Partida Rol por web

Asesinato en Puerta de Baldur

Aventura | 3. La propuesta ducal

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13/01/2017, 09:43
Caedwyr

Abro los ojos como platos ante la exhibición del fugitivo. Es como la confirmación de que es un espía o algo similar, pero no pienso dejarle salirse con la suya.

—¡Hermanos, templad vuestros ánimos! —les grito a los frailes al pasar—,¡y rezad para que la luz guíe mi camino!

Me abalanzo sin ningún tipo de sutileza sobre la multitud, esforzándome por sacar de enmedio a cuanto bulto se me cruce.

—¡Apartaos!...*offf*disculpad, señora... ¡Que alguien atrape a ese tipo!..*mmmpp*lo siento caballero...*uagh*en misión justiciera, hermosa dama...

Y trato de no perder terreno, aunque si nadie obstaculiza a nuestro amigo, no veo posible atrapar a semejante ardilla.

- Tiradas (1)
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13/01/2017, 12:53
[X] Gadryck
Sólo para el director

La persecución parece estar llegando a su fin, ya sea porque sus perseguidores están a punto de perderle la pista o bien porque al semielfo le falta nada para perder el aliento. La calle de la Puerta Vieja se abre ante Gadryck, tan populosa como esperaba, ofreciéndole una vía de escape.

Pero dos orondos patricios, a lomos de sus sirvientes, disfrutan de un agradable paseo al tiempo que bloquean el acceso a una de las plazas más concurridas de la ciudad. Ajenos al atasco que han provocado, la comitiva se mantiene impávida, confiando en que nadie hará nada que interrumpa su trivial charla. Haciendo un último esfuerzo el semielfo atraviesa a toda velocidad la marabunta de criados y serviles. Quizá su aspecto le había salvado de cualquier represalia. No así sus compañeros o, al menos, eso esperaba.

Mezclándose entre la multitud Gadryck aprovecha su última oportunidad. Arriesgándose a ser visto descubre su cabeza y reduce el paso en una improvisada maniobra de distracción. La figura del semielfo se funde entre los patricios que recorren la calle. Uno de ellos, que casualmente comparte con Gadryck altura y dirección aproximadas, parece no haberse dado cuenta de que la peluca que cubría el cráneo de éste pende ahora sobre su cabeza. Sin prisa pero sin pausa el joven y escurridizo semielfo sigue su camino hasta atravesar las puertas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Me desplazo 30' y supero la tirada de Sigilo indicada. :)

¡Por fin! Imagino que tras superar la tirada el resto perderá la pista y podré poner pies en polvorosa. Salir por la Puerta Vieja no entraba dentro de mis planes, pero qué remedio. El dejar atrás la peluca ha sido para darles algo que perseguir a mis compañeros jejeje.

Retomo entonces el plan original, aunque tendré que dejar para más adelante el recuperar mis pertenencias. Si no hay más complicaciones: a El Oasis.

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13/01/2017, 18:56
Zhork

—Por las barbas de... ¡maldito granuja!

No me podía creer cómo nos estaba dando esquinazo ese maldito rufián. Pero lo que más me molestaba no era que fuera tan hábil para escapar como resultaba ser, sino que me estaba haciendo correr más de la cuenta...

Correr era algo que me molestaba mucho, así que por dentro no hacía más que maldecir a ese patricio mientras lo perseguía sin tantos miramientos con los viandantes como tenía el clérigo. Si tenía que pasar por encima de un desprevenido, allí que iba yo arrollando por el camino. Era orgullo ya por cazar a ese canalla...

—¡No escaparás, sinvergüenza!

- Tiradas (1)
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13/01/2017, 23:54
Director
Sólo para el director
- Tiradas (4)

Notas de juego

Control de usos de Carrera:  Gadryck 4/4 - Caedwyr 4/5 - Zhork 3/6 - Rotryn 3/5 - Aishël 3/3

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13/01/2017, 23:58
Ciudad Alta, día

Al internaros en el mogollón de gente, descubrís el motivo de semejante atasco: dos patricios, probablemente de las casas más nobles, cada uno en un palanquín y rodeado de un séquito de sirvientes y lameculos, se han detenido para charlar y saludarse justo a la entrada de la calle, espesando el tráfico en ese punto. Se oyen quejas, sobre todo entre los plebeyos presentes, pero el estatus de los dos varones hace que sean sólo murmuradas. Zhork y Caedwyr consiguen abrirse paso empujando -y ganándose, obviamente, la mala leche de la gente a la que pillan por el camino-, mientras Aishël vuelve a demostrar la agilidad proverbial de su pueblo. Por desgracia, Rotryn, despistado por unos instantes, tropieza un par de veces y pierde su ventaja.

Ya fuera de la plaza, en la calle, el tráfico de personas fluye en uno y otro sentido, pero no disminuye un ápice: porteadores con mercancías, paseantes, vendedores, comerciantes, fieles de Gond… ¡El ajetreo es intenso en una de las calles más importantes de la Puerta! Por momentos, incluso perdéis de vista a vuestro fugitivo. ¿Dónde está? ¿Ha desaparecido? ¡No! Ahí delante lo tenéis, a escasa distancia: ¡el muy rufián ha moderado su paso para mezclarse con la multitud! Pero no lo conseguirá: no se da cuenta, pero su cabello y su sombrero son perfectamente reconocibles. Y lo mejor de todo: ¡ya está a vuestro alcance!

Notas de juego

ESTADO DEL COMBATE
Posiciones
Caedwyr, Rotryn -(10')- Zhork, Aishël -(20')- joven patricio
Iniciativas, CAs, daño y estado
X. Joven patricio
18. ROTRYN
14. CAEDWYR
09. AISHËL
06. ZHORK
Complicación
No hay ninguna complicación.

¡Comienza el 5º asalto!

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14/01/2017, 02:37
Ciudad Baja, día

El hombre al que le endosas la peluca no es joven, sino entrado en años, ni patricio, pero su capa es muy parecida a la tuya, y va tan atento a cierta mujer que no se entera de nada. También ayuda que ya lleve un pañuelo a la cabeza. Por prudencia, no te quedas a observar el desenlace, aunque lo oyes mientras te alejas. ¡Justo a tiempo! Tu corazón late como un caballo desbocado debido al esfuerzo y la emoción.

Concentrado en pasar desapercibido y en cualquier posible indicio de tus perseguidores, para cuando llegas a la puerta vieja, a la celebérrima Puerta de Baldur, te da la impresión de que han pasado apenas unos instantes. Con ropas de patricio aún, los guardias no se fijan en ti más que para cobrarte el paso. Al otro lado, no tardas en encontrar tus posesiones, tal como las habías dejado. Mientras cruzas la ciudad, oyes las campanas de las capillas de toda la ciudad: se cumple la tercera hora de la tarde. En tu trayecto hasta el barrio calishita, cruzas las murallas exteriores por la Puerta del Basilisco, donde fueron detenidos el clérigo y los otros hace varios días. Thangol, el recaudador de impuestos, no está por ningún lado, pero eso no te evita tener que pagar para pasar, como todo el mundo.

Notas de juego

(Seguimos en ...)

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17/01/2017, 11:08
Caedwyr

Así que sí ¿eh? Pretende camuflarse, pues bien, yo haré como que lo consigue...

—¡Oh vaya, ha desaparecido ese gentil hombre!— digo poniendo cara de tonto (se me da muy bien), por si acaso me oye a esa distancia—. Ha debido de meterse por una de esas callejas...

Me acerco lo más que puedo, y si en algún momento estoy lo bastante cerca, me abalanzo a la carrera sobre el individuo. Si no estoy a tiro de un único «sprint», sigo avanzando hacia él con cara de despistado, acortando distancias.

Mi sentido táctico no da para más en estos momentos.

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18/01/2017, 12:04
Zhork

¡¿Pero cómo que no podía verlo el clérigo?! ¿Estaba ciego?

Hum...

Fue entonces cuando se me encendió la lucecita. Se estaba haciendo el ciego... o eso quería creer. La verdad es que ahora tenía la duda de si lanzarme a por ese cochambroso o confiar en estar en lo correcto y que el clérigo realmente tuviera un plan en la manga.

—Tienes razón. ¡Seguro que ha huido por allí el muy canalla! Pero no soy capaz de verlo tampoco...

Sí... al final me decanté por la segunda opción...

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18/01/2017, 12:11
Ciudad Alta, día

La treta de Caedwyr parece dar resultado, pues el fugitivo no da signos de darse por aludido, ni emprende la fuga. En este momento, y para sorpresa de Zhork, el clérigo sale corriendo y, cual león de las estepas, se lanza contra el individuo, abrazándole y echándole al suelo. El golpe debe de ser de órdago, porque ya antes de llegar al suelo la cabeza del fulano se separa del cuerpo y cae unos palmos por delante del grupo. La elfa, mientras tanto, ha desenvainado sus espadas, causando la espantada de los peatones circundantes y sus gritos de terror.

¿Qué…? —exclama el hombre justo antes de caer. En el suelo, comienza a gritar y gemir—. ¡Déjenme, socorro! ¡Guardias! ¡GUARDIAS…!

Cuando Zhork llega junto a su compañero y ambos dan la vuelta al fugitivo para interrogarle, veis las arrugas: es un hombre de mediana edad. Lastimado. Dolorido. Asustado. Su jubón es caro, pero diferente al que recordáis. Por otro lado, su cabeza -menos mal- parece seguir en su sitio. Pero entonces… ¿Qué es eso que salió disparado? Rotryn lo recoge del suelo: ¡una peluca! Miráis a vuestro sospechoso: lleva un gorro de cuero calado y, debajo, su pelo. ¿Quién llevaría una peluca encima del gorro?* En ese momento, un patricio maduro, entrado en carnes y con un sombrero demasiado grande os señala desde el círculo que se ha formado a vuestro alrededor.

¡Pero bueno…! ¡Si es mi peluca! —exclama indignado—. ¡Vosotros me la robasteis! ¡Ladrones!

Dos guardias -que no miembros del Puño- aparecen al cabo de unos instantes con las armas desnudas.

¡Alto en nombre de la Guardia! —exige uno de ellos. Un semielfo.— ¡Dejad a ese ciudadano y deponed las armas!

—¡Y deponed la peluca! —añade el patricio indignado.

Aplastado por Caedwyr, que se ha puesto a horcajadas sobre él, un pobre desgraciado suplica por su vida.

Notas de juego

* ¡Ojo! Información añadida.

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19/01/2017, 18:39
Caedwyr

Durante un gélido instante, me quedo sin habla. Pero no tardo en resoplar con exasperación.

—¡Calma guardias, aquí nadie peligra, por Torm! —miro al que protesta por la peluca y luego al guardia que ha hablado. Finalmente veo las armas desnudas de la elfa y suspiro, pues la dama está complicando las cosas una vez más—. Perseguimos a un sospechoso, un hábil escapista y, por lo que parece, maestro del disfraz.

Levanto las manos en señal de paz.

—Me temo que nos ha burlado en plena calle, pero tenemos autorización oficial para investigar elementos extraños,  y ahora os la mostraré discretamente si es necesario.

¿Son realmente guardias? Ya no me fío de nadie. Mientras, el desgraciado que tengo atrapado suplica por su vida. ¿Hábil actor también, o auténtico burlado?

—Calmaos pues no os haremos daño, caballero. Y ahora decidme—le digo con tono conciliador—. ¿Habéis notado algo en estos últimos minutos? ¿Quién os ha puesto esa peluca en la cabeza? ¿O tal vez…?

Le paso los dedos por la cara a ver si lleva maquillaje sospechoso. Luego doy un rápido  tirón (no muy fuerte) en la nariz y otros aún más rápidos (y tampoco fuertes) en las orejas. Luego levanto rápidamente las manos, para mostrar que ya he terminado y, si la tosca prueba no da resultado, me levanto para enfrentarme a los guardias.

—Lo lamento, pero tengo que comprobar que realmente este caballero es un engañado como nosotros, y no un doble subterfugio de nuestro fugitivo.

Finalmente  contemplo furibundo al patricio indignado.

—¡Y la dichosa peluca no nos interesa, por los dioses! ¡No oséis llamarnos ladrones, que esa acusación ridícula no tiene ni pies ni cabeza! 

Ni pies ni cabeza, como todo lo que está sucediendo ahora mismo. 

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19/01/2017, 21:44
Rotryn

No otra vez. Esto ya parecía un maldito Deja Vu.

Rotryn se quedó atrás (esta vez para fortuna del mismo), justo cuando Caedwyr, al más puro estilo de lucha libre, se lanza sobre el patricio escapista para darse cuenta...QUE FUE UNA CHARADA????

De ahi a que aparecieran los hombres del puño y NUEVAMENTE los acusaran de ladrones, ya le estaba pasando la cuenta al tiflino...

Por los cielos, y yo que pensaba que los mares estaban llenos de bandidos y forajidos de la justicia!

El tiflino entornó los ojos, a la vez que la elfa sacaba sus armas y se preparaba para lo que ---creía ella --- era otra batalla.

"Calma, calmémon..." había empezado a hablar el tiflino, cuando finalmente el sacerdote/paladín lo interrumpió con su voz fuerte...

Perseguimos a un sospechoso, un hábil escapista y, por lo que parece, maestro del disfraz.

Levanto las manos en señal de paz.

—Me temo que nos ha burlado en plena calle, pero tenemos autorización oficial para investigar elementos extraños,  y ahora os la mostraré discretamente si es necesario.

La autorización! Claro!

Rotryn respiró profundamente, y miró a sus compañeros, ya preparados para la batalla (excepto el sacerdote).

Imitando al sacerdote levantó las manos y repitió: "..En paz...".

El recuerdo de su furia, aun estaba marcado a fuego en su memoria. 

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20/01/2017, 20:08
Ciudad Alta, día

¡La Ciudad Alta, joven Rees! ¡Por fin ante tus ojos! Calles empedradas con adoquines y losas resplandedientes… ¡Fragantes olores que salen de las elegantes tiendas y los extraos «cafés» que jalonan la calle de la Puerta Vieja! ¡Espléndidos palacios patricios! ¡Magníficos templos! ¡Paseantes distinguidos! La peste y los ruidos de los talleres y almacenes de los muelles de Brampton ya han quedado atrás hace rato, pero ahora que has cruzado la celebérrima puerta que divide la urbe -pagando por hacerlo, por supuesto- recuerdas lo que habías oído: realmente son dos ciudades en una. Por otro lado, las multitudes parecen ser comunes en todas partes… ¡Pero ahora puedes verlo con tus propios ojos! Tras ya no sabes cuantas visitas a la Puerta, y habiendo terminado el último de tus trabajillos para Durc y sus socios, al fin tienes tiempo para hacer turismo.

Por desgracia, no llegas en los días más apacibles: hace media decana, siendo el Día del Retorno -la gran fiesta anual-, un grupo de asesinos de origen desconocido -¡y un ser monstruoso!- atacó el mercado del Amplio, que estaba a rebosar no sólo de baldurianos, sino de gente venida de cerca y de lejos para participar en los festejos y, especialmente, en la gran feria. Gracias a un puñado de aventureros -a los que ahora llaman los «Héroes del Amplio»-, no hubo demasiadas muertes, pero sí una muy importante: la del duque Abdel Adrian. Cuando anoche, en La Sirena Sonrojada, te pusieron al día de todo esto, no tuviste que preguntar por ese nombre: no sólo Adrian fue un aventurero de renombre en la región, sino que… ¡Era oriundo de Candelero! Según te contó tu tatarabuelo, él y su padre lo llegaron a tratar en un par de ocasiones. Por supuesto, de eso hace más de un siglo: con el tiempo, Adrian se asentó en la Puerta, ciudad a la que salvó varias veces, y se convirtió en uno de los cuatro duques electos que la gobiernan (junto con el Parlamento). Pero ahora está muerto, asesinado por quién sabe qué motivos, y la ciudad lo llora: tanto los patricios de la Ciudad Alta, orgullosos de su héroe; como los plebeyos de la Ciudad Baja, que le veían como un gobernante incorruptible y justo; e incluso los parias de extramuros, que le consideraban su único defensor en el Consejo.

Como ya sabes, es raro que estos tres grupos estén de acuerdo en algo: Puerta de Baldur es una olla hirviendo a fuego lento por las tensiones sociales. La violencia entre patricios, burgueses y gente de los arrabales está siempre a punto de estallar: los patricios son odiados por los plebeyos de dentro y de fuera de las murallas debido a sus muchos privilegios; los plebeyos de la Ciudad Baja, los «burgueses», son odiados por los pobres de extramuros y despreciados por los patricios, guardianes del statu quo; y los pobres de extramuros culpan de sus muchas penurias a los habitantes de intramuros, que a su vez les temen por su desesperación, su desprecio de la ley y su número. De hecho, durante el cortejo fúnebre del duque por las calles de la Ciudad Alta -decisión del Consejo y el Parlamento (cómo no)-, los plebeyos asistentes, indignados por la decisión de enterrar al héroe en la Ciudad Alta, fueron protagonistas de altercados violentos. La Guardia -la policía de la parte rica- reprimió estos tumultos, causando docenas de muertos. Estos hechos recientes no parecen haber hecho más que empeorar la situación. 

Además, cada grupo interpretan el magnicidio de forma diferente: los nobles ven el atentado como un ataque al gobierno por parte de la elementos subversivos de la chusma; la gente del arrabal lo ve como un asesinato tramado por conspiradores patricios que ansiaban librarse de él; y la plebe de intramuros abraza ambas teorías por igual. De lo ocurrido en el Amplio, no encuentras testigos: la gente de La Sirena Sonrojada te habla de oídas. Del monstruo, unos dicen que mató a Adrian, y otros que alguien maldijo al duque y lo convirtió en un monstruo; unos dicen que el monstruo medía cuatro metros y otros, que volaba; unos afirman que llegó a matar a cientos de personas con una explosión, mientras que otros dicen que mató sólo a una veintena y que lo hizo a zarpazos; otros, que los productos del Amplio están ahora mancillados por magia corrupta... De los asesinos, unos te dicen que gritaban cosas en idiomas extranjeros, como esos apestosos habitantes de extramuros; otros, que eran cultistas de algún dios malévolo. Y de los «Héroes del Amplio » oyes de todo: que liquidaron al monstruo sin sufrir ni un rasguño, que fue el brujo quien lo hizo con un rayo, que fue hizo una drow quien lo hizo de un solo flechazo... En fin: ahora la calma y la vida normal vuelven a las calles de la ciudad, pero sólo los dioses saben cuánto durarán.

Uh...

¡La Ciudad Alta, joven Rees! ¡Por fin ante tus ojos!

Notas de juego

Pregunta TODO LO QUE QUIERAS. Y... ¡Bienvenido a Puerta de Baldur!

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20/01/2017, 20:22
Ciudad Alta, día

Mientras estás avanzando despreocupadamente por la muy transitada calle de la Puerta Vieja, que une la Puerta de Baldur con la plaza de la Gran Casa de las Maravillas -principal templo de la ciudad, dedicado a Gond, considerado uno de los más espléndidos de toda la Costa de la Espada-, de pronto, la gente comienza a gritar y a correr a tu alrededor. La razón pronto se revela ante tus ojos: una viajera elfa de piel oscura y azulada -¿una drow?-, con cara de muy malas pulgas, acaba de desenvainar dos espadas en el medio de la calle. Junto a ella, un hombre con turbante y rostro -literalmente- diabólico, contempla intrigado lo que parece ser una peluca negra, que sostiene en sus manos. Y al lado de ellos, dos guerreros, un humano y un enano, retienen contra el suelo a un pobre hombre que no deja de gimotear, pedir socorro y llamar a la Guardia. Los guerreros parecen confundidos. La gente se aparta asustada, quizás recordando los hechos de días atrás, pero la curiosidad hace que muchos no se vayan muy lejos, formando en la práctica un círculo de gente alrededor de la escenita. Y tú ahora estás en primera línea.

De pronto, justo a tu lado, un patricio gordo, maduro y entrado en carnes, con un sombrero demasiado grande, señala la peluca.

¡Pero bueno…! ¡Si es mi peluca! —exclama indignado—. ¡Vosotros me la robasteis! ¡Ladrones!

No lejos de ti, dos guardias aparecen con las espadas en alto.

¡Alto en nombre de la Guardia! —exige uno de ellos, un semielfo.— ¡Dejad a ese ciudadano y deponed las armas!

¡Y deponed la peluca! —añade el patricio, indignado.

El joven guerrero humano parece paralizado inicialmente, pero no tarda en responder.

¡Calma guardias, aquí nadie peligra, por Torm! —exclama de cara a los guardias y al patricio. Después de mirar brevemente a la elfa, y suspirar, vuelve a hablar.— Perseguimos a un sospechoso, un hábil escapista y, por lo que parece, maestro del disfraz. —Levanta las manos en señal de paz.— Me temo que nos ha burlado en plena calle, pero tenemos autorización oficial para investigar elementos extraños, y ahora os la mostraré discretamente si es necesario.

Duda unos instantes, mirando a su alrededor. Luego, habla para el tipo sobre el que está sentado, a horcajadas. Quizás para comprobar algo, el joven guerrero pasa sus dedos por la cara del pobre diablo y le tira de la nariz y de las orejas, antes de volver a levantar las manos hacia los guardias y levantarse.

Lo lamento, pero tengo que comprobar que realmente este caballero es un engañado como nosotros, y no un doble subterfugio de nuestro fugitivo. —Finalmente, mira cabreado al patricio.— ¡Y la dichosa peluca no nos interesa, por los dioses! ¡No oséis llamarnos ladrones, que esa acusación ridícula no tiene ni pies ni cabeza!

Por supuesto, tú sabes que no es un ladrón, porque conoces a ese humano: se llama Caedwyr, clérigo de Torm. Hace una decana vuestros caminos se cruzaron en una posta en el Camino del Comercio y que te aspen si esperabas volver a encontrártelo tan pronto.

Notas de juego

Puedes llevar todo tu equipo encima o haber dejado cosas en La Sirena Sonrojada. Si quieres haber vendido alguna cosa para no cargar con ella, dilo.

Por cierto: Rees ve a los demás PJs -menos a Gadryck, que no está en la escena-, pero ellos no se han fijado aún a él. Si Rees hace algo que no llama su atención, puedes escribir sólo para mí. Por indicación mía, ellos incluirán a Rees como destinatario de sus mensajes.

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20/01/2017, 20:28
Director

Notas de juego

A partir de ahora, incluid a Rees como destinatario de vuestros mensajes.

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21/01/2017, 12:19
[X] Rees

Rees estaba contento, había saldado su "deuda" con Durc, pues no era una deuda monetaria, pero si que se había sentido obligado a trabajar con él durante un tiempo, dado que fue a quien acudió en momentos de desamparo. Se sentía satisfecho, sin rumbo pero contento.

Hacía poco que había cogido todas sus pertenencias de la posada - dado que no se fiaba un pelo de dejar nada de valor en ese nido de maleantes - y se había dedicado a recorrer algunas zonas mercantiles de la calle de la Puerta Vieja.

Tampoco prestaba mucha atención, pensando en todo lo que había escuchado acerca del asesinato, de los nominados "Héroes del Amplio" y todas las ideas conspiratorias alrededor del hecho.

Su naturaleza curiosa le hizo acercarse al lugar donde parecía que se estaba cociendo algo. Enseguida reconoció a Caedwyr, pues su manera de hablar y su devoción a su dios eran dificil de olvidar. Rees era un mediano y no tuvo que esforzarse mucho para quedarse en segundo plano, observando la situación desde su perspectiva.

- ¿Una drow, aquí? ¿Qué estará haciendo? ¿Parece que está con Caedwyr? ¿Qué demonios están haciendo? - se preguntaba.

Vio aparecer la guardía y sus instintos le alertaron, por mucho que quisiera acercarse y saludar al grupo, no quería verse metido en problemas que él no había provocado.

Decidió acercarse para escuchar bien, pero sin revelarse aún.

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22/01/2017, 18:40
Zhork

—¡Pero qué...!

Un hombre viejo y arrugado no da saltos como los que había visto hacía un segundo. ¡Ni hablar! Allí había goblin encerrado... ¡qué me lo digan a mí! Así fue que, cuando el clérigo le tiró de la nariz, asentí con la cabeza conforme. Si la nariz era verdadera, esperaba que al menos le doliela al malnacido por embustero y por viejo saltarín.

En cuanto a lo de los guardias, empezaba a acostumbrarme ya a esta situación.

—Ah, no... ni hablar — susurré para mí mismo algo hastiado —. Otra vez no...

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23/01/2017, 02:14
Ciudad Alta, día

Las comprobaciones de Caedwyr arrojan un resultado negativo: no hay maquillaje, aquella nariz es real, aquellas orejas son reales… En resumen: el tipo es lo que parece.

¿P-pero qué…? —protesta mientras su cara es manoseada. No parece entender de qué le están hablando, pero le basta un breve vistazo hacia Rotryn para imaginárselo.— Y-yo… No sé de qué… Esa peluca… ¡Esa peluca no es mía!

Durante esos instantes, Aishël se mantiene en guardia con las espadas en alto y se masca la tragedia. Sin embargo, al cabo de unos instantes se yergue y guarda sus armas. Sin duda ha comprendido que habéis sido engañados.

Muy bien —dice, y se encoge de hombros—. Pero si queréis mis espadas...

Deja la frase en el aire, pero todo el mundo entiende que ahí hay, por lo menos, un tácito «venid a buscarlas». En otras circunstancias, los guardias sin duda se lo habrían tomado de la peor de las maneras, pero ahora la atención del que parece el líder está puesta en Caedwyr. Por otro lado, las pintas de los tres compañeros del clérigo -un rudo enano, una ¿drow? asilvestrada y un tiflino- probablemente estén disuadiéndolos de entrar en combate.

¿Qué autorización oficial? —pregunta el guardia mestizo, extrañado y escéptico—. Mostradla. —Mira a vuestro «detenido».— ¡Y dejad ir a ese caballero, por Gond!

Un poco después, la situación es bastante diferente: la calle ha vuelto a retomar su movimiento, las magulladuras de la víctima -ya liberada- están siendo atendidas por unos amables transeúntes, el autoproclamado propietario de la peluca no deja de exigir a uno de los guardias que se la devuelvan y el otro guardia, el mestizo, termina de leer el documento que Caedwyr le ha entregado. Inicialmente, su rostro se pone pálido, pero a medida que estudia con calma el documento va recuperando el color y la seguridad.

Esto sólo os autoriza para registrar las viviendas y propiedades de estas tres personas y requisarles pruebas* —concluye algo mosqueado, devolviéndoos la carta. Mira brevemente al patricio magullado.— Mi deber sería multaros, pero... Bueno: el caballero no está herido. Además... —Comprueba que su compañero no está atento. Os mira de forma cómplice.— Vosotros hablad bien del leal cabo Jacen Kallar, ¿de acuerdo?

Notas de juego

* Efectivamente: leído detenidamente, el documento sólo es eso, pero alguien que no lo lea con mucho detenimiento puede llegar a ser convencido de que es otra cosa. En cualquier caso, un papel con el sello del Consejo es bastante intimidatorio.

Si no queréis nada de los guardias, os dejan y se ponen a atender a los patricios. El de la peluca insistirá en recuperarla.

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24/01/2017, 23:14
[X] Rees

Rees no entendía demasiado bien de que iba todo aquello, pero al ver que la situación se relajaba, dio un paso hacía adelante con una carcajada y se acercó en dirección a Caedwyr.

- ¡Vaya!, que ven mis ojos, un representante de Torm creando caos entre la muchedumbre - dijo en tono jocoso. No era la primera vez que bromeaba "ligeramente" acerca de la fe de su compañero.

Dicho esto, lanzó una mirada curiosa a los que parecían sus acompañantes. - Menudo grupo mas variopinto - pensó - Sólo les falta un mediano para parecer un circo. - Rió para sí.

- ¿Qué os traéis entre manos? Hoy estoy ocioso y quizá os pueda ayudar... - concluyó finalmente. Se dirigió a todo el grupo, como si lo conociera de toda la vida. No tenía demasiados problemas para conocer gente nueva.

- Te la debo de la última vez - dijo en tono mas bajo hacia Caedwyr, refiriéndose a que la última vez pago su ronda en la posada, ya que "desapareció" sin pagar.

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25/01/2017, 13:36
Caedwyr

Dejo levantarse al caballero vapuleado por mí, con una sentida disculpa y de pasada la bendición (en forma de buenos deseos) de Torm en compensación.

—Y usted, el de la peluca, quédese por aquí cerca que tenemos que investigarlo.

A ver cómo reacciona. En seguida me dirijo al guardia.

—Lo que importa es el sello —le digo, muy seguro de mí mismo—. ¡No pretenderá que en la misiva se vea a las claras la naturaleza de nuestra misión! ¿Eh? —le guiño un ojo—. Pero no se preocupe, ojalá todos los guardias fuesen tan diligentes a la hora de proteger a sus ciudadanos. Del leal cabo Jacen Kallar y sus compañeros solo tendré buenas palabras.

Tras el peloteo, miro al patricio de la peluca. Estoy deseando que dejemos de llamar la atención en plena calle, pero las circunstancias son las que son.

—Y ahora…

Me interrumpe un recién llegado, que de forma impertinente hace mención al caos que supuestamente hemos provocado (lo que no deja de ser cierto, una vez más).

—Mire usted…—me quedo petrificado, sorprendido, atolondrado—. ¿Ress? ¿Ress Cuernoalto?

Pues claro que es él, pero lo inesperado me ha hecho dudar. Miro a mis compañeros y les hago un gesto de conformidad.

—Claro, ayudar por supuesto…—sonrío vacilante— ¡Bienvenido a Puerta de Baldur, si es que acabas de llegar!

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26/01/2017, 12:00
Zhork

—Nos las han colado...

Lo susurré con cierto hastío más para mí mismo que para que se enteraran mis compañeros. Estaba enfadado; a decir verdad... estaba muuuuy enfadado, y eso era complicado realmente. Pero, en fin... al menos nos librábamos de meternos en más líos con los guardias. Algo es algo...

En cuanto al recién llegado, cuando le vi hablar con el clérigo enarqué ligeramente la ceja...

—¿Os conocéis? — pregunté, aunque luego reculé ligeramente —. Disculpad mis modales, no me he presentado siquiera... Soy Zhork, hijo de Tordek, nieto de Tobul, bisnieto de Stodir, tataranieto de...

Y así un largo etcétera de parientes antes de terminar y dejar un espacio de tiempo para que el mediano se presentara si lo veía oportuno.