Partida Rol por web

Friedrich, medio asfixiado por el humo, nota como incluso la vista de águila comienza a fallarle. Saca sus hojas, pero no puede ni avanzar debido a las toses. Los ojos le lagrimean. La garganta le irrita.

Finalmente, decide que atacar en semejantes condiciones es un suicidio, de modo que hace lo posible por salir de la nube de humo.

Ethel sonríe satisfecha y medita durante unos instantes la posibilidad de activar la vista de aguila y entrar en la nube de humo para ayudar a sus compañeros. Sin embargo, parecen tenerlo controlado así que decide irse a por los meimbros del equipo que se han desperdigado. Como buena asesina, sabe lo mismo que los lobos y los leones...la manada dispersa es debil.

Sacando el cuarto de sus cuchillos -ya recuperará luego el resto, quizas retorciendolo ligeramente al sacarlo de su agonizante victima- se dispone a atacar a las ovejas desperdigadas lanzando el cuchillo directamente a la cabeza del priemro que levanta su arma contra ella

Los Asesinos han conseguido ganar terreno. Debido a que la ametralladora ya no dispara y a las bajas causadas entre los demás grupos de asaltantes, ya no resulta tan peligroso salir fuera de la cobertura de las columnas. Dos Asesinos se introducen en la nube de humo que cubre el vehículo y acaban con los tripulantes, y el resto de asaltantes se retiran hacia la salida. El camión que había aparcado en la entrada se pone en marcha y sale a toda velocidad de allí. Finalmente, cuando la nube de humo se disipa, solo quedan los cadáveres de asaltantes y Asesinos, y el vehículo armado. No han habido demasiadas bajas entre los Asesinos, pero una sola baja ya es una derrota para la Hermandad.

- Buf... Parece que lo conseguimos. Bien, coged a los heridos y llevadlos a la enfermería. Y los enemigos heridos, cuidado con ellos. Tendremos que sacarles la información.

Ambrose se quedó mirando pensantivo el camión. Se acababa de acordar de algo que pudiera haber sido divertido, pero ya era demasiado tarde para ello. La voz de Jack le trajo de vuelta al mundo de los vivos. Mirando a su alrededor podía ver alguna cara conocida de algún compañero, algún hermano. Con sumo cuidado los fue levantando, ayudado por otros hermanos también sanos para acabar de limpiar aquello cuanto antes. Por el camino iba pensando. 

- Si somos una élite del sigili y la infiltración ¿como cojones nos ha llegado un camión hasta la puerta? Este sitio ya no es seguro. 

Miro la herida de mi abdomen y lanzó un leve qujejido. La adrenalina me había impedido sentir el dolor hasta ese momento pero ahora sus efectos comenzaban a desaparecer. No obstante, antes de acudir a la enfermería me acerco a Jack para hacerle la pregunta que todos nos estabamos haciendo.

-¿Que diablos ha pasado?¿Como ha podido suceder?

- Este refugio es muy seguro; esto viene de dentro. Alguien nos ha traicionado, sin duda. Pero ya nos ocuparemos de eso más tarde; ahora ves a la enfermería a que te curen eso.

Friedrich se sentía impotente. No había sido capaz de hacer nada por ayudar, y ahora algunos de sus compañeros habían muerto. Con los limitados recursos de la Hermandad, éste era un duro golpe.

Se preguntó preocupado si había sido culpa suya. ¿Y si lo habían descubierto? Y si sabían que era un agente doble y por ello le habían seguid, adivinando la ubicación de la Hermandad? No lo sabía, pero lo descubriría a su debido tiempo. Ahora debía ocuparse de otras prioridades.

¡Jack!- le dijo. Tenemos que hacer algo para proteger esta guarida. Puede que hayan fracasado en su ataque, pero ahora que conocen esta posición, volverán a por nosotros.

Jack se acerca a uno de los asaltantes heridos. Se agacha y comprueba su pulso. Luego revisa el cuerpo, y le abre la boca para examinarlo mejor

- Cápsulas de cianuro dentro de dientes falsos. Hijos de puta... Venían preparados para que no los cogiésemos vivos.

Luego se dirige a Friederich

- Primero hay que atender a los heridos. Luego se seguirá el protocolo estándar cuando se compromete un refugio: destruir o trasladar información y abandonarlo.

Han pasado dos días desde el ataque. El Maestro ha puesto en marcha el protocolo de seguridad, y toda la información contenida en el refugio está siendo trasladada, copiada o destruida. 

Os han convocado a una reunión extraordinaria en la sala principal. Alrededor de la mesa redonda marcada con el emblema de los Asesinos, los Hermanos supervivientes se van colocando. Algunos estás heridos, pero todos se mantienen imperturbables. Solo falta el Maestro.

El Maestro hace su aparición en la sala, su túnica negra denotado su rango superior al vuestro. Se coloca al frente de la mesa, y se dirige a los presentes.

- Hermanos, como ya sabréis, hemos sido traicionados. Alguien de nuestra Hermandad dio la ubicación de este refugio a nuestros enemigos templarios, y hace dos días nos atacaron. Creímos haber rechazado el ataque, pero no fue así. Mientras nuestros Hermanos morían en la defensa del refugio, el traidor se coló en la biblioteca y robó documentos de vital importancia, así como una reliquia de nuestra orden. El traidor es la Hermana Suzan, que huyó por la otra entrada mientras se desarrollaba la escaramuza en el parking.

Aunque se mantienen mayormente igual de imperturbables, la noticia de la traición incomoda a los Asesinos reunidos. La Hermana Suzan era la más joven de los Asesinos destinados a aquel refugio, y siempre se había mostrado entusiasta con la labor de la Hermandad. Sin embargo, no se la vio durante el ataque, y su cuerpo tampoco estaba entre las bajas. Y ciertamente faltaba uno de los equipos de esquí que estaban disponibles en la otra entrada.

Ambrose jugueteaba con un bolígrafo pasandolo de un dedo a otro. Escuchaba atentamente y no pudo evitar una mueca de desagrado al oir el nombre de la hermana. No esta bien que un hermano traicione a otro, pensaba. Y ya cuando el maestro dijo lo que había robado eso ya parecía excesivo. 

- Todo esto suena muy raro maestro. ¿Porque no había nadie vigilando la biblioteca? ¿Y en que consiste la reliquia que se llevó? Además, si por lo que decís, Suzan era de las más jóvenes que habían entrado ¿cómo pudo el último mono ser más astuto que el zorro?.- Esto último era más un pensamiento en voz alta que una pregunta dirigida al maestro. Ambrose intentó dejar la mente en blanco para ver con claridad. 

Los árboles no te dejan ver el bosque

- Estoy casi seguro de que contó con ayuda, y me atrevería a decir que interna. Es evidente que la ayuda externa hizo bien su trabajo, nos engañaron con un falso ataque. ¿Nadie vigilaba las otras salidas?

Bajo su túnica, Ethel se mordío los labios y apreto los puños con ira. Conocía bien a Suzan, había entrado receintemente y parecía una joven agradable...parecía...

La maldita zorra

Lo que más la dolía era su orgullo, el no haberse dado cuenta de su traición. El hecho d e que esta viniese de alguien tanc ercano como una hermana la hacía sentir humillada. Eso por no hablar del peligro al que les había sometido a todos.

La forma de saber como paso es atraparla y sonsacarla la información

Suzan.

Friedrich sintió una mezcla de alivio y rabia. Al menos no habían atacado el refugio por culpa suya, pero la traición a la Hermandad era un crimen abyecto y repugnante. El alemán sentía especial odio a los traidores.

Repasó mentalmente lo que sabía de Suzan. No era mucho. Su juego en la batalla con los Templarios le hacía difícil frecuentar a sus hermanos. Era la adquisición mas reciente del refugio de Zurich, por lo que se vió inclinado a pensar que era una templaria desde el principio. Una agente doble. Y los había engañado a todos. Cerró los ojos y apretó los muchos con rabia. Se calmó un poco y volvió a abrir los ojos y las manos.

Está claro que el ataque se llevó a cabo como medida de distracción.- dijo en respuesta al comentario de Ambrose Suzan...- se atragantó. Suzan sabía cuando sería el ataque, asi que aprovechó para entrar a la biblioteca y actuar con impunidad. No habría nadie vigilando bajo amenaza de ataque. Y aunque no descarto que haya un segundo infiltrado, no parece probable, ya que ese trabajo podría haberlo hecho ella sola, y los riesgos de ser descubierta serían menores.

- Ambrose, el que vigilaba la biblioteca era yo, y ya viste que estuve haciendo durante el ataque. Por otra parte, a la biblioteca podía entrar cualquiera de nuestros Hermanos. ¿Como íbamos a sospechar de Suzan? Uno de los principios básicos de nuestra Hermandad es la confianza absoluta entre Hermanos.

- De todos modos, Ambrose tiene razón: había un segundo infiltrado, aunque no formaba parte de nuestra Hermandad, propiamente dicho. Leonard Brinem, el que se encargaba de vigilar la casa que servía de entrada secundaria, también huyó antes del ataque. Por suerte, nuestros agentes en Zurich le han encontrado antes de que pudiese tomar un tren destino a Berlín. No sabe nada sobre los documentos y la reliquia robados; solo que Suzan y un tipo que se hacía llamar Gotterdamerung contactaron con él. Al parecer, le pagaron una buena suma, sacada directamente del Banco de Berlín, y le ofrecieron refugio por dejar la puerta abierta. Ni que decir tiene que el Banco de Berlín es uno de los tentáculos de Abstergo

El maestro abre una carpeta y saca de ella unas fotos. En ellas podéis ver lo que parece un antiguo anillo, simple y sin adornos, y unas páginas de pergamino escritas en lo que creeis que es árabe.

- La reliquia robada es un antiguo anillo egipcio que perteneció a Lashimi, la Asesina que acabó con la vida de Cleopatra, y los documentos fueron escritos por Altaïr, y hacen referencia a una información cifrada que supuestamente se encuentra en el anillo. No sabemos si es cierto; nunca hemos encontrado ese código cifrado ni nada que de a entender que el anillo era algo más que un aro de oro, y los documentos resultan bastante confusos y no aclaran mucho. Si los conservábamos, es porque se tratan de reliquias de la Hermandad. Sin embargo, el repentino interés de los Templarios en esa joya me hace sospechar que tal vez si sea cierto que contiene algo.