Partida Rol por web

Astérope

La Ciudad de los Muertos

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02/09/2021, 12:55
Director

I N T R O D U C C I Ó N

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02/09/2021, 13:00
Farhiya Braganza

Cuando se acercó la hora todos cambiaron a su forma feérica.

El aspecto de Frida era oscuro, como el de Adam. Altiva, su casi metro ochenta parecía haber aumentado. Llevaba unas botas militares de suela ancha color rojo, unos pantalones a cuadros y un abrigo de pieles color blanco casi beige, abierto, con un sujetador negro debajo.

Adam tenía el mismo porte de ella. En su forma feer no tenía ese gesto que replegaba su altura y le hacía parecer más pequeño cuando parecía humano. Las orejas picudas de ambos eran un poco más grandes que los de los demás, salvo las de Branwen, que tenían algo animalesco, con la textura de un melocotón. Los cuernecillos de ésta también tenían como pelusa y se parecían más a los que les dibujan a los dragones orientales que a los de los cervatillos. Su pelo rizado estaba más vivo y daba la sensación de que nacerían flores por los sitios por los que pisara.

Bediviere tenía el pelo rojo como la sangre, húmedo y suelto. Su piel era mas blanca que nunca y sus ojos eran tan negros que parecían dos agujeros en los que la imagen del interlocutor se hundía en lugar de reflejarse. Nikita era de una piedra entre blanca y transparente, con vetas como de cristal perlado y gemas, también blancas, y lo que parecían zafiros que se adivinaban en su interior. Sus ojos eran grisáceos, minerales, como de cristal de roca y el pelo como de hilos de cobre.

Carme estaba más blanca que el día anterior y tenía los colmillos visibles, como se espera de un vampiro.

El brillo de la piel de Bryony en su forma feer tenía más énfasis, como un aura que dejaba un halo a su paso, que tardaba un par de segundos en desaparecer. Su anillo, como el de Branwen, brillaba.

Sonó un claxon y recibieron mensajes en sus móviles, de Farhiya, diciendo que les esperaba junto a la casa de Bryony para llevarlos a la Ciudad de los Muertos. Por las cámaras no se veía nada pero cuando salieron la encontraron apoyada en una limosina Chrysler blanca, de las que se suelen usar para las bodas, pero con dos coronas de flores naranjas a ambos lados, en su parte trasera, de esas que se ponen junto a las lápidas en los entierros.

Su compañera, como Carme, también tenía el aspecto de un vampiro, siendo visibles sus colmillos y siendo su piel pálida como un albino. Sin brillo. No parecía triste, al contrario, les sonrió y abrió una puerta en el centro del vehículo —que se levantó hacia arriba, saliendo una luz roja de su interior— invitándoles a entrar.

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02/09/2021, 20:43
Nikita Pontecorvo

Para cuando regresaron a la superficie, Branwen y Adam habían despertado. Saber si habían logrado transmitir su mensaje lo tenía en vilo, de modo que después de comprobar que estaban de una pieza, Nikita los asaltó con un "¿y bien?" antes siquiera de soltar en el suelo el petate que parecía ya acompañarle a todas partes.

Más tarde, Senabre en persona se presentó en el búnker con el cuerpo de fuerzas especiales más pintoresco que había visto nunca. Parecían vestir una especie de atuendo tradicional, y aunque su nombre no le decía nada, trató de recordarlo para indagar en cuanto tuviera tiempo. Con el jefe del TEPA presente, Nikita puso al día a todos de lo que habían descubierto en su viaje a las profundidades: que una anomalía tectónica, algo provocado, había sido puesta en marcha. Se destino natural, sino se hacía nada por detener los flujos que habían empezado a moverse en el manto, era una erupción en Yellowstone dentro de tres o cuatro días. Pero sabían también que quien había puesto en marcha aquella bomba de relojería podía aún detenerla. Esperaba que fuera la forma de las hadas de forzar tablas y no llevar el ataque a término, porque no se trataba de una ciudad o una isla que evacuar: aquello podía aniquilar a millones de personas y terminar con la civilización tal y como la conocían.

Al jefe de Joana no le dijo cómo habían contactado con Calista, eso lo dejó para cuando estuvieron solos de nuevo, de modo que la narración que contó a sus compañeros fue más o menos así.

Tal y como sospechaban, si debía llegarse a un equilibrio entre las fuerzas combatientes, debía ser porque las hadas contaban con armas de destrucción masiva al igual que los humanos. Sospechando que pudiera tratarse de algún poder sobre fuerzas telúricas, Nikita había pedido a Bry que le prestara su bastón, pues Ingvild había contado que la noche del maremoto, al tratar de arrancarlo del suelo, había sentido que se conectaba de alguna manera con la tierra. Eso había dado esperanzas a Nikita de poder encontrar alguna información útil a través del bastón, algún tipo de sensación acerca de qué podía ocurrir. Pero lo que había encontrado había ido mucho más allá de lo que pudiera imaginar.

Una voz había sonado por el bastón al clavarlo en la tierra, como si fuera un comunicador. Se trataba de Calista, a la que el chico describió como una “persona mecánica”, para que entendieran que no era un androide con forma de mujer o una estatua de bronce y oro animada, sino mucho, mucho más. Ella se había presentado como una Doncella Dorada, fabricada por el dios Hefestos, perdida durante muchísimo tiempo en las profundidades del mar y encontrada y reparada hacía algo más de tres siglos por el ancestro de Nikita, el benandanti que había conocido Mariam y al que le había prometido cuidar de su estirpe féerica. Les explicó que Calista viajaba en el vehículo que habían llegado a ver por los monitores de vigilancia, el Cotone, un soterrano capaz de perforar y viajar como un submarino, pero hacia las profundidades de la Tierra. Calista decía haber estado siglos buscando y le dijo que no se moviera, que vendría a por él.

La Doncella les contó que había detectado una anomalía tectónica, que podían ir a investigar para tratar de dilucidar de qué se trataba y dónde podía ocurrir la erupción, así que Bediviere y él la acompañaron a bordo del Cotone, del que Nikita tenía que morderse la lengua para pasar a lo que realmente interesaba y no perderse en descripciones acerca de la maravilla de la ingeniería y obra de arte que era el vehículo en sí, y del que se moría de ganas de explorar hasta la última de sus piezas.

Tras diez horas de viaje hacia las profundidades, alcanzaron una zona de confluencia de corrientes de lava de que les había hablado Calista. Cuando trató de describir a todos lo que habían vivido allí, se notaba que le faltaban las palabras.

Una vez en el lugar, el Cotone había formado a su alrededor una especie de burbuja. Ellos dos, acompañados por Calista y pertrechados por unos trajes especiales, habían salido al exterior armados con una especie de alcabuces que disparaban, a modo de perdigones, unas pequeñas sondas. Debían impactar en la corriente correcta y esperar después unas horas hasta obtener resultados. Los ojos de Nikita brillaban cuando trataba de transmitir qué habían visto: la burbuja estaba rodeada de ríos de roca líquida incandescente. Habló de sentirse en el interior del matraz de un dios que estuviera creando un planeta. También dijo algo acerca de que habían visto pasar, sumido en una de las corrientes, lo que en el futuro sería el corazón de una montaña. Habló también someramente de los trajes, de las armas, del vehículo en sí, tratando de no irse por las ramas. Por sus palabras daba la impresión de que a allí todo tenía un aire entre arcaico, del siglo XVII y steampunk. De lo que no les dijo nada en aquel momento era de las ganas que tenía de llevarlos a todos a bordo algún día.

En cuanto supieron dónde iba a ser la erupción, Bediviere contactó con las chicas para que pudieran informar a Senabre y ganar unas horas de tiempo. Calista había dicho que ella seguramente sería incapaz de parar lo que se había puesto en marcha, pero que quien hubiera encendido la mecha aún podía detener el desastre. Y para evitar que nadie se derrumbara, les recordó de nuevo a todos y a sí mismo que Ingvild y Bry habían visto el futuro y que si hubiera ocurrido algo como aquello no habría equilibrio preapocalíptico que valiera.

Y hablando así y escuchando a sus compañeros, Nikita pudo sobrellevar más o menos la ansiedad por lo que venía a continuación.

Le encantó ver a todos sin sus máscaras y a la clara luz del día. Al fin pudo conocer el verdadero aspecto de Adam, su porte y su tono de piel, la estela luminosa que dejaban los movimientos de Bry o la textura de los cuernecitos de Branwen, ante lo que se tuvo que contener para no acariciarlos. Se frotó los ojos cuando le pareció ver que bajo sus pasos daba la impresión de que florecía el suelo. El aspecto de Ingvild tenía algo travieso que pensó que le iba mucho, con sus ojos chisporroteantes y aquel ojo misterioso que quién sabía lo que podría llegar a ver. A Bediviere había llegado a conocerla bien, aunque aún no lo suficiente, durante su viaje.

Para Carme tenía una pregunta y necesitaba hacérsela antes de salir de allí: si pudiera liberarse del lazo que la ataba y seguir su camino en la muerte, ¿querría hacerlo?

Ver la especie de limusina mortuoria que vino a recogerlos lo dejó anonadado; no esperaba en absoluto un vehículo así por parte de los Pescadores de Almas. Respecto a Farhiya, la abrazó al encontrarla, increíblemente intrigado al ver su aspecto feliz que le hizo dudar de nuevo de sus planes.

Nikita aguardó a que Mariam los alcanzara y le dedicó una amplia sonrisa. Comenzaba un nuevo viaje que prometía ser tan alucinante como el anterior y mucho más peligroso.

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02/09/2021, 20:44
Bediviere Lafayette

Bediviere no se sorprendió de ver a Branwen y Adam despiertos, porque ya los había contemplado en su forma de sombra, cuando horas antes, había entregado la información sobre Yellowstone a sus compañeros. Pero no pudo evitar respirar hondo, aliviada al ver a los dos miembros más jovenes del grupo de una pieza.

Dejó que Nikita explicase la mayoría de los detalles, mientras se tocaba la piel de los brazos, y se frotaba lentamente las manos. El tacto de su máscara humana le parecía diametralmente opuesto al de su verdadera piel. Tosco, carente de detalles y de intensidad. Tocar con aquellas manos era el símil a ver tan solo en escala de grises, pero al menos no se saturaba ni se distraía con aquella asombrosa facilidad con la que lo había hecho antes. 

Tocó la mejilla de Nikita, mientras él hablaba, y sintió el roce de su barba incipiente, y suspiró, en apariencia perdida en sus propias cavilaciones, aunque sonriendo a penas, al percibir el entusiasmo en sus palabras o darse cuenta de lo mucho que había echado de menos el tacto de su cara. 

Expuso que, aquella mecha encendida que había bajo Yellowstone, además de ser lo que podía dejar el ataque a medias, era quizá la obra de un tercer bando. No tenía sentido, a su juicio, que los invasores se hubiesen tomado tanta molestia en apropiarse a la fuerza de territorios que luego harían volar por los aires. Alguien tenía que haber pensado aquello para obligar a los dos bandos a negociar. 

Mencionó que tomar un hospital era un crimen, al saber que Joana estaba ayudando a liberar a personal sanitario y pacientes, y pensó inevitablemente en Sento, a quien mandó un mensaje deseándole que no se hubiera quedado dormido y mandándole fuerzas. Deseó lo mismo a Dominique y Donatien, y se preparó para la llegada de la invitación que supuestamente recibirían al amanecer. 

Salió a fumarse un cigarro, contemplando el alba a solas, y volvió con un semblante más decidido. Más centrado. Se preguntó si Senabre iría con ellos, y se preguntó si habría empezado a mover los hilos para evitar el desastre. Si habría informado ya a organismos superiores, y así se lo cuestionó.

Un vistazo rápido a aquel conjunto de soldados llenos de superchería que lo acompañaba le hizo preguntarse qué clase de función tendría cada uno de esos abalorios que llevaban encima. 

La hora acordada llegaba, y como si de hecho aquella fuese la hora de la verdad, la luz de un nuevo día descubría sus verdaderos rostros. Bediviere contemplaba a cada uno de sus compañeros, admirando y bebiendo su imagen con unas pupilas tan negras que parecían beber la luz en lugar de reflejarla. El porte de Frida y de Adam, la luz que desprendía Bryony, a quien ella misma había llamado hada luminosa en la fiesta. Aquel aspecto de cuadro surrealista y vibrante que tenía Ingvild. De nuevo, el aspecto de estatua bellamente esculpida en selenita de Nikita que había podido contemplar extensamente en el Cotone, y finalmente, aquella nueva faz draconiana, adorable y llena de vida coronada por cuernos que portaba Branwen.

Bediviere no pudo evitar acariciar sus cuernos, y lo hizo emitiendo un suspiro, aunque trató de ser comedida. La superficie de sus dedos era porosa y muy suave, como la cáscara de un huevo, y daba la impresión de que pudiera ceder y envolver la superficie que tocaba. Tocó sus rizos suaves y vivos, y sonrió. Le explicó que en aquella piel sentía todo con mucho más detalle e intensidad, y se dio la vuelta para enfrentar la limusina blanca.

Habría esperado ver un esqueleto conduciendo. Incluso algo a medio consumir, que conservase partes de carne dejando entrever sus estructuras óseas. Podría haber esperado incluso que el coche se condujese solo. Pero no había contado, en las múltiples vueltas que había dado su imaginación, con la presencia de Farhiya.

Verla, llenó su rostro de un dolor sordo, al recordar cómo había caminado, junto a Bryan, en la procesión que los muertos habían hecho por Sassaneva, rumbo a las tierras de los difuntos. Había contemplado su semblante triste entonces, y verla sonreír la confundía. Tragó saliva, notando un nudo en la garganta, y tomó su mano, en parte por comprobar que era ella de verdad, y en parte por sentir su piel y recordar cómo había bailado como una grulla grácil y pequeña, junto a ellos, antes de que llegase el tsunami. 

Qué alegría verte, Farhiya.- le dijo, en un juego de palabras que esperaba que entendiera. Después de todo, le había dicho lo que significaba su nombre, aquella noche. Su tacto, aunque frío, era también suave. 

Se recolocaba un poco el vestido que había metido en el bolso, a sabiendas de que tendrían que presentarse en una recepción tan peculiar. El negro resaltaba contra su piel absolutamente pálida más que nunca, y su pelo del color de la sangre contrastaba absolutamente con su atuendo. 

Veía llegar a Mariam, y suspiraba una vez más, aliviada de verla entera. Le dedicaba un asentimiento a modo de saludo. 

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03/09/2021, 18:48
Adam Dyer

Le he visto... —dijo Adam aún con la voz ligeramente soñolienta, pero con el rostro y los ojos abiertos de par en par. El mensaje iba dirigido a Nikita, cuando este se echó encima de la pareja para interrogarlos ávidamente con respecto a la misión. El chico se mostraba exultante. Por segunda vez había atravesado el Sueño para ir y, lo más importante, volver del mundo de los humanos al de las hadas y viceversa, y cada vez se sentía más confiado al hacerlo. Empezaba a entrever el esquema a seguir para replicar el viaje y, aunque no le suponía un juego de niños, sí pensaba que podría ser capaz de replicarlo en casi cualquier circunstancia. Al fin y al cabo, era un as en la manga a tener en cuenta. Y eso era mucho. Al menos les había salvado de una buena en esta ocasión y, si bien habían contado con ayuda, la huida de él y Branwen habría sido digna de Houdini. La cara de los guardias al preguntarse cómo era posible habría sido digna de ver.

Cuando pudo incorporarse no tardó en comenzar a hablar. Había tanto que contar y, por algún motivo, sentía que tenía muy poco tiempo para hacerlo. Como si los acontecimientos estuviesen por precipitarse y dar aquella información fuese una cuestión de "ahora o nunca".

Con velocidad en la voz empezó hablando de Denis. Su hermano. Contó que lo habían conocido... que nada más llegar lo habían visto y habían estado con él prácticamente todo el viaje. Les dijo que Denis era un agitador de masas, un revolucionario, alguien que, declarado anti Imperio fae, se dedicaba a organizar protestas populares. Cierto es que el motivo subyacente de todo esto trascendía el mero compromiso político... er, apolítico mejor dicho... sino que realmente lo que buscaba era que le amonestasen por hacerlo metiéndole en un barco rumbo al otro lado. A ESTE lado. Él quería encontrar a sus padres y Adam y Branwen se comprometieron a ayudarle si les daba un empujoncito de cara a llevar el mensaje sobre las bombas termobáricas a quien tuviese oídos para escucharlo y transmitirlo. Alguien con rango suficiente para que el dato no cayese en saco roto. 

Pronto, los tres viajeros se presentaron en el Edificio de la Duma Imperial en Östán dónde, tras una infructuosa y exasperante charla con la funcionaria más inoperante de todo el mundo... de LOS DOS mundos... conocieron al Duque de Iablonka. Un homobre imponente en un principio que, si bien no parecía al principio muy por la labor de dar curso al asunto de las bombas, acabó siendo un conspirador miembro del Único Ojo, la logia a la que pertenecía el padre de Branwen y que apostaba por una futura sociedad dónde hadas y humanos pudiesen convivir en paz y harmonía. Humhadidad. La palabra se le había grabado a fuego en la mente de Adam y no escatimó pasión al pronunciarla. No se fiaba mucho del Duque y, aún así, el objetivo sonaba tan bien que era imposible no impregnarse de su energía. Aquel hombre también era poseedor de un anillo como el de Branwen y Bryony. De hecho le enseñó a esta algunos trucos a tener en cuenta para poder manejarlo con más soltura. Y les habló de un plan. Él debía mantener su papel de agente Imperial, así que detendría a Adam y a Branwen por suma traición al intentar frenar los ataques sobre los humanos con una información que tomaría como falsa. Enviaría a Denis a la superficie para que, haciéndose pasar por Adam actuase como agente doble. ¿O era triple? Mientras, Adam y Branwen fueron conducidos a una celda en lo alto de un torreón que parecía una suite en el Four Seasons, si es que ese hotel tuviese sucursales en el siglo XIX. Allí habrían de "envenenar" el oído de los guardias con la información de las bombas termobáricas. Estos harían correr el rumor como la pólvora y el Imperio perdería credibilidad ante sus propios soldados al haber ignorado un dato que aseguraría la supervivencia de las hadas habitantes en las ciudades objetivo del bombardeo humano. Y, para acabar, el propio Duque mandaría una señal al anillo de Branwen para escapar de aquella celda con destino de vuelta al bunker y al mundo de los humanos. Realmente un plan brillante en su concepción y en su ejecución.

Asímismo, Adam prestó oídos a Nikita y Bediviere y a su relato en las profundidades de la Tierra con entusiasmo palpable. A pesar de lo terrible de las noticias, el episodio era apabullante.

Y así, sin comerlo ni beberlo, las horas pasaron y se hallaron allí, frente a aquella limusina blanca ataviados para encontrarse nada más y nada menos que con el señor de los muertos. Ataviados con sus mejores galas... y no era referente a la ropa, pero sí a su piel auténtica en la cual, Adam se sentía verdaderamente cómodo. Atractivo incluso. Poderoso. Podríamos decir que Adam hada era menos Adam que Adam humano. Quizá era un poco más Denis, de hecho. Miró alrededor y compartió la fascinación que envolvía a aquel singular grupo. Y así, haciendo gala de esa seguridad recién estrenada, Adam se acercó a Frida con evidente curiosidad. Compartían... no sabía muy bien como denominarlo. ¿Orígen? ¿Tipología? ¿Raza? Quizá ella no lo sabía, pero era probable que de algún modo fuese súbdita de Derl. Y allí, al verla, se sintió cómodo. Sintió que si ella estaba de algún modo incómoda, tal vez él podría darle cierto confort a la hora de asumir su nuevo aspecto. Era algo raro... pero le hacía sentirse bien.

Con cierta teatralidad y tratando de romper el hielo, Adam se acercó a la perta y, caballerosamente tendió la mano para ayudar a su dama a entrar en el vehículo.

Mademoiselle...

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03/09/2021, 22:32
Branwen Glyndwr

Contaba, más o menos, a través del nebuloso nonagésimo millonésimo sexagésimo milésimo dígito, y algún pico más, de los decimales del número Pi, cuando abrió los ojos para encontrarse de vuelta. Se preguntó si lo que restaría en su habitación iba a ser un montoncito de números inconexos ,o solo otro vacío, y con él, un nuevo misterio para el universo. Deseó con todo su aliento, que a los guardias, allá en la torre, no les pasara mucho. Se habían portado bien para que ahora sufrieran por el marrón que les habían creado.

Lo que vino a continuación del despabilamiento bien le pareció merecedor de una tonelada de diagramas de flujo explicativos y algunos litros de taurina.

La falta de preliminares del aviso de amenaza global que se gestaba bajo Yellowstone le heló como lo haría una mala digestión.

Había cultivado la esperanza de que a sus amigos les hubiera ido aburridamente mejor, pero se dijo, que debía seguir cultivando ese pensamiento.

Sin embargo había ajetreo alrededor en vez de un estupor paralizante, y eso, le calentó la presencia de ánimo como para alcanzar a estar lo menos horrorizada posible.

Especiales miradas de asombro y fascinación le sonsacaron los militarizados miembros de la escolta presente, que ni el más loco criador hubiera cruzado entre un soldado y un bailarín folklorico de la 'Danza de los Bastones'. En casa estarían generando admiración y guasa a la misma velocidad. En Branwen conjuró una sonrisa divertida y también respetuosa pues, se imaginó, que aquella gente se estaba jugando el pellejo aunque fuera en esos extraños atuendos.

Pero afortunadamente, había suficientes asaltos de información para sentirse estimulada y no trabarse en cualquier dirección que eligiera, y la más buscada por ella, era la de sus cuatro compañeros y las peripecias que parecía habían tenido que afrontar en el bunker y allá afuera.

Se sumergió  en la incipiente alternancia de explicaciones, preguntas e intercambio de emociones, resuelta a tener una oreja bien dispuesta y no perderse detalle, y mientras, comprobar si podía contactar vía telefónica (aunque fuera un misero mensaje) con Amanda y Jack y, por el ánima de todos los filósofos zurdos, con un poco suerte con Denis.

El cruce de relatos iba in crecendo y se le fue juntado en la imaginación como una obra semejante a una constelación, en la que los puntos dispersos, iban siendo unidos para formar una imagen mayor. Intercambió ojeadas con Ingvild y Bryony en las que les dedicó sonrisas de contento por verlas, en primera instancia, bien y de expectación a que unieran sus historias a la fundación común que se estaba reuniendo en su cabeza.

Moderó su intervención en la intensa exposición de Adam, a poner alguna pincelada sobre un detalle aquí y allá, más por deseo de opinión que de corrección, y entre ellas por ejemplo la conformidad con la percepción de no completo buenismo con respecto al Ojo Único, el compartir la fórmula de ocultación del anillo de la vista con Bryony (se decía Aei Ishane, para mostrarlo solo había que enseñarlo), que en su opinión la función asignada a Denis era solo una forma para facilitarle la huida sin contrapartida, o eso esperaba, y que además de en la torre prisión, Branwen esperaba que, en la taberna de los arrabales donde Denis les llevó, también hubiera calado la noticia de los peligros vía radio macuto. Al fin al cabo como espías no habían sido muy discretos.

Antes, había pasado por el encantamiento de la descripción del encuentro con la 'persona' Calista, la tensión de preocupación cuando alcanzó la parte del viaje por las profundidades y la seria alarma calmada por la presencia de una fuerza que estaba fraguando una extinción masiva, de la que murmuró, si no podía ser el mismo Ojo Único, a la luz de lo que comentaba Bediviere. Bromeó sin mucho punch, pero si animo, con que a Bedi y Nikita les había tocado la parte Verniana y que a ellos la Dyckensiana, y tanteo si la de Bry e Ingvild había sido una Stokeriana o a lo True Blood.  Por si valía de algo ella deseaba que hubiera sido al estilo Buffy o Angel. Intensa pero afrontable. La ojeada fugaz a la que sacó brillo hacia ellas fue de fraternidad.

La sorprendió la necesidad de prepararse para una marcha, preguntando y descubriendo que era para la cita que se habían ganado en la partida con los Pescadores de Almas. Así que se arregló a conciencia para estar presentable buscando algo informal pero no una mamarrachada. El combinado de una camisa y un cárdigan oscuros y una falda pantalón la satisfizo y lo mejoró (consciente que era lo poco que había para elegir en un bunker) pidiendo consejo a sus tres amigas para los otros detalles que ella no controlaba.

El efecto se disparó cuando estaban por recogerlos. Había tantas cosas impresionantes en los aspectos de unos y de otros. Le señaló a Ingvild su cabello azulado y vio el brillo en su dedo y en el de Bryony al tiempo que canalizaba su repaso alucinado por todos los demás presentes. Le flipó la consistencia etérea de Bry casi como un efecto doppler y las formas egregias de Adam y Frida (¿serian pariente?). Pasó revista a Bediviere y Nikita en sus magníficas trazas, y como Bedi quiso sentirla con más cercanía, se puso a su lado mientras la abrazaba por la cintura y su amiga Rusalka (esperaba que ya no le diera reparo ese calificativo y se sintiera más a gusto consigo misma) la acariciara sin problemas. La verdad es que ella, mentalmente, no se trataba a sí misma con excepcionalidad, pues básicamente, trataba de encarar cada minuto como una sorpresa, y su rostro solo devolvió la placidez del deleite por el contacto de su amiga.

Fue cuando se dio cuenta de la peculiaridad de sus andares, y si fue cuando se puso un poco inquieta, intranquila por no pisar a su propia progenie vegetal al accidentalmente echar para atrás. Se agachó y observó, muy quieta, con curiosidad y pensamientos danzarines que le levantaron las cejas hilvanándolas con las posibilidades que le empezaron a rondar.

Se decidió que la mejor solución a su momentáneo dilema con la floresta, era tirar para adelante y avanzar y tomó la invitación de su Príncipe al vuelo para hacerlo.

- Boneddwr...* - le aceptó la mano y se aprestó a buscar un buen sitio en las profundidades del ya de por sí gran vehículo esperando a ver si iba a ser mucho más grande por dentro que por fuera.

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06/09/2021, 00:20
Ingvild Hoem

Las noticias se acumulaban y entremezclaban en la cabeza de Ingvild, y pese a que todo apuntaba a una situación irrevocable de conflicto real, la noruega respiró aliviada. Lo inmediato era que sus amigos estaban bien, y de todas maneras ella no solía ver mucho más allá de lo inmediato (viaje al futuro exceptuado).

Con respecto a la aventuras vernerianas (término de Branwen que le ocasionó una amplia sonrisa), se mostró de acuerdo con Bediviere. ¿Qué sentido tenía atentar contra el propio reino al cual pretendían emerger? Una situación de guerra fría parecía más adecuada.

Las aventuras del otro lado tuvieron una conclusión aún más feliz, a juzgar por los resultados, y no pudo evitar sentir una gran admiración por Denis, el hermano revolucionario de Adam, a quien Ingvild inmediatamente imaginó con una boina guerrillera a lo Che Guevara, si bien más colorida, adornada con abalorios de vivos colores capaces de lanzar rayos de arcoiris a discreción. Sin embargo toda causa revolucionaria necesita de cierto lirismo o peligra de ceder bajo su propio peso, el peso de la lucha constante, precaria y prosaica, y aunque el término Humhadidad no estaba mal, sí que sonaba como si alguien afectado por un resfrío intentara pronunciar Humanidad, como si la convivencia con las hadas no fuera más que un virus un tanto leve pero molesto, y así lo hizo saber.

En lo que respecta a ellas (I. y Bry), y para decepción de Branwen, no había mucho que contar.

—Pues nosotras aquí. Cuidandoos. Cuidando el rancho. Chilling.

El emisario del Reino de los Muertos aguardaba por ellos, y ahora que Ingvild podía reinventarse de maneras que Madonna jamás había soñado, formas misteriosas que explicaban el tercer ojo en su mano (delineado con kohl para la ocasión), podría decirse que la noruega no había puesto excesivo esmero en su atuendo, que consistía en un smart dress en blanco y negro que parecía oler bien pese a encontrarse mezclado con otra ropa sucia.

—Oye —le dió un codazo a Bry abarcando a Branwen con la mirada— ¿Creéis que es una de esas limo con karaoke?

Notas de juego

Dress

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06/09/2021, 14:32
Bryony J. White

Cuando Branwen y Adam despertaron en el búnker, Bryony estaba en su forma feérica y ya había dejado de intentar que a Frida se le pasara el enfado. En cambio, le había pedido ayuda a Ingvild para que le pinchase el dedo y así había podido comprobar que, efectivamente, su sangre era azul, como había anticipado Mariam. Había probado su sabor y había aprovechado para dejar una huella en un papel, comprobando así también su textura. Pero, al fin y al cabo, era sangre, solo que de otro color. 

Se puso contenta al ver que sus dos compañeros regresaban a la consciencia sanos y salvos y también de ver que Bediviere era capaz de comunicarse con ellos sin necesidad del Morse aviar,  pero entre la pelea con su amiga y las noticias que les enviaban del centro de la tierra, tampoco estaba muy feliz y su chispa se notaba algo apagada. Había escuchado sus relatos con mucho interés, le habían brillado los ojos con las descripciones de otros mundos que deseaba conocer, pintar y grabar; había alucinado con el hermano perdido de Adam y su revolución; y había probado un par de veces el truco del anillo que había compartido Branwen. Al final se había encogido de hombros tras las palabras de Ingvild. 

—Eso. No hemos hecho nada importante.

Se mordió la punta de la lengua para no contar algo más, pero lo cierto era que no era importante y que si Ingvild no lo había contado, quizás era por algo. Además, no quería cabrear a Frida otra vez hablando de algo que ni siquiera había llegado a pasar. 

Luego se había limitado a seguir la corriente que los llevaba de un lado a otro, a su encuentro con Senabre y luego a prepararse para el viaje hacia el reino de los muertos. En esa preparación había encontrado motivación suficiente para recuperar la sonrisa y el destello que solía brillar en sus ojos. Había ayudado a sus amigas a maquillarse en la medida que quisieron y se había vestido con ropa apropiada para el importante encuentro que les esperaba.

¿Y cómo se supone que se viste una para ir a ver a los custodios de los muertos? Pues, en el caso de Bry, con una de esas mezclas que la británica vestía con naturalidad: Falda hasta medio muslo, floreada en rosa, amarillo, blanco, verde y azul con fondo negro, top azul pálido con copas piramidales en los pechos, blusa transparente encima, salvo el cuello, cerrado con un broche triangular lleno de filigranas y encima un abrigo de peluche sintético de color azul brillante. Labios de cereza, ojos de khol y cabellos peinados en una trenza lateral que caía sobre su hombro. En las piernas, medias transparentes y en los pies, botas militares negras con los cordones desabrochados. En la mano llevaba el bastón, con su pomo de cabeza de león y el anillo brillando en su pulgar. En el bolsillo se había asegurado de tener el salvoconducto que no sabía descifrar pero que quizá pudiera serles útil en algún momento.

Outfit.

Se alegró de ver a Farhiya tan contenta y frunció un poquito el ceño, preguntándose por qué Carme no era capaz de sentirse igual de feliz en su nueva condición. Antes de entrar en el vehículo se había parado con ella a un lado y le había preguntado si necesitaba algo más de sangre para estar bien durante el viaje. De ser así, le habría ofrecido la muñeca, para no mancharse la ropa. 

Al escuchar a Ingvild se rio con la ocurrencia y se puso una mano en la cadera, mirando hacia la limusina. 

—Pues no estaría mal —declaró—. Karaoke con los grandes éxitos de Cure, es la mejor banda sonora para viajar al Más Allá, que está demasiado acá. ¿Habrá absenta? Es la bebida que mejor encaja.

Y, entre especulaciones, se metió para dentro, sintiendo que la adrenalina se removía expectante bajo su piel y el corazón le latía en la garganta. 

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06/09/2021, 21:14
Nikita Pontecorvo

Una vez Nikita subió a la limusina, la contrariedad contrajo su rostro cuando trató de retorcer sus dedos en aquel ademán suyo de nerviosismo y se dio cuenta que no podía.

No sentía exactamente rechazo hacia su verdadera forma. Tal vez eso podría haber ocurrido si Bediviere no hubiera estado a su lado cuando dejó caer la máscara o si la reacción de la chica no hubiera sido la que fue. El temor a que la fascinación de ella se debiera a la sorpresa inicial y desapareciera después —o la posibilidad de haber perdido cosas que la chica amaba en él—, se había desvanecido prácticamente. Y aún así antes la había notado suspirar al rozar su rostro humano en busca del pelo incipiente de su barba, desaparecida ahora. Aquellos filamentos de bronce solo poblaban sus cejas, su cabeza y sus pestañas. Si hubiera habido carne al menos, por mucho que pudiera cambiar el color de su piel o en parte su textura...

Sabía que tenía un corazón que sentía pulsar en su interior, que no había rigidez en parte alguna de su cuerpo a pesar de su dureza, o que su peso, misteriosamente, no parecía haber cambiado. Pero su nueva carne no cedía ante la presión, y aunque era tan sensible como antes, tenía la consistencia de la piedra de la que estaba hecho. Seguía habiendo humedad en su boca y su aliento era cálido, al igual que el resto de su cuerpo.

Miró sus manos sin saber muy bien qué hacer ahora con ellas, y exhaló lentamente por la nariz mientras imaginaba el momento en que mostrara a su familia cómo era en realidad. De poder elegir, habría querido seguir siendo simplemente humano y la verdad era que no concebía no serlo de alguna manera.

En un necesitado acto de autoafirmación —también de rebeldía—, había rechazado vestirse con la ropa fae de su antepasado que Calista conservaba en el Cotone. Necesitaba sentirse él mismo, casi reivindicarse, y le importaba bien poco si los Señores de los Muertos no entendían que no cabía pedirles que tuvieran ropa especial en medio de una lluvia de fuego y el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

Mariam parecía tener un espíritu similar al suyo y había cambiado su túnica, su sombrero y sus calabazas por ese rollo suyo de vieja rockera que tanto le pegaba. Le cruzó la mirada y le dedicó una leve sonrisa cómplice.

Nikita se había vestido con una camisa lisa color vino (todas las que tenía eran holgadas, siempre las llevaba por fuera del pantalón y generalmente abrochadas hasta el último botón), unos vaqueros negros (esta vez sin rotos) y sus botas militares. Al cuello colgó de nuevo la cadena del Molnija de bolsillo de los 60 de su abuelo Nikolai, del que no se sentía con fuerzas de separarse. En sus orejas, ahora puntiagudas y de piedra, había vuelto a colocar sus audífonos; la parte interna del implante podía distinguirse sutilmente tras la superficie translucida de su nueva piel. Su pelo no se podía peinar, pero sí colocarse, pues los filamentos de bronce eran dúctiles. El aire desde luego no lo iba a despeinar.

Miró a sus compañeros y, asegurándose de que su chófer no lo viera, se llevó un instante el dedo índice a los labios, una señal para que no hablaran de nada secreto siendo que ya no estaban solos. No desconfiaba de Farhiya en sí, pero sabía que ahora era la esclava de otros y que podían forzarla a hablar. Su conjetura acerca de que lo dicho por Frida sobre sus padres y los de Bry encajaba con la información sobre el Único Ojo de Adam y Branwen, debería esperar.

Se volvió hacia sus dos amigos de sangre real.

Chicos, esta es Mariam, la amiga de que os he hablado —Su bruja madrina sabía muy bien quién eran todos. De hecho Adam estaba allí gracias a ella.

Antes de que el vehículo se perdiera a saber en qué plano de la existencia, Nikita sacó el móvil y envió un mensaje a sus padres:

Todo sigue bien

Soltó un leve resoplido: aquello desde luego era infinitamente matizable.

Tal vez no esté localizable por un tiempo y no quiero que os preocupéis si no puedo contestar. Os escribiré en cuanto pueda. No dejéis de contarme cómo va todo por si pudiera leeros.

Cuidaos mucho. Os quiero.

Seleccionó ahora a Sharif, Elio y Ariadna. Le consolaba saber que ellos estaban juntos. Una sonrisa melancólica se dibujó en sus labios:

Tengo tanto que contaros. Os echo de menos.

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07/09/2021, 01:22
Carme Mantano

Cuando entraron en la limusina la luz roja cambió el tono a ritmo del "Music for the Masses" de Depeche Mode y aquello se puso en marcha. El teléfono de los padres de Adam no daba señal, decía la voz que estaba apagado o fuera de cobertura.

Al principio era como estar en la diminuta y lujosísima sala VIP de una discoteca. Un asiento de cuero como un sofá enorme y ambos lados del coche mostrando el paisaje con un tono verdoso, acorde al las luces del interior, que se estabilizaron en el morado.

Frente a ellos tenían una especie de barra mueble-bar con champán francés de la misma marca del que habían brindado hace no tanto en el piso de Nikita. Incluía una consola con música en streaming que incluía un montón de discos con los éxitos de los Cure.

Por la ventana que daba al conductor se veía la nuca de Farhiya aunque también podían ver su cara en una pantalla, desde una cámara que había sobre su cara, en la luna delantera del coche.

Conducía rápido por la carretera secundaria que habían recorrido Nikita y Bediviere con la moto en la que había muerto Carme para luego entrar en la autopista que llevaba al aeropuerto, adelantando primero coches parados en la cuneta y después una columna de tanques con cadáveres de militares carbonizados en posiciones grotescas.

Carme respondió, tarde, a la pregunta que le había hecho Nikita. El volumen no era tan alto como para que tuviera que gritar.

—Seguiría, desde luego que seguiría, mi camino. Claro que sí. Esto es una… mierda.

Se reafirmó, moviendo la cabeza.

Notas de juego

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07/09/2021, 01:23
Farhiya Braganza

Farhiya apoyó lo dicho por su compañera, informando de paso más sobre el estado en que se encontraban ambas.

—La Ciudad de los Muertos es como el limbo. Se parece más a una prisión de esas muy grandes del tercer mundo, donde los presos viven un poco a su aire. Eso es en algunos barrios. En otros hay palacios… La mayoría de la gente vaga confusa, obedeciendo las órdenes de los señores, sin recordar quiénes son, sedientos de sangre. Porque la sangre es lo único que nos hace volver a ser nosotros.

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07/09/2021, 01:23
Frida Farkas

Frida ponía cara de pena y de rabia.

—¿Quién cojones se creen que son? Joder, sé que tenemos que ser amables pero no tengo ninguna gana…

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07/09/2021, 01:24
Mariam Daquino

Mariam sacó una pitillera repleta de canutos bien enrollados y ofreció a sus compañeros de viaje.

—Son lo que son, chiqui. No pueden ser otra cosa y ahora están aquí. No solo tienes que ser amable, Frida. Tienes que ser inteligente y salir con vida. A esta gente le gustan los intercambios. Presiento que querrán que alguno se quede, como prenda, como representante de nuestro partido… diplomático. Tenemos que ser listos y salir todos de aquí. No nos pueden obligar, a no ser que alguien haga el imbécil y les dé una excusa.

El coche se desvió por una carretera muy estrecha que cruzaba la marisma, que después del tsunami seguía tan crecida que, siendo el coche tan ancho, zarandeaba los pequeños juncos y hacía salpicar el agua de los charcos sin inmutarse.

Mariam, pegó una calada y terminó su arenga. El humo flotaba hacia la ventilación forzada, que estaba en el techo.

—Existen muchas maneras de hacerlo bien pero infinitas de cagarla.

Tuvieron un buen rato para charlar o beber hasta que Farhiya les llamó la atención sobre una muralla de ladrillos azules que brillaba golpeada por el sol. El camino acababa en unas puertas enormes, que recordaban a las de Babilonia, de bronce, con una figura gigante en realce con metales preciosos —sobre todo oro, platino y oricalco— que representaba a una diosa desnuda con un tocado de cuernos, las alas hacia abajo, portando en las manos unas cuerdas, con las piernas finalizadas en garras de ave rapaz sobre dos leones que parecían reposar, postrados y dos lechuzas, a ambos lados.

El coche tuvo que esperar unos minutos hasta que dos esqueletos que debían medir tres metros de alto, armados con guadañas y vestidos con harapos, se acercaron a Farhiya y tras comprobar un documento que ella les ofreció, abrieron la puerta cuyas hojas partieron a la diosa en dos mitades.

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07/09/2021, 08:38
Farhiya Braganza

El coche entró despacio. En el primer tramo habían chozas hechas a base de barro y cañas y un montón de postes alrededor de los que la gente caminaba, algunos llevando capazos de mimbre cargados de fango. Parecía que participaban en algún tipo de trabajo pero su vagar era confuso.

Al fondo la ciudad se iba elevando, en su enormidad. En su centro se estaba levantando unas enormes columnas de piedra en lo que parecía un templo circular gigantesco. Algunos de los palacios de los barrios superiores de aquella colina ya estaban acabados.

La gente se acercaba al coche, que tenía que avanzar despacio. Los cristales ahora filtraban la luz a un naranja muy saturado. Farhiya les habló.

—Los cristales están tintados para que no os vean. Los muertos de esta zona están sedientos porque nadie les da sangre y si os vieran enloquecerían de sed y se arrojarían a devoraros. Los vivos pueden caminar por la ciudad, pero siempre acompañados por alguien de nosotros y cubiertos por una máscara y un velo.

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07/09/2021, 08:39
Director

Terminaba la explicación cuando Adam reconoció a Amanda acercándose al coche, entre la multitud. Sus ropas parecían destrozadas y su mirada, ida.

Notas de juego

6 de 6, ya podéis postear.

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07/09/2021, 12:14
Adam Dyer

¡Mamá...! —la voz chillona de Adam sonó como un sollozo infantil repentino. Como un relámpago en mitad de una noche especialmente oscura. Su cuerpo, relajado en el sofá de piel gracias a los efluvios del porro viajero, pronto se tensó para acercarse al cristal tintado de la limusina y pegar allí la cara y las manos crispadas de pura incredulidad. El reflejo había sido tan genuino que el chico fue incapaz de corregir el justo vocativo que le había dedicado a su madre en lugar del nombre de pila, al que aún intentaba acostumbrarse. Ni siquiera pensó en rectificar después.

Estaba allí. En la Ciudad de los Muertos. Lo que significaba que estaba muerta. Pero, ¿cómo? ¿Por qué? El tsunami les había pillado en Richmond, muy lejos de la debacle y tras la entrevista que él mantuvo con el doctor Trevorrow confiaba que hubiesen vuelto a Canadá. ¿Qué había pasado? ¿Acaso se habían quedado en la ciudad y se habían visto encerrados en Astérope por causa de la guerra? Entre su charla y su negativa a ayudarles habían pasado muchos días. Semanas. ¿Por qué se habían quedado? ¿Acaso su madre humana había caído bajo los ataques del ejército de... su padre hada? Unas lágrimas asomaron a los ojos de Adam que sentía que estaba todo perdido. Si desánimo, siempre pulsante, llegó como el tsunami a la isla... con intención de arrasarlo todo. Un nudo en la garganta apretó con fuerza el interior de Adam que sintió que no podía reprimir toda la debacle moral que estaba experimentando cuando, de pronto, una teoría certera, aterradoramente certera, se instaló en la mente y las tripas del muchacho. Se suicidó. Ante la imposibilidad de dar con su verdadero hijo, con Denis... ante la negativa a ser ayudada por Adam, probablemente el único con posibilidades de hacerlo, ciertamente así había sido... se había quitado la vida.

Y así comenzó a llorar copiosamente empañando rápida y profusamente la porción de cristal que le había recibido. Al principio sin sonido, un llanto opaco y amargo que le inundaba de dentro afuera.

Esa mujer de allí... —explicó entre hipos para que el resto supiesen de quién hablaba. —Es mi madre... mi madre humana. Amanda.

La voz rompió a su paso cuanto encontró y un rastro ácido quedó para recordar que aquel dolor tardaría en irse. Quizá no se fuese nunca. Se sentía responsable... de cualquier modo y en cualquier sentido, él era una pieza fundamental en el relato que acababa con su madre muerta y hecha un despojo. Pero ya se sabe lo que los terapeutas dicen sobre el duelo y las cinco etapas.

Adam dio un salto hacia la parte delantera del vehículo, su propia altura le impedía estar de pie pero se arrodilló junto a la separación que había entre el asiento del conductor y la estancia dónde estaban ellos. Bien podría haber hablado a Farhiya a través de la cámara, aunque poco importaba. Tampoco tenía muy claro que ella realmente fuese la interlocutora adecuada.

¿Por qué...? ¿ Porqué... eh? —preguntó con un tono acusador lleno de rabia. —¿Por qué está ella aquí? Responde. —su voz no daba pie a la respuesta por mucho que la estuviese exigiendo sino que ametrallaba a su interlocutora sin cuartel. Quizá intentaba no obtenerla. Quizá había una parte dentro de sí mismo que pugnaba por no saber aquella verdad que le cambiaría para siempre. Miró alternativamente a la conductora y a Mariam.

¿Así funcionan las cosas...? ¿Es esto lo que se hace aquí? Se roban cosas... cosas importantes para las personas y luego se negocia para recuperarlas. ¿Es eso? Nos vamos a entrevistar con el capo mafioso que controla todo el cotarro, ¿verdad? Me repugna esta mierda. —escupió. Luego regresó a su asiento y se sentó con los brazos cruzados. —Pues veamos qué y se lo conseguiré. Vaya que sí.

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07/09/2021, 21:45
Bediviere Lafayette

Bediviere entró en la limusina, y observó toda aquella parafernalia de luces de neón, música de Depeche mode y The cure, y cristales tintados que si bien podía estar ideada para agasajar a los invitados, le parecía, en aquel momento, toda una broma de mal gusto, y así lo expresó al fruncir el ceño y palidecer, por increíble que aquello pudiera parecer en su nueva piel de porcelana, ante la visión de la botella de sauvignon blanc. 

Tomó la mano de piedra pulida de Nikita, y la apretó, en silencio, una vez tomaba asiento. Abrió la botella, pensando que quizá no tocarla era considerado un agravio, y sirvió un par de copas, pero no bebió de la suya. No quería enturbiar los recuerdos del sabor del sauvignon blanc, y pensar cómo podían haber sabido que aquel era el vino con el que Nikita y ella habían brindado, días atrás, le revolvía las tripas. 

Habló poco durante el viaje. Clavó la mirada de ojos negros como la noche sobre la muralla azul refulgente, y observó atentamente la figura de la diosa que custodiaba las puertas. 

La visión de aquellos seres perdidos y según Farhiya, sedientos, hizo que apretase la mano de Nikita, más fuerte. Y a penas había pronunciado palabra, cuando Adam saltó como un resorte hacia la ventana. Su madre, su madre humana estaba ahí. Bediviere la contempló, igual de ida y confusa que sus congéneres. Observó la reacción desgarrada y explosiva de Adam, y se encogió, sobre si misma, apretando los dientes. 

Se encendió con las manos temblorosas uno de los canutos que les había ofrecido Mariam con el zippo de Bryan, y dio una profunda calada, notando cómo se le salían las lágrimas- Lamento que tu madre humana esté aquí, Adam.-dijo, con voz trémula- Pero Farhiya no tiene la culpa. No le hables así. No se lo merece, siendo una víctima más de todo este asunto.-añadió, pasándose el dorso de la mano por las mejillas.

La muerte no entiende de familia, de amigos o de amores. A la muerte le da igual que esa sea tu madre. No creo que haya una motivación más allá de la de tener un súbdito que utilizar para reconstruir la gloria perdida.-apuntó, pensando en cómo Bryan había nombrado a los Pescadores. Los Amos capitanean la marcha, había dicho. Sus amos. 

Yo también tengo a alguien aquí. Alguien que ni siquiera murió en Astérope, pero que aún así, acabó subyugado por acompañarme más allá de la vida.-reconoció, apretando los labios, en una fina línea- No podemos permitir que esto nos derrumbe. Tenemos que ser listos y cautos. Y tú no quieres ser el primero que haga el idiota. No quieres perder todo lo que tienes, por el dolor que sientes ahora, aunque sea tan grande que no te deje respirar.

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07/09/2021, 21:46
Nikita Pontecorvo

Al notar el apretón de la mano de Bediviere, Nikita la observó un instante y luego siguió su mirada hasta la botella de Sauvignon. La música de The Cure como había propuesto Bry, el vino con el que ellos habían estado celebrando… La mirada del chico recorrió el vehículo buscando más referencias a sus propias vidas o gustos. Si aquella era la idea de los Señores de los Muertos sobre cómo agasajar a sus invitados, no quería ni pensar en qué consistiría el regalo que el Pescador les había prometido junto a la invitación.

Hacer entender a tus huéspedes que lees sus mentes o conoces detalles íntimos de sus vidas, le pareció tan desasosegante como el resto de la limusina. Claro que, pensando en cómo su tío Simone —"El Viejo" al que temían los Perros—, solía "agasajar" a los amigos/enemigos/posibles aliados/posibles fiambres, la estrategia de los Señores de los Muertos podía ser parecida: "¿verdad que este buen rollito mío te acojona? Pues imagínate si estuviéramos a malas. Te conozco, sé quién eres, qué amas, qué odias, etc., etc. Así que vamos a llevarnos bien. Aunque lo hago por ti; si nos llevamos mal, solo harás que sea más divertido."

Cuando pasaron junto a los tanques en la carretera, Nikita bajó la vista al suelo. Aquellos pobres soldados vagarían ahora por la Ciudad de los Muertos. Y cientos, miles, habrían pasado a engrosar la lista de sus súbditos tras los ataques a la isla. Pero las vistas a través de las ventanillas no harían después más que empeorar.

Lo último que fue capaz de escuchar por un buen rato fue la advertencia de Mariam. Empezaba a notar un nudo en la boca del estómago y el pulso retumbar en su interior. ¿Era lo que se proponía una de aquellas estupideces que te pierden para siempre? A cada momento le parecía más y más peligroso y se sentía tan cobarde por no querer hacerlo como estúpido por planteárselo siquiera. No saldría de allí, algo ocurriría. O sí, saldría, porque no podían retenerle si se negaba a quedarse. Todo dependía de si sus anfitriones consideraban un ultraje o no lo que se había planteado. ¿Cómo saberlo? Miraba a la bruja con los ojos llenos de preguntas que no se atrevía a verbalizar y acabó por retirarlos de ella y de todo lo demás, dejándolos suspendidos en algún punto de la nada. Hasta que el coche paró frente a las puertas de la muralla. La visión de los vigilantes hizo que lo recorriera una de esas oleadas de estática en que ahora se habían convertido sus escalofríos; sus guadañas eran un recordatorio muy efectivo de lo había estado a punto de pasarle.

Farhiya les mostró unos papeles, y la vista de Nikita siguió el camino de aquel documento. Quiso comprobar dónde lo guardaba.

Una vez más allá de la muralla, ya no retiró la vista del exterior, prisionero del horror que sentía ante las expresiones vacías de todos a quienes cruzaban o la visión de los palacios o el templo que parecían construir más allá. Sentía el impulso imposible de salir corriendo, cada fibra de su ser le gritaba que era el último lugar en que debía estar. Cuando oyó de pronto el grito de Adam.

En un primer momento no comprendió, hasta que el chico señaló al exterior y Nikita siguió con atención sus indicaciones queriendo ser capaz de reconocer a Amanda. Quiso pensar que se habría equivocado, que el miedo podía estar jugándole una mala pasada. Pero aquella mujer estaba muy cerca y su amigo fuera de sí.

Toda la rabia que él mismo había sentido antes podía verla ahora en rostro del príncipe de Derl. La incomprensión, el dolor, las ideas peligrosas...

Nadie como Bediviere para entender lo que Adam sentía en aquel momento. Bryan también estaba allí, en algún sitio. Y al oírla hablar de él, Nikita volvió a sentir la náusea y los remordimientos por temer actuar. Y sin embargo las palabras de la chica hablaban de cautela, de soportar el dolor. Se sentía desesperar ante aquella decisión imposible.

Pensó que no podía añadir más a las palabras de ella, salvo algo que su amigo necesitaba escuchar en ese momento: que ser cauto no quería decir rendirse.

Adam, esto no es una batalla, es una guerra —buscó los ojos de su amigo con la propia mirada encendida de temor, pero también de decisión. Adam no lo sabía, pero en el corazón de Nikita se estaba librando una lucha muy parecida a la suya.

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08/09/2021, 08:01
Branwen Glyndwr

El interior de la Limo definitivamente no era la Tardis y al hilo de su resignación a no haber encontrado (otra vez) el santo grial de los espacio- tiempos, se ocupó en observar a sus compañeros y acompañantes uno a uno, al tiempo que se iban distribuyendo.

La envolvente musical se le hizo una pizca marciana, bien alejada de los referentes de origen, y apenas con vagos reconocimientos traídos de fugaces recuerdos momentáneos. Quizás por eso es tal vez que no conecto con el humor que pretendía formar aquel ambiente y se puso reactiva y no activa. De vez en cuando le telegrafiaba su presencia a Adam con dedos rápidos que acariciaban inconsciente la mano de él.

Cuando le presentaron a Mariam, sacó una sincera sonrisa de su ajuar abiertamente cargada de reconocimiento y un sentido 'Gracias' de su boca atado a un ligero ademán en dirección a Adam.

El atribulado, no sabría definirlo entonces de forma mejor, conjunto de semblantes que combinaban Bediviere y Nikita fue estirando hacia la seriedad el suyo propio traído hasta allí por la progresión en la que aumentaba su concentración en sus pensamientos.

El teléfono de Amanda y Jack no comunicaba y la obtusa voz automática de respuesta era como un martillo. ¿Apagarían sus equipos al irse a dormir? ¿Cómo sería la cobertura en Canadá? Se dijo de proseguir un rato más allá y si aprovecho para textear a Deian para someramente hacerle saber que estaba aquí y con un móvil y obtener la misma confirmación. Hizo lo propio con su padre y Rossera.

El paso del paisaje masacrado de los cadáveres de los combatientes la engancho a un tensionado de su ceño y el poco acceso a las ganas de abstracción que benditamente medraban por salir para alejarla del horror. Pero, sinceramente estaba más entera que en el medio de las visiones e imaginaciones de los días anteriores, y podía resistirse a la tentación, lo que no hacía que se sintiera mejor, si no más hecha y compuesta.

Las salpicaduras calientes de lo que, en una parte todos en mayor o menor medida experimentaban, empezaron a esparcirse en las conversaciones como vomito de urnas con sus entrañas en ebullición. En las palabras de Frida se vio reflejada, pero a las que se clavó fueron a las de Mariam. En un nivel mental muy crío, le recriminó esa tendencia de los adultos a soltar la piedra sin ofrecer la sabiduría a continuación de dar, fruto de su veteranía, una idea para esquivarla, pero en el nivel mayoritario se dijo que era su oportunidad de sonsacársela. Le preguntó si sabía que clase de intercambios, cuáles buscaban con mayor intensidad y cuáles les causaban mayor rechazo. Y puestos que veían bien en el comportamiento y que no. En que se podía ser audaz y en que demasiado listillo.

Rechazó la calada que le tocaba con un instintivo e incontrolado movimiento de rozarse el ombligo y mirarse los pies. Se obligó a no posarlos sobre el cuero del asiento, no muy segura de que no lo hiciera florecer. Intercambió una mirada fugaz con la madrina de Nikita, por si pillaba algún matiz de examen por parte de ella. Muchas ideas empezaban a quedarse quietas en una sola perspectiva, pero aún no era más que una imaginación y aun así se dijo que tenía que cuidar bien las formas por si acaso.

La tensión a su lado la saco de su introspección. El grito de Adam la puso en alerta. Casi no tuvo tiempo de aprestarse a sujetarlo cuando rompió a llorar y menos cuando se lanzó a maldecir. ¿Amanda? ¿Aquí? ¿Pero no habían vuelto al hogar en Vancouver?

Como fuera, aquella forma abandonada de su llama humana casi hasta la extinción, se parecía a las fotografías que, aquí y allá, les había visto a los  Padres adoptivos de Adam y los naturales de Denis. Oh, jodera. Esto es el infierno y hemos venido muy alegremente.

Se esforzó en ir a por su chico con la generosidad de un amigo y la misma sesión de autonomía, dando los pasos muy lentito para que las palabras que brotaban de sus amigos lo calmaran o al menos lo sacaran de la dentellada de la angustia y la furia.

El peso de la precisión del tormento que les abrió Bediviere la hizo dedicarle una fugaz búsqueda de su mirada con humanidad y condolencia, pero siguió hasta tocar a su novio con ternura y firmeza.

- Amor, cuenta hasta veinte. Hazlo por favor - le envolvió los dedos de su diestra con los suyos - no te he pedido nunca nada para mí, pero, por favor hoy te pido esto: prométeme que al menos contaras hasta veinte antes de tomar una decisión. - le dijo con entereza - Ellos juegan en casa y se saben todas las marrullerías. Esta es una de ellas - lo abrazó expresándole su compresión de lo que estaba sintiendo y su simpatía por su reacción y al mismo tiempo la calma que no tenían que perder de vista - no nos perdamos nosotros antes de saber como ganar de vuelta a los nuestros ¿Vale? Prométemelo. Por favor.

 
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09/09/2021, 18:24
Ingvild Hoem

No pasó demasiado tiempo antes de que el interior festivo del vehículo contrastara grotescamente con el paisaje exterior. La entrada a la Ciudad de los Muertos le recordó a las puertas de Ishtar, durante un tiempo exhibidas en público en el British Museum, aquella joya del imperialismo y el pillaje más peregrino y que tantas veces había exhibido también las pancartas de la noruega en diversas protestas. Ingvild apartaba la mirada de la ventana para comentar algo a Bryony cuando el grito de Adam la hizo dar un respingo.

Joder. Observó con temor a la mujer que el chico señalaba como su madre. Entonces Adam explotó, y los más próximos se abalanzaron para contenerlo. A Ingvild no le gusta dar consejos que no puede o no está segura de poder seguir , así que mientras que las palabras de calma y compostura sonaban razonables viniendo de otros, ella prefirió guardar silencio. En definitiva, si Adam la quería emprender a golpes contra los vasallos del reino de ultratumba por la muerte de su madre, o partirle la cara al Señor de la Muerte en persona, el chico contaba con todo su apoyo moral y potencialmente sobrenatural (en este punto Ingvild abrió mucho los tres ojos, como quien quita el seguro de un arma),  lo mismo que Bediviere con Bryan, aunque acaso Nikita tuviera razón e intentar eliminar del mapa a Farhiya no sólo fuera una victoria pírrica sino por completo equivocada. Apretó los labios, lívida, y se limitó a asentir de manera un tanto incomprensible en la dirección del canadiense.