Partida Rol por web

Astérope

La Ciudad de los Muertos

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27/09/2021, 10:55
Adam Dyer

Adam reprimió un bufido cuando Mariam habló de cortesía, diplomacia y sentido común como marco de actuación con aquella hija de puta acuática. Era miserable hasta proponerlo. Las cosas no estaban como para comenzar allí un enfrentamiento dialéctico o una conversación siquiera de porqué aquel postulado apestaba a mierda. Por eso el muchacho calló. Por eso y por respeto a Nikita. Para él Mariam era alguien importante. Alguien que estaba allí para protegerlo, pero Adam sentía que, si ese era su cometido, lo estaba haciendo como el puto culo. ¿Cómo podía pedir "saber estar" cuando la otra parte robaba vidas y sentidos como quién roba palomitas de maíz en el cine a su acompañante? ¿Cómo se pretende que, mientras que esa zorra de los mares del norte, se comporta como una déspota a quien nadie le tose bajo el amparo de "es que no es humana... no puedes pretender que se comporte como tal" mientras que a los invitados se les prohibía que se comportasen precisamente como eso, como humanos? Mierda, mierda, mierda, mierda...

Pero no. Ante aquellas palabras Adam decidió, esa era la palabra, "decidió" que se la sudaba mucho a quién pollas apoyase Sirizne en las elecciones presidenciales de Reina del Mambo. Por contra, rezongó un poco ante la cálida tenaza de Branwen hasta que se dio por vencido y se dejó acunar en su seno. Su calor terminó de calmarlo... ya no por fuera, que su voluntad le había conferido una calma aparente, si no también por dentro. Sonrió en un intersticio ínfimo entre su rostro y el de ella y besó con mimo sus labios enmudecidos. Como si allí hubiese de facto una herida abierta que fuese la que le impedía hablar y que él, con el acto de aquel beso, pudiera llegar a empeorarla si no iba con cuidado. Y esto le devolvió un poco más de autocontrol. Al menos el suficiente para entender que debían moverse, que estaban en el lugar equivocado conforme a los designios que su perra anfitriona había dispuesto para ellos.

Caminó intentando corregir la postura hacia la salida para no parecer tan desgarbado. Allí estaba en su aspecto fae y, sin embargo, sentía que el ánimo del Adam humano se le pegaba a la columna vertebral. Y no quería permitirlo. Si algo le gustaba de su yo-hada era aquel porte noble y aquella piel tostada tan exótica en contraposición del enfermizo blanco macilento.

A la altura de Bryan le miró con seriedad... o con neutralidad. Adam intentaba plantear cierta distancia y no sabía muy bien cómo hacerlo. Por un lado compadecía a aquel tipo y por otro lado le daba miedo. Doble miedo. Miedo ante la expectativa de acabar siendo como él, tal y como la amenaza de Billy había planteado... y miedo también por el hecho de que él parecía tener miedo. Vivir con miedo. El doctor Trevorrow decía a menudo en las sesiones de terapia con Adam que no se podía vivir con miedo. Quizá tenía razón... pero quizá el miedo estaba allí, al otro lado de la vida. Finalmente el chico abrió gesto y se topó con el aspecto apesadumbrado de Bediviere. Se la veía tan sola y ten frágil que nada recordaba en ella a la femme fatale que parecía el primer día de clase. Ni siquiera con el aspecto de la fiera rusalka. Era solo una chica perdida que necesitaba ayuda. Adam sabía lo que era esa sensación. La conocía al dedillo. No estaba muy acostumbrado a ser él quien ofreciese ese hombro, pero alguna vez tendría que ser la primera.

¿Dejarte sola...? —preguntó de forma capciosa arqueando las cejas. Luego se acercó a su oído y susurró algo solo para ella tras lo cual, un pequeño beso en su mejilla rubricó sus palabras.

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27/09/2021, 11:21
Adam Dyer

Y una polla como una olla.

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27/09/2021, 11:58
Nikita Pontecorvo

La respuesta que le dio Bryan en un primer momento enfadó a Nikita. No pudo evitar pensar que el chico había sido, como poco, terriblemente insincero con Bediviere la noche del tsunami. Si le hubiera dicho la verdad, la respuesta de ella podría haber sido muy distinta. Pero entonces todo habría sido muy distinto en realidad. Tal vez ella se habría marchado aquella misma noche y ya no hubiera podido encontrarla. No habría habido conversación en su coche, ni habrían vuelto a nacer juntos tras la ola, ni se habrían encontrado de nuevo unos días después. En medio de la angustia por tanta revelación, su cerebro daba vueltas tratando de asentar alguna esperanza, alguna idea, hasta que sus pensamientos se detuvieron de pronto al ver aparecer a Bediviere.

El gesto descompuesto de la chica y sobre todo la forma en que sus ojos rehuían cualquier contacto, aceleró con brusquedad su corazón. Nikita se levantó del suelo sin poder dejar de mirarla. Buscaba dolorosamente cruzar su mirada mientras las palabras de ella revelaban que Sirizne le había contado la verdad.

Quiso prepararse para el impacto como un reo se sostiene frente al pelotón de fusilamiento. Ella había venido a dejarle, pensó, persuadida al fin de que el peligro era más que real y las consecuencias mucho peores de lo que nadie había supuesto. Y la presencia de Bryan, aquella forma de existencia suya, era igual que una condena. A ella ya no le valdría ninguna promesa intercambiada, ninguna valiosa intención al calor de lo que habían resultado ser el uno para el otro. La verdad era demasiado terrible. La escuchaba hablar y comenzó a embargarle la sensación de que todo ocurría en otro mundo, uno muy lejano, como si lo que presenciaba allí pasara en realidad en otra parte. Tal vez Sirizne le había devuelto el oído en un acto de crueldad, solo para que escuchara con toda claridad las palabras que menos quería escuchar. Pero entonces los ojos de ella buscaron al fin los suyos, durante apenas un instante, mientras le decía que debía decidir si quería alejarse ahora que conocía la verdad. Porque —o al menos así se lo pareció al ver el miedo que teñía su rostro—, ella no iba a hacerlo.

Ingvild le increpaba sin saber en verdad lo que decía; o no había entendido lo ocurrido o no había podido asimilarlo. A la mirada de la noruega, Nikita respondió con la suya llena de angustia y de un ruego en que le pedía que no siguiera hablando. Había terminado el momento de decir que algo así no podía pasar porque algo así ya había pasado. Ahora era el momento de ponerle remedio.

Bryan fijó de nuevo la atención en él mientras pedía a Bediviere que no permitiera que volviera a ocurrir con "el chico". Nikita lo miró mientras su gesto se contraía bajo la amalgama de sentimientos que sentía por él: la profunda tristeza que le provocaba su situación hasta el punto de haber pensado en jugársela por intentar liberarlo, el dolor que su presencia continua le producía y lo que ésta implicaba, y en aquel instante una presión insoportable ante sus palabras cargadas de razón y las ganas de partirle la cara. Nikita le sostuvo la mirada durante un instante en que sintió que un ardor intenso lo recorría por dentro. Cabía la posibilidad de que, además, Bryan la quisiera solo para él. La necesitaba, tanto o más que Carme a Bryony: ella era todo su mundo, su sustento mismo, y seguiría siendo su amada, por mucho que supuestamente entendiera que ahora estaba con él.

Esperó a que Adam terminara de hablar al oído de Bediviere. Le agradeció profundamente el gesto.

 —Por favor, dejadnos solos —pidió a todos mirando primero a su amigo y devolviendo después la mirada sobre la chica. Apenas levantó la voz, pero sonó clara y de algún modo contundente.

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27/09/2021, 12:46
Bediviere Lafayette

Negó, en silencio, ante las palabras de Ingvild. La cara de Bryony le dijo todo lo que no decía su boca. La de Branwen le resultó un poema indescifrable. Y la de Nikita... No. A Nikita no podía mirarlo durante más de un instante. Tenía miedo de hacerlo.De mirarle lo suficiente como para poder leer en él con la facilidad con la que solía hacerlo. Y lo mismo le ocurría con Bryan, mientras sus palabras se le clavaban como dagas y provocaban que se encogiese ligeramente sobre si misma.

- ¿Para que cuando acabe la noche me lleves a mi supuesto hogar? ¿Para volver junto a Láveda y regresar dentro de un tiempo siendo una persona completamente diferente? ¿Hablas tú, Bryan, el hombre con el que viví parte de mi vida, o acaso habla Láveda, la feer que me dio la vida y te mantuvo a ti en ese estado hasta que... Yo descubriese la verdad. Aquella que te ha mantenido hasta ahora con su sangre? ¿Me perteneces realmente, o sólo de facto? Después de años, es imposible que tus intereses no se encuentren contaminados por los de Láveda. -preguntó, sin mirarlo, notando que cada frase dolía, que la garganta, los ojos le ardían- Después de todo, no sé si me has mentido al decir que no recordabas nada hace un par de días, porque así te lo habían ordenado. O al decir que no tienes nada que perdonarme, para convencerme de que debo acudir al llamado de mi madre. ¿Cómo no vas a tener nada que perdonarme? ¿Cómo no va a ser mi culpa?- concluyó, con la voz estrangulada, y escuchó unos pasos.

Adam se le acercaba, y lo que decía, junto aquel gesto cariñoso y sincero provocaba que la poca estabilidad que conservaba se quebrase. Sollozaba, y asentía, agradecida, pero aún, incapaz de moverse o de mirar durante más de una fracción de segundo a nadie.

La voz de Nikita resonaba, pidiendo que los dejasen solos. Los labios le temblaban, mientras asentía.

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27/09/2021, 14:00
Nikita Pontecorvo

Director:

Bryan miró a Bediviere y a Nikita, y luego se separó de ellos, con la mirada ida, para cumplir las órdenes de Sirizne y guiar a los invitados a una nueva estancia.

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27/09/2021, 14:01
Nikita Pontecorvo

Director:

Cuando se marcharon todos quedaron en silencio.

Solo se oía el discurrir del agua.

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27/09/2021, 14:03
Nikita Pontecorvo

En cuanto el último en salir cerró la puerta, Nikita avanzó los pasos que aún los separaban para abrazar a Bediviere con fuerza. No podía soportar verla así y no tocarla, no querer comunicar, con cada fibra de su ser, que la amaba con todas sus fuerzas.

Lo siento, lo siento muchísimo... —susurró mientras aún la sostenía entre sus brazos. Al final la peor de las posibilidades, la que no habían querido siquiera decir en voz alta cuando especularon sobre la muerte de Bryan en el Cotone, había resultado cierta. Nikita no podía ni imaginar la angustia tan profunda que debía sentir al saberse responsable, pero sí era muy consciente de su miedo, porque era el mismo que sentía él. Tras unos instantes en que no se atrevía ni a soltarla se separó lo suficiente para mirarla a los ojos y tomar sus manos.

No voy a abandonarte. No me dejes, por favor —pidió sintiendo cómo el corazón se le comprimía—. Podemos encontrar una solución.

Respiró hondo mirando un momento hacia arriba y volviendo después sobre los ojos negros de Bediviere. Temblaba ligeramente. No creyó haber pronunciado unas palabras con tal trascendencia para él nunca antes en su vida. Sus mirada parecía encendida por el miedo pero también por la esperanza.

Bediviere, yo puedo entregarte mi vida, siento... Siento que ya lo he hecho aunque no te guste escucharlo de ese modo —dijo buscando que no le temblara la voz—. Pero no puedo entregarte mi alma —apretó un poco más fuerte sus manos—. Si muero quiero ir con mi abuelo, con tu abuela. Quiero ir donde sea que deba ir. Si me ocurre como a Bryan seré una sombra y un esclavo. No quiero ser un muerto viviente, ni beber tu sangre, ni que mi presencia te produzca solo dolor ni que con el tiempo me aborrezcas. No podría soportarlo ni tú tampoco. Por favor, si hay una forma de que puedas aprender a controlar tus poderes, tienes que aprender a hacerlo. La encontraremos, tenemos que encontrarla. Igual que si existe una forma de liberar a Bryan, tenemos que encontrarla.

Más que tomar sus manos, Nikita se aferraba a ellas, como sus ojos humedecidos lo hacían a las pupilas sin fondo de Bediviere.

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27/09/2021, 16:29
Nikita Pontecorvo

Bediviere:

Notó que Nikita la estrechaba entre sus brazos, y su cuerpo se envaró. Se envaró como nunca antes lo había hecho, lleno de miedo y desazón, de angustia, de rechazo hacia si misma. Y luego se deshizo. Se deshizo en sollozos cargados de pena, de culpabilidad y de rabia. Incapaz de hablar. Incapaz de pronunciar palabra.

Intentó rodearlo, lánguida, débil, escondiendo aún su mirada avergonzada y atemorizada- Soy una egoísta...-susurró, siendo a penas capaz de vocalizar cada palabra- Una asesina y una egoista.-añadió, sintiendo que le costaba respirar, encontrándose con sus hermosos ojos de geoda- No sé cómo puedes seguir mirándome así.-dijo, al ver reflejados sus propios miedos en aquellas pupilas sobreterrenas.- No sé cómo puedo siquiera pensar en seguir a tu lado, después de esto. Pero no soy capaz de dejarte.-reconoció, notando cómo el corazón se le encogía, estremecido- Y no sé si hago bien. No sé si estoy tirando de ti... No sé si estoy dejando que tires de mí. No sé si estás siendo un inconsciente y con esto voy a llevarte a la nada absoluta de la que hablaba el stárets.

Apoyó el rostro contra su pecho, queriendo fundirse, ahogarse, esconderse del mundo- Láveda es mi madre. Al parecer ella tiene que enseñarme, y el pozo que hay en la otra sala lleva a su guarida. Sirizne, que es hermana de Láveda, me ha dicho que si voy será un viaje largo. Y que volveré muy cambiada...-explicó, con voz temblorosa- Si dejar que ellas me enseñen significa perder lo que aún me hace humana, no quiero convertirme en algo remotamente parecido a ellas. No quiero... Dejar de ser yo, y sin embargo no quiero condenarte. No sé... No sé qué hacer, Nikita. -confesó, entre hipidos.

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27/09/2021, 16:30
Nikita Pontecorvo

Los ojos de Bediviere todavía le huían en parte. Su cuerpo al fin se rindió a su abrazo, aunque parecieran haberla abandonado todas las fuerzas. Nikita escuchó con gran atención sus palabras, llenando sus pulmones al fin cuando ella afirmó que no era capaz de dejarle.

No, no me estás arrastrando, Bediochka… —dijo acariciándole la mejilla. Todavía sentía el alma en vilo, aunque el primero de sus miedos comenzara al fin a dejarle respirar.

Ella se refugió en su pecho, confesando parte de lo que Sirizne le había revelado. Láveda estaba al otro lado de aquel pozo, esperándola. La ninfa que la había intercambiado y para quién la chica tendría infinidad de preguntas. En cualquier caso, saber que había alguien que podía enseñarle y no era la propia Sirizne, aunque no tuviera ni idea de cómo pudiera ser esa otra ninfa, en parte le tranquilizó.

Mientras ella terminaba de exponer sus miedos, Nikita acariciaba despacio su pelo rojo y su espalda.

Aunque no seamos humanos, no tenemos por qué ser como ellas. No todos los feer son iguales, ni todas las ninfas lo serán tampoco. Tu corazón no tiene por qué cambiar aunque llegues a conocer a fondo tu naturaleza. Es más: o conocemos quienes somos, o lo que sea que podamos hacer se nos acabará imponiendo, porque no podremos simplemente huir. Nada nos dejará hacerlo, todo se está precipitando a nuestro al rededor. Y lo que averigüemos podría además ser importante, ayudar a otros.

Tomó con delicadeza la barbilla de la chica para que alzara la vista; necesitaba ver su rostro, grabarlo a fuego en sus retinas de piedra mientras la echaba ya terriblemente de menos ante la mera posibilidad de dejarla marchar.

Tienes que aprender. Si no lo haces viviremos con miedo permanente, tú a hacerme daño, yo a que algo termine ocurriendo, y eso nos puede destruir, más que ninguna otra cosa. Tal vez sea lo único, nada exterior a nosotros podrá separarnos. Y tienes que poder liberar a Bryan.

Nikita suspiró hondamente; le estaba costando horrores decir aquellas palabras.

Si te marchas te estaré esperando, amor mío. Y también aprenderé, todo cuanto pueda igualmente, hasta que vuelvas —tomó su rostro entre las dos manos y susurró mientras se perdía en sus pupilas—. No dejaré de pensar en ti ni un solo segundo.

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27/09/2021, 21:22
Bediviere Lafayette

- No es justo... -musitó, sintiendo cómo acariciaba su pelo y su espaldaTomaba su rostro y la llevaba a mirarlo. El miedo aún palpitaba tras sus pupilas negras, temblorosas ante su imagen directa- Pero tampoco lo sería que te hiciera daño. - sollozó, apretando los labios- Ya me siento incapaz de perdonarme esto. Hacerte algo a ti... Me rompería por dentro.-confesó- Y ya no puedo decir que esté segura de nada. Podemos tener una discusión fuerte un día. O puedo exaltarme, o puedo... No sé...  No quiero vivir con miedo a perderte entre mis propias manos.-determinó, tragando saliva, asustada.

Tengo que ir. -concluyó, apretando sus manos, con fuerza- Y no puedo prometerte que esto no me haga cambiar, porque es una posibilidad que no puedo desechar sin más.-determinó- Prométeme que cuando vuelva tratarás de recordarme quien soy, Nikita.-pidió, con la voz quebrada- Que no vas a... Rendirte conmigo. Que vas a llevarme al cumpleaños de tu abuela. Y a conocer a tus padres. Y... A ese lago que me has prometido.

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27/09/2021, 23:07
Nikita Pontecorvo

A pesar de los sollozos que aún desgarraban su voz o del dolor que mostraban sus ojos cuando conseguía atrapar su mirada, Nikita notó en el gesto de Bediviere que había tomado una decisión antes incluso de que lo anunciara. Un nuevo brillo, titilante por las lágrimas, había surgido en sus pupilas. Tal vez no podían reflejar su imagen, pero sí reflejaron su esperanza.

Para cuando ella terminó de hablar, fueron los ojos de Nikita los que se habían desbordado. No fue capaz de despegar los labios en un primer instante, su garganta estaba totalmente trabada, pero asintió con la cabeza y lo más parecido a una sonrisa que en aquel momento podía expresar, se dibujo en su boca. Tomó aire como si le estuviera faltando y después llevó las manos de Bediviere hasta sus labios para besarlas.

Nunca me rendiré —consiguió articular al fin—. Y por supuesto que te presentaré a mis padres, y dejaré que mi abuela te tome el pelo y mis primos flipen con la pedazo de chica que tengo —una especie de risa nerviosa salió de su boca por un instante. No quería ni podía pensar en aquel momento que algo de aquello pudiera no cumplirse—. Hasta cuidaré de tu coche si no se ha volatilizado. Y el lago te cortará la respiración, no trates de imaginarlo siquiera, porque no podrás.

Se acercó un pasito más y apretó las manos de la chica contra su pecho. Su corazón parecía a punto de estallar sometido a aquella mezcla imposible de dicha y aflicción.

Te amo, Bediochka—susurró abismándose en sus ojos. Y antes de besarla añadió rozando ya sus labios—.Tu sino es el mío y juntos protegemos el paraíso.

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28/09/2021, 08:02
Bediviere Lafayette

Notaba su corazón latir, bajo sus manos. Saberlo vivo, a pesar de lo que había hecho, a pesar de haber estado tan cerca de ella, de haber bebido de su propia sombra, de haberla disgustado más de una vez, provocó que quisiera creer que podía. Que podía aprender lo suficiente como para poder mirarlo a la cara con la seguridad de que no iba a hacerle daño ante cualquier eventualidad imprevista. 

Asintió, mientras lo escuchaba, e incapaz de hablar, y aún con la cara anegada secó sus lágrimas, deslizando la suave yema de sus pulgares sobre sus mejillas de cristal. 

No pudo responder a aquel susurro. O no al menos con palabras. Tan sólo lo vio acercarse y se le abrazó, con aquella poca fuerza que tenía, rodeando su cuello y precipitándose en su boca, ahogando el llanto- Tengo miedo. Tengo tanto miedo...-confesó, contra sus labios, rompiendo su silencio en un susurro trémulo, sin haber dejado de besarlo- No quiero irme. -confesó, acariciando sus brazos- Hazme feliz cuando vuelva. Quítate ese tatuaje horroroso. Si quieres puedes ponerte hasta mi nombre... El nombre de un caballero. Es hasta épico. -susurró, sollozando de nuevo-  Te lo permitiría sólo por ser tú aunque fuese demasiado cursi y macarra.dijo, apretándolo un tanto más.

Me has hecho ser feliz en medio del puñetero apocalipsis, ¿sabes lo difícil que es eso para alguien tan jodido de la cabeza como yo?.  -se reprendía a si misma, cerrando los ojos con fuerza, incapaz de soltarse de él- Te quiero. Y voy a hacer una puta locura, me voy a tirar hacia lo desconocido, por un pozo, porque te quiero. Te lo debo después de haberme acojonado tanto con eso de querer ser siempre el salvador de todas las malditas situaciones. Y más te vale estar aquí cuando regrese.

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28/09/2021, 11:41
Nikita Pontecorvo

Ella limpiaba sus lágrimas mientras Nikita reía al mismo tiempo, una risa casi muda pero que en verdad iluminó su rostro. Entornó los ojos y la miró con gesto fingidamente reprobador.

Oh, ¡lo sabía! Sabía que te gustaría que me tatuara tu nombre —bromeó—. Bien, bien, lo pensaré… Épico, ¿eh? —rio un poco más mientras la abrazaba y ella desgranaba sus motivos para emprender aquel viaje, o mejor dicho, el motivo: que lo amaba tanto como para anteponerlo a cualquier miedo y cualquier incertidumbre.

Las palabras que le dedicó eran lo más hermoso que había oído nunca y le hizo sentir feliz; ella también había sido para él la roca de salvación en medio de la destrucción y el horror. Y lo seguiría siendo:

Aquí estaré. Y aunque no dejaran un lugar que pisar, nosotros encontraremos uno y construiremos ahí nuestro hogar. Recuerda: todo lo mío es tuyo y estará aquí esperándote, igual que yo.

La contempló después atento, bebiendo cada uno de sus rasgos y sus gestos, mientras retiraba un mechón rojo de su preciosa cara y deslizaba después los dedos lentamente por su mejilla de porcelana. Le pareció más hermosa que nunca.

Estamos convirtiendo el veneno en elixir, tú y yo —dijo absolutamente convencido—. Todo esto en lugar de separarnos solo nos unirá más.

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28/09/2021, 12:52
Bediviere Lafayette

- No te pases de listo...-musitó, al escucharlo reir. Notaba el roce de sus dedos perlados sobre las mejillas. Suspiraba, aún en medio de la zozobra, estremecida por su tacto- Al menos ahora si me tocas me distraigo tanto que se me olvida lo que estaba pensando.-confesó, frotando la mejilla contra su mano, despacio, cerrando los ojos- Te tomo la palabra... - respondió, a sus declaraciones contundentes.

- Tengo... tengo que darle mi sangre a Bryan antes de irme. Ahora no puedo fiarme de él. Láveda lo ha estado manteniendo. Es a ella a quien lleva en las venas y yo aún no sé lo que pretende conmigo. No entiendo del todo como funciona, pero quiero al menos poder confiar en él.-explicó, con la culpabilidad aguijoneando, pintada en la cara- No quiero convertirlo en un esclavo. Nunca quise hacerle esto.-sollozó- Putain, ni siquiera sé cómo lo he hecho.-admitió, aunque aquello fuese más que obvio

- Tengo que preguntarle cómo es Láveda, para prepararme. Tengo que saber si me ha mentido las veces en las que me lo he encontrado. Si esa feer lo ha utilizado para intentar llevarme hasta ella.-explicó, tragando saliva- Mató a la niña, Nikita. Ahora lo sé. No la tiene en ningún sitio. Está muerta. Sirizne me lo dijo. Mi piel humana... Existe porque la sacrificaron.

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28/09/2021, 14:23
Nikita Pontecorvo

Ahá… Bueno es saberlo —comentó divertido al decir ella que tocarla la desconcentraba. Cuando aseguró que le tomaba la palabra, él simplemente la miró con decisión y asintió.

La observó con atención después mientras hablaba sobre Bryan. Verla centrada en los detalles de la cuestión le tranquilizó al notar cómo recuperaba el control de sí misma a través de su decisión. Todo lo que decía era relevante y Nikita asintió a sus palabras. De nuevo además, le pareció que era importante que volviera a hablar con Bryan; tenía muchas cosas que aclarar y la presencia del resto y la situación tan tensa vivida antes no ayudaban. Pero cuando contó que Láveda había matado a la pequeña, las manos de Nikita se tensaron y no pudo evitar mirarla con horror; esa era la maestra que habría de tener, alguien capaz de matar a un niño al igual que Sirizne.

Eso es… —cerró los ojos un instante—. Lo siento mucho… —su voz volvía a trabarse y tuvo que respirar hondo antes de seguir—. No podrá engañarte al menos, ya sabes qué clase de ser vas a enfrentar —dijo con la voz tirante por la rabia. Al menos Denis estaba vivo, pero aquello no había sido un intercambio, sino un sacrificio.

Nikita se llevó las manos a la frente tratando de volver a centrarse. No quería asustar más a Bediviere de lo que ya lo estaba. Debía saber lo que había hablado con Bryan.

Le pregunté antes a dónde pretendía llevarte la noche del maremoto. Me pareció que era imposible que pudiera liberarte si él mismo estaba cautivo. Me dijo que tú eres para él como una fuerza que le llama, que ellos pueden aparecerse de pronto en sitios diferentes porque alguien los llame sin saberlo o porque vaya a ocurrir algo terrible, y que más tarde los Señores de los Muertos van a recogerlos.

La mirada de Nikita se perdió un poco en la nada. Le costaba concentrarse mientras no podía quitarse de la cabeza la imagen de la ninfa ahogando a apenas un bebé.

Me dijo que se apareció en esa casa y que te pidió que eligieras el mundo en que deseabas estar, que si hubieras ido con él te habría llevado hasta tu madre a través del pozo, que conduce a las marismas en las que él yace de alguna manera —Nikita suspiró tras decir esto. Era todo muy confuso—. No te lo dijo así en su día. No te dijo que podía llevarte al lugar en que comprenderías quién eres. Tampoco entonces sabíamos aún nada de nuestra naturaleza, pero no fue sincero contigo o tal vez no era dueño de sus palabras, como tú dices. Al fin y al cabo no es libre. Pero ahora me alegro de que no lo hiciera, si te hubieras marchado entonces todo sería muy distinto —añadió mirando al suelo—. Estate atenta y déjale que se explique, seguro que podrás leer en él. Pero no creo que te mintiera cuando apareció en tu piso. Carme tampoco recordaba nada cuando la encontré circulando por ahí con la Vespa. Es como si luego, poco a poco, las cosas hubieran vuelto a ella, pero estaba verdaderamente confusa, ni siquiera sabía que estaba muerta.

Valoró lo que ella había dicho antes.

Creo que es buena idea que le des sangre antes de hablar con él. Carme pareció volver a ser ella misma cuando bebió de Bryony —pensar en Bryan bebiendo de ella le hacía sentir enfermo, pero podía ser lo mejor para asegurarse su sinceridad. Le costó añadir lo último, pero al final lo hizo—. Creo que le hará bien.

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28/09/2021, 19:33
Nikita Pontecorvo

Bediviere:

Ahora no sé qué tal me va a sentar volver a ver mi cara humana en el espejo.-confesó, sintiendo de nuevo, tal y como lo había hecho en el que Sirizne le había explicado aquello, que ella era una suerte de parásito en la carne que vestía. Que no le pertenecía. Que se la había robado a alguien, aunque fuese sin conocimiento de causa. Lo miró, temiendo lo que él también pudiera pensar sobre su aspecto humano cuando volviese a verlo. Se había planteado incluso no volver a usarlo más. Pero en el mundo en el que vivían iba a tener que hacerlo, y aquel aspecto era uno al que estaba acostumbrada y que apreciaba. Uno que había sido querido y amado. Y al fin y al cabo, no usarlo, era como hacer que la muerte de una cría, además de horrible, fuese en vano. Lo cual lo hacía doblemente horroroso.

No verbalizó aquella diatriba interna. Sus pensamientos se entremezclaban en una maraña demasiado confusa, y no quería añadir más zozobra, más angustia, a la que ya sentía. Escuchó, confusa y aún atribulada, lo que Nikita opinaba sobre el tema. Su intercambio de palabras con Bryan. La dificultad con la que pronunciaba que le vendría bien beber su sangre. Sintió náuseas.

No me gusta tener que hacer algo así. Pero si Láveda es como creo que puede ser, Bryan no debe estar bajo su yugo. Estaba... Estaba asustadísimo. Ido. No estaba bien. Y no sé si tenía miedo de mí, o le daba miedo su situación. -explicó, suspirando, tomando sus manos- Sé que es difícil de oir. Que es difícil hablar de ello. Pero quiero ser totalmente sincera contigo en esto. No quiero... Que dudes de mí, o de mis intenciones o afectos. Tengo que llevarlo conmigo, Nikita. Sirizne sólo lo ha traído para dármelo, porque supuestamente me pertenece. Y no quiero que pienses que... No sé... No sé qué demonios podrías pensar de eso. -dijo, notando cómo se le cerraba la garganta- Tengo náuseas.-confesó, llevándose la mano a los labios- Esto es demasiado.

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28/09/2021, 21:06
Nikita Pontecorvo

En el ánimo se Nikita se iba grabando la imagen de Bryan bebiendo su sangre o marchándose con ella. Y a pesar de angustiarle profundamente, tal vez se aferrara a aquellos pensamientos por tratar de cubrir otro dolor, uno que necesitaba acallar en aquel momento. Pero no estaba funcionando.

Lo que había dicho Bediviere de su piel humana empezaba a torturarlo. ¿Debía morir la niña para que ella pudiera suplantarla? ¿Era acaso un sacrificio para poder robarle su aspecto humano, cómo si el reflejo necesitara eliminar a su original para poder tomar su lugar en el mundo? Algo así había entendido, pero no estaba seguro de todo lo que implicaba, ni tampoco si siendo así acaso suponía alguna diferencia, si podía ser menos terrible que alguna otra opción en la que no quería pensar. Pensó en Sirizne y lo que le hizo a él; tal vez una ninfa no intercambiara niños porque no pudiera llevar un humano hasta su mundo si antes no había muerto.

Bediviere debía poder leer la angustia en su cara y tomó sus manos para explicarle los motivos por los que Bryan estaba allí, por qué era mejor darle su sangre o por qué tendría que llevarlo con ella.

Él miraba a su niña inocente, ajena hasta entonces a las atrocidades de aquella que la trajo al mundo, y asentía buscando concentrarse en sus palabras. Pero recordó la foto de Bediviere cuando era un chiquilla y tuvo ganas de llorar. Necesitó un instante antes de responder.

No dudo de tus intenciones, ni de tus palabras, sé que ya no es lo mismo, tú me lo has dicho y te creo. Solo me da miedo que él te haga daño, yo… Quiero que esté bien, pero quiero que pueda tener paz, paz verdadera.

No pudo seguir hablando. Su mirada se desvió al suelo. ¿Por qué mató Láveda a la niña? Respiró un par de veces y alzó de nuevo la vista hasta los ojos de ella. Pero no iba a preguntarle eso, no podía cargarla con más dolor incidiendo en aquella atrocidad, era más que suficiente todo el que llevaba ya consigo.

Tu sangre será lo más parecido que pueda encontrar a la paz, como Carme con Bryony. Serás como una droga para él… Más que una droga. Como el aire y la vida misma…

Se dio cuenta que sus palabras se le estaban yendo de las manos y volvió a interrumpirse. La rabia, la frustración y el dolor se retroalimentaban y le costaba controlar lo que decía. Pero odiaba pensar que Bryan la tendría toda para él. O eso había intentado al menos al pedirle que lo dejara.

No quiero que te haga daño. Si lo hace lo pagará.

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29/09/2021, 00:18
Bediviere Lafayette

Bediviere se encogió, bajo su mirada de horror. No sabía lo que pensaba. Y no quería ponerle subtítulos a su cara, pero en aquella situación era demasiado fácil hacerlo. Se imaginaba cómo iba a observarla como a un monstruo cubierto de piel, cada vez que la viera. Como una suerte de lobo feroz disfrazado de abuelita. 

Y durante un instante, quiso esconderse. Huir como un cervatillo en medio del bosque, como había hecho el primer día que había dormido con él. Pero en cambio ahí estaba. Ahí permanecía. Anclada a su presencia. ¿Cuándo se había vuelto tan importante para ella? Se preguntó, notando una presión abrumadora en el pecho. 

¿Y qué hago si no, Nikita?- preguntó, con voz temblorosa. No podía abandonarlo sin más. Tenía que asumir la responsabilidad de sus propios actos, y no podía dejar que se convirtiese en un despojo de si mismo- No tengo otra opción. ¿No te das cuenta? Yo también quiero que encuentre la paz. Y más después de saber que...-dijo, apretando los labios. Quería dejar de llorar. Pero le resultaba imposible. 

-¿Cómo demonios he llegado a esto?musitó, lastimera- Es verdad que se fue, y que me dijo cosas horribles, pero... Esto... -respiró hondo, notando que su cuerpo temblaba, aterido de miedo y tristeza- Y ahora te hago daño a ti. Te obligo a esperarme, en vez de asumir las consecuencias de mis actos y dejarte ser, dejar que seas... Feliz, sin esta clase de carga, sin esta clase de preocupaciones. ¿Cómo puedes siquiera mirarme a la cara?

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29/09/2021, 08:24
Nikita Pontecorvo

La veía revolverse, presa de la rabia y el dolor. Nikita la escuchó sin interrumpir sintiendo como si algo le atravesara el pecho cuando dijo que debería dejarle ser feliz.

Tú no me obligas a nada —aseveró con la voz algo rota—. Bediviere, basta… —volvió a rodearla con los brazos, casi envolviéndola al notar cómo temblaba—. Tú no me haces daño. Tú me haces feliz. ¿Qué me has hecho tú, amor mío? Por favor… Por favor, no me dejes. Entiendo todo, que debes ocuparte de él, que es tu responsabilidad ahora, y yo te ayudaré. Si hay un modo de liberarle lo encontraremos y mientras hay que intentar que no vuelva a sentir ese miedo —Tenía ganas de gritar, pero se contuvo por ella y porque se sentía al borde de quedar completamente exhausto.

No vamos a dejar que nos venzan con sus salones de los horrores o sus luchas de poder, ni que nos hagan creer que no sabemos quiénes somos ni que somos como ellos. Vamos a resistir y hacer nuestros los que sean nuestros dones. Bediviere, hoy bajamos a las profundidades de la tierra y trajimos una información fundamental. Esos somos nosotros. Los que desalojan gente en un maremoto y rescatan a otros de morir ahogados. Los que se enfrentan a los Señores de los Muertos por aquellos a quienes aman.

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29/09/2021, 12:42
Bediviere Lafayette

Sintió que la abrazaba, envolviéndola con sus brazos largos de piedra, y esta vez se aferró a él, apretándolo, sabiendo que sus dedos o sus uñas no podían enterrársele ni hacerle daño. Su voz parecía casi quebrada, y el hecho de que dijese su nombre tal cual era y no aquel diminutivo que sabía tan dulce en sus labios, le producía un hondo desasosiego, y una culpabilidad añadida a la que ya sentía.

- Perdóname, cheri.-susurró, junto a su oído- No, no voy a dejarte. No puedo. Aunque me sienta egoísta y culpable.-admitió, atrayéndolo hacia su pecho, acariciando su pelo de bronce-Tengo que tener un buen motivo para volver, y para no olvidarme de que debo seguir siendo yo misma. Y tú eres el mayor motivo que podría tener ahora mismo.- confesó, con un hondo y tembloroso suspiro- Además, te he dado mi palabra de caballero. ¿Qué es de un caballero que no respeta su palabra?- podría haber bromeado, al decir aquello, pero sus palabras estaban llenas de intención. De circunstancia.

- Bésame, por favor... Pero no te despidas de mí. No me he ido todavía.-le recordó, en lo que prácticamente era un ruego, tomándolo de las mejillas, atreviéndose, por primera vez desde que había atravesado la puerta, a mirarlo a los ojos por iniciativa propia.