Partida Rol por web

Pese a la tristeza que ahora siente mi corazón por las pérdidas acontecidas en los últimos días, sonrío a los recién llegados pues su dicha es compartida conmigo. Pero me mantengo en silencio, no hay nada que añadir, no en presencia de tantos oídos.

El elemental se mantiene erguido. Su envergadura sobresale por encima de todos los que están cerca. Exhala aliento caliente a las nucas de Lisa, Nickar y Roriarkas cuando distingue (y reconoce) a los recién llegados. En especial hacia aquellos que lucen los emblemas de los Fonn'Aster.

-Brauzzen- pronuncia y extiende la mano hacia Sócar y Lythrai con visible gesto de preocupación. Sin duda quiere saber qué nuevas traen de su hogar.

"¡Whoooo!" gritó la Fonn'Aster cuando el viaje entre planos hubo terminado. Extendió los brazos, desperezándose. "¡Eso ha sido... ha estado bien! ¡Qué subidón, ¿eh?!" preguntó en general al resto de compañeros que había viajado igual que ella. Era como si el mismo Arokham quisiera recompensarles por un trabajo bien hecho. "¡Esto podría llegar a ser adictivo!" ...¿bromeó? En realidad hablaba en serio, pero al mismo tiempo sin tomarse lo que decía demasiado en serio. Una contradicción en cierta forma, pero bastante apropiada para Arokham, un plano lleno de contradicciones. "Presos sin importancia un día, conquistadores de absoluta importancia al otro. Arkhania y Arokham se montan bien los fregaos, ¿eeeh?"

¡Y qué montaña rusa de emociones! Como eran la noticia del día, todo el mundo quería saber de ellos. Todo el mundo vino a darles la bienvenida. Todo el mundo importante, al menos. ¡Pero mira, si hasta estaba ahí el bueno de Etharium! El elemental conocía a los Fonn'Aster, que conocía a su tío Lanzed. ¿Quizás era él mismo también un Fonn'Aster? Tendría que hablar con él. Pero necesitaría a Grook como intérprete... Y hablando del Kobold: "...Eh, ¿dónde está...?" murmuró en voz baja, buscándolo por todas partes. ¿Se había quedado en Azur? ...¿¡No era un preso como ellos!?

"Whoa, acabamos de llegar y los jefazos ya quieren separarnos. Me siento importante, reclamada y querida." rió la mercenaria, llevándose las manos a la nuca en gesto distendido. Era genial ver que también habían venido a recibirles los amigos. "¡Nickar, Serge, Lisa!" sonriendo de oreja a oreja saludó a cada uno con un gesto de la cabeza. "¡Me alegro de veros! ¡Tú también, Comadreja!" dijo, dirigiendose al pirata. "Y eh... siento lo de la Grosería. La explosión... Los hijos de puta Scahrossar... se llevaron también a Esderian..." dijo, apretando el puño con fuerza. "...Siento de veras lo de la Grosería." repitió en un suspiro, asintiendo.

"Supongo que esto es entonces un adiós por el momento..." serenada, se giró hacia Ishrad primero, ofreciéndole la mano para estrecharla. "Un placer trabajar contigo, Ishrad. Seguro que volveremos a cruzarnos." También se despidió de la exmedusa, Yzlin, dándole directamente un fuerte abrazo. "¡Ya nos veremos, hermana!" exclamó en una sonrisa cálida. "Si me necesitas para algo, sólo avísame ¿vale?"

Etharium y Roriarkas les esperaban. Como los otros dos Respetables, Roriarkas querría oirlo todo sobre la misión. No sería de buena educación hacerles esperar demasiado. Además, Roriarkas era buen amigo de Socar, y seguro que el Forjado querría informarle de todo a su vez. Ella, por su parte, tenía mucho que preguntarle al elemental. "¿Vamos?" preguntaría a Socar y Hazir, sin borrar esa sonrisa de su rostro. Después de, por supuesto, dejarles despedirse también si querían. O a lo mejor Hazir tenía otros planes, quién sabe.

La tiflin posó su mano en el hombro de la pequeña Lisa - siempre supe que procurarían matarme, buscar aliados siempre conlleva hallar enemigos. Pero sería triste morir sin intentar algo grande - una sonrisa que buscaba calamar a la genoma, la naturaleza de la tiflin no le llevaba a decir cosas como "todo irá bien", de hecho pensaba en esas frases complacientes como malos augurios si no eran dichos con la certeza de que se fueran a cumplir.

Después esa luz, signo de triunfo, una cosa menos en su lista de preocupaciones, al parecer volvían victoriosos. Pensó con fuerza en esa prisión, ¿podría aquel plano escuchar su pensamiento hacia él? - ¿tu también me prefieres muerta? ¿No te gustaría ver que sucede? Esos mandamáses no necesitan desaparecer, bastaría con que se dejaran dirigir - si aquel plano tenía conciencia ¿sería un resquicio del don del tiempo? Nada podría ser más interesante en ese instante que poder hablar con los planos, pero no sabría como.

Fue a recibir al grupo triunfante, y buscando a todos sus compañeros en el grupo... Se decepcionó al atribuir por eliminación el nombre de Yzlin a una humana ¿que le había pasado a su hermosa medusa? No supo como interpretar el punzante dolor en su pecho, seguramente algún sentimiento humano innecesario. Una de las criaturas más hermosas que jamás había tenido el honor de conocer, había perdido su inigualable belleza. No dudaba que aquella mujer pudiera ser la misma, que incluso le llegara a caer bien, pero... Ese dolor en el pecho era igual al que sintió de niña, cuando una rata que tal vez por lástima u otro motivo, que le llevaba comida y le ayudó a crecer sana y fuerte, fue asesinada por unos rufianes con hambre. ¿Decepción? ¿Tristeza? ¿Porque existían esos sentimientos molestos? En solo unos días había perdido cosas que intentaba apreciar, demasiadas, si; lo sabía, era lo que despreciaba del camino que estaba tomando, y el motivo por el que no había emprendido esos peligrosos pasos antes, no temía morir, pero por algún motivo sentía cierto pavor a perder lo que decidía tomar en estima. Tal vez si fuera más humana enytendería el porque, y a la vez, se sentía orgullosa de no serio... Malditos sentimientos incomprensibles. Por suerte la voz de Lythrai le ayudó a salir del remolino de pensamientos, una sonrisa quizás melancólica dio la bienvenida a aquella Fonn'Aster, aunque se llevó un puño al pecho mostrando respeto a todos. Quería recibirlos con una melodía, lamentablemente Sílfide "le decía tener un nudo en sus tubos" necesitaba afinarla un poco antes de volverla a manejar, para no ridiculizar a su preciosa flauta y compañera.

Una fuerte luz pasa junto a nosotros y de repente hemos vuelto a la prisión, pero todo eso que parecía vacío y solo lleno de peligros, y aunque nadie se alzó para dejarnos claro nuestro triunfo, era claro que lo era, ya que sus caras decían más de lo que parecía.

Virming se acercó al grupo el primero, se notaba que la mayoría trabajaban para el, mientras pude ver por el rabillo del ojo como Hernst llamaba mi atención, con lo cual le asentí con la cabeza, finalmente parecía que me había granjeado parte de su confianza y podría empezar a trabajar para el.

A diferencia de mi, el grupo estaba lleno de amistades, por la forma en su trato, yo los veía más bien como compañeros de trabajo, era mejor ser cordial que tener enemigos, y más en tan peligrosas misiones.

Lythrai me ofreció su mano y la estreche con fuerza, le había demostyrado más de lo que ella pensaba que vería de mi y lo agradecí.

El placer es mío, ha sido un trabajo excelente. Nos volveremos a ver sin duda.

Hago un gesto con la cabeza al resto de la comitiva a modo de despedida, aunque en la prisión nunca podríamos decirnos adiós hasta que puedieramos salir de allí.

Sin nada más que decir, si nadie me paraba, me dirigí hasta la posición de Hernst, listo para ver que tenía que decirme.

El último en materializarse fue Grook. No cabía duda de que el pequeño kobold hubo regresado con ellos y, mientras cruzaba el umbral de regreso podía escuchar y ver todo lo que acontecía.

Qué fantástico subidón. Para ella casi que fue doble. Por un lado, la recompensa de la Prisión. Por otro, el poder oir a su Diosa de nuevo. ¿Qué recompensa podría ser más valiosa para ella que esto último? Sí, era bien posible que esos subidones de energía y alegría que la Prisión te daba al completar una misión pudieran hacerse peligrosamente adictivos... Pero nada, nada en absoluto que pretendiera darle la Prisión podría superar el éxtasis religioso de contactar con su Diosa.

Lythrai no había olvidado aquella señal que, en en las Torres de Unrir, la Dama de la Noche le había enviado. Lleva la armadura en Arokham... le dijo su Diosa. La Fonn'Aster imaginaba que aquellos cristales incrustados en su armadura tenían algo que ver con la Diosa, y que Shar los necesitaba allí para poder hacer algo... ¿El qué? ¿Quizás comunicarse con ella? La visión que le transmitió sobre la Prisión... Las capas o pisos que la conformaban. El primero para criminales que podían... 'redimirse', quizás, o aquellos que no causarían tantos problemas como los de los pisos inferiores. Pues la segunda capa parecía estar reservada para las leyendas más temibles. Grandes lanzadores de conjuros, peligrosas mezclas de razas como, quizás, ¿esos semiorcos demoníacos que habían encontrado? Y debajo de esta capa... La reservada para las Divinidades. El corazón de Lythrai dio un vuelco, pues imaginaba que Shar querría algo de allí, necesitaría algo de allí. ¿Quizá uno de sus avatares... estuviera allí mismo? ¿O algún aliado importante de la Dama de la Noche? ¿Necesitaba ayuda para que los liberara? Aquello era excitante y al mismo tiempo inundaba su corazón de miedo y respeto. Pues, ¿qué podría hacer una mortal como ella en esos pisos?

Necesitaba más información... Aquella prisión todavía tenia muchos, muchos secretos. Y el que más miedo daba de todos era el piso más bajo... El reservado para una única criatura... ...¿Un primordial? Alguien capaz de destruir y devorar dioses y mundos con suma facilidad... Alguien peligroso incluso para Shar. Lythrai ni siquiera sabía su nombre... pero lo llamaría... El Devorador.

Definitivamente, tenía que hablar con Yzlin de esto más tarde.

   Un destello cegador y un instante después todos se encontraban de regreso en Arokham, Socar incluido. El forjado sentía que algo de él se había quedado atrás después de aquella misión, una muestra de debilidad lo había forzado a revivir un pasado del que cada vez se sentía más distante y las decisiones que había tenido que tomar lo hacían sentirse cada vez más reacio a retener los vínculos hacia aquellos sentimientos que experimentaban sus compañeros aún poseedores de corazones palpitantes. De hecho se había mantenido en silencio ante la petición reprobable de su comandante y en su lugar había esperado estoico hasta que por fin regresaron a la prisión.

    Al parecer su lanza había vuelto con él y ahora empuñaba aquel tridente, algo inesperado, pero tampoco mostró sorpresa por ello. En su lugar devolvió la mirada uno por uno a todos aquellos que los observaban hasta detenerse en la de su antiguo compañero y "Señor", Roriarkas. Tenía algo pendiente que hablar con él, pero no lo haría allí y menos delante de todo aquel público. Fuera de aquello, otro pensamiento fugaz cruzó su mente, Ishard, ese prisionero trabajaba para Hernst, quizás deberían haber valorado esa parte antes de haber hablado tan alegremente de su plan ¿Podrían confiar en él? Deberían de silenciarlo antes de que el Envenador tratase de sonsacarle todos los detalles acerca de la misión, las circunstancias habían llevado a confesarle todo lo ocurrido y a ser testigo de algo que no debería de haber oído... Más tarde quizás. Volvió la mirada hacia Lythrai.

    La joven les devolvió la mirada y preguntó en voz alta en espera de una repuesta afirmativa para reunirse con su respetable. Socar no tenía nada que decir ante aquello, simplemente levantó el pomo de su lanza manteniendo la verticalidad del mismo y se dirigió tras ella al encuentro de Roriarkas.

La sensación de ser transportado fue sorprendentemente cálida, como si se lo llevaran en una manta de lana del sitio en el que se encontraba. Durante unos cuantos segundos, todo lo que pudo ver fue luz, brillante y cegadora, mientras dejaba de sentir su cuerpo poco a poco, y lo notaba desaparecer como si se evaporase, como si se fundiese con la luz. 

Sin embargo, esa sensación no duró, y volvió a sentir sus miembros de nuevo, poco a poco, como una extremidad dormida que recupera gradualmente la sensibilidad. Y, a la vez, se sintió distinto. Todo el dolor y la tensión de sus músculos desapareció por completo, y se sintió descansado como tras un sueño reparador. Dejó de notar la sangre seca sobre la piel, y el punzante escozor de las heridas apenas cerradas. 

Ante sus ojos, por fin se reveló su destino: la plaza de la prisión, de la que habían salido hacía lo que parecía una eternidad. En aquel paisaje destacaba la ausencia de la taberna, desafortunadamente quemada por esos cultistas sádicos. No le tenía ningún aprecio al local, había estado dentro menos de cinco minutos y no habían sido agradables, pero no le gustaba que atacaran lo que ahora, lo quisiese o no, era su casa. Aquellos fanáticos empezaban a caerle muy mal. 

Comprobó su estado, apreciando que efectivamente todo rastro de herida había desaparecido. También había desaparecido la sangre y los desgarrones de la ropa, lo que agradecía. Ahora, ninguno de los presos sabría si le habían herido o no durante la misión, lo que ayudaría a mantener su reputación en un estado neutro, donde debía estar. No le convenía ni que bajase ni que ascendiese demasiado. 

Además, también había desaparecido todo lo demás, los objetos que tenía y que había llevado desde que subieron al Despeñapresos. No le hizo demasiada gracia perderlos, le habían sido de gran utilidad, e incluso había acabado encariñándose con el humilde bastón que Nickar le diese a bordo del barco volador, sin sospechar en aquel momento lo útil que le sería en el futuro. Por suerte, aún notaba el reconfortante peso del alfanjón sobre los riñones, lo que hacía que todo lo demás fuese irrelevante. Si tenía su arma, no necesitaba realmente nada más. 

Librado del dolor, de las heridas, y de la tensión, allí, regresando victorioso (victorioso en contra incluso de los deseos de sus jefes) el júbilo creció en él más y más, como un vaso que se desborda, y una gran sonrisa se formó en sus labios antes de que una sonora carcajada saliera de su boca, incontrolable. Los ojos le destellaban, fieros, jubilosos, enajenados. Miró a Serge y a Nickar, y les dedicó saludos, sinceramente alegre de verles allí.

Entre sus risas de pura alegría, escuchó a Lythrai, quien parecía igual de feliz. Sin duda, como supo nada más conocerla, era como él, una de los suyos. 

"¡Eso ha sido... ha estado bien! ¡Qué subidón, ¿eh?!"

"Presos sin importancia un día, conquistadores de absoluta importancia al otro. Arkhania y Arokham se montan bien los fregaos, ¿eeeh?"

Hazir miró a todos los presentes con su mirada salvaje y luego clavó sus ojos en los de la mercenaria, transmitiéndole y compartiendo todo su regocijo, haciendo que se viera reflejada en ellos. Una mirada llena de un júbilo ansioso muy parecido al hambre. 

-Ya lo creo, Layldara-respondió, saboreando el nombre, con su musical acento quishashi- Lo hemos hecho, por las sagradas arenas que lo hemos hecho, y les hemos dado su merecido. A todos. 

Se despidió de Ishrad con una mirada y un asentimiento. Entre guerreros que han combatido al lado, no hace falta mucho más, pues ya transmitía el respeto que ambos sentían por la fuerza del otro. Cuando Lythrai se despidió de Yzlin, Hazir se acercó un paso a ella, y acarició suavemente su mejilla, de la oreja al cuello, sonriendo aún amplia y salvajemente como antes. Fue un movimiento leve, pero lleno de fuerza contenida, como la leona llevando a sus cachorros en la boca, pese a que podría fácilmente romperles el cuello. 

-Cuidaos, mi señora. Si alguien desata tu ira... estoy seguro de que será lo último que haga. No tardaremos en volvernos a ver. 

Dicho eso, volvió su atención al grupo de respetables. Aún debía hablar con Hernst, pese al peligro que representaba, pero había asuntos más urgentes. También, por supuesto, debían hablar rápidamente con Comadreja, pues de él dependían asuntos de lo más vitales. Sin embargo, de entre los tres, primero debían hablar con Roriarkas, por muy urgente que fuese lo demás. 

La mercenaria pareció llegar a la misma conclusión, así que Hazir asintió ante su propuesta de irse con el respetable. Caminó a su lado, yendo al encuentro de Roriarkas. 

Mi ser se expandió y por un momento tenía la sensación de poder verlo todo... y era tan hermoso. Nuestros cuerpos se trasladaban y aparecían en la prisión, pero no sentí que regresábamos. Estábamos avanzando, escalando posiciones, demostrando de qué estábamos hechos. El sabor del triunfo era embriagador, pero me obligué a no olvidar todo lo acontecido anteriormente.

Podría haber salido mejor, no te dejes engañar.

Ha sido perfecto, sublime. Regocíjate en la emoción.

Ha faltado violencia... tengo hambre.

Miré a mis compañeros recordando lo sucedido en los aposentos de la reina. Lo que Lyth y yo presenciamos. También lo que percibí de la prisión durante la misión. Debía hablar con ellos y me sorprendió verlos separarse tan pronto. Juntos somos fuertes y no les debemos nada a ninguno de ellos. Ni a Roriarkas, ni a Comadreja, ni a Herst.

El primero en dirigirse hacia el respetable fue Ishrad. Le cogí del antebrazo con delicadeza -Estoy en deuda contigo. No lo olvidaré.- Empecé a decirle para luego ir al grano -No tienes por qué ir con él- señalé con el mentón a Hernst. No sabría decir por qué pero era el que peor me caía de los tres.

-¿Lo matamos?-

Frucí el ceño al escuchar la voz con contundencia y decisión. Ishrad era un alma solitaria, no vendría con nosotros sólo porque yo se lo pidiera. No era esa mi intención. Sólo quería que supiera que entendiera que no está solo si no quiere.

Lo siguiente fue contagiarme de la alegría que experimentaban Hazir y Lythrai. Cuando recibí la caricia del quisashi le devolví el gesto con el guiño de un ojo, lento y sensual. Pero luego me puse seria -Debemos hablar- señalé con la suficiente contundencia como para dar a entender que era algo serio, pero sin romper el buen ambiente.

Miré a Nickar y Lisa. Roriarkas me daba un poco igual. A ambas las saludé con una sonrisa y pude distinguir algo de desilusión en la mirada de la tiflin. Esperaba poder hablar con ella también, en breve. Por último, miré a Serge y caminé hacia ellos, pero me detuve girándome de repente. -Grook. ¿Tú estás aliado con algún respetable?¿Roriarkas?¿Comadreja?¿Herst? Si no lo estás, puedes venir conmigo-.

No me gustaba la idea de separarnos pero entendía que estratégicamente era lo mejor. Así que, tras escuchar la respuesta de Grook caminé con decisión hacia Serge y Virming.

Lo primero que hice fue abrazar a Serge, hacía mucho que no lo veía y lamenté mucho que regresara tan pronto. Quería sentir su calor de nuevo. Tras ello me giré hacia Comadrega -Tendrás muchas preguntas, claro. Yo también. Seguro que podremos negociar y llegar a un acuerdo- dicho esto, le dediqué las más amplia de las sonrisas antes de ir a donde quiera que vayamos.

—Así que, si quiero escapar y vengarme, por él —el Sol Negro— y por mi, voy a tener que valerme por mi mismo. —Lo dije para mi, para nadie más. Era una reflexión, una misión, un futuro.

Para hacerme más fuerte, más grande, más peligroso, de lo que jamás había sido, tenía que escapar de aquella prisión en la que, irónicamente, había conseguido el poder latente que me permitiría alcanzar dicha superioridad. Y para romper aquella celda, que me retenía en algo más que en cuerpo, y reunirme con quienes me darían esa posibilidad, debía encontrar primero aliados dentro de sus propios muros. Gente a la que someter y, algunos, en los que incluso confiar. De esos, no había muchos allí, pero cosa del destino parecía que el sino había decidido ayudarme un poco.

La luz, un destello, una sensación, una ola reconfortante, me había dado algo más que simple orgullo que, rápidamente, detecté que no provenía de mi. Me había recordado que tenía compañeros. Y me había dado el principio de un plan, la semilla que se convertiría en frutos venenosos para quienes me habían encerrado.

—Vamos —hice un gesto al trasgo—, veamos que nuevas traen nuestros amigos. —Avancé, directo hacia dónde suponía, por el brillo, que habían aparecido quienes no hacía tanto habían sido encomendados a una misión junto a mi. Debía verles cuanto antes.

Aún no había desaparecido la cálida sensación del abrazo de la pequeña Lisa cuando una luz iluminó el lugar cegando temporalmente los ojos del ladrón. Cuando pudo volver a ver con un mínimo de claridad, una gran sonrisa apareció en el rostro de Serge Leblanc. Habían regresado.

 -Mes amis! ¡Es todo un placer volver a veros por aquí!

La primera en saludar fue la energética Lythrai, a la cual Serge dedicó una amistosa sonrisa de bienvenida. Le encantaba ver a sus compañeros de fatigas sanos y salvos de nuevo en la prisión. Eso quería decir que la misión había triunfado y que, a pesar de su ausencia, habían conseguido triunfar en su propósito.

 -Es un alivio veros de una pieza, ¿qué tal os ha ido por allí? Bien? Tres bien?

Sus preguntas fueron interrumpidas por el efusivo abrazo de Yzlin, que hizo que el ladrón se quedara paralizado unos instantes. Sin embargo, rápidamente correspondió a aquel gesto rodeando el cuerpo de la exmedusa con sus brazos.

 -Yzlin, ma cherie, yo también te he echado de menos. ¿Qué tal la misión?

Tener a Yzlin entre sus brazos era un sueño hecho realidad. Él apreciaba mucho a Lisa, eso era innegable, pero los sentimientos que había ido desarrollando por la exmedusa eran cada vez más fuertes, más difíciles de ignorar. Especialmente cuando el principal sentimiento que tenía era el insaciable deseo de morder su tierna carne para beberse hasta la última gota de su deliciosa sangre.

Podía oír con claridad el latido del corazón de Yzlin llamándole a beber, a alimentarse de ella hasta dejarla exangüe. Sin embargo, una parte de él, más humana que el resto de su ser, le impidió hacer una locura delante de todo el mundo. Como no se alimentase pronto, sus instintos de depredador callarían aquella voz de la razón y le harían hacer algo de lo que a lo peor no se arrepentiría.

Cuando abrazas a Serge, sientes que su cuerpo no es cálido, sino frío. Como si hubiera estado paseando desnudo en una noche de pleno invierno durante horas.

Cuando ya empezaba a ponerme en camino hacia la posición de Herns, siento como una mano agarra mi muñeca. Me giro ante tal acto y veo a la hasta hace apenas unos días medusa, ahora humana y escucho sus palabras.

Con una sonrisa, tapada por mi capucha, asiento a sus primeras palabras.

Confio en que si en la próximo misión soy yo el que está al borde de la muerte, uses tus poderes en mi. En cuanto a Herns... creo que al final es el que más se parece a lo que en realidad es, los otros te sonrien y seguro que te apuñalan cuando menos te lo esperes, de este ya se que lo hará tarde o temprano.

Nos volveremos a ver Yzlin.

Tras eso prosigo mi camino.

Aquella conocida sensación de éxito empezó a inundarlo todo, mientras se elevaba sobre Azur junto a sus compañeros. Aquella sensación tan... repugnante. Aquella manipulación de su ser. Como solía hacer, utilizó cuanto pudo ese sentimiento de rechazo, ese asco, para combatir las emociones inducidas. Al fin y al cabo, él mismo era quien debía decidir si tenía motivos para sentirse realizado o no.

Para cuando se materializó de vuelta en Arkham, lo hizo con una media sonrisa de orgullo, que se acentuó al notar el anillo con el que había partido aún en su dedo. Desde las primeras veces que había completado con éxito una misión, en las que hubiera compartido los gritos de júbilo con Hazir y Lythrai, hasta aquel momento... ciertamente había obtenido avances en combatir los efectos de la emoción inducida, pero las últimas veces había sido siempre igual, ningún avance. Simplemente, parecía que eso era todo lo lejos que podía llegar. Podía luchar contra ello, contrarrestar la sensación con las suyas propias... pero no podía ignorarla. Cuando los efectos remitieran, sin duda estaría frustrado, de mal humor.

Mirando alrededor, no pudo evitar sentirse un poco sorprendido por la comitiva que los esperaba, por muy lógico que fuese. Sus anteriores misiones nunca habían contado con tantos efectivos. Ni tampoco habían sido misiones de asalto, por lo que medir el éxito de las mismas nunca había sido algo tan evidente. En ocasiones, incluso ni siquiera habían sido de dominio público y habían partido y vuelto a escondidas. Mientras los demás intercambiaban saludos y despedidas, su mirada fue recorriendo uno a uno a los allí presentes; desde los respetables, pasando por Nickar y Serge a quienes apenas había tenido ocasión de conocer, y deteniéndose en Etharium. Saludó al elemental con un gesto, extrañado de verlo allí.

También le resultó difícil esconder su preocupación - y su enfado - cuando resultó evidente que apenas conocían a Ishrad. Había sido su primera misión con aquel grupo, aún no sabía del todo a quiénes podían considerar aliados o enemigos. Durante los últimos compases de la misión, habían confiado al matarreyes una información tan sensible, que había asumido que se trataba de un aliado, no de un desconocido. Sin embargo, al escuchar su breve intercambio con Yzlin, se destensó un poco. Ishrad no parecía precisamente amigo del alma de Hernst, y su planteamiento era... sensato.

- Sí... sin duda volveremos a vernos, Ishrad. Me gustará volver a trabajar contigo - respondió al matarreyes. A continuación Yzlin se dirigió a él, haciéndole una pregunta que le arrancó una sonrisa. - ¿Si estoy aliado con algún respetable? Esa, amiga mía, es una buenísima pregunta; una cuya respuesta me encantaría conocer. Para hacerlo no podré ir contigo por el momento, pero recordaré tu ofrecimiento.

Por multitud de razones, deseaba ir con ella y con Comadreja. Pero ya tendría tiempo de hablar con ambos, por el momento debía averiguar quién y por qué había decidido recurrir a él en aquella misión, tan a última hora. Aunque tenía sus sospechas respecto al motivo, debía confirmarlas; por lo que se dirigió hacia Roriarkas junto a Socar, Lythrai y Hazir.

Pocas cosas deseaba Hazir más que ir con Roriarkas de nuevo, no sólo porque hubiera muchas cosas que comentar y que arreglar, sino porque la última vez había comida en su casa, y ese no era ningún detalle menor.
Ahora que el júbilo comenzaba a remitir, el hambre se abría paso a bocados por su estómago, y notaba como si un elemental de fuego estuviera creciendo en su interior, consumiendo sus entrañas. El hambre le enviaba calambres desde el vientre al pecho, y ahora que el dolor había desaparecido, curado por la magia, no había ninguna otra sensación en la que centrarse para distraerse.
Sin embargo, apretó los dientes y aguantó. Escuchó a Yzlin decirles que debían hablar, y su tono dejó claro que era algo importante. Hazir no estaba tan loco como para ignorar la información que aquella mujer pudiera tener, habida cuenta de su potencial mágico y su conexión con la prisión.
Por eso, acompañado de Lythrai y Grook, llegó hasta Roriarkas, y con una breve reverencia de saludo le dijo:
-Saludos, respetable. Estamos ansiosos por volver a gozar de tu hospitalidad y por intercambiar historias, pero si nos disculpáis solo un momento, primero debemos tener unas palabras con nuestra compañera. No os preocupéis, no tardaremos.
Dicho eso, se giró hacia la ex medusa y le hizo un gesto hacia un rincón apartado, donde pudieran hablar sin ser oídos.

Los presos se fueron marchando. Cada uno había visto lo que su curiosidad le pidió. Durante algunos metros el grupo compartiría el mismo camino. Sin embargo, no fueron juntos.

Ishrad fue el primero en marcharse junto a Herst pero el envenenador no inicio la conversación. Al menos no allí con tantos oídos atentos.

Al grueso del grupo lo separaban escasos metros que dividían a Virming de Roriarkas. Nickar encabezaba la marcha de éste último grupo. Tras el abrazo entre Yzlin y Serge todos se movían. Lyth y Hazir llamaron su atención y los tres se rezagaron para dialogar cuando la distancia contribuyera a un mínimo de intimidad.

Roriarkas ajustó el paso colocándose a la altura de Socar. Su semblante era serio, triste. Dedicó una mirada a Grook que estaba con ellos y aceptó su compañía en silencio.