Partida Rol por web

-Hmmmmm...-. 

Zevran entornó los ojos, analizando la expresión de Laureena y comprobando cómo el Profesor Zigresky le ajustaba las extrañas membranas a los brazos. Lo cierto es que el invento podía resultar revolucionario a la par que peligroso para el portador. Una corriente de viento siempre tiene cierto componente impredecible.

-Colega, algo me dice que la Lionnese Rouge es una tía dura de roer... Y además, ese arnés alado le sienta de auténtico luxury... Ouh, mama...-.

Cuando hubo completado la preparación del dispositivo y el arnés estaba ajustado -sugerentemente ajustado, como habría indicado Zevran- a Laureena, el gnomo lunático agitó los dedos nervioso.

-¡Prrrrresten atención! ¡Este dispositivo perrrrrmite un descenso aérrreo contrrrrrolado desde el puesto de lanzamiento de la Serrrrrendipia!

Zigresky se situó al lado de Laureena y le pidió que emulase sus movimientos.

-¡Si ajustan las alas en pose del "Picado del Halcón", descenderrrrrrán rrrrrrraudos cual Blitzkrrrrrieg!

El Profesor juntó los brazos a su cuerpo, dejando las alas recogidas en gran medida.

-¡Si desean contrrrrolarrrr la velocidad de su aterrrrrrrrrizaje, utilicen la pose del "Descenso de la Grrrrrrulla"!

El Profesor alzó una pierna, quedándose quieto sobre la restante cual flamenco. Alzó los brazos formando una uve y su rostro se contrajo en una mueca de concentración zen, ojos entornados inclusive.

-¡Alterrrrrnando entrrrrre una y otra pose, podrrrrán tocarrrr tierrrrrra sin comprometerrrrrr la posición aérrrrea de la Serrrrendipia, Herrrr Autumnshield! 

Laureena imitó a la perfección al profesor Zigresky, hasta el punto de interiorizar perfectamente las dos poses de control.

-Halcón, velocidad. Grulla, control. Fácil-, dijo con gesto serio. Miró fijamente al dracónido y una sonrisa leonina amaneció en su rostro nacarado.

-B.B., ¿verdad? Tengo su primera misión, soldado. Lánceme. Al aire. Lo más fuerte que pueda.

El dracónido entornó sus ojos ambarinos y mantuvo un largo silencio antes de sonreír.

-SEA, MUJERCITA CON ANSIAS DE MORIR.

Bam Bam se crujió los nudillos y siguió los pasos de Laureena, que avanzó hasta cubierta.

El asunto se estaba poniendo serio.

-Espera, espera, espera... ¡Tiempo, tieeeeempoooooo! ¿¡Qué va a lanzar a esa pava por los aires para probar el invento!? Creía que estaban chalados... Francamente, les he subestimado-.

Chafee se llevó el dorso de la mano a su frente con gesto dramático y lanzó un funesto suspiro.

-¡Se viene una defunción por vuelo sin motor! ¡PUEDO OLERLAAAAAA!

-Solamente diré una cosa, Chafee-.

Zevran carraspeó y dejó fluir una pausa dramática para asegurarse la atención de su colega.

-This is heavy shit.

-¡Al fin una prrrrrrueba de campo! ¡ME ENCANTAN LAS PRRRRRUEBAS DE CAMPO!

El Profesor extrajo un cuaderno y garabateó apresuradamente en sus hojas algo con una pluma mientras seguía a Laureena.

CUADERRRRRRNO DE BITÁCORRRRRRRRA... CUARRRRRTO DÍA DEL DISEÑO DEL PRRRRROYECTO "FÉNIX"... COBAYAS VOLUNTARRRRRIAS SE SOMETEN EXIMIÉNDOME DE TODA RRRRRESPONSABILIDAD A UNA PRRRRRUEBA DE VUELO CON LAS MEMBRANAS DE DRACO... TEMPERRRRATURRRRRRA DE TRECE GRRRRRRRADOS Y VIENTOS SUAVES SOPLANDO DESDE BABORRRRR...

POSIBILIDAD DE ÉXITO CLAMORRRRROSO... 67% TIRRRRRANDO PORRRRR ALTO.

POSIBILIDAD DE TRRRRRAGEDIA LAMENTABLE... 33 % TIRRRRRRRANDO PORRRR BAJO.

LA CIENCIA RRRRREQUIERRRRRE SACRRRRIFICIO.

- ¿Quién nos hubiese dicho esta mañana, que terminaríamos el día surcando las nubes, con la libertad más cerca y compartiendo un rato de auténtica soledad? - Es una pregunta claramente retórica que lanzo al aire, y dejo pasar un rato más de silencio, hasta que sí que me dirijo directamente a ella. - Por tus comentarios, puedo deducir que conoces a esos gigantes de cerca. Nunca me hablaste de tu procedencia, pero parece que conoces bien el Cinturón de Piedra. ¿Me equivoco?

Comadreja acariciaba a Harry -cuarto de su nombre- mientras contemplaba las estrellas. Siempre le gustó su compañía y tenía buena mano con él.

Guardó silencio un buen rato hasta que Billy empezó a hablar. Él rompía mejor el hielo que ella.

-No. No te equivocas-, contestó, lacónica. 

Lanzó un largo suspiro antes de proseguir el rascado de oreja al que estaba sometiendo a un acomodado Harry. Tenía una mueca pensativa en el rostro. Tardó en abandonarla, pero al fin sus ojos pardos miraron al bardo con ese halo de melancolía que no pocas veces se intuía en su mirada.

-Tú tampoco me has hablado nunca de tu procedencia. Eso es un empate, creo. Pensé que eras una especie de vagabundo nihilista al que sólo le importaba preservar su pasado... Y mírate. Menudo cambio. Al final hasta aceptase venir con nosotros... Pensé que no lo harías.

Comadreja sonaba sincera y, al mismo tiempo, aliviada. Se retiró con un gracioso gesto un largo mechón de cabello castaño que la brisa había arrastrado hasta su nariz.

-¿Por... Por qué cambiaste de opinión?

Sus ojos animales parecían aguardar la respuesta de Billy antes de parpadear de nuevo, mas el bardo no tuvo ocasión de responder. No entonces, al menos. El ruido de los pasos en cubierta hizo a ambos mirar abajo desde su posición en la torre de vigía.

-¿Pero qué está pasando ahí...?-, inquirió Comadreja. -¿¡Qué está haciendo B.B.!?

El titán dorado había agarrado a Laureena del arnés y estaba, literalmente, haciéndola girar para acumular la suficiente fuerza centrífuga como para lanzarla unos cuantos metros por encima de sus cabezas. El dracónido giró al menos cinco veces sobre sí mismo antes de emplear toda su fuerza -que era mucha- para impulsarla. Cuando la soltó, dejó escapar un viril grito de triunfo, enviando a la intrépida guerrera propulsada como si de un proyectil humano se tratase. Tal fue la fuerza del lanzamiento, que Laureena casi alcanzó el palo mayor.

-¡¡¡ROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRGHHH!!!

Una duda razonable se instaló en las mentes de todos los presentes...

¿Qué habría ocurrido si Laureena no hubiese tenido entonces el paracaídas?

¿Qué habría ocurrido si hubiese lanzado a alguien sin tener paracaídas?

Un poco más adelante, averiguarían la respuesta.

Por extraño que pareciese, Laureena no explotó contra el mástil ni se estampilló contra la cubierta de la Serendipia. En su lugar, la joven soldado de la casa Harrington emuló la pose del Descenso de la Grulla para caer con elegancia justo en la proa del navío, junto a una estupefacta Celestina.

Técnicamente, no voló. Planeó. Y era ahí donde residía la grandeza del invento de Zigresky. No precisaba más que unas nociones elementales para manejarse con efectividad.

La Leona se aproximó exultante a sus compañeros y extendió sus alas mientras dedicaba una calculada reverencia a sus compañeros.

-Debéis probarlo-, fueron sus únicas palabras. No parecía que la sonrisa fuese a abandonar su rostro en un tiempo.

Zev señaló el "parrrracaídas".

-Vale. QUIERO probar eso. Chafee, ¿te animas? 

-Ni de coña. Soy una rata, no una ardilla voladora. Este cuerpito no nació para ser sometido a estrés de una caída libre, hermano. No pienso hacerlo. Ah-Ah-Ah. Nope. Ni de pura suerte. 

Chafee se cruzó de brazos y sacudió su cabezota con énfasis. 

-No, no, noooooo... No cuentes conmigo.

Entonces dos brazos viscosos lo atraparon cual cepo para osos.

-¡MALDITO TRAIDOR! ¡SUÉLTAME AHORA MISMO, CUATRERO CUATRIBRAZOS! ¡NO QUIERO! ¡TENGO FAMILIA! ¡PIENSA EN MIS HIJOS! ¡NOOOOOOOOOOOOO!

-¡Rápido, Profesor! ¡Póngame las alas antes de que mi escurridizo y ratonil socio se escape! ¡Mi colega y yo tenemos que practicar para el desembarco! ¡O el aterrizaje! ¡O lo que sea que haga esta nave! ¡B.B.! ¡Prepárate para la segunda toma, hermano! ¡Allá vamos, Chafee! ¿Listo para gritar "Kobabunga"? ¡CLARO QUE SÍ! ¡YA VERÁS CUANDO SE LO CUENTES A WANDA! ¡JA, JA, JAAAA!

Cuando el profesor pidió un voluntario, Efrain decidió que debía de ser él: no pondría en peligro la vida de nadie si podía evitarlo. Sin embargo, la sorpresa por la rauda respuesta de Laureena fue tal que se quedó sin habla.

Pareciera que había estado esperando este momento…, pensó. Tengo que hablar con ella más tarde, no quiero mártires en el equipo.

Con todo, siguió muy atento el progreso del… ¿Tutorial? La mención de ese vocablo por parte de Chafee le recordó las palabras del súcubo de la armadura de combate. 

Así que esto debe de ser un tutorial… ya veo.

Disimuladamente, el caballero repetía las posiciones de halcón y grulla para memorizar el proceso de descenso, aunque seguía intrigado por saber cómo emprenderían el viaje de vuelta.

Mientras salían todos a cubierta para la gran demostración, Efrain se detuvo un momento a buscar una cuerda en apariencia larga y la cargó con él. Mientras se preparaban para el salto, ató un cabo de la cuerda a uno de los mástiles y preparó un nudo corredizo en el otro extremo: en casos como éste, toda precaución era poca.

Alzó la vista justo a tiempo de ver a la Leona Roja ser lanzada por los aires con tal ímpetu que, de no haber tenido un mástil detrás, habría hecho al paladín caer de culo. Por un momento que duró una vida, el mundo pareció detenerse. No, no era el mundo quien se había detenido sino la propia Laureena, quien en esa extraña pose de "la grulla", estaba venciendo a la mismísima fuerza de la gravedad.

- Uau…

¿¡Qué decir ante tal milagro!? Sobraban las palabras. Lentamente, la soldado comenzó a descender hasta tocar de nuevo la cubierta sana y salva. Incapaz de articular palabra alguna, el caballero se limitó a aplaudir el valor de la joven, la fuerza del coloso y el éxito de la prueba.

Y de nuevo, cuando parecía imposible que pudieran volver a sorprenderlo en un tiempo…

-… ¿Wanda?

Los dos locos miembros del dúo sacapuntas se estaban preparando para repetir la prueba. Aquello le dio a Efrain una idea. 

- Bam Bam, ¿todo bien? ¿Podrás con varias rondas más?- preguntó a la gran mole de músculo.- La idea del señor Zevran es muy interesante… ¡A ver, por turnos por favor! Idos poniendo en fila aquí, detrás de mi… venga, no seais remolones… tarde o temprano todos tendremos que bajar del barco usando eso, mejor si hemos tenido la oportunidad de practicar algo antes- intentó animar a la tropa.- Mientras os toca el turno id calentando practicando las poses de caída que nos ha enseñado la señorita Laureena con su gran demostración.

Miró orgulloso a la joven soldado de nuevo. Imprudente… tal vez. Inteligente… ¡seguro! Mentalmente estable… ¡esperaba que sí! Si un gran añadido al grupo o un simple fósforo que se quema rápidamente, lo verían en los próximos días.

-Tú tampoco me has hablado nunca de tu procedencia. Eso es un empate, creo. Pensé que eras una especie de vagabundo nihilista al que sólo le importaba preservar su pasado... Y mírate. Menudo cambio. Al final hasta aceptase venir con nosotros... Pensé que no lo harías.

Comadreja sonaba sincera y, al mismo tiempo, aliviada. Se retiró con un gracioso gesto un largo mechón de cabello castaño que la brisa había arrastrado hasta su nariz.

-¿Por... Por qué cambiaste de opinión?

Nos interrumpió el movimiento allí abajo y pudimos ver el espectáculo. ¿A eso se refería el profesor? Estamos muertos...

- Tienes razón, estamos en empate. Cuando te cuente mis razones para cambiar de opinion, te aclararé tambien si creo que hize lo correcto. - Señalo hacia lo que estamos viendo. - Viendo dónde nos metemos, puede que empieze a arrepentirme pronto de haberlo hecho. Preocupemonos de no morir en los próximos días y descubramos mientras tanto quien hay detrás de Comadreja y Billy. ¿Trato? - Extiendo la mano para estrechársela.

Te estás sumando a la fiesta, maldito idiota. Me digo a mismo mientras espero con la mano extendida a que se selle ese trato que me ata a esta suicida misión. No tengo remedio... Almenos será agradable dar un recital en Bowerstone. Los gigantes ya serán otro cantar. Si hace falta, convenceré a Comadreja de seguir nuestro camino, aunque si dejo a Efrain en la estacada, nunca me lo perdonará. A ver si lo convenzo.

¡A ver, por turnos por favor! Idos poniendo en fila aquí, detrás de mi… venga, no seais remolones… tarde o temprano todos tendremos que bajar del barco usando eso, mejor si hemos tenido la oportunidad de practicar algo antes

Pongo los ojos en blanco pues se que nos espera un momento de hacer el ridículo mientras Bam Bam nos lanza para que probemos el sistema, no me apetece nada, pero es lo que el jefe quiere que hagamos asi que...

- ¿Como tienes el cuerpo para volar? A mi me apetece más bien poco, pero vamos, acabemos con esto cuanto antes. - Levanto mi sombrero para que Harry vuelva a entrar, el hurón se me queda mirando (con lo a gusto que estaba yo aquí ahora, imbécil) y remoloneando vuelve a su sitio. Me agarro a la soga y empiezo a bajar, cuando mi cabeza queda a la altura de la barandilla me paro un momento, miro hacia la muchacha que veo que está ensimismada. - No te pierdas por las nubes, vamos.

Los ojos de Mikeala se abrieron de par en par al ver la seguridad con la que Laureena se ofrecía para una prueba suicida. "Esta loca", pensaba.

Prestó mucha atención a las indicaciones del profesor, sabía que tarde o temprano le tocaría a ella, pero planeaba ser la última. Salió a cubierta con todo el grupo y se horrorizó al escuchar al gnomo nuevamente.

-¡Al fin una prrrrrrueba de campo! ¡ME ENCANTAN LAS PRRRRRUEBAS DE CAMPO!

-Como que al fin?... No lo has probado nunc......-Demasiado tarde, B.B. ya había lanzado a Laureena como un experto lanzador Olímpico- Woow- se le escapó, pero su sorpresa no era por el vuelo, sino por el lanzamiento- "Que músculos".

Respiró mas calmada al ver a la leona aterrizar sana y salva, entonces si funcionaba, y no iba a morir cuando se pusiera esa cosa. A decir verdad, parecía divertido, pero cuando Efraín propuso que todos lo prueben, se aseguró ser la última de la fila. Por si acaso. 

-Tus ansias de morir me sorprenden Zevran Alhen Val Thaali. Nunca pensé que iba a decir esto pero, Chafee parece ser la segunda persona-rata más sensata en esta cubierta. Laureena, estas demente. Luego de eso, se apoyó en el palo mayor para ver a B.B. Es decir, los lanzamientos, si, eso.

 Bam Bam, ¿todo bien? ¿Podrás con varias rondas más?

B.B. ladeó la cabeza, haciendo crujir el cuello. Tensó sus enormes brazos dorados y una afiladísima sonrisa pareció intuirse en su hocico reptiliano.

-PODRÍA HACER ESTO TODO EL DÍA, HOMBRECILLO. ¡SIGUIENTE!-, bramó mientras adoptaba una pose de lanzador profesional.

Quedó claro que quería superarse a sí mismo.

La Leona Roja avanzó por cubierta e intercambió el arnés con el entusiasmado Zevran, que mantenía aprisionado al pobre Chafee. No era frecuente verla sonreír, pero la joven Harrington estaba radiante tras la prueba.

-Recuerde las poses, soldado Val Thaali. Use el Halcón para acelerar y la Grulla para controlar la caída. Sé que puede hacerlo.

Laureena dio una palmada amistosa a Zev en el hombro y señaló a Chafee con calculada incertidumbre.

-¿Va a obligar a efectuar el salto al soldado Chafee con usted?

-Oiga, amiga, líbreme de este cansino y seré su más fiel efectivo en el campo de batalla. Quiere matarme. Planea dejarme caer desde las alturas. Es más, sospecho que se lo ha planeado junto a mi mujer para cobrar el seguro... ¡CONFIESA, COBARDE! ¡ESTÁS LIADO CON WANDA! ¡SIEMPRE ME LO OLÍ, PERO AHORA TODO ENCAJAAAAA!

Chafee estaba de los nervios y forcejeaba inútilmente contra la presa de su amigo.

-¿¡DESDE CUÁNDO TIENES TANTA FUERZA!?