Partida Rol por web

Me siento en un muro cercano esperando por mis compañeros. No les voy a perder de vista pero, desde luego, un Mentidero no es lo que considero un sitio peligroso. Aquí no se necesita de mi arte, que se reserva para sitios oscuros y callejones infames. Ahora solo toca esperar.

Me acerco a Alvaro con amables intenciones de iniciar una conversacion. Una vez junto a el, le dirijo una mirada.

Una fria mañana no cree, no soy muy habitual de la Villa. Tampoco entiendo mucho de esta costumbre de acudir a estos lugares a platicar sobre los ires y devenires de las gentes...

Dirijo una mirada a su aspcto y a su arma.

¿Como han llegado las habilidades de vuesamerced a oidos del Santo  Oficio? Si no es indiscreccion preguntar...

La lengua del bardo podría soltar buenamente las palabras de cualquiera, démosle una oportunidad.- Emilio se mantiene cerca, pero en otro corrillo distinto, escuchando lo que se dice a su reciente compadre, pero muchacho de lengua viva, no puede evitar inmiscuirse en conversación ajena y hace lo propio con el corrillo al que se ha acercado.

- ¿No han oido vuesas mercedes la última de las noticias? Pues parece que recientemente se hubiera sabido de un libro llegado de Italia al que más de un erudito deseara echarle mano. Aunque no ha de ser buena la cosa, pues dicen que a su autor y toda la obra que pudieran conseguir de él se los entregó a la hoguera. Quién sabe de que hablaría semejante legajo para merecerse los fuegos de la Iglesia. Pero dudo mucho a que ningún erudito de esta Villa pudiera interesarle nada tan vil. Y mucho menos nadie comerciara con ello en España, donde arriesgaría la vida con más facilidad que en Italia.

No os es difícil encontrar un grupo tratando casi de soslayo el tema, incluso entre susurros.

- Cierto es que alguien me habló de esos libros de los que hablan vuestras mercedes más no es propio de un extranjero de este mentidero esar tan a la orden de tan mala nueva. ¿Donde ha oído tal desavenencia? - preguntan algunos de los contertulios.

- Se cuenta incluso que el gran brazo anda detrás destos y no es para menos pues se dice dellos que pueden traer al de abajo a pastar en las calles de la Villa y Corte.

Se oyen tantas cosas! - comento cambiando de tema, ante el cariz que está tomando la conversación - Sin duda la mano firme del Señor pondrá a cada uno en su sitio cuando nos llegue la hora - añado, santigüandome con gestos a todas luces exagerados.

Tomemos un brevaje, buen hombre - dirigiéndome al que dice que alguien le dijo algo sobre el tema - pues estas cuestiones serias me dan sed. Invitaré gustoso a un ciudadano con tanta fe como han demostrado vuestras palabras...¿Y quizá recordais, por ventura, qué persona os mencionó esos legajos?.

No es que me importe demasiado - me apresuro a añadir - pero fijaos, mi profesión es la composición musical y alguien tan culto como vos...vamos, vamos, se ve enseguida que sois hombre versado...tomad otro vino...muchacho, sirve aquí...Como decía, alguien como vos entenderá que a veces, por motivo de inspiración musical, artística, trato con gentes de muy diversa índole.

Sin duda quien os mencionó un tema tan delicado no habrá pasado desapercibido para un alma sagaz como la vuestra, y ello hace que se despierte mi interés...si a vos os ha llamado la atención, voto a lo más sagrado que debe ser digna, al menos, de una charla informal, como la que mantenemos vuestra merced y yo.

Debo añadir, aunque sin duda alguien tan noble como vos no dará importancia a esos detalles, que le gratificaría una información como esa como se merece.

- Pardiez que suena preocupante. No es de extrañar que la Inquisición se interesa en frenar algo semejante antes de que se extienda. Y sí, caballeros, soy nuevo en estos lares, mas no en los de la erudición y ¿dónde mejor entenderse con las noticias sino en el mentidero de Representantes? Así oílo de un imprudente la pasada noche en la taberna, que tras varias copas comenzó a farfullar sobre el tema antes de caerse ebrio y dormido del taburete que lo sostenía.- Emilio acompaña de gestos y palabras su narración de forma que sus interlocutores se alejen algo del corrillo en que se halla el juglar Casares, no sea que se inquieten por nuestras palabras y a ninguno de ambos se nos comente sobre el peliagudo tema.

- Me picó la curiosidad y pensaba que serían desvaríos de borracho, pero ustedes están bien sobrios y ha fama este lugar de aportar buenas nuevas.- Bajando ahora con confidencialidad la voz al tono de susurro de sus contertulios- Sin embargo no me había parado a pensar en lo peligroso que pudiera ser mentar esto en voz mayor que un susurro, pues es sabido que para proteger su rebaño los pastores sacrifican más reses que las enfermas para que no se extienda el mal, que ya juzgará el Altísimo.

Doy fe Don Álvaro, que vuestro silencio es frustrante para mi persona y si esta conversación no os agrada me lo hacéis saber si sois tan amable.

Veo pues que nuestros cultos compañeros están versados en el arte del engaño y la confidencialidad, y que sin riesgo aparente parece que recaban útil información para nuestra causa, que es también la de la Santa Madre Iglesia.

Esperemos que llegados a términos menos amistosos, golpeando levemente la espada, sepan defenderse con igual soltura, que no todos los poetas de esta Villa y Corte tienen además la mano y la rapidez de Don Francisco de Quevedo...

Pero en honora la verdad, debo decir que sí, pardiez; que estos hidalgos parecen desenvolverse en estos negocios como un judío entre dinero ajeno.

Os alejáis un poco en busca de que la semilla que andáis plantando germine antes de que se agote vuestra paciencia.

- Lo cierto es que no deberían de contemplar las palabras que lleva el viento como más que palabras de beodo, extranjero. Pues de allí viene el rumor que tanto divierte los mentideros de la Villa - llega a comentar uno de los que pueblan el cada vez más nutrido grupo.

- ¿Mas no son las palabras de beodo las contempladas entre las más ciertas? No es que yo quiera hacer ciertos las palabras que lleva el aire pero que menos que contemplarlas, ¿no creen lo mismo vuestras mercedes?

Vuestros dos amigos gozan de un buen dominio de la palabra y el númeroso grupo de parroquianos del mentidero se arremolinan cada vez más en torno a ellos mientras estos caminan cada vez más lejos de vosotros, tanto que ya casi no llegáis a distinguir palabra alguna entre tanta voz.

- ¡Pardiez! ¿Acaso hay hoy representación? Pues veo muy animado el lugar.

Las palabras pertenecen a un hombre que se acerca al mentidero. Camina entre traspies y se acerca a Don Rodrigo poniendole la mano sobre el hombro como si le conociera de antaño. Es un hombrecillo alegre de unos treinta y pocos con los pómulos sonrosados y olor a taberna.

- Quizá pueda decirme vuestra merced el motivo de tanto alboroto - dice casi apoyandose en el hombro de Don Rodrigo.

- Algo de razón han vostedes. Más aún no lléndome la vida en ello- mira al Cielo, se persigna y pone cara de situación mientras se lleva la mano al cuello para divertir a sus oyentes- no lo quiera nadie así, sí me fue la curiosidad. Pues no es el primer libro condenado por herejías, y según he oido hablar por blasfemo se ha quemado a un tal Miguel Serveto, ahora ya sus buenos años solo por darle avance a la ciencia médica sin ánimo de injuriar la fe. Tal vez este fuera caso similar i solo los juicios de la algún eclesiástico con influencias otorguen blasfemia deste libro recién llegado a las Españas.

Por todos los santos, este hombre me conoce o ha visitado recientemente la taberna, en cualquier caso me ha puesto nervioso pues amí no me toca un cualquiera...

Miro si aún tengo mi dinero en la bolsa, de no ser así...

Disculpe, pero ¿acaso vos me conocéis de algo? De ser cierto afinadme la memoria pues nunca he tenido mucho, en caso contrario os "rogaría" digo con ironía que retiraseis la mano de mi hombro.

Ignoro si hoy se va a representar obra alguna.

Tras la respuesta de Don Rodrigo el hombre da un par de pasos atrás dando un ligero traspies.

- ¡Hip! ¿Quién cree que es vuestra merced que no puede hablarse con vos sin cita?

Don Rodrigo palpa su bolsa y la encuentra tal y como la dejó. Una mirada profunda sobre el hombre os revela que viene, efectivamente, de brazos de Baco y que no parece con más mala intención que de la hablar con el primero que se presente.

- Mi nombre es Felix Almansa, caballerete. Cuando mis comedias se haga famosas serán vuacedes los que quieran hablar conmigo.

Se gira empieza a caminar, a trompicones, fuera del mentidero.

Despierto de mis ensoñaciones.

¡Demonios! ¡El cortesano me estaba hablando y yo en babia! Desde aquella herida recibida en el frente de Flandes no es la primera vez que me pasa... ¿Será algo que deba preocuparme? Maldición... Y él que solo quería ser amable... Luego veré de desfacer el entuerto, no piense que aparte de bruto soy un malnacido. Pero antes ¿Quién ese este y que quiere? No parece Rodrigo caiga en de quien se trata...

Me quedo en un segundo plano de Don Rodrigo sin decir nada. La mano disimulada descansa en el estoque. 

A fe mía que sería este un tema adecuado para una canción - entono brevemente una entrada, esta vez sin la ayuda de "La Paca", y canto con voz bien afinada pero no demasiado alta, solo para los que están alrededor, una letrilla improvisada...

De como Baco quiso dar

al de a pie oportunidad

para decir esas verdades

que algunos tienen como males

Demos pues a Baco lo que es de Baco, y a la Santa Madre lo que en divina justicia le pertenece, creo yo. Pues casos de los que menta aquí el mozuelo - señalando a Emilio - se han dado, y no es menos cierto que verdad hay siempre en las palabras inspiradas por los espirituosos vapores, si se sabe escuchar...

Más vino entonces - continúo, llamando al camarero con un gesto - momento y lugar parece de hablar sin miedos, pues entre gente prudente andamos este día...y parece que el tema lo merece...

Con cuidado Ambrosio, que no se te caliente la boca y vayamos a levantar la liebre. Veamos si a alguno de éstos, entre canciones y vinos, se le suelta la lengua y sacamos algo en claro. Y el mozalbete parece que sabe hablar además de presumir, ayudará.

A ojos vista el mentidero se va vaciando y vuestros higados os recuerdan el porqué. El sol da la hora de comer y todavía andáis aquí, cerrando el mentidero como debe hacerse, dandole a la desosada, entre dimes y diretes.

- ¡Pardiez que no recuerdo el nombre! Mas me place que era de los Almansa y que para en la taberna del Chete más que para el buen vino en boca de hidalgo - conseguís sacar de uno de los últimos contertulios.

Entre dimes y diretes que os han dado las horas de embuchar garbanzos y don Ambrosio y don Emilio vuelven de mezclarse con los aquí llamados Representantes.

Don Álvaro se encuentra casi recostado sobre un murete bajo contemplando el sol del medio día y el tal Rodrigo casí pavoneando su figura al lado de él.

El mentidero está casi vacío y los últimos que quedan os levantan el sombrero dejandoos con dos palmos de narices y la barriga reclamando ración.

- Bueno compadres, creo que es evidente que se nos hace tarde y es menester que comamos para no desfayecer...

Luego me vuelvo hacia don Rodrigo:

- La verdad que por lo que antes preguntaba: supongo que el Santo Oficio habrá escuchado de mi habilidad con el acero y consideraría necesario un buen protector para unas cabezas pensantes como las suyas...

- Apuesto a que sería un espectáculo veros batir acero, Don Álvaro. Más dadas ya estas horas, mayor deleite os causará mojar el gaznate y llenar la panza en la taberna del Chete. Además de buen brebaje y mejor potaje, podremos buscar allí a un tal llamado de Almansa. Algo habremos de sacar de él, si es que lo oido en estos lugares son más que barruntos recién concebidos.

- Vamos, acompañenme vuestras mercedes que creo recordar bien como llegarnos hasta allí.- Y echando a andar junto al de Casares, continúa dandole buen palique a cuento de tal parroquiano del mentidero y sus historias para terminar parlando de cualquier cosa que llene el tiempo y levante el ánimo de camino al lugar.

Alguien acaba de pronunciar ese mismo nombre...¡el borracho!

¡¿Almansa?! ¡¿Habéis dicho si no me equivoco Almansa?! ¿Félix Almansa? Voto al mismo Dios que acabo de encontrarme con un hombre, que aún habiendo bebido más que un vizcaíno a dicho llamarse así.

Juro a mí que acabao de despacharlo con buenas palabras que a pesar de ello se ha tomado como ofensa, ¿en qué términos nos afecta el paradero del tal Almansa, Don Emilio?

Esforzándome intento recordar donde se ha dirigido el susodicho Almansa, intentando a su vez observar mi alrededor.

- Pues si le habéis ofendido, los términos serán los necesarios para llevarlo de nuevo a una placentera ebriedad.- Le sonríe- No os preocupéis que sabremos tratarlo, ¿no tenemos ahora más intereses en él que cuando, beodo y ofendido, hubisteis de darle por despedido? Ya sabrá él perdonar la ofensa, tenedlo por seguro- Concluye con un guiño de ojo que deja entrever la picardía del mozuelo.