener mis pasos con la lanza en ristre y el escudo al frente. Aquellas alimañas debían de ser eliminadas cuanto antes si es que aún teníamos esperanzas en tener éxito con la misión

Dejó pasar a Pain, quien pasó olímpicamente del plan. Lythrai se encogió de hombros, esperándose aquello de alguna forma. Le daba igual darles el encuentro nada más girar la caverna que un poco más adelante. De hecho, Pain e Yzlin tenían razón en que darles el encuentro nada más llegar les sorprendería aún más. Así pues, avanzó hacia delante con ellos. Era la primera vez que combatía codo a codo con Yzlin, en el mismo flanco, y tenía ganas de verla combatir. Tenía efectivamente tantas ganas como la propia Yzlin de ver cómo la magia de la exmedusa estallaba contra sus enemigos.

Algunos de los presos que se habían quedado atrás empezaron a aparecer. Le agradó ver a Socar y a Hazir regresar, Grook pasó desapercibida para ella, quien no tardó en notar que Nickar y Serge faltaban en el grupo. Así que a ellos fue a quienes había oído desaparecer, de vuelta a Arokham. Dos buenos aliados y amigos. Una vez más, era una suerte que no hubieran perdido la vida, sino tan solo regresado a Arokham. Más allá de la pérdida de efectivos en la misión, no pasaba nada. ¡No importaba! ¡Lo compensarían esforzándose más, y en su honor!

Los Gnolls eran criaturas merecedoras completamente de su respeto. Las había estudiado de sobra. En su vida de mercenaria había combatido contra ellas y también junto a ellas. Eran hienas salvajes, nómadas, violentas y depredadoras de todas las razas. Cuya fuerza se basaba en el número, en el trabajo en equipo, en los lazos del clan y la sangre. Al igual que los Fonn'Aster, estas criaturas jamás abandonarían a un hermano de la manada. Al igual que los Fonn'Aster, conocían la lealtad para con la familia y la llevaban hasta sus últimas consecuencias. Eran bestias merecedoras de su respeto. ¡E incluso de un lugar entre sus filas! Sí señor. Le daría una muerte digna a esos chuchos.

-Borko, ¿qué crees que habrá sido?¿Más ratas?- pregunta uno de los mercenarios en lengua gnoll. Cualquiera que estuviera allí escuchando sin conocer el dialecto no distinguirá más que rudimentarias palabras entre ladridos y gruñidos. -Espero que sea algo grande- contesta el cabecilla de aquel grupo de cuatro. Todos ellos avanzan con paso firme, confiados. El primero en girar el recodo es Volgan y, en un segundo, distingue algo por el rabillo del ojo. -¡Pero qué...!- Al girarse, su voz se quiebra. La visión de aquel ser, aquella máscara, doblega su voluntad atenazando lo más profundo de su alma paralizándolo en el acto y permitiendo que sus compañeros avancen un paso antes de girarse hacia él por la súbita parada. 

-Volgan, ¿qué...?- Borko, con una sonrisa creyendo que la parada de su compañero es debida al aroma a quemado (humano muy hecho, con regusto de algo exótico [tiflin]), se gira sólo para ver el cuerpo de Volgan sacudiéndose como un saco de boxeo. De pronto, el pasadizo se torna de un color celeste desde un punto al frente. -Rayo- La magia impacta en su pecho arrojándolo a la pared acompañada de un dolor que Borko jamás ha experimentado. -¡Ah! Grrrrrrrr-

Dirko, que en aquel momento era el más adelantado, sabe que sus amigos están siendo atacados, -¡Vuassgfrrr!- pero algo rápido se mueve en la penumbra y un dolor agudo le atraviesa el muslo. Delante de él, una humana de cabellos rubios le ha pinchado la pierna. -Grrrrr- La espada es extraída, Dirko siente la sangre salir en abundancia desde su ingle, sabe que de no taponar la herida se desangrará en segundos. Pero la mujer, en otra rápida estocada, le atraviesa el hombro antes de que pueda sacar su arma. -Ella lo ha querido- piensa Dirko dispuesto a golpear con la mano libre el rostro blando de aquella rubia asquerosa... demasiado lento, demasiado tarde. Gira la cabeza sólo para ver la punta de una lanza (literalmente, le entra por el ojo izquierdo descargando su poder directamente en el cerebro de la criatura). Dirko muere antes de caer al suelo.

Borko agita la cabeza, aturdido por la descarga arcana que lo ha azotado. Entumecido y deseando correr, huir, alza la vista para buscar a Volgo... el cabecilla yace en el suelo inerte mientras su azotador descarga su ira de golpes contra Ferchet, el más pequeño y rezagado del grupo -Corre idiota- pero no puede pronunciar palabra. Escucha a su joven compañero -¡Boh​! ¡Ay, IIIH, IIIIIIH!- y el silencio viene acompañado por un destello descendente, rápido, limpio, casi hermoso. Al seguirlo con la mirada el desdichado Borko ve un arma enorme, esplendida, con una hoja mortíferamente afilada y manchada de sangre, de su sangre... siente las tripas desparramarse antes de perder el conocimiento y, un segundo después. La vida.

Eficientemente, los cuatro gnoll han sido vencidos de manera rápida y limpia. Casi sin ruido. Pero no son los únicos. Otra de estas criaturas ha sido testigo de cómo sus compañeros caen a la vez y rápidamente se escabulle hacia el interior. No hay gritos, no hay aullidos, sólo susurros. Aún hay más enemigos y su orgullo les impide dar la voz de alarma. Os aguardan, saben que vais y estarán preparados.

El ataque de la lanza ha sido mortal, pero has descubierto que tienen inmunidad arcana contra la electricidad. Una ventaja para tratar con los lagartos electrizantes muy eficiente. Mientras giras la cabeza hacia el fondo del pasillo tu mente se pregunta -¿Quién será el proveedor de tal protección?-

Tienen ayuda arcana.

Eres el único que se ha quedado atrás con Theod y el clérigo aprovecha para sanarte por completo. Acto seguido ambos camináis para poneros a la altura del resto.

Theod y Grook llegan hasta el recodo. Estáis todos juntos en un momento de pausa. Sabéis que la batalla no ha terminado y sospecháis que los que ahora yacen muertos a vuestros pies no eran más que la carne de cañón del grupo que os aguarda más adelante.

Éste es un buen momento para debatir una estrategia pues sólo hay un acceso y todas las armas estarán apuntando hacia él.