Partida Rol por web

Asesinato en Puerta de Baldur

Aventura | 4. Una cita en El Oasis

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23/01/2017, 00:36
Pequeño Calimshan, día

Tras huir de tus perseguidores y cruzar la ciudad, llegas a los muros de Pequeño Calimshan. Normalmente, cualquier no-calishita tendría vedado el paso a estas horas, pero los jóvenes de la entrada ya te conocen y te permiten pasar. El Oasis se haya en el bazar, la zona pública. Como todo en este barrio, el edificio es una mezcla de lo local y lo foráneo: sus habitantes han tratado de mantener su identidad en los estilos, pero el clima local impone sus condiciones. Una vez dentro, saludas a Ibiz, el propietario, que te mira desde la barra con ese desprecio al que ya te has acostumbrado. En torno a las mesas cubiertas con mantelillos de colores vivos, sentados en sillas bajas, los pocos habituales -jóvenes de mala pinta y viejos consumidos- te echan un fugaz vistazo antes de volver a sus conversaciones a media voz en ese idioma suyo que no entiendes, o a sus juegos de dados. El lugar está lleno de ese olor intenso y perfumado que tiene la comida calishita.

Notas de juego

(Viene de ...)

- Pierdes la peluca. (Ya te la he borrado.) Tú decides si también te deshaces de la capa, la túnica y el sombrero.
- Pagas los impuestos de paso por las puertas: 2 pc. (Ya te los he restado.)
- Tú decides cómo vas vestido cuando entras en El Oasis.
- Conoces una señal para que Ibiz sepa que tienes algo que decirle a Rilsa. Invéntatela.

Para que te sitúes en el tiempo: los demás salieron del palacio ducal poco antes de las 14.00 y llegaron a la taberna un cuarto de hora más tarde, donde estuvieron otro cuarto de hora. La persecución duró unos segundos. Son las 15.45 aprox. Pequeño Calimshan abre para no calishitas entre las 9.00 y las 12.00, que es la hora de comer. La hora de cenar será pasado el ocaso. El ocaso es a las 19.00.

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23/01/2017, 00:39
[X] Gadryck
Sólo para el director

Aunque estaba claro que sus compañeros le habían perdido la pista (no se detuvo a comprobar si su jugarreta había tenido efecto) la sensación de premura no abandonó el cuerpo del semielfo hasta haber cruzado gran parte de los Acantilados. Había tenido suerte, quizá demasiada. Ahora debía aprovechar esa oportunidad y para ello tenía que exprimir cada minuto que tuviera disponible.

Desde Montonera hasta el Camino de Oriente el joven y huidizo semielfo fue librándose una a una de las prendas que se había agenciado en su corta estancia en la Ciudad Alta. Entre patricios su aspecto no llamaba mucho su atención, pero en mitad de la Ciudad Baja, rodeado por el pueblo llano, aquellas vestiduras estaban totalmente fuera de lugar. Atravesando la Puerta del Basilisco, a paso acelerado y con cierta desazón al recordar lo sucedido en aquel sitio días atrás, abandonó por fin las imponentes murallas de la ciudad camino a su destino. El Oasis estaba al final del camino.

La senda que serpenteaba hasta el Chiontar pasa junto a las murallas de Pequeño Calimshan. Gadryck viste ahora sus ropajes habituales: una capa corta sobre una camisa deslucida, un chaleco ajado, pantalones ajustados y un par de botas de suela desgastada. Sabe que su aspecto choca con el de los habitantes del pintoresco barrio, pero poco le importa. Tras su constante presencia en aquellas callejuelas no han tenido más remedio que acostumbrarse a él.

Sin perder mucho tiempo se adentra a través del sinuoso camino que lleva hasta El Oasis. Ibiz clava una vez más su mirada en el extraño. La misma mirada de siempre. Gadryck se sacude el polvo de las botas nada más entrar golpeando con la punta sobre el umbral. Es la señal acordada para indicar que el recién llegado tiene temas que tratar con Rilsa, su contacto con la cofradía. En silencio, sin apenas dirigir una mirada hacia los parroquianos, el semielfo toma asiento junto a las escaleras a la espera de que el calishita de cuenta de su presencia en la posada.

Notas de juego

Me alegra saber que recupero mis pertenencias. En cuanto a la vestimenta elegante creo que me quedaré con ella. Puede serme de utilidad más adelante si volvemos a recorrer la Ciudad Alta, o un buen regalo en caso de necesidad.

Por otro lado me asalta una duda. ¿Qué fue aquello que se me cayó por el camino? Cierta elfa intentó darme alcance con tal de entregármelo, pero afortunadamente no me paré a comprobar que era. Ahora, con más tiempo, reviso mis pertenencias por si echo algo en falta.

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23/01/2017, 00:40
Pequeño Calimshan, día

Ibiz no reacciona inmediatamente a la señal, a pesar de que -tú lo sabes- te ha visto. Por el contrario, quien sabe si para no llamar la atención o como desplante hacia ti, el hombre se toma su tiempo para terminar de limpiar unos pequeños vasos de cobre. Mientras tanto, y recordando que la elfa trató de llamar tu atención diciendo que se te había caído algo, revisas tus pertenencias, pero no notas nada en falta.

Cuando termina su tarea, ves que Ibiz desaparece por una cortinilla de cuentas que da a la zona privada del local. Tal y como esperabas. Cuando vuelve, todo se desarrolla con normalidad: se acerca a atenderte, le pides, él te sirve, le pagas*, vuelve a sus quehaceres, tú bebes… Pero cuando vacías el vaso, él no lo recoge. Tal y como te dijeron que pasaría. Esa será la señal. Cuando al cabo de un rato lo hace, ya sabes lo que hay que hacer: irte del local y entrar de nuevo, pero por la puerta del callejón. Según lo acordado, Rilsa te estará esperando.

Notas de juego

-2 pc. (Ya anotado.)

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23/01/2017, 00:41
[X] Gadryck
Sólo para el director

Gadryck dirige una mirada afilada hacia el posadero. Tiene prisa y él lo sabe. Ibiz se acerca con parsimonia y le sirve un trago de arena dorada rebajada con agua en un pequeño recipiente de cobre. El semielfo apura el vaso con rapidez.

Por primera vez desde hacía una semana tenía noticias frescas sobre sus compañeros. Ya no se trataba de la típica vigilancia rutinaria a Roca del Draco. La compañía se movía, quién sabe por qué motivo, y había que actuar rápido. Ibiz abandona la barra y vuelve al cabo del rato. Gadryck juguetea con el vaso sobre la mesa. Las palabras sobran. Cuando el calishita recoge su vaso éste ya se ha incorporado. Rilsa quiere verle.

El callejón que pasa junto al establecimiento es estrecho y la humedad del aire ha empapado el suelo, que se hunde bajo sus botas. El semielfo vuelve a limpiarse las botas. Esta vez no es una señal. No hay más señales.

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25/01/2017, 00:34
Pequeño Calimshan, día

En cuanto te aseguras de que nadie está mirando, y sabiendo que la puerta no estará cerrada, entras. La estancia a la que accedes es, sin lugar a dudas, una cocina, pero no te ves capaz de identificar muchas de las cosas que ves en ella. Este lugar es incluso más exótico que la taberna. Una mujer sureña desgrana judías sentada en un taburete y ni te mira. Ibiz, que aparece desde otra sala, te señala una dirección con un mudo cabeceo antes de desaparecer de nuevo.

Tras cruzar un par de pequeñas estancias de almacenaje, ves a Rilsa, de pie, en un pequeño cuarto en el que apenas hay una mesa y unas sillas, sin ventanas. No te cuesta imaginar a media docena de hombres jugando a los naipes allí. Es la primera vez que ves a la mujer desde la noche que os conocisteis, pero viste del mismo modo, como una tendera, con el típico pañuelo calishita cubriéndole el pelo. A su manera, es una mujer atractiva. A su lado, un tipo fortachón con bigote espera de brazos cruzados. Lleva una daga al cinto.

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25/01/2017, 00:41
Rilsa

Rilsa te ve en cuanto la ves. Te estaba esperando.

مساعد والملح ويغلق الستار —dice a su acompañante con tono neutro.

Sin mediar palabra, el hombre sale del cuartucho y te deja paso. Ella se sienta en una de las sillas.

Tahiyed, Gaderyck —te saluda con un suave acento. Señala al otro hombre.— Él es Musaid, mi primo. Me protege. —Cuando has entrado, el hombre cierra la gruesa cortina que hace de puerta, para daros privacidad.— Hemos venido tan rápido como pudimos —añade ella con una sonrisa cansada. Te señala una silla, invitándote a sentarte.— ¿Y bien?

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26/01/2017, 18:04
[X] Gadryck
Sólo para el director

El semielfo apenas dirige una mirada a la mujer que se sienta en la trastienda y no parece prestar demasiada atención a su entorno, enfrascado como está en la tarea que tiene entre manos. Siguiendo las directrices de Ibiz, atraviesa el trecho que le separa de la pequeña sala. Un hombre fornido acompaña a su contacto dejando claro que, pese a su reciente colaboración, Gadryck distaba muchos de haberse ganado la confianza de la cofradía. El guardaespaldas abandona la habitación y cierra la cortina tras él, dejándolos a solas.

- Saludos, Rilsa - responde el semielfo desde la puerta descubriendo su cabeza - Siento haberos hecho acudir de manera tan apresurada, pero el tiempo corre en nuestra contra.

El semielfo toma asiento y espera que su interlocutora haga lo mismo. En aquel momento es totalmente consciente de la situación en la que se encuentra, por lo que debe medir sus palabras.

- Imagino que estarás al tanto de los últimos movimientos de los "héroes del Amplio" - tras días oyendo ese título había adquirido cierto apego por él - y probablemente sepas en qué lugar se encuentran ahora mismo. Tras abandonar la Roca del Draco y visitar el palacio ducal, decidí unirme discretamente al grupo en su camino hasta La Capa y el Yelmo, con el fin de averiguar qué se traen entre manos. Hablaban entre ellos sobre cierta misión. Una misión oficial a juzgar por los documentos lacrados que llevaban encima.

El semielfo se acomoda en la silla, poniendo en orden sus ideas.

- La información que tengo es confusa e incompleta y apenas tuve tiempo de escuchar antes de verme obligado a abandonar el lugar. Se mencionó durante la conversación a un tal Norold Duskler, según ellos, un agente encubierto vinculado con el mercado, y a cierta hechicera de nombre desconocido. Dos personajes al parecer cruciales para su misión. También salió a colación La Linterna Mortecina como otro de sus posibles objetivos. Conozco el sitio, un lugar encantador, pero desconozco qué papel puede tener en todo esto. Sé que la cofradía tiene negocios allí, pero todo este asunto no tiene pinta de ser uno de ellos. Me da la impresión de que hay mucho más en juego detrás de todo esto, aunque faltan demasiadas piezas como para hacerme una idea de la imagen completa.

Gadryck guardó silencio. Con la cantidad de informadores con los que contaba, dudó por un instante si algo de lo que había contado sería nuevo para Rilsa. Al fin y al cabo ¿qué papel jugaba él en todo esto?

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26/01/2017, 19:36
Rilsa

Rilsa atiende a tu informe procurando que su rostro revele sus impresiones sobre lo que le cuentas, pero aún así no lo consigue del todo. Concretamente, y pese a tus suposiciones, la noticia de la visita de tus compañeros al palacio del gobierno parece sorprenderle, así como tu mención a una «misión oficial». El nombre de Norold Duskler, en cambio, no parece sonarle. No te queda claro si conoce o no La Linterna Mortecina.

De tus amigos sólo sabía que fueron puestos en liberetad. Jared me lo dijo —te explica, pensativa. Recuerdas al tipo que te avisó. Rilsa da vueltas al asunto unos instantes, apoyada en la mesa. Luego, comparte sus conclusiones contigo.— Alguien del Paralamento o del Consejo habrá llegado a un trato con ellos.

La mujer lanza una breve imprecación en su idioma. A pesar de sus esfuerzos, se la ve molesta. Tras unos instantes más de silencio pensativo, vuelve a hablarte.

Señor Gaderick: vuelva con sus amigos y dígales que quiero hablarles. —Para tu sorpresa, aquello no suena como una petición: el tono ha sido el mismo tono neutro con el que habló al hombretón. Ella también se da cuenta y parece genuinamente avergonzada.— Peredóneme: es que esto es tan importante… Por favor, necesito que lo haga —te suplica ahora, muy seria, colocando su mano sobre la tuya—. Dígales que no crean nada de lo que les digan sobre la Cofradía. Que les peretenden utilizar como títeres. Dígales que nosotros somos su amigos.

Parece que va a decir algo más, pero se detiene, seria, y retira su mano. Reflexiona unos instantes.

¿Les dijo que venía a verme? —te pregunta, entre suspicaz y extrañada.

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31/01/2017, 07:23
[X] Gadryck
Sólo para el director

Gadryck no pudo evitar enarcar una ceja ante la reacción de la calishita. Al parecer todo ese asunto escapaba a ojos de la cofradía o, al menos, a ojos de Rilsa y sus informadores. Venía buscando respuestas, pero aquella mujer no parecía capaz de proporcionárselas.

La calishita se muestra contrariada. Como era de esperar no tiene en alta estima a los miembros del gobierno y darse cuenta de que sus compañeros se encuentran en esos momentos colaborando con ellos parece ponerle sumamente nerviosa. ¿Qué sabía ella que él no supiera?

- No tuve ocasión de hablar con ellos ocupado como estaba en pasar desapercibido - respondió el semielfo - No me pareció buena idea revelar mi identidad antes de saber qué se traen entre manos. Menos aún revelar mi colaboración contigo y con la Cofradía.

Gadryck se incorpora y da un par de pasos hacia la puerta. Sabe que del otro lado de la cortina se encuentra Musaid.

- Agradezco todo lo que has hecho por mí durante estos últimos días. Tus chicos me han sido de gran ayuda. Pero lo que me pides es una locura - guardó silencio un instante antes de continuar - Aunque me acercara nuevamente a mis antiguos compañeros, aunque así lo hiciera y les hablara de mentiras y confabulaciones ¿qué te hace pensar que confiarán en mi palabra? Apenas logro entender lo que está sucediendo aquí y me pides que convenza a otros cuatro de abandonar lo que probablemente sea un acuerdo provechoso con algunos de los miembros más influyentes de la ciudad.

Volviéndose el semielfo apoya las manos sobre la mesa, clavando su mirada en la mujer.

- Tendrás que ofrecerme algo igual de bueno si quieres que los "Héroes del Amplio" vuelvan la espalda a aquellos que consideras traidores. Algo que poder presentar ante mis compañeros. Algo que arroje un poco de luz en todo este asunto.

Con gesto decidido Gadryck esperó la respuesta de Rilsa. No pensaba irse de ahí sin obtener algunas respuestas. No había hecho todo el camino hasta El Oasis para marcharse con las manos vacías.

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01/02/2017, 00:34
Rilsa

Rilsa ha tardado un poco -y unas pocas preguntas- en entender que no hablaste con tus ex-compañeros de batalla, sino que les espiaste. Notas que esto le ha extrañado, aunque parece aceptar tus prudentes motivos.

Cuando opinas que su petición está abocada al fracaso, la mujer frunce el ceño, contrariada: no le gustan tus peros. Tampoco le gusta mucho tu demanda. Por unos momentos, crees que va a echarte de aquí con cajas destempladas, pero no lo hace. En lugar de eso, se traga la rabia y te habla muy seria.

Tiene razón: no puedo pedir a sus amigos que renuncien a un trabajo bien pagado por la promesa de una charhla. Es más: sea cual sea el perecio que han acordado, es difícil que yo pueda igualarhlo. Somos pobres, señor Gaderick —dice, y alza una mano brevemente, señalando la habitación, la casa, Pequeño Calimshan. Sí: allí hay pobreza. En todos los arrabales la hay: en ellos malvive la clase más baja de Puerta de Baldur.— Pero hay algo que nosotros tenemos y el gobierno no. —Te mira fijamente.— Una causa justa.

Rilsa se prepara para una larga explicación, apoyándose con los codos sobre la mesa y juntando las manos.

Señor Gaderick, el Puño Ardiente y la ciudad —continúa con desprecio— no hacen nada por nosotros, la gente de los arrabales. Nada —repite, tajante—. Y aún así... —Su gesto se agria.— no tienen problema en quitarhnos lo poco que tenemos con impuestos e imponer su voluntad a capricho, por la fuerza. —Sabes que dice la verdad, de cuando eras niño: el Consejo no atiende los arrabales. Considera extramuros terreno baldío, a pesar de que los terrenos llevan décadas habitados por inmigrantes llegados de todo Faerûn. El Puño no defiende el orden aquí. Las necesidades más básicas de los arrabaleños quedan a los recursos de los arrabaleños, y aún así, la ciudad les cobra impuestos y les impone leyes.— Si la ciudad es atacada... ¡No tenemos derecho ni a la protección de las murallas! —añade con rabia, dando un puñetazo en la mesa—. Y aún es peor, porque día tras día somos peresa de los más corruptos, como Thangol, que saben que no tenemos manera de defenderhnos. —Su cara está roja, sus ojos también. Si está fingiendo esas emociones, debería trabajar en el teatro.— Vivimos condenados a la miseria, víctimas de esta injusticia, señor Gaderick... ¡Y a esa inmundicia patricia les damos igual! —Notas que está a punto de reventar.— ¡Somos personas, por todos los dioses!

Hablar de este tema parece haber desatado en Rilsa poderosas emociones. Cuando parece que va a seguir despotricando, Musaid aparta repentinamente la cortina y os mira, alarmado. Tiene la mano en el pomo de la espada. Consciente de pronto, ella se contiene y se calma. Tras unas palabras y unos gestos suyos, Musaid vuelve a dejaros «solos».

El gobierno persigue a la Cofradía por sus robos —te explica muy seria. No te miente, pero sabes que la Cofradía está metida en prácticamente todos los asuntos criminales de Puerta de Baldur, no sólo en robos.— Y sí, robamos, pero... ¡Es dinero patricio que damos a los poberes! —Vuelve a dar un golpe en la mesa, pero se calma.— Un crimen que el gobierno no está dispuesto a tolerar —añade con resignación.

Sí: la Cofradía da dinero a la gente pobre de los arrabales. Es una de las muchas formas en la que la Cofradía les ayuda. Muchos dicen que hacen todas esas cosas para ganarse la colaboración de la plebe, y no hay duda de que lo consigue, porque mucha gente de los arrabales defiende a la Cofradía por ello. En cualquier caso, es cierto.

Entiéndalo, señor Gaderick: sólo la Cofradía cuida de la gente de extramuros, especialmente ahora, que el duque Adrian ha muerto —apostilla—. El duque hizo muchas cosas por nosotros —te explica—. Desde el Consejo. La gente aquí le quiere... Le quería. —Se sume en sus pensamientos durante unos instantes. Luego, añade:— Por eso sus enemigos le han matado.

En sus palabras hay rencor, más que tristeza. La mujer respira profundamente antes de seguir.

Notas de juego

...pero ella ya ha hablado bastante: quizás quieras añadir algo. O preguntar. XD

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05/02/2017, 18:08
[X] Gadryck
Sólo para el director

Cruzado de brazos y apoyado contra la pared, Gadryck observa en silencio el arrebato de Rilsa. Por un momento pudo imaginarse a la joven calishita elevando las mismas quejas ante el finado duque Adrian, el único miembro del Consejo que parecía escucharles. La mujer, con la cara enrojecida, alza la voz en varias ocasiones, llamando la atención de su fornido guardaespaldas.

- Hablas de la cofradía, de los arrabales y sus gentes como si fuera algo que no va conmigo - interrumpió el semielfo - como si yo fuera uno de esos patricios a los que todo le ha venido dado. No, Rilsa. No te confundas. Podría contarte mi historia. De cómo nací, crecí y sobreviví ante las murallas de Puerta de Baldur. De mis tratos con la Cofradía.

Acercándose nuevamente a la mesa el mestizo toma asiento sin darse demasiada prisa. Una pequeña pausa para rebajar la tensión.

- Mírame si quieres con el desprecio que reservas para el ricos y acaudalados, pues pese a lo que dicen por ahí, no me considero un "héroe". No persigo como tú una causa justa. No busco la paz, no busco la justicia. Sólo una vida digna para mí y para los míos. Si eso es o no una causa noble poco me importa.

Gadryck se inclina sobre la mesa. Él es hombre de pocas palabras y aquella conversación le resultaba especialmente tediosa.

- Estoy contigo - sentenció por fin - La colaboración de mis compañeros con palacio no es algo de mi agrado y haré lo que esté en mi mano para que rompan cualquier trato al que hayan llegado con ellos. Mi lealtad, sin embargo, no es gratuita. Y no estoy hablando de dinero. Yo mismo puedo costearme una vida más que cómoda con unos pocos mecos. Hablo de mentiras y verdades. ¿Qué hay detrás de la muerte de Adrian? ¿quienes eran los que atacaron al duque durante la celebración? ¿qué intereses pueden tener todos en nuestra colaboración? Necesito respuestas, Rilsa. Dame algo con lo que trabajar y tendrás mi palabra de que haré todo lo que esté en mi mano para que mis antiguos compañeros se reúnan con la Cofradía antes de que caiga la noche.

Notas de juego

Una conversación intensa, cuanto menos. XD

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07/02/2017, 00:55
Rilsa

La joven calishita parece sorprenderse cuando le mencionas tu vida pasada en Puerta de Baldur y tu relación con la Cofradía. Durante unos segundos, parece sumida en sus pensamientos, aunque no tarda en devolverte su atención.

No sabemos quiénes han sido los atacantes —te responde tras atender a tus preguntas-. La Guarhdia fue muy eficaz eliminándolos a todos, según dicen —suelta en un tono nada inocente, pero muy serio—. ¿Quiere respuestas, señor Gaderick? ¿Quiere saber quién está detrás de la muerte de Adhrian? —te espeta frunciendo el ceño—. Pregúntese: ¿para quién trabaja la Guardia? ¿A quién le beneficia la muerte del único duque que se pereocupaba por los desamparados y que era tan popular incluso dentro de las murallas? —La pregunta es retórica.— A los patricios. El Parelamento. Los demás duques —insiste—. Si quieren a los asesinos de Adrian, búsquenlos en el Gran Salón y en las mansiones de la Ciudad Alta, no en las pocilgas de los arrabales. —Pausa.— ¿Le sirhve eso?

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09/02/2017, 13:22
[X] Gadryck
Sólo para el director

Tras las palabras de Rilsa, Gadryck permanece en silencio unos instantes, pensativo. Es imposible saber si aquellas revelaciones le han impactado o le han parecido más que obvias.

No es mucho lo que me cuentas, Rilsa —lamenta, finalmente—. Suposiciones. Sospechas —señala, escéptico—. ...pero algo es algo. Tus palabras tienen sentido, y creo que pueden tenerlo también para mis compañeros. —Asiente, mirando a Rilsa.— Lo intentaré: iré a hablarles. Tienes mi palabra. Les explicaré lo que me has contado. Trataré de convencerles de que dejen de colaborar con el gobierno. Les diré que vengan a hablar contigo, para que puedas tratar de sumarles a tu causa. Pero… —Niega con la cabeza.— No te hagas ilusiones. El clérigo puede ser un hueso duro de roer: le gusta demasiado la pompa y su reputación. Y el enano parece que es buen tipo, pero también parece que le gusta mucho el oro… —Se toma unos segundos para pensar, pero no añade nada más. Mira a Rilsa y vuelve a asentir.— Haré lo que pueda.

Parece que Gadryck no tiene nada más que decir y está listo para irse. Su mente ya está haciendo planes: no volverá a la posada donde vio a sus amigos. Incluso con otro disfraz, o sin ninguno, podrían darse cuenta del engaño al que les sometió, y no quiere que lo sepan. Además, sería demasiado sospechoso, demasiado accidental. Tratará de encontrarles por donde ese comerciante, Duskler, en el Amplio. Dirá que ha vuelto a investigar la escena de la muerte de Adrian. Si aún así no consigue encontrarles, irá a la Linterna Mortecina. No será raro que esté allí. Preguntará. Si no han venido, se tomará algo y esperará. Si cae la noche, alquilará una habitación. Pedirá al tabernero que le informe de cuando lleguen. Estará atento. Observará.

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09/02/2017, 18:08
Pequeño Calimshan, día
Sólo para el director

Rilsa tampoco tiene nada relevante que añadir. En los momentos finales de vuestra conversación, la joven mujer calishita te dice un solemne «Gracias, señor Gaderyck», te desea la mejor de las suertes (y las bendiciones de sus dioses) y te pide que actúes con la mayor celeridad y discreción. También te da instrucciones por si vuelves con tus compañeros: a las puertas cerradas de Pequeño Calimshan, no antes del ocaso. No hagáis nada: ella saldrá a vuestro encuentro.

Aclarado todo esto, Rilsa y su guardaespaldas se van. Tú te quedas sólo en la habitación, donde esperas un rato, a petición de ella, para que no os relacionen. Ibiz te trae un trago al que invita la casa. Cuando ya ha pasado un tiempo prudencial, te levantas y te marchas.